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allegaron, recién venidos de Italia, los Padres Martín Recava ren, Vicente Alemán y José Araoz.

La enseñanza no se pudo organizar por falta de local. Mejor excusa para hurtar el cuerpo a tan penoso trabajo... ¡Y con todo, aquellos hombres, de noventa y un años el P. Recavaren, a más de ejercitar los ministerios espirituales en la iglesia, enseñaba en su cuarto «a diez o doce muchachos la doctrina cristiana y Gramática»; y el P. Araoz, de ochenta y tres, sin poder salir del aposento, allí oía confesiones y daba también lecciones a algunos niños! Considérese lo que haría sano, según parece, y un año más joven el Superior, P. Elías, que es quien en 1819 nos da estas noticias (1).

El Señor Obispo de Calahorra, que había hecho parte de sus estudios en aquel colegio y residido en Murcia algunos años después de terminarlos, escribía que el principal promovedor de su restablecimiento había sido un caballero joven de la primera nobleza de aquella ciudad, D. Antonio Fontes Carrillo, Regidor perpetuo de Murcia», heredero, con la virtud de sus padres y abuelos, también de su amor a la Compañía (2).

3. De los tres colegios que en la isla de Mallorca había al tiempo de la expulsión, no se pensó ni era posible restablecer sino uno, el más célebre e importante, tanto por su fábrica e iglesia como por el florecimiento de las letras y por la memoria del santo Hermano, Alonso Rodríguez, cuya causa de beatificación, al volver allá los Padres, promovia la ciudad. Fué recibida en ella la bula de Pio VII restableciendo la Compañía en todo el orbe católico con tanto júbilo y con tan general aclamación, que se reimprimió inmediatamente, se leyó con avidez y aun con la mayor ternura» (3); y apoyados en ella ambos Cabildos, ecle

cuyo original tenemos a la vista: «Como Superior de dicha casa, habilitado por N. M. R. P. Vice-Vicario General, Juan de Pereli, con fecha en Roma, 26 de Febrero del año pasado 1815, y posteriormente autorizado por el R. P. Comisario General en España... Esa fecha, 26 de Febrero de 1815, es, sin duda, la de su nueva admisión en la Compañia.

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(1) Carta original al P. Zúñiga de 24 de Abril, con la relación de los ministerios, pedida por la Junta, en nuestro poder.

(2) Al P. Arévalo, 8 de Enero de 1816. Algunos indicios de ese amor del señor Fontes quedan en las actas del Ayuntamiento, aunque en la primera propuesta, como se ha visto, no figura su nombre.

13) El Cabildo en su representación al Rey.

siástico y secular, elevaron al Rey sendos memoriales los dias 19 y 20 de Septiembre, representando el general deseo de aquel pue blo de tener otra vez consigo a los desterrados jesuítas (1). No contento con eso el Ayuntamiento, y como seguro de no ver desechada su petición; sin esperar la respuesta del Rey, escribió a Roma al Superior de la Compañía pidiéndole sujetos para el restablecimiento de un colegio (2). Tuvo del P. Panizzoni la respuesta entonces posible, de que los enviaría cuando del Rey se hubiera obtenido la conveniente licencia; y con esta promesa, apenas salió el decreto de 29 de Mayo concediéndola a cuantos la habían pedido; luego volvió la ciudad a escribir a Roma, pre cisamente el día de San Ignacio, el 31 de Julio, en demanda de ocho individuos, asegurando que nada les faltaría para el sus tento, y aun tomando por su cuenta el viaje desde Civitavecchia a la Isla (3). Al mismo tiempo empezó por sí a tratar de la devolución del edificio a la Compañía, encontrando en todos los interesados las mayores facilidades. La Universidad, que lo poseia por Real cédula de 22 de Agosto de 1769, contestó que lo cedia gustosamente a la Compañía y volvería a sus antiguas casas, convertidas en cuartel del regimiento de Milicias; el Coronel del regimiento, Conde de Montenegro, que haría su traslado a las que se le señalaban, propias del hospital, en cuanto se le avisase que la Universidad estaba para hacer el suyo; el Señor Obispo, don Bernardo Nadal y Crespi, como Prelado y como Cancelario, que desde luego daba por bien hecho cuanto el Ayuntamiento hiciera para el pronto restablecimiento de la Compañía en la ciudad. En verdad que no exageraba el amor de los mallorquines para con ella el panegirista de N. S. Padre, cuando predicando el día de su fiesta en la antigua iglesia nuestra de Montesión exclamaba: Cuarenta y ocho años una devoción tierna, universal, antigua y heredada de nuestros mayores ha estado comprimida. Cuarenta y ocho años ha sido cuasi delito tomar en la boca el objeto de esta solemnidad, sólo porque fué el autor de una corporación hecha el blanco de todos los tiros de la maledicencia. Cuarenta y

(1) El del Ayuntamiento se imprimió con otros documentos (Véase la bibliografia). El del Cabildo se halla en su archivo (Actas capitulares de 1814 a 1816, fol. 45).

(2) Luengo, Diario, 17 de Diciembre de 1814.

(3) Luengo, Diario, 20 de Agosto de 1815; y Actas del Cabildo, 6 de Septiembre.

ocho años nos hemos visto en la dura precisión de sofocar en el pecho las chispas de amor que forcejeaban para salir. Mas ahora, ¡oh época feliz y afortunada!, ahora las dos autoridades su premas, la cabeza visible de la Iglesia y el mejor de nuestros soberanos, acaban de poner un candado indisoluble a los calumniadores, y dejándonos en libertad para explayar el corazón, el corazón da saltos y prorrumpe en vivas y alabanzas (1).

A la última carta del Ayuntamiento no contestó el P. Vicario, sino por encargo suyo el P. Zúñiga, ya en Barcelona de camino para Madrid, dando las gracias por el afecto mostrado a la Compañía y ofreciendo por entonces no más que atender a sus deseos en el tiempo y modo que mejor pudiera.

Conservábase en buen ser el colegio de Montesión con su iglesia, y al decir del Ayuntamiento, la biblioteca, muebles, alhajas, ornamentos, vasos sagrados y demás que expresaba el inventario hecho al tiempo de la expulsión; y más, los censos para mandas de misas, aniversarios y otras pias memorias, establecidas en la iglesia; todo en poder y a cargo de la Universidad y de sus profesores, a quienes se había cedido el edificio para escuelas, y los censos para aumento de dotación, con obligación de desempeñar sus cargas. Encomendado, como los demás, a la Junta el restablecimiento de este colegio, corrió en ella sus trámites ordinarios y quedó resuelto conforme a deseo en Mayo de 1816. Mandábase devolver a los Padres templo y colegio para establecer en ellos la enseñanza y demás ministerios, que a la hora de la expatriación ejercitaban. La dotación definitiva se haría a su tiempo de los bienes y efectos de las temporalidades existentes»; y entretanto se asignaba para su sustento el producto de las memorias y obras pías de Montesión, que había disfrutado la Universidad, y las del otro colegio de San Martin, aplicadas a la pa-rroquia de Santa Cruz, supliéndose lo que faltara del fondo de temporalidades de los tres colegios de la Isla (2).

Como por la buena voluntad de todos, la Universidad había dejado libre el colegio un mes antes de salir esta orden; apenas llegó a Palma la dirigida al Señor Obispo, aun sin haberla recibido el Ayuntamiento, dió el prelado la posesión de él a 6 de Ju

(1) Sermón de San Ignacio, por D. José Amengual.

(2) El Secretario de la Junta al señor Obispo, 21 de Mayo. Archivo del Cabildo; Correspondencia: 1814 a 1816.

nio, concurriendo el Capitán General, ambos cabildos e innumerable pueblo, al P. Francisco Company, natural de la Isla, profesor de Filosofía en él al tiempo de la expulsión y vuelto de Italia hacía ya uno o dos años (1). Un mes después, el 5 de Julio, entraron a habitar en el colegio él y los PP. Baltasar Masdeu, hermano del célebre historiador, y Diego Martínez, acabados de llegar del Continente.

La enseñanza se fué poniendo en forma progresivamente. De los cuatro cursos que ahora duró, 1816 a 1820, los tres primeros tuvo la escuela de primeras letras un clérigo secular; el último, uno de nuestros Hermanos coadjutores; la clase de Gramática fué una sola el primer año, a cargo también de un clérigo; pero el segundo ya hubo dos y las regentaron nuestros escolares, y el tercero se añadió la de Retórica. Todos cuatro tuvieron una de Filosofía, primero el P. Masdeu y después el P. Pedro Sancho, sacerdote mallorquín, entrado poco antes en la Compañía y superior después muchos años de aquel colegio.

Con bastante incomodidad debieron de estar los Padres todo este tiempo, por no haberles sido devuelta una buena parte del edificio. La Universidad, creyéndolo tener, con razón o sin ella, que esto no hace al caso, en propiedad y no en mero uso o usufructo; había vendido a la Sociedad Económica y a otros particulares el oratorio de la Congregación, un patio con las aulas adyacentes, la cocina, el refectorio y otras piezas. Esto no se recobró ahora; y como lo más era indispensable, hubo que improvisarlo en la parte recobrada, naturalmente, con estrechez y otras nada buenas condiciones.

4. Para bien entender el restablecimiento de la Compañía en la ciudad de Valencia, es necesario tener conocimiento exacto de las casas que allí tuvo antiguamente y aun de su posición respectiva.

La más nombrada era el colegio de San Pablo, sito en la plaza a que dió nombre. Contiguo estaba el seminario de San Ignacio, y en construcción al tiempo del extrañamiento un edificio para casa de Ejercicios. Separada enteramente, y aun a buena distancia, en la que se llamó plaza de la Compañía, estaba la Casa Profesa. En ella, como es sabido y conforme al Instituto,

(1) Actas del Ayuntamiento, 4 y 7 de Junio. Furió y Sastre, Vida del B. Alonso, cap. 12, pág. 104 y cap. 13, pág. 111.

no había enseñanza ninguna, y solamente se ejercitaban en su iglesia los ministerios espirituales. Por el contrario, el colegio de San Pablo estaba principalmente destinado, como todos los de su clase, a los estudios, teniendo clases de Teología, tanto para algunos estudiantes nuestros como para los de fuera, que a ellas querían asistir, y de Gramática y Retórica solamente para seglares El seminario era un convictorio o internado para niños de la clase alta, que en él recibían la esmerada educación propia suya; y en unas mismas clases con los externos, que solian ser los más, la enseñanza, no sólo de las Humanidades, sino también de algunas otras materias.

En el momento de la expulsión húbose de hacer en Valencia que para todos los seminarios se encargaba en la instrucción dada a los comisionados para ejecutarla: fueron subrogados a los jesuitas, inmediata pero provisionalmente, directores y profesores que lo tomaron a su cargo. Más adelante fué organizado en nueva forma definitiva. El colegio de San Pablo quedó suprimido, trasladándose luego las clases de Gramática a la Universidad; y el edificio se unió, con sólo establecer comunicación interior por la pared medianera, al seminario para su ampliación, y la iglesia para su capilla privada, cerrándose la puerta de la calle. La casa de Ejercicios contigua en construcción se mandó acabar, y que bien separada del resto de la fábrica, sirviera de recogimiento a mujeres arrepentidas a cargo de una comunidad religiosa. No sabemos si esto se realizó ni qué fué de ella en adelante.

La Casa Profesa la destinó el Rey o el Consejo Extraordinario en 1769 para erigir en ella una congregación de sacerdotes seculares, que se ocupasen en los ministerios del púlpito, confesonario, explicación de doctrina cristiana, misiones, dar ejercicios al clero y otras personas, y tener conferencias de Teología Moral y Dogmática. Con esta facilidad fundaban aquellos desatentados ministros congregaciones de sacerdotes seculares y contaban, sin duda, con poder de infundirles el espíritu que para vivir en ellas y dedicarse a todos esos penosos ministerios se necesita.

Para dotación, que ninguna tenía, porque las Casas Profesas de la Compañia no tienen rentas fijas, sino que viven de las limosnas de los fieles, se había de aplicar, con autoridad del Arzobispo, la renta de cierta obra pía, la asignada para diversas funda

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