Imágenes de páginas
PDF
EPUB

9. También daremos cuenta algo más detenida que de los demás ministerios, de la asistencia a los coléricos los años de 1833 y 1834. Lo merece por si tal acto de caridad heroica, y lo pide la circunstancia de haberlo ejercitado aquellos Padres al mismo. tiempo que sufrían la persecución y aun la muerte de parte de las furias liberales y masónicas. Ya en 1832, amenazando de cerca el temible huésped, escribió el P. Morey a los Superiores de todas las casas, que en caso de ser invadidas las poblaciones respectivas, destinaran dos, tres o más Padres para asistir a los apestados, ofreciéndose a las autoridades para lo que pudieran ser útiles (1).

Entre todas nuestras casas, solamente de Manresa nos faltan noticias relativas a este asunto; tal vez porque no tenemos tampoco documentos de los últimos meses de 1833 y todo el 1835. En Mallorca no debió de entrar el cólera, pero lo temieron; y todos los de casa se ofrecieron al Señor Obispo para auxiliar a los apestados en los hospitales o donde Su Ilustrisima quisiera (2). En Sevilla, que fué donde primero se presentó el contagio, todos se prestaron a servir a los enfermos, y casi todos, no sólo se prestaron, sino que lo pidieron. De hecho, a petición del Cardenal Arzobispo fueron enviados al barrio de Triana, donde empezó el mal, los PP. Jorge Coll y Joaquín López Belda, con los HH. Paulino de Marrón y Florentino Gutiérrez. Al tercer día, el 13 de Septiembre de 1833, sucumbía víctima de la caridad, el P. Coll, y pocos días después se vió a las puertas de la muerte el H. Marrón. La Junta de Sanidad pidió también un Padre para el hospital que había improvisado en el convento de la Trinidad; y allí estuvo el P. Tomás Mateos con el H. Fermín Moreno hasta que lo tomaron a su cargo los religiosos de San Juan de Dios. Los demás Padres, todos acudieron a donde sin cesar eran lla mados para prestar a los coléricos los auxilios espirituales (3).

En Alcalá el año siguiente fué convertida en hospital una parte del colegio, y los de casa asistieron gratuitamente en lo corporal y en lo espiritual a los enfermos (4). En Madrid, ya en

(1) Circular de 24 de Abril, en la Col. Sev.

(2) El P. Sancho al P. General, 22 de Agosto de 1834, originales en Cast. 11.

(3) Carta anua desde 1 de Mayo de 1832 hasta fin de Enero de 1834. (4) La Fuente, Hist. de las Universidades, t. IV, c. LXXXVIII, p. 401. El P. Torroella al P. General, 2 de Octubre de 1834, original en Cast. II.

1833, cuando el mai hacía estragos en Andalucía y Extremadura, el P. Puyal, Rector del Colegio Imperial, escribía que habiendo con esta ocasión tentado la disposición de todos sus súbditos, se le habían ofrecido más de setenta, para ir a Sevilla o a cualquiera otra parte a servir a los apestados, y muchos de ellos por escrito con tan vivas expresiones de caridad y celo que le habían hecho derramar lágrimas de consuelo (1). Cuando en Julio de 1834, casi súbitamente fué invadida la villa y corte, luego fueron distribuídos los Padres, unos para salir a administrar los sacramentos a los moribundos, otros para oir en la iglesia las confesiones de los muchos que en tales casos acuden a reconciliarse con Dios. La horrible tragedia, que en el colegio tuvo lugar el 17 de aquel mes y absorbió la atención de todos, fué sin duda causa de que no escribieran cosa alguna de lo que en este punto trabajaron. Sólo incidentalmente, escribiendo al Superior del Colegio de Valencia decía el P. Morey que todos los días habían salido algunos de casa para asistir a los apestados, y que en efecto habían asistido a innumerables (2). Semejantemente, el Superior del Noviciado, escribía al P. General que sus súbditos no habían interrumpido el ministerio de confesar a sanos y enfermos ni aun en los mismos días de la persecución, añadiendo aun el viático y olear, con autorización de los párrocos a los atacados por el cólera (3). De los Padres del Seminario de Nobles no tenemos noticia ninguna; pero el ejemplo de las otras dos casas de Madrid no deja lugar a duda.

También de las dos de Valencia acudieron en socorro de tan grave y urgente necesidad espiritual y corporal todos los suje tos, sacerdotes, escolares y coadjutores, cada cual según sus facultades, trabajando sin descanso, de día y de noche, principalmente en la administración de los últimos sacramentos, tanto en hospitales como en casas particulares, y añadiendo a esas fatigas y a las innumerables confesiones, que hubieron de oir en la iglesia, un triduo en las cárceles, aprovechando con gran fruto la buena disposición en que el temor de la muerte ponía a los encarcelados (4). Véase cómo da cuenta de estos trabajos al Pa

(1) Al P. General, 22 de Septiembre de 1833, id. id.

(2) Al P. Pascual, 8 y 19 de Agosto de 1834, originales en la Col. Val. (3) 15 de Enero de 1835, original en Cast. II.

(4) El P. Rius al P. General, 27 de Noviembre de 1834, id. id.

dre General el Superior de a quel colegio. «Cuando estábamos con tantos temores, fué apareciendo en esta ciudad el cólera morbo, que no ha dejado de hacer muchísimos estragos en la ciudad y pueblos del reino. Desde entonces no hemos cesado de asistir a los coléricos, hechos unos curas, administrando sacramentos, sin parar de día ni de noche, Padres y Hermanos, éstos auxiliando y aquéllos confesando, etc., y todos sin miedo, y el Señor hasta ahora nos ha librado de él. Sólo dos Hermanos tuvieron principios de él, pero pronto se restablecieron. En la iglesia también trabajábamos sin cesar por mañana, tarde y noche. Se han hecho conversiones extraordinarias y notabilisimas; la fe, la piedad y la devoción amortiguadas en tantos, ha revivido. Grandes bienes ha sacado Dios de este mal. La religión ha brillado y brilla con tantas funciones de iglesia como se han hecho y procesiones de rogativa. Una se hizo en la que sacaron un Santo Cristo de mucha devoción en esta ciudad, en la cual iban dos mil setecientas y diez luces. Vino a nuestra iglesia para visitar el Hijo a la Madre, en cuyo tiempo el P. Vega hizo desde el púlpito una deprecación, estando llenísima de gentes. Nosotros hemos hecho una novena al Santisimo Corazón de Jesús con comunión general el último día, asistiendo mucha gente a los ejercicios. >>

Añade el favor de Dios con que ninguno de ellos murió, ni aun de sus amigos (1) más que dos, y la seguridad con que ahora salían y antes no podían salir a la calle.

Es así que tanto allí como en Alcalá y en Sevilla este comportamiento dió entre el pueblo gran crédito a la Compañía; y sólo el ciego y furioso liberalismo pudo cometer el bárbaro crimen de desconocer tan heroica virtud y suprimir los años siguientes las órdenes religiosas, cuyos individuos, al mismo tiempo que unos eran vilmente asesinados, corrían otros a exponer sus vidas en auxilio corporal y espiritual acaso del padre, de la madre, de la esposa o de los hijos de los asesinos.

De notar es que, si bien cayeron algunos heridos del contagio, y tres o cuatro estuvieron a las puertas de la muerte, sólo llegó a morir el P. Coll, siendo centenares los que en las grandes poblaciones, como Madrid, Sevilla y Valencia, fallecieron algunos días.

(1) Carta de 16 de Septiembre de 1834, original en Cast. II.

En Palma de Mallorca, ya que, como dijimos, no parece que hubo peste, hubo varios temblores de tierra desde el dieciséis hasta el veintiocho de Junio de 1835. No fueron grandes los daños que causaron, ni por su índole ofreció aquella calamidad la ocasión que el cólera para ejercitar la caridad con los prójimos. La gente despavorida, parte buscaba simplemente su seguridad saliendo de las casas a las plazas, al campo, a los barcos anclados en el puerto, donde dicen que llegaría a haber cinco mil almas, parte acudía a las iglesias a implorar la misericordia de Dios y a confesarse para esperar la muerte. La nuestra estuvo abierta varias noches enteras, porque muchas personas iban a pedir la protección del Beato Alonso Rodriguez, orando ante sus restos venerandos, y la de San Francisco de Borja, abogado contra los terremotos, postradas ante su altar. Los de casa velaron por turno ante las sagradas reliquias, y aun toda la comunidad. estuvo en oración algunas noches de doce a una. Los Padres oyeron no pocas confesiones, aun de gente bien apartada de la iglesia durante muchos años, y para promover más el bien de las almas, hicieron en honor de San Francisco de Borja una novenamisión que estuvo muy concurrida y dió muy copiosos frutos.

A los pocos días de terminada, el 16 de Julio, fiesta de la Virgen del Carmen, llegó la noticia de la supresión de la Compañía, decretada el cuatro. El diecinueve, domingo, tuvieron comunión general los alumnos de nuestras escuelas; y como ya había corrido la triste nueva, salieron de la iglesia muchos llorando, y avivando con sus lágrimas la dolorosa impresión causada en la ciudad. A los dos dias fué ejecutado el decreto (1).

10. No podemos dejar de hacer mención aquí, como en el lugar más oportuno, de un suceso glorioso y consolador para toda la Compañía, pero singularmente para la española y más para aquel colegio de Palma, acaecido en este tiempo y con muy solemnes fiestas celebrado: la beatificación del santo hermano coadjutor, Alonso Rodriguez.

Hizose solemnemente en San Pedro del Vaticano el día 12 de Junio de 1825, y celebróse aquí con extraordinaria pompa, sobre todo en el colegio Imperial, en Segovia patria del Beato, y en Mallorca, donde pasó los cuarenta y seis años de vida religiosa. En Segovia asistió una tarde el Rey que estaba en la Granja; en

(1) Diario del Hermano coadjuntor, Gregorio Trigueros.

T

Mallorca expusieron a la pública veneración en la hermosa capilla construída para él ya en el siglo anterior, las reliquias del nuevo Beato el 23 de Octubre, con inmenso concurso de autoridades, cabildo, párrocos, superiores de religiones e innumerable pueblo; y el Ayuntamiento, el Cabildo, nuestra comunidad y los alumnos del colegio costearon e hicieron en su honor magníficas funciones religiosas, que terminaron el treinta, día señalado para celebrar perpetuamente su fiesta, ocupando un día el púlpito y el altar los Padres de Santo Domingo y otro los de San Francisco. El P. General, Luis Fortis, tuvo el piadoso pensamiento de dársele ahora por Rector a aquel colegio, donde tantos años había sido portero. Quién sabe si a su protección se debió el haberse mantenido toda esta época en más regular estado quizá que otro ninguno de España, teniendo por Vicerector desde 1824 al P. Pedro Sancho (1).

(1) De las fiestas de Palma por la beatificación da larga noticia Furió en la Vida del Santo.

[merged small][merged small][ocr errors]
« AnteriorContinuar »