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Y porque con todas veras deseamos a V. M. tanto bien; con las mismas le exhortamos a que ponga por obra cuanto antes su utilisimo y religiosísimo proyecto. Para que así lo pueda hacer con el favor divino y con toda felicidad, damos a V. M. y a toda la Real familia afectuosísimamente la Apostólica bendición» (1).

Este Breve hubo de llegar a Madrid los primeros días del año de 1815; pero no bastó para que el Rey o quienes en este asunto le aconsejaban, se decidieran a poner por obra sus buenos propósitos, a pesar de que también iban llegando en buen número a sus manos memoriales o representaciones de prelados, cabildos y ayuntamientos, pidiendo la reposición de la Compañía en España, como parece que lo deseaban, y es natural que lo deseasen para apoyar también en ellos su resolución.

3. Los que antes hemos referido, precedieron a la Bula Sollicitudo o su noticia en España, y debe por eso reconocérseles particular mérito. El del Ayuntamiento de Madrid, aunque no se despachó hasta el día 13 de Septiembre de 1814, pero fué acordado al día siguiente de haber llegado la Bula, no sabemos si ya con conocimiento de ella. Probablemente fueron escritos sin saberse aún lo hecho por el Papa, otros varios procedentes de Galicia, que a 20 del mismo mes puso en manos del Rey, D. Manuel González Montaos, diputado por aquella región en las Cortes ordinarias de 1814, y a la sazón regidor del Ayuntamiento de Madrid. Dirigianlos «el cura párroco de las parroquias unidas de Santa Maria de Morquintián y Santa Leocadia de Frigue. de las de San Martín de Touriñán y su unida San Cristóbal de Nemiña, y los más sacerdotes y vecinos de ellas» en el partido de Corcubión, el Arcipreste y clero del Arciprestazgo de Moraña y «los Procuradores Sindicos del Ayuntamiento» de aquel pueblo, «del de Sayans, de la villa y partido de Caldas; el de la jurisdicción de Baños y el del Campo y Fragas, existentes en el Arciprestazgo de Moraña», provincia entonces de Santiago (2).

(1) El original latino está en el A. H. N., Estado, leg. 5.751. Traducciones su publicaron entonces en periódicos y en hojas sueltas.

(2) Tomamos éste y otros datos de un expediente que hay en el A. H. N., Estado, 3.517, rotulado de este modo: 59-Corte-Jesuítas-1815; en cuyo folio 26 se encuentra una Nota de las representaciones que se han remitido al Consejo con Realas órdenes de S. M. y se pasan a la Real Junta creada por Real decreto de 19 de Octubre último, para entender en el restablecimiento de jesuítas en las ciudades y pueblos que le han pedido, conforme a lo acordado por

Más autorizada que la de aquellos pocos pueblos de Galicia fué otra representación que por acuerdo de 10 de Septiembre, sin conocer tampoco todavía probablemente el restablecimiento universal de la Compañía, elevó el 12 a los pies del Trono la Junta General del Señorío de Vizcaya, pidiendo autorización para poder restablecer en él los colegios de esta orden, que trabajasen con todo el celo propio de este Instituto en la instrucción de la juventud y en formar las costumbres públicas, por ser éstas el baluarte de la religión y el principal apoyo del Trono» (1). Petición semejante hizo el 19 del mismo mes la Provincia de Guipúzcoa para su territorio, y sin esa limitación para todos los dominios de S. M., un día después, D. Juan Bautista de Aguirre, como Diputado General de su Arciprestazgo mayor (2).

En éstas y en otras muchas de aquellos días y de los meses siguientes ya se menciona la Bula, que sin duda aumentó en cor-. poraciones civiles y eclesiásticas la esperanza de acogida y despacho favorable. Así fueron dirigiéndolas sucesivamente en fechas que conocemos los Ayuntamientos: de Barcelona, 13 de Septiembre; Mallorca, 19; Murcia, 24; Valencia, 7 de Octubre; Cádiz, 24; Coruña, 17 de Noviembre; Jaén, 22; Málaga, 25; Tarragona, 2 de Diciembre; Graus, 11; Pontevedra, 14; Baeza, 17; Burgos, 7 de Enero de 1815; Toledo, 9 de Febrero; Azpeitia, 24; Córdoba, 19 de Abril, habiéndose adelantado a este último Ayuntamiento una numerosa comisión de vecinos de la misma ciudad, 25 de Diciembre; y seguido al de Valencia separadamente el Síndico personero de la ciudad, D. Antonio Ferrando Gil, 31 de Enero.

Hicieron lo mismo los cabildos eclesiásticos de Mallorca, 14 de Septiembre; Manresa, 20; Sevilla, 24; Burgos con su Arzo

dicha Real Junta en 22 de este mes y a lo resuelto por el Consejo en 29 del mismo. Estas representaciones de Galicia creemos que son las presentadas por el señor Montaos en 20 de Septiembre, por no hallar otras a que pueda aplicarse la expresión reverentes exposiciones de muchos de los buenos habitantes de aquel reino, empleada por él al presentarlas. Véase la Atalaya de 4 de Noviembre de 1814,

(1) Biblioteca de la Diputación de Vizcaya. Acuerdos de Diputación y Juntas generales de 1810 a 1814.

(2) Copia auténtica de esta última representación en nuestro poder; de la primera en el Arch. Prov. de Guipúzcoa; Copiador de cartas desde 22 de Julio de 1814 hasta 30 de Junio de 1815.

bispo, 27; Cádiz, 4 de Noviembre; Málaga, 12; Pamplona con su Obispo, 16 de Enero, y Barcelona con el suyo aquel mismo mes; y los Reverendisimos Prelados de Tarragona, 21 de Octubre; Teruel, electo de Granada, 1 de Noviembre; Santiago, 15; y Lugo, Febrero de 1815, a los cuales debe añadirse el conocido Vicario Capitular de Cádiz, D. Mariano Esperanza, 27 de Septiembre, y el Vicario General de Capuchinos «por sí y con el voto de todas las provincias de su orden, sitas en la católica y vasta dominación de S. M.», 12 de Febrero.

Finalmente en fechas desconocidas, pero que son cuatro del año catorce y cuatro del quince, acudieron también al Rey pidiendo la vuelta de la Compañía a España los Obispos de Orihuela, nombrado ya Patriarca de las Indias; Calahorra, Ibiza y Lérida; el Ayuntamiento de esta última ciudad y los de Manresa y Pollensa, villa de la Isla de Mallorca, y el Cabildo Colegial de Cerbera en Cataluña.

Buen número de estas representaciones se publicaron en dos periódicos de la época: Atalaya de la Mancha en Madrid, dirigida por Fr. Agustín de Castro, monje jerónimo; y El Procurador General del Rey y de la Nación, que dirigía D. Justo Pérez Pastor, decididos realistas ambos y defensores de la Compañía, por cuyo restablecimiento trabajaron, no sólo con la propaganda de esos documentos, sino también con articulos propios y comunicados. Anterior a todas las representaciones que hemos citado, es uno de El Procurador de 19 de Junio sobre Educación, en que ponderada su importancia y la necesidad particular que entonces había de ella, continuaba diciendo: «Pero ¿a qué manos se entregará la educación de la juventud? Tu virtud, excelso Fernando, me anima a proponerte un medio, que en otro tiempo hubiera sido un crimen proponerlo; tal es el restablecimiento de los Padres de la Compañía de Jesús. A éstos, pues, pido que se les restituya a España, no como particulares, sino como cuerpo, devolviéndoles sus casas, aunque algunas de ellas necesitan de purificarse de los miasmas de doctrinas corrompidas, que se han pegado a sus paredes. >>

No sólo desde las columnas de los periódicos, mas aun desde la cátedra del Espiritu Santo hubo quien advirtió al Rey de la conveniencia de restablecer la Compañía. Murió en Viena aquel mes de Septiembre la Reina de las dos Sicilias, María Carolina; hízole a 8 de Noviembre honras fúnebres nuestra Corte en San

Francisco el Grande; y el orador, aquel mismo P. Fr. Manuel Martínez, mercedario, que dijimos había hablado al Rey en representación del Ayuntamiento de Santiago, después de elogiar a la Reina por haber restablecido la Compañía en las dos Sicilias, confiándole la educacián de la juventud, añadió con énfasis: Audite ergo, Reges, et intelligite. Diríase que el genio sublime de Maria Carlota os marcaba la senda... para resucitar lo que el filosofismo destruyó. Intelligite. Señor, cuando hablan los hechos, el orador no ha menester más que insinuarse (1).

Por lo poco que de esas cincuenta y tantas representaciones hemos trasladado a estas páginas se puede entender la sustancia de todas. Conocemos el texto de las dos terceras partes; y de ellas apenas hay una que no lamente la decadencia de la educación de la juventud con la consiguiente corrupción de las costumbres, que va cundiendo espantosamente. Han penetrado también no poco en el reino las doctrinas revolucionarias; y hombres imbuídos en ellas han combatido y combaten la religión y el trono, conjurados para destruir esas instituciones tan augustas, y arraigadas en nuestro pueblo. Los gravísimos trastornos en el orden político y religioso ocurridos en España y con más exten sión en otras naciones, son fruto de aquellas doctrinas y ejecución de esos planes, concebidos por los llamados filósofos y favorecidos por los jansenistas, todos ellos enemigos irreconciliables de la Iglesia y de los Reyes. Todos esos males datan y proceden de la desaparición de la Compañía de Jesús. Era el más firme baluarte de la religión y de los tronos; porque con sus ministerios todos, y principalmente con la educación de la juventud en sus colegios, mantenía vivo en los pueblos el espíritu religioso y en vigor la subordinación y fidelidad de los vasallos a sus Reyes. La impiedad conoció que no podía prevalecer mientras ella subsistiera; y le declaró guerra a muerte, y se la dió valiéndose con hábil astucia y refinada malicia de los mismos Principes a quienes se proponía con eso privar de sus más fieles y aguerridos defensores. Triunfó con su abolición. Roto aquel dique, se desbordó el torrente de males que hemos presenciado. El Sumo Pontifice, buen conocedor del misterio de iniquidad que encerraba en si la destrucción de la orden; después de restablecerla primero en Rusia y luego en Nápoles, acaba de hacerlo en la universal

(1) Elogio fúnebre, p. 24.

Iglesia para que vuelva a trabajar como antes en la reforma de las costumbres, en la defensa de la religión, en la impugnación de la filosofía y del jansenismo, en la educación cristiana de la juventud. V. M., llamado por Dios a restaurar en España cuanto la revolución ha destruido, tiene comenzada gloriosamente su obra con el restablecimiento de la Inquisión y con otras providencias saludables. Dé ahora el golpe decisivo a la impiedad, restableciendo la Compañía. La Inquisición reprimirá a los protervos, ahogará los errores esparcidos, pero eso no basta; es necesario preservar de ellos a las nuevas generaciones; y esto solamente la Compañía lo hará con la buena educación de la juventud, en què es insustituíble. Reponiéndola en España, V. M. hará su nombre glorioso y se atraerá las bendiciones de todos los buenos españoles.

4. Hasta el 2 de Noviembre no sabemos que el Rey diera paso alguno oficial en el asunto del restablecimiento, si no es el antes referido, consultando al Sumo Pontifice. Aquel día, el Ministro de Gracia y Justicia, D. Tomás Moyano, pasó al Consejo de Castilla varias de las representaciones hasta entonces recibidas, coneal orden de que propusiera a S. M. lo que en vista de ellas se le ofreciera (1). El 14 de aquel mes, el 3 del siguiente, y después según llegaban, le fué remitiendo las demás para el mismo intento; y a más de eso, el Ministro de Estado, a 11 de Enero de 1815, pasó también copia del Breve de Su Santidad, arriba inserto, diciendo que era respuesta a consulta que el Rey le habia hecho para proceder con todo acierto en el gravísimo negocio del restablecimiento de la Compañía, y que S. M. encargaba al Consejo la mayor brevedad posible en el despacho de la que a él le tenía pedida sobre lo mismo (2). A su Presidente, que excusaba la tardanza con los muchos negocios a que era preciso atender, había replicado el día anterior el Rey de palabra, según parece por carta del Nuncio, a quien al poco tiempo, en audiencia de aquella misma mañana se lo contó, que quería que al de los jesuítas se diera la preferencia sobre todos los otros (3). Tal vez

(1) A. H. N., Estado, 3.517. Corte.- Sobre el restablecimiento de la orden de la Compañia.—1814; fol. 1. Original.

(2)

Leg. citado. 4.- Corte.-Compañía de Jesús.—1815.- Original. (3) El Nuncio al Cardenal Pacca, 15 de Enero de 1815. (Arch. Vatic.; Segretaria di Stato, 1815. Original).

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