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plan general en su parte más esencial, que es la que mira a la religión y buenas costumbres de los estudiantes, tanto que el Padre Gil no quiso que se tratara en las bases del tribunal de censura, porque la Compañia no respondería de su conducta sino dentro del Colegio. Por otra parte, siendo estudios generales, habría que admitir a otros que los procedentes de los colegios de la Compañía, y aquéllos viciarían a éstos. En fin, ya hay en Madrid cursos incorporables de Filosofía en San Antón; de Filosofía y Teología en Santo Tomás; de Filosofia, Matemáticas y Disciplina eclesiástica en San Isidro; añadir aquí ahora Teología, Leyes y Cánones, sería arruinar aun las Universidades de Salamanca y Valladolid.

Al Sr. Fernández Company le sentó muy mal este informe de la Inspección, y le rebatió en su larga Nota, que es el último documento del expediente; porque al pie del resumen de aquél, hecho para el despacho, escribió Calomarde: «Téngase a la mano para cuando lo pida S. M.», y se conoce que no lo pidió

nunca.

Nada más sabemos de este punto, ni por qué se quedó así. Sus promovedores lo lamentarian; pero en verdad fué un gran bien para la Compañía, que no estaba para echar sobre si aquel peso.

7. La iglesia del Imperial dijimos que habia sido devuelta a la Compañía el 10 de Julio de 1823, disuelto el Cabildo y despedidos los canónigos de San Isidro, pero quedando allí la capilla o Capellanes de coro y altar y los cantores. La dirección fué encomendada en 22 de Agosto al Vicario eclesiástico. No hallamos noticia de las relaciones en que estuvo al principio con nuestra Comunidad; pero parece que era totalmente libre e independiente, dando esto lugar, por razón de la convivencia, a tropiezos y disgustos. Esto hizo que muy pronto se pensara en buscar la manera de evitarlos. Propusieron los Capellanes que la Capilla con los cuerpos de los Santos volviera a la parroquia de San Andrés, de donde había venido; y eso hubieran querido nuestros Padres, para cortar de raíz el daño, quedando a su libre disposición la iglesia a todas horas, y no teniendo que rozar en manera alguna con los Capellanes y demás dependientes de la Capilla. El Consejo de Cámara, previo informe del Protector de aquella, deliberó sobre el asunto; y teniendo por imposible la traslación, adoptó el dictamen del fiscal, conforme con el del Protector,

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proponiendo al Rey que provisionalmente, hasta que se diera orden y asiento en las rentas, y así se pudiera tratar del traslado, el Provincial de la Compañía se encargara de percibirlas y de cumplir las cargas que sobre ellas pesaban, especialmente todo lo referente al culto, llevando cuenta separada, y tuviera la dirección de la Capilla, dependiendo en todo lo relativo a ella del Real Patronato y del Protector (1). El P. Fortis, informado de todo por el P. Cordón, aprobó aquel arreglo; y desde 1.° de Noviembre de 1824 parece que la Capilla dependió de la Compañía (2). Aquella interinidad duró hasta la supresión de 1835. En 1828, por una parte el párroco de San Andrés pidió que los restos de San Isidro volvieran a aquella iglesia, y con ellos la Capilla dándole nueva organización, a lo cual se inclinaba también, consultado sobre ello, el Arzobispo de Toledo; y por otra parte nuestro Provincial solicitó que fuera puesta definitivamente a cargo de la Compañía, con plena libertad en su administración, comprometiéndose él a sostener el culto del Santo y a dotar, además, con una parte de las rentas procedentes de nuestras temporalidades, si se devolvía a la Compañía y se pagaba puntualmente, las quince cátedras que se trataba de añadir a las de los Reales Estudios. Volvió a intervenir el Protector y la Cámara, negaron la devolución de aquella renta y mandaron clasificarlas bien todas y devolver la Compañia a la Capilla las que decían tener que no fueron suyas antes de la expulsión. Replicó el Provincial, insistió el Protector, añadiendo que era imposible el traslado de la Capilla, pero que se quitara a los Padres la dirección y administración de ella; resolvió la Cámara el traslado y suspendió a los tres días su resolución; y siendo esto en Noviembre de 1831, no se volvió a tratar de ello hasta Octubre de 1834. En Diciembre inmediato, con el espíritu liberal y hostil a la Compañía que animaba a los nuevos gobernantes, no sólo reprodujeron el proyecto de traslación, sino que propusieron a la Reina Gobernadora que mandara hacer inmediatamente la indicada clasificación y separación de rentas, oyendo al Provincial

(1) A. H. N.; Cámara de Castilla, leg. 17.149. Real Capilla de San Isidro. Año de 1824. Expediente resuelto a consulta de la Cámara, mandando que los PP. de la Compañía de Jesús se encarguen interinamente del percibo de las rentas de dicha Real Capilla y cumplimiento de todas sus obligaciones .

(2) Varias cartas del Provincial al P. Fortis y respuesta de éste desde 15 de Enero hasta 3 de Diciembre de 1824.

de la Compañía en el término «absolutamente indispensable». Es decir, oirle pro fórmula, dado que en la misma consulta se de cía que había que prescindir hasta cierto punto de las pretensiones exorbitantes y obstáculos que opondrían constantemente los Padres Jesuitas (1). Ignoramos si este asunto se llevó adelante o no pasó de aquí. La traslación de los Santos ciertamente no se hizo, la clasificación de rentas creemos que ni se empezó. Tal vez el propósito ya concebido de suprimir la Compañía movió a los gobernantes a suspenderlo todo.

8. En el Seminario de Valencia se vino a hacer en substancia la misma innovación que en el colegio Imperial de Madrid: juntar en un mismo establecimiento de enseñanza alumnos internos y externos, pero en forma inversa, abriendo a estos últi mos las aulas que ya tenían los primeros.

Recuérdese que en el período anterior se establecieron alli ambas cosas separadamente: el colegio, es decir, el externado, en la antigua Casa Profesa, y el Seminario de Nobles en su propio edificio, adicionado desde la expulsión de la Compañía con el` Colegio de San Pablo, que estaba pared por medio y había sido hasta entonces para externos y para estudiantes nuestros. En 1827, siendo el P. Ramón José de Frías superior de ambas casas por la mucha escasez de sujetos, y viendo, según escribía a Roma algunos meses adelante, que las clases no eran en la Profesa ni suficientemente capaces ni bien acondicionadas, propuso al P. Cordón la idea de que los externos concurriesen al Seminario, con lo cual además se ahorrarian profesores. Aprobó el Provincial la idea, y se puso en práctica desde el 15 de Noviembre de 1827, reuniéndose internos y externos en aulas acabadas de levantar para ese fin. Solamente las escuelas de primeras letras continuaron en la Profesa (2).

Otras mudanzas se introdujeron por el mismo tiempo en el Seminario. Durante la expulsión de la Compañía se le habían dado constituciones nuevas formadas por el Consejo, más o menos diferentes de las antiguas. Declarado el Seminario de Patro

(1) A. H. N.; Camara de Castilla, leg. 17.149. Real Capilla de San Isidro. Año de 1829. Pieza 1.a Real Capilla de San Isidro. Año de 1830. Pieza 2.a. En esas dos piezas están o en su texto o en extracto, originales o en copia, todos los documentos de que está sacada esta relación.

(2) Cartas anuas del Seminario. Carta del P. Frias al P. Peña, 20 de Mayo de 1828, original en Cast. I.

nato Real, ejercía el cargo de Protector en nombre de S. M. el Regente de la Audiencia, de cuya autoridad, por tanto, en todo dependía. Llamósele Seminario de educandos, y no de Nobles; porque no se exigía a sus alumnos la nobleza o el fuero militar, como antiguamente. En las materias de enseñanza y en el régimen del Seminario se habían hecho también diversas alteraciones, y tales que, al decir del P. Frías, hacían incompatible con nuestro Instituto la observancia fiel y rigurosa de aquel Reglamento. Sin embargo, tal como estaba en 1816 lo tomó la Compa ñía; y aunque se la autorizaba para proponer después las modificaciones que creyese oportunas, ninguna había propuesto ni hasta 1820 ni después de 1823. En esta segunda época tuvo el Seminario muy poca vida los tres primeros años. No hubo los dos primeros más sacerdotes nuestros que el Director, P. Manuel Riera, y el no menos anciano P. José Vidal, con tres o cuatro coadjutores, uno de ellos maestro de primeras letras e inspector de los colegiales, o como entonces se decía, prefecto de sala. En el siguiente se añadió otro Padre joven y un escolar, para sustituir en las clases a los profesores seglares, que fué necesario despedir. Los seminaristas apenas pasaron de treinta. Fallecido el 5 de Marzo el P. Riera y llegado en Mayo de Italia, acabados sus estudios, para sucederle el P. Frías, viendo la decadencia en que todo se encontraba, se propuso remediarla. Hizo reformas en el edificio; obtuvo del P. Cordón algún aumento de sujetos; y con ellos reanimó los estudios y la disciplina del Seminario y no menos la religiosa observancia de la comunidad; y para afianzar y acrecentar estas mejoras, trató de formar nuevo reglamento más conforme a nuestro Instituto y proceder, quitando, entre otras cosas, aquella dependencia que el Seminario tenía del Protector (1). Obtúvolo el 1.o de Octubre de 1827 en que el Rey, estando en Tarragona, expidió un decreto aprobando el proyecto de nuevo reglamento y constituciones, por las cuales el Seminario había de uniformarse con el de Nobles de Madrid (2). Volvió a exigirse la condiciôn de nobleza o el goce del fuero militar para la admisión; añadiéronse los cursos de Filosofla y Matemáticas, que parece tenían valor académico; se quitó el protectorado, que

(1) Carta de fines de 1826 al P. General, original en Cast. I. (2) Historia Seminarii. Archivo del Ministerio de Gracia y Justicia Órdenes de Madrid, n. 0.254, fol. 63. Real orden al Ministro de la Guerra.

dando por patrono el Rey; y se ajustó el Reglamento y Constituciones a las antiguas dadas por la Compañía, con las modificaciones que los tiempos requerian (1).

A poco de obtenido el Real decreto mencionado, vuelto el Rey de Tarragona a Valencia para reunirse con la Reina, y juntos entrar de nuevo en Cataluña, en los días que allí se detuvieron, visitaron detenidamente el Seminario, dignándose aceptar el obsequio de una modesta función literaria que los seminaristas les ofrecieron. Esto, las aulas nuevas y otras mejoras importantes en el edificio, los exámenes públicos por vez primera tenidos poco antes, y el traslado de las clases que había en la antigua casa profesa, todo realizado en el corto espacio de algunos meses, dió lustre al Seminario y contribuyó a levantarlo de su postración y a mantenerlo en buen estado de allí adelante.

9. En Mallorca estuvieron los Padres privados durante todo el periodo anterior y los primeros años de éste, de una gran parte del edificio, ocupada por la Sociedad Económica y algunos particulares, a quienes parece haberla vendido o de otra manera traspasado la Universidad, que lo había obtenido todo de Carlos III. Comprendía esa parte todas las antiguas clases con su patio, la capilla de los alumnos, la cocina con sus dependencias, el comedor y algunos aposentos. Por transacciones hechas con los poseedores lo fueron recobrando todo en los años de 1825, 1826 y 1827 (2).

Toda esta época gobernó el colegio como Vicerector el P. Pedro Sancho, natural de aquella ciudad, que entrado ya sacerdote en la Compañía en 1816 y enviado allá de Ministro en 1818, lo tomó a su cargo el año siguiente a la muerte del P. Company y lo restableció a principios de 1824, como ya dijimos.

En Manresa estuvieron las clases algún tiempo, no sabemos si desde el principio, fuera del colegio, en las casas consistoriales (3). Habíanse tenido durante el período anterior en el cole

(1) Reglamento (es lo que hoy llamaríamos prospecto) y Constituciones. (2) Compendium Historicum Collegii Montesion Palmae Balearium a restitutione ipsius Societatis Jesu anno MDCCCXVI.

(3) El P. Juan Creixell, S. J., en su folleto Residencia y Colegio de San Ignacio en Manresa, p. 44, dice que los Padres a la vuelta (en 1824) no pudieron hospedarse en el antiguo hospital y tuvieron que trasladar las aulas a un edificio que estaba enfrente, apellidado comúnmente Casa Areny». Los Padres, tanto ahora como antes, vivieron en el Colegio nuevo. Es posible que algún tiempo tuvieran las aulas en Casa Areny.

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