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gregación general para darle sucesor, y conforme al Instituto habían de preceder las de las provincias, en que fueran nombrados los dos electores, que con el Provincial debian asistir a ella. En España, fuera de pocos ochentones, que quedaban de los Padres antiguos, no había más profesos que el P. Puyal, Provincial desde el año anterior, y el P. Gil, Director del Seminario de Nobles; y ninguno de los dos se creyó que podía ausentarse por el tiempo que hubiera de durar la Congregación. Para que no faltara en ella un representante de esta Provincia, tomóse el medio de que hiciera la profesión el P. Pedro Sancho, único que reunía entonces los requisitos indispensables, y con él fué también su hermano, el P. Sebastián, Procurador de Provincia, para tratar los negocios de ella después de la elección del General, tanto con él como con la Congregación misma (1).

Para la Provincial, suprimido su principal objeto, que era el nombramiento de electores, no se creyó necesario llamar a los Padres de los colegios lejanos, teniendo por bastante que escribiesen lo que les pareciera se debía representar a la General. Y así solamente se reunieron en el Noviciado de Madrid, del 26 al 29 de Abril, además del Provincial, los PP. José Tolrá, Antonio Alcoriza y Manuel Gil, profesos de cuatro votos; Diego Martínez, profeso de tres votos; y Cayetano Ignacio Seguí, Vicerector de Alcalá, Miguel Garcías, Vicerector del Noviciado, y Sebastián Sancho: los tres todavía sin el grado. Lo que en ella se acordó pedir a la General fué la revisión del Ratio Studiorum, acordada ya en la anterior del año veinte, para adaptarle a las exigencias del tiempo presente, y todavía no realizada; la continuación de la Historia general y de la Biblioteca de los escritores de la Compañía y alguna otra cosa de que hablaremos en su lugar (2).

Recayó la elección de General en el P. Juan Roothaan, Viceprovincial entonces de Italia, por el P. Vicente Pavani nombrado Vicario, pero holandés de nacimiento y entrado en la Compañía en Rusia de diecinueve años el de 1804. Viniendo a la elección de Asistentes concurrieron en la del nuestro circunstancias que se deben referir. No le había habido antes del año veinte; y como entonces se celebró la Congregación general, dispersa ya

(1) Carta autógrafa del P. Vicario al P. Puyal de 17 de Marzo de 1829, original en la Colec. Prov.

(2) Acta Congregationum Provincialium.

nuestra Provincia y a punto de serlo la de Méjico, no se nombró en ella Asistente de España, como tampoco de Francia, por circunstancias equivalentes, sino sólo de Italia y de Polonia, con otros dos, que podían ser de cualquiera nación y sin Asistencia determinada, aunque de hecho fueron elegidos el P. Agustín Monzón, español, y el P. Juan Luis de Leissegues Rozaven, francés. Y como con Asistente de España tuvo correspondencia nuestro Provincial con el P. Monzón, no sólo después, sino también antes de ser restablecida la Provincia, hasta la muerte de éste, ocurrida el 9 de Marzo de 1824. En su lugar fué elegido el P. Pedro Ganuza, de la antigua Provincia del Paraguay, que vino a morir poco antes de la Congregación general, el 28 de Mayo de 1829. Los dos eran de la antigua Compañía y entrados otra vez en la nueva, se habían quedado en Roma, por no poder volver a España. Esta Congregación de 1829, antes de proceder a la elección de Asistentes, determinó que los cuatro habían de ser y llamarse como en lo antiguo, Asistentes de Italia, Alemania, Francia y España, y pertenecer cada uno a alguna de las provincias de su respectiva Asistencia. Mas ocurrió luego sobre este último punto, por lo tocante a España, la dificultad de que la penuria de suje tos aptos para tal cargo, no consentía que se llevase de aquí uno de los poquísimos que había. La Congregación resolvió que se nombrase de cualquiera otra provincia, no Asistente, sino Sustituto del Asistente de España, aunque si con el pleno ejercicio del cargo de Asistente; que ese nombramiento le hiciera el P. General proponiendo el sujeto a la aprobación de los otros Asistentes y de los Provinciales solamente, como cuando hay que hacerlo no estando reunida la Congregación; y que durase mientras a juicio del mismo General durasen las circunstancias que lo exigían. Así fué nombrado el P. Tomás Glover, de la Provincia de Inglaterra (1).

Tres años después, habiéndose de reunir en Roma congrega ción de procuradores o diputados de todas las provincias, juntóse aquí la Provincial para la elección de quien fuese por ésta; y ahora ya asistieron todos aquellos a quienes correspondía, que no pasaban de diez y seis, menos el anciano P. Echezarraga, que no pudo venir de Loyola; de suerte que los reunidos fueron quince. Como profesos, los PP. Morey, Provincial; Alcoriza, nonage

(1) Instit. Soc. Jesu, t. II, Decreta Congr. gen. XXI, dec. 4 y 6,

TOMO I.

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p. 477.

nario y Martinez poco menos, ambos de la antigua Compañia; Ignacio María Lerdo, Socio del Provincial, procedente de la Provincia de Méjico; Puyal, Gil, Pedro Sancho y Jerónimo Rius. Como Rectores o Vicerectores los PP. Miguel Pascual, Cayetano Segui, Casto Fernández, Mariano Berdugo, Luis Rodriguez y Pablo Torroella; y el P. Sebastián Sancho como Procurador de Provincia.

Uno de los postulados que esta congregación resolvió presentar al P. General fué, que diese a España Asistente propio, poniendo término a la interinidad acordada en la General anterior. Pues aunque todavía se resentiría algo la Provincia privándose aquí del sujeto destinado a tal cargo, quedaría sobradamente compensado ese perjuicio con el bien que desde Roma le haría. Respondió Su Paternidad que consideraría seriamente lo que se podría hacer, y la interinidad continuó hasta el año de 1840 (1). Lo demás que en aquellas primeras congregaciones se trató, lo tocaremos en los lugares donde corresponda por razón de la materia.

El nombramiento de superiores provinciales y locales no es, como el de Asistentes, propio de la Congregación general, sino del Prepósito.

De Provincial de España había hecho desde la muerte del Padre Zúñiga, en la forma que referimos al fin del período antecedente, y por todo el tiempo que estuvo la Provincia dispersa, el P. Pedro Cordón; en Octubre de 1823, cuando las cosas empeza. ban a normalizarse, el P. Fortis le envió la patente y le dió el cargo de Provincial, para cuyo desempeño contaba él mucho con el consejo del P. Arévalo (2) y el mismo P. General asi se lo aconsejaba (3); sino que le duró poco, porque murió el 7 de Enero de 1824. Por la escasez de personal, aunque consultores si tuvo, no pudo sino por algún tiempo y casi no más que de nombre, tener socio que le ayudase en el trabajo; y así gobernó la Provincia con las dificultadas que en parte están indicadas y en parte se verán mejor más adelante, hasta su fallecimiento, ocurrido el 22 de Abril de 1828.

(1) Acta Congregat. Provinc. Actio 3., fols. 10 y 24.

(2) Cartas al P. General de 20 de Octubre, 15 y 29 de Diciembre de 1823, originales en Cast. I.

(3) Carta de 19 de Noviembre de 1823, original en la Colec. Prov.

Dejó señalado para sucederle interinamente al P. Mariano Puyal, el primer novicio de la moderna Compañía española, y que por tener, cuando entró, terminados los estudios eclesiásticos en la Universidad de Alcalá, fué pocos días antes examinado y aprobado para la profesión; se ordenó de sacerdote apenas hechos los votos del bienio; y había profesado el 15 de Agosto de 1826. Como era hombre capaz de desempeñar aquel cargo, y fuera de poquísimos de los antiguos, que ya por los años y los achaques no lo eran, no había otro profeso que el P. Gil, el Padre Fortis le nombró Provincial y empezó a serlo la víspera de San Ignacio.

Cumplido el trienio, le sucedió el 4 de Agosto de 1831 el Padre Antonio Morey, entrado ya sacerdote en 1819, y que pasado a Italia en 1821, y luego a Cerdeña, no volvió a España hasta 1829, y aquí era a la sazón Vicerector de la Casa de Probación y Maes. tro de novicios. Al P. Morey tocó pasar al frente de la Provincia los días amargos que diremos de 1834 y 35, y ver segunda vez derribado por el soplo de la revolución el edificio de la Provincia, que lentamente se iba levantando.

Pequeño indicio, pero alguno es, de cómo se iba asentando y regularizando, que ya el P. Puyal tuvo su socio o secretario, aunque encargado al mismo tiempo de la Dirección del Semina rio de Nobles, el P. Manuel Gil; y el P. Morey tuvo sin otro cargo que el de socio al P. Ignacio María Lerdo, venido de la Provincia de Méjico a Roma y de allí enviado a España en el otoño de 1831. Mayor indicio es, y fué además medio eficacísimo para ese fin, que el P. Cordón, por su edad y las dificultades de aquellos viajes, no hizo otras visitas que alguna oficiosa al próximo colegio de Alcalá, inaugurado, como luego veremos, pocos meses antes de su muerte; pero los PP. Puyal y Morey ya los visitaron todos, menos Loyola, una o dos veces, y con sus visitas dieron en ellos nuevo impulso a la observancia del Instituto.

2. El cuidado principal, tanto de los Generales como de los Provinciales, fué el Noviciado. Este tuvo principio ahora como antes en el Colegio Imperial; porque su edificio propio de la calle de San Bernardo, aunque había sido devuelto a la Compañía en 1823, como ya dijimos, no quedó desalojado de la tropa que lo ocupaba, hasta un año después la vispera de San Ignacio. Y como. el Provincial temió que, salida aquélla, entrase otra; para estorbarlo, envió él allá inmediatamente a los novicios, que tuvie

1on bien en qué ejercitar la mortificación por muchos días, según estaba la casa de mal parada, y lo que se tardó y costó de trabajo el limpiarla y arreglarla en pleno verano (1).

Tanto en el Imperial como en el Noviciado fué Rector y Maestro de novicios el P. Francisco Javier Bouzas, que lo era ya al tiempo de la revolución; y fallecido él en Abril de 1826 y pasado un corto espacio de interinidad, entró en aquel oficio el P. José Gallardo, que también lo había tenido en Villagarcia, y ahora lo ejercitó poco más de un año, hasta su muerte, acaecida en Octubre de 1827, a la edad de ochenta y cuatro. Quedando ya apenas, y en edad avanzadísima, Padres de la antigua Compañía, iban entrando en cargos de gobierno los de la nueva. El de los novicios se dió ahora al P. Miguel Garcías, que no lo había sido en forma; porque entrado en la Compañia en Mallorca de más de treinta años el día último del de 1817, sin el sacerdocio todavía, pero con los estudios eclesiásticos mucho antes terminados, alli se quedó y tuvo casi desde el principio una clase de Gramática. A la sazón llevaba dos años o poco menos de residir en el Noviciado, donde como Socio o como Ministro, había ayudado al Padre Bouzas y más al P. Gallardo en el gobierno de la casa. Esto le pudo dar algún conocimiento del modo de proceder en la formación de aquellos jóvenes en el espíritu y práctica del Institu to. Los primeros dias de Enero de 1832 sucedió al P. Garcias el P. Morey; pero a principios de Agosto se le dió el cargo de Provincial, y desde entonces hasta la nueva dispersión gobernó el Noviciado el P. Mariano Berdugo, que al comenzar apenas contaba veintiocho años.

La formación de los novicios, cuanto depende del Provincial, fué sin duda más regular y conforme al Instituto que en el período antecedente. El P. Fortis prevenia al P. Cordón contra la tentación, muy natural estando el Noviciado en Madrid, de querer hacer alarde a los ojos de la Corte de un gran número de jó venes, preparándose a trabajar luego en servicio del Rey y del Reino (2). «Hasta ahora, contestaba él, no he tenido semejante tentación» (3). Y si la tuvo, ciertamente la venció. Hasta ciento

(1) Historia Domus Probationis Matritensis 1767-1827, párrafos XIII y XIV. Cartas del P. Cordón al P. General de 12 y 26 de Agosto y 13 de Septiembre de 1824, originales en Cast. 1.

(2) Carta autógrafa de 18 de Febrero de 1824, en la Colec. Prov. (3) Carta de 17 de Marzo de 1824, original en Cast. 1.

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