Imágenes de páginas
PDF
EPUB

frutos de la educación, cual es el acostumbrar a los niños desde aquella edad al vencimiento que trae consigo el trabajo y la atención seria al estudio: cosa de suma importancia para adelante, dominarse y reprimir sus pasiones, como todos los sabios lo reconocen y lo dice el Espiritu Santo: «Bonum est viro cum portaverit jugum ab adolescentia sua (1). No es posible, pues, adoptar tantos, tan varios, tan perniciosos sistemas, sin desviarnos del fin principal que la Compañía se propone en la enseñanza, que es la formación cristiana de la juventud. Lo que sí podemos hacer, conforme a nuestro Instituto, es acomodarnos a las exigencias de los tiempos en cosas que dejen a salvo la sustancia de esa formación.

Conforme a estos principios, todas las variaciones introducidas en el Ratio las reduce el General a tres cabezas.

En las clases superiores, dice, hay que exponer y dejar bien probados puntos fundamentales, antes por todo el mundo aceptados y hoy reciamente combatidos; y no alcanzando el tiempo para todo, se han de omitir otros, largamente tratados hasta ahora y buenos como pugilatos de ingenio, pero poco importantes para la defensa de la verdad.

A las ciencias físicas y matemáticas hay que darlas mayor extensión que antes; porque estando ahora en tanta estimación como están, no podrían sin eso nuestros colegios mantener su buen nombre ni llenar las esperanzas puestas en ellos. Más aún; si con esas ciencias han combatido algunos la religión, con las mismas bien entendidas y aplicadas hay que defenderla, descubriendo lo falso de sus conclusiones o demostrando la ninguna repugnancia de ellas con las verdades reveladas.

En las clases inferiores será necesario destinar algún tiempo a ciertas materias accesorias y cultivar más la lengua y literatura patria; pero han de quedar a salvo y en lugar preferente las letras latinas y griegas, fuentes hoy como ayer de la más sana doctrina y acabados modelos de belleza literaria (2).

Quedó, pues, intacta en el Ratio toda la parte relativa a la disciplina escolar, a la educación moral y religiosa de los jóvenes, y aun se tomaron en cuenta los nuevos peligros de perversión moral para precaverlos.

(1) Thren. III, 27.

(2) Ratio Studiorum, Roma, 1832.

Por lo que hace a la enseñanza, no hemos de señalar una por una todas las variaciones introducidas; pero bien será dar a conocer las principales en cada uno de los ramos a que el P. Roothaan se refiere en su carta.

En la Teología, además de añadir, como él advierte, las materias que Santo Tomás no trató y después se han hecho necesa rias; se distribuyen todas con nuevo orden por los cuatro años del curso entre dos profesores, más un tercero que a la par en dos de esos años explique las de Moral; se recomienda, no para todos, pero sí para algunos de nuestros estudiantes teólogos, juntar con eso la Historia Eclesiástica o el Derecho Canónico, dando reglas para los profesores de esas dos nuevas asignaturas, y se establece al lado de ése, otro curso de dos años solamente, de Dogmática y de Moral (1).

La Filosofia en el antiguo Ratio expresamente se dice que ha de llevar tres años; aquí se le asignan dos o tres, según a los superiores pareciere. Los tratados y las materias que en cada uno han de explicarse son, en general, los de la moderna Filosofia escolástica, desembarazada del texto de Aristóteles, antiguamente seguido; asimismo en la Física se manda enseñar todas las partes o secciones que comprenden los tratados modernos, de que nada había en el Ratio, y se recomienda al profesor que procure estar al tanto de los continuos progresos de esta ciencia. También entran aquí la Química y la Historia natural, aunque con menos extensión. De Matemáticas, a los elementos de Euclides se sustituyen el Álgebra, la Geometría y Trigonometría para el primer año; y la Geometría analitica, el Cálculo diferencial y el integral para el segundo y tercero (2).

Finalmente, en las clases inferiores se introdujo la enseñanza de la lengua patria por el mismo método que la latina, aunque dedicándole menos tiempo; y como partes accesorias, la Historia, la Geografía y los elementos de Matemáticas (3). No se crea que en nuestras clases todo esto era completamente nuevo. Ya en la antigua Compañía se habían ido haciendo algunas de estas modificaciones en la práctica, aunque no en el texto del

(1) Reg. Prov., 9, 12; Reg. Profess. Theol., 7, 11; Reg. Profess. Hist. Eccles.; Reg. Profess. Juris Can.

(2) Reg. Profess. Philos.

(3) Reg. Prov., 23; Reg. Comm. Profess. Class. Infer., 12, párrafo 2.

Ratio Studiorum; y en la nueva, cuanto se puso en él se venía ya practicando, aunque no con la generalidad y uniformidad de las cosas oficialmente reglamentadas. En España el P. Morey formó el Plan de nuestros estudios mayores conforme al nuevo Ratio, apenas recibido, con ligeras variaciones (1); y aunque no cono cemos particularmente otros documentos de su aplicación en los colegios, pasado sólo un año escribía a Roma su secretario, el P. Ignacio Maria Lerdo, diciendo en general que se practicaba y con fruto (2).

5. De este fruto, del bien que los colegios hacían en ambos puntos de la instrucción literaria y de la formación moral y cristiana de la juventud, quisiéramos poder dar la idea más adecuada. Testimonios fehacientes, datos y observaciones concurrirán a formarla en cuanto es posible.

Por el conjunto de los informes que superiores y consultores daban al General acerca de la enseñanza, se entiende que se ha llaba en buen estado, no brillante, con extraordinario aprovechamiento de los alumnos, ni tampoco reducida a una mala medianía; de suerte que por lo común satisfacía los deseos y espe ranzas de los maestros y de las familias y la expectación del público. Esos informes son tanto más de fiar, cuanto que están escritos con gran mesura, y no se disimulan en ellos la falta de aptitud o preparación en algunos profesores y la decadencia notada alguna vez en las clases.

Los estudios de los seglares van bastante bien; aunque podian ir mejor si se escogieran y formaran mejor los maestros. » Así escribía el P. Gil, refiriéndose en general a toda la Provincia en 1832 (3); y hablando sólo de su Seminario de Nobles en 1835, decía que reunidos ya buen número de seminaristas, des pués de la tempestad del año anterior, que los había dispersado, se practicaban los acostumbrados ejercicios de religión y de letras, con manifiesto aprovechamiento en la virtud y en el estudio (4). El P. Seguí, informando también sobre toda la Provincia, escribía que el adelanto de los colegiales no iba mal, y en comparación de otras escuelas era bastante notable (5). En el cole

(1) Remitido al P. General con carta de 24 de Octubre de 1833. (2) Palma 30 de Julio de 1833, original en Cast. II.

(3) A 12 de Febrero al P. General, Id. íd.

(4) A 7 de Enero. Id. id. id.

(5) A 9 de Julio de 1832. Id. id. id.

gio de Sevilla se trabajaba con aprovechamiento de los discípulos, que aumentaban de día en día, según testimonio de su Rector, el P. Luis Rodríguez (1); y tanto las escuelas de Gramática como las de primeras letras, gozaban de no vulgar reputación (2). En el de Palma había alumnos que honraban, no sola mente al colegio, sino también a sus familias y a toda la isla, a juicio del P. Rafael Llinás, Ministro entonces y consultor (3); y el P. Salvador Negre aseguraba que todas las clases habían sido elogiadas en los exámenes públicos de aquellos años; pero que en las de Matemáticas y Poesía castellana habían los alumnos dado pruebas de extraordinario aprovechamiento (4).

Esos exámenes públicos, a que eran sometidos, ya todos, como en el Seminario de Nobles, por no ser excesivo su número (y aun así duraron diez días), ya parte solamente, porque todos hubiera sido pesadísimo, daban entonces clara muestra de su aprovechamiento y de la altura a que se hallaban los estudios; ahora dan alguna, aunque no tan segura, los programas y relaciones que se conservan de aquellos actos. Lo es ya de no estar las clases atrasadas, el hecho mismo de atreverse los colegios a presentar sus alumnos ante un público formado, en gran parte al menos, por personas cultas, con facultad todas de interrogarlos, y que de hecho algunas los habían de interrogar. Por eso los dos o tres primeros años no hubo tales exámenes; porque las dificultades de todos los principios y las particulares de aquéllos, estorbaban la preparación conveniente.

Véanse ahora algunos puntos entresacados de los programas. En Diciembre de 1828 los alumnos de Retórica del Seminario de Nobles de Madrid habían de dar razón de las cuatro partes en que se divide la Poesía y de sus principios generales y en particular de la Epopeya; traducir trozos escogidos de la obra de Cicerón De Oratore y de sus discursos en defensa de Milón y de Ligario, primera Catilinaria y segunda Filipica, explicando la historia de estas oraciones; los libros sexto y duodécimo de la Eneida, exponiendo el plan de todo el poema, señalando los mejores libros y los episodios más interesantes y dando alguna idea

(1) Al P. General, 30 de Enero de 1833. Id. id.
(2) Al mismo, 9 de Abril de 1831. Id. id.
(3) Al mismo, 28 de Febrero de 1830. Id. id.
(4) Al mismo con la misma fecha. Id. id.

[ocr errors]

de sus bellezas y también de los defectos que en él advierten criticos juiciosos; finalmente habían de recitar y traducir el Arte poética de Horacio, dando razón de su reconocido mérito. Escribirían además en el acto mismo en prosa y verso acerca de las materias y en los metros que se les designaran. Los matemáticos en 1831 habían de responder, unos sobre toda la Aritmética y Álgebra y gran parte de la Geometría de Lacroix; otros sobre toda la Analitica del mismo autor y sobre el Cálculo infinitesimal de Bouchardat. En Filosofía el examen era la defensa de algunas verdades y principios de sus diversos tratados, sostenida por un alumno contra los argumentos de sus compañeros y de los concurrentes que quisieran tomar parte en el certamen. Así en 1831, fuera de otras doctrinas antiguas y recibidas, como la existencia de Dios en razón de ser necesario, supuesta la existencia del ser contingente; su unicidad, inmutabilidad y omnimoda perfección; la necesidad de la revelación y otras muchas; sostuvieron la falsedad manifiesta del tradicionalismo, poco antes nacido al otro lado de los Pirineos y que a tantos por allá tenía alucinados y por aquí tal vez alucinaba también a algunos.

En Mallorca tuviéronse por primera vez estos exámenes en 1827, y de ellos escribía el Vicerector, P. Pedro Sancho: «Los días 15, 16 y 17 de Diciembre pasado (1) se tuvieron en la iglesia los exámenes generales y públicos de nuestros alumnos. Este acto, que muy pocos habían visto jamás, por no haberse vuelto a celebrar desde la expulsión de los antiguos Padres en 1767, atrajo un diluvio de gente de todas clases, principalmente de hombres ilustrados, que no cabían en la amplia nave del templo, ni aun en las capillas, coro y tribunas. Objeto de tan grande expectación fueron principalmente buen número de alumnos escogidos de Matemáticas, de Retórica y Poética, de Latín y de Griego; pero amenizaron también la fiesta algunos de primeras letras, dando muestras de instrucción más que mediana en los elementos de la Geografia, la Esfera, Caligrafia. Gramática castellana, Historia sagrada y profana y Catecismo. Los más aventajados en la escritura presentaron además muchas y muy hermosas planas de su mano. Se invitó a todas las personas de algún viso, a los párrocos y otros señores de la ciudad y en general a todos, para que ellos mismos fueran los examinadores; y para asegu

(1) La Relación impresa pone 16, 17 y 18.

« AnteriorContinuar »