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DE

AUTORES ESPAÑOLES,

DESDE LA FORMACION DEL LENGUAJE HASTA NUESTROS DIAS.

CRÓNICAS

DE

LOS REYES DE CASTILLA

DESDE

DON ALFONSO EL SABIO, HASTA LOS CATÓLICOS DON FERNANDO Y DOÑA ISABEL.

COLECCION ORDENADA

POR DON CAYETANO ROSELL.

TOMO SEGUNDO.

MADRID,

M. RIVADENEYRA-EDITOR.
ADMINISTRACION : MADERA BAJA, NÚM. 8.

1877.

ADVERTENCIA.

Este segundo tomo de la Coleccion de Crónicas de los Reyes de Castilla, 68.o de nuestra BIBLIOTECA, comprende las de Don Enrique II, Juan I, Enrique III (1) y Juan II; es decir, la última década del siglo XIV, y la primera mitad del xv, cuyos anales, si meramente se consideran bajo el aspecto político, ofrecen un cuadro desconsolador. No habian arraigado en Castilla tan vigorosos como en otras partes los gérmenes del feudalismo: por lo mismo quizá eran más funestos los estragos de la anarquía, que en vez de pesar inmediatamente sobre el pueblo, alimentaba un espíritu perpétuo de sediciosa ambicion, minando los cimientos de las más altas instituciones.

La índole de nuestra Biblioteca nos veda detenernos un solo instante en el asunto, pero debe permitírsenos siquiera esa indicacion, para que podamos juzgar mejor del grato espectáculo que bajo otro concepto se nos presenta. Á medida que se debilitaban las fuerzas de la Nacion, crecia el progreso intelectual, como animado de virtud propia : los mismos que promovian la perturbacion social eran los que se aventajaban más en el cultivo pacífico de las letras ; el exceso de ilustracion sugeria siniestras pasiones, que no es ejemplo nuevo ni raro en la historia de los pueblos; y los próceres revoltosos que así ahuyentaban la paz 'pública y ponian en contínuo peligro la seguridad del trono, procuraban desquitarse de tan avieso proceder, ejercitando su ingenio en estudios científicos y literarios.

Asombra ciertamente en una edad motejada por lo comun de ignorante y ruda, la multitud de escritos que produjo, y que se han trasmitido hasta nuestros dias. Suponemos que todos ellos merecen el privilegio de la perpetuidad; pero ¡ cuántos otros yacerán en injusto olvido! Era entonces la instruccion herencia de los claustros y patrimonio de las personas acaudaladas; no habia prestado aún nuevas alas al pensamiento humano el invento de Gutenberg, y sin embargo, apénas conocemos hoy género literario que no se ensayase con más ó ménos acierto en aquellos tiempos de restauracion. Poetas, oradores, filósofos, místicos, didácticos y cronistas forman el largo catálogo de escritores que llenan las páginas de los que con posterioridad han dado á luz la historia de nuestra antigua literatura, y singular

(1) No es menester repetir la portada que en la edicion de Sancha se puso al frente de estas tres Crónicas, porque es idéntica á la que en el tomo anterior lleva la del Rey D. Pedro. Allí se hace mencion de las Enmiendas del Secretario Gerónimo de Zurita, y las Correcciones y Notas añadidas por Don Eugenio de Llaguno y Amirola; allí se inserta el Prólogo del misno Zurita, en que se da razon de la Crónica Vulgar y de la Abreviada, la primera adoptada como texto, y la segunda como adicion ó complemento á ella; que por esto va intercalándose en forma de notas al pié de las páginas respectivas, siempre que añade algo, esclareciendo 6 mejorando

la leccion del texto. Nada de esto hemos omitido nosotros, ni nada de los Apéndices que con el título de Adiciones á las Notas figuran á la terminacion de cada Crónica; únicamente hemos hecho omision de las faltas que se advierten en la Abreviada (desde luégo indicada así: Abrev.), atendiendo á que nada nos importa lo que en esta falte, pero sí todo aquello en que difiera de la Vulgar, perfeccionándola.

Las Enmiendas y Advertencias de Zurita se imprimieron aparte por el Doctor Diego José Dormer, en Zaragoza, herederos de Diego Dormer, 1683, en 4.°

mente de alguno que no há mucho, con incomparable laboriosidad y sentido crítico, redimiendo de la destruccion monumentos antes desconocidos, ha realizado más de lo que podia esperarse en tan árduas y profundas investigaciones (1).

lo;

Limitándonos á lo que nos importa meramente indicar en esta Advertencia, y sin hacer mencion de la serie de cronistas dignos de este nombre que sucedieron á Alfonso el Sabio, debemos establecer una distincion. De Historia (estoria ) calificó el mismo Alfonso X la que dejó escrita con el carácter de general, aunque particular de España; los trabajos de esta especie que se hicieron despues, se denominaron Crónicas. Realmente no merecian otro títulas primitivas eran sólo unas efemérides; las posteriores, bien que vaciadas algunas en el molde del clasicismo, no pasaban generalmente de anales ó relaciones cronológicas, tan faltas de artificio en la forma como en el fondo; pues aunque Tácito habia probado que el nombre no hace á la cosa, difícil es dar unidad á un conjunto histórico, cuando todo se sacrifica á la sucesion del tiempo. Seguian, pues, aquellos escritores el sistema que juzgaban más natural y lógico; y como desde antiguo se procedia así, procedieron tambien por costumbre, llamando Crónicas á sus fáciles narraciones.

Vengamos ahora á la diferencia. Desde Alfonso XI, si no anteriormente, consta que se daba título de Cronista, aunque no se expidiese con las formalidades cancillerescas, á los escritores de cierta nombradía que con más lucimiento pudiesen desempeñar semejante cargo (2); y esta práctica se mantuvo de suerte, que hasta la fundacion de la Academia de la Historia en el siglo último, se perpetuó esta encomienda, que tal debió parecer á muchos, más dispuestos á gozar de los emolumentos, si algunos percibian, que á prestar el servicio propio de tan honorífica comision.

Habia, pues, cronistas oficiales y cronistas de cuenta propia, concepto que, aunque á primera vista parezca indiferente, no lo es, atendida la confusion é incertidumbres á que ha dado lugar semejante práctica. La ignorancia en que hoy estamos respecto á los verdaderos autores de tales obras, más que de la imperfeccion de los códices, de la libertad de transcribirlos, ó de la incuria é ineptitud de los copiantes, proviene, en nuestro juicio, de una omision que entonces no se juzgaba tal. Todo el mundo conocia, sin necesidad de advertencia, al historiador de oficio; el que carecia de esta condicion, ó para no ser tildado de logrero de mies ajena, ó por propia desconfianza, encubria su nombre, y á esta circunstancia se debe que su trabajo permaneciera anónimo. Porque atribuir semejante omision á la responsabilidad en que incurria el que juzgaba de los hombres y sucesos contemporáneos, no es razon suficiente. La verdad ha tenido en todos tiempos sagaces arbitristas; ademas de que no faltaba en aquéllos quien la sacara á plaza, escueta, sin antifaces ni afeite alguno, y cuando, si no alcanzaba ya á los agraviados, caia de rechazo sobre sus cómplices y sucesores.

En la Advertencia al tomo precedente de esta Coleccion expusimos las diferentes opiniones que se alegaban respecto á la paternidad de las Tres Crónicas, concedida por unos á Fernan Sanchez de Tovar, por otros á Miguel de Herrera y á Juan de Villaizan, y por último al Abad de Santander, D. Nuño Perez de Monroy. Allegámonos, por reputarlo más fundado, al parecer favorable á Fernan Sanchez, no sólo como autor de las Tres Crónicas, sino de la subsiguiente de Alonso XI; que quien cuidaba de elegir panegirista para sus mayores, no era extraño que mañosamente lo buscara para sí propio.

<< Por fortuna, deciamos allí, no cabe esta divergencia de pareceres, ni el menor asomo » de incertidumbre, tratándose de la Crónica de Don Pedro I, que juntamente con las de sus

(1) Aludimos, como se adivinará fácilmente, á D. José Amador de los Rios, que en su Historia Crítica de la Literatura Española ha dado á conocer muchos escritores de nuestra patria de que no se tenía ó se conservaba apénas noticia. Siete abultados

tomos ha impreso, y no llega más que á saludar el reinado de los Reyes Católicos.

(2) Véase el Prólogo de Zurita á la Crónica del Rey Don Pedro de Castilla, y el Proemio que escribió para la misma su autor D. Pedro Lopez de Ayala ·

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