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que puede pertenecer toda clase de personas, y cuyo fin peculiar, a que se ordenan sus ejercicios piadosos, dice su mismo nombre. Solamente la encontramos durante esta época en Palma, Valencia y el Colegio Imperial. En este último punto se for mó una sección especial sólo para hombres casados, que a los ejercicios generales propios de la congregación, añadian otros particulares, y entre ellos el disciplinarse todos los viernes en el local de sus reuniones.

Dejando alguna otra de diversa índole, mencionaremos aquí la Congregación del Inmaculado Corazón de María, fundada para una parte de los seminaristas en el de Nobles de Madrid, para señoras en el Imperial, y no sabemos si para toda clase de personas en Loyola y Manresa.

Más difundida que esta del Purísimo Corazón de María estaba la del Sagrado Corazón de Jesús, que sólo en Sevilla y en el Seminario de Valencia no la hallamos mencionada. En el de Madrid la había para una parte de los seminaristas, y en la iglesia del colegio de Valencia para universitarios al lado de la con gregación mariana, bajo la advocación de ambos Sagrados Corazones de Jesús y de María. La del Sagrado Corazón de Jesús la formaban solamente señoras. En Alcalá se alistó en ella casi toda la ciudad, según se lee en las anuas de aquel colegio.

No se contentaron aquellos Padres con establecerla en sus iglesias; de los pocos pueblos en que dieron misión, la fundaron por lo menos en cuatro. En Valdemoro se inauguró con un solemne triduo en que se acercó a los Santos Sacramentos casi todo el pueblo, se llevó en solemne procesión por las calles la imagen del Sagrado Corazón, y se inscribieron en la congregación de pronto cuatrocientas o más familias (1).

Aun en el Colegio Militar de Segovia, ya que congregación no sabemos que fuera erigida, hizo el P. Gil que la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús fuera consignada entre las que con particu lar solemnidad, con misa, sermón y exposición del Santísimo hasta la tarde, velando los oficiales, habían de celebrarse.

En todas partes halló buena acogida esta provechosisima de voción del Corazón de Jesús, en cuyo honor se celebraban solemnes cultos, ya el primer viernes de mes, ya el primer domin·

(1) Carta del fruto hecho en las misiones por algunos Padres del Colegio Imperial desde Agosto de 1831 hasta Junio de 1832.

go, con tanta frecuencia de Sacramentos que en Madrid a la comunión general mensual, instituída en honor suyo, acudian de ordinario más de mil personas (1).

8. No se había celebrado hasta entonces en España públicamente, al menos que sepamos, el mes de Maria, o sea el mes de Mayo, consagrado todo a la Virgen con ejercicios particulares de devoción tenidos cada dia en honor y culto suyo. En Italia, sí, ya en el siglo anterior se habia extendido esta devota práctica; y uno de los libritos que para ella se escribieron, fué traducido al castellano e impreso en 1769 (2), pero no hay noticia de que en España se celebrara sino en privado por algunas familias devotas y comunidades religiosas. Nuestros mismos Padres, que la habian aprendido en Italia, al principio no pensaron en hacerla pública. Los congregantes marianos del Colegio Imperial fueron los primeros que en el local de sus reuniones tuvieron algún ejercicio devoto cada día del mes, probablemente ya en el año de 1816, según parece por estas palabras del P. Juan José Cortázar, en la plática con que inauguró la congregación, al ser restablecida poco después que el mismo colegio, al cabo de casi cin cuenta años de supresión: los mismos que lo estuvo la Compañía en España. «Debo por último, dice, avisar a ustedes dos cosas. La primera es que, siendo costumbre de los devotos de María Santisima obsequiarla tres veces cada día, a la mañana, al mediodía y a las avemarías, y consagrar en obsequio suyo un día de la semana que es el sábado; así en muchas partes han escogido al mismo fin un mes entero del año, que es el de Mayo, por que es el más bello de todos. Pues ya se sabe que en las ofrendas se debe ofrecer lo mejorcito; y también porque siendo el más flo. rido, nos convida a obsequiarla con flores de actos de virtud. ¿Y no sería una mala vergüenza, que teniendo nuestra España la gloria de haber sido favorecida de la Santísima Virgen más que ninguna otra nación, y habiéndose esmerado sobre todos por esta razón nuestros antepasados en festejarla y promover su gloria, hayamos de ceder nosotros a otros reinos en tributarla este tan razonable y justo obsequio? Yo por mí, reconociendo por particular providencia de Dios que se dé principio a esta santa con

(1) Carta del P. N. N., etc.

(2) La fecha de la impresión la tomamos de Morgado. Origen de la devoción del mes de María.

gregación este primero día del mes de Mayo, aunque me reconoz co el más indigno de todos para dirigirla, no quiero dejar pasar tan bella ocasión para introducirla. Y asi todos los días de este mes propondré a ustedes brevemente alguna máxima, un ejemplito...» (1). Sin duda el P. Cortázar cumplió su palabra y celebró el mes de Mayo con su congregación, no sólo aquel año, sino también los cuatro siguientes, hasta que vino la nueva supresión de la Compañía. Restablecida ésta de nuevo en 1823, luego el año siguiente nos dicen las cartas anuas del Imperial que llegado Mayo, celebraron nuestros estudiantes aquel mes con gran devoción y muchos obsequios o flores ofrecidas a la Virgen, pero por separado en sus clases respectivas, fuera del último dia en que tuvieron con el mismo objeto comunión general.

El año de 1830 ya tuvieron estos cultos en la capilla interior los cursantes de estudios mayores; que el pasado dijimos haber formado una congregación nueva mariana bajo el titulo de la Natividad de Nuestra Señora. Por fin en 1831 (2), se resolvió tenerlos en la iglesia para que pudiera tomar parte en ellos el pueblo. «Se dió, pues, principio a la función, dice la carta citada, en la capilla del Buen Consejo; pero viendo la multitud de gente que al instante empezó a acudir, se trasladó al cuerpo de la iglesia, colocando la imagen de la Virgen en el altar de San Francisco de Borja, hermosamente adornado. No se puede decir el gusto y devoción que demostró desde luego el auditorio, siempre tan numerose que todas las noches se llenaba casi enteramente la iglesia. Se comenzaba al anochecer y duraba todo hasta las nueve y media. Además de lectura, rosario, ejemplo y canciones devotas, el ejercicio principal era un sermón de hora, que les predicaba todas las noches el P. Rector, a cuya eficacia, o por mejor decir a la intercesión de Nuestra Señora, se debe atribuir el abundante fruto que se ha cogido, pudiéndose asegurar que en este mes ha derramado el Señor a manos llenas sus misericordias por medio de su Madre. Ha habido confesiones generales, firmes propósitos, rigurosas penitencias, reparación de escándalos, unión de matrimonios y algunos revalidados, amistades hechas, restitu

(1) Falta la continuación de esta plática, cuya parte conservada es autógrafa.

(2) No en 1830, como leemos haber dicho muchos años después el P. Medina (Drive-Tarré, María y la Compañía, Apéndice, § V, p 332).

ciones considerables, vocaciones religiosas, actos heroicos de virtud, sacrificios muy dificiles, y en fin el Señor ha dispensado con la mayor afluencia cuantas gracias extraordinarias suele conceder a los pecadores en las misiones más ruidosas..... Tantas misericordias quedaron selladas y confirmadas el día del Corpus, 2 de Junio inmediato, en que se celebró la comunión general y el ofrecimiento de las flores de todo el mes. Era menester haberlo presenciado para conocer lo que esto fué. Parece que Dios esperaba aquel día para ostentar en él sus bondades. Casi todo él estuvo la iglesia llena de gente, y a todas horas se veían correr lágrimas de devoción, mezcladas de afectos y hacimiento de gracias; mas todo lo demás es menos que el haber recibido el pan de los ángeles aquella mañana más de cuatro mil personas de todos estados, condiciones y edades, celebrando misa al intento el Excmo. Señor Obispo de Chile» (1).

De semejante manera se procedió en Sevilla. Ya hacía años, se lee en las Anuas de aquel Colegio, ya hacía años que privadamente en nuestras clases los alumnos obsequiaban con particular fervor a Nuestra Señora en el mes de Mayo; pero esta práctica no se había hecho común. En el año de 1832, para darle más publicidad, se hizo por las noches en la capilla de la congregación de la Anunciata. En esta, por estar dentro de la clausura, no pueden entrar sino hombres, y de estos concurría bastante número, tanto eclesiásticos como seculares. Este como primer ensayo salió tan bien, que en el año próximo pasado (el de 1833), para que fuese mayor el fruto, se celebraron los ejercicios en la iglesia, y por el efecto se conoció no haber sido infundada aquella esperanza. En todas las noches del mes era el concurso tal como raras veces se suele ver en esta iglesia. Ni la distancia, pues estamos en un extremo de la ciudad, ni el mal tiempo que hizo algunos días, disminuyó la concurrencia. Y el Emmo. Señor Cardenal Arzobispo de esta diócesis nos honró dos noches con su asistencia. Fueron fruto de esta devoción algunas confesiones generales, que se hicieron durante aquel mes y el número de comuniones nunca antes visto en esta iglesia, que se repartieron el día de la última fiesta.» El año de 1835 la concurrencia llenó completamente la iglesia hasta tener que volverse algunos por

(1) Carta del P. N. N., etc.

no caber, y en la comunión general hubo más de novecientas personas (1).

Aunque en otros colegios nuestros no vemos celebrado públi camente por entonces el mes de María, siéndolo solamente por los estudiantes, como al principio en el Imperial y en Sevilla; pero en cambio hallamos ya sus primeras irradiaciones fuera de nuestras casas e iglesias, en Madrid a las cárceles y casas de correc ción, donde nuestros jóvenes estudiantes hacían sus primeras armas en el ministerio apostólico; y en Sevilla por insinuación del Sr. Cardenal, a varios monasterios de religiosas y luego a otras iglesias de la ciudad y pueblos de la diócesis (2). En Portugal lo celebró el P. La Calle, cuando estuvo alli con la familia de don Carlos, y tal vez fué el primero que lo hizo solemnemente con el pueblo en aquel reino. Algunos de nuestros Padres, dispersos en 1835 y viviendo como sacerdotes seculares, lo establecieron por vez primera en varias partes, y entonces y aun antes contribuyeron a difundirlo con la publicación de un librito a propósito, dispuesto primero expresamente para los estudiantes, y acomodado después a toda clase de personas. En la edición de 1839, hecha en Valencia, ya decía el P. Juan Manuel de Vega que esta devoción se había propagado en pocos años asombrosamente (3).

La primacía, que parece llevaron en España nuestros Padres en la celebración pública de devoción tan fructuosa, de tanto atractivo y tan popular luego en nuestro pueblo, excusará y aun justificará la extensión, sin eso desproporcionada, que hemos dado a este punto (4).

(1) Carta anua desde el 1 de Mayo de 1832, Por estos datos se debe corregir algún yerro, principalmente cuanto a las fechas, que hay en un hermoso articnlo publicado por Don J. Alonso Morgado, titulado Origen de la devo ción del mes de María, SEVILLA MARIANA, Revista religiosa, Año II, núm. 21, correspondiente al 6 de Mayo de 1882.

(2) Alonso Morgado, lugar citado.

(3) Mes de María, en las breves palabras al lector.

(4) Sobre el origen del Mes de María en general, sobre los jesuítas que primero le celebraron, y más particularmente sobre los primeros libros que los de la Compañía escribieron para celebrarle, puede verse María y la Compañía de Jesús, por el R. P. Agustín Drive, S. J. Traducción libre de la úl tima edición francesa, cuidadosamente revisada y enriquecida con notas históricas, nuevos grabados y un indice bibliográfico por el P. Manuel Tarré, de la misma Compañía. Tortosa, Imprenta moderna del Ebro, 1916.-Apéndice. Disquisiciones históricas sobre el Mes de Maria.

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