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Salvador Jesucristo de mill é quinientos é veinte é cinco años. E los nombres de los dichos señores que firmaron el registro desta instruccion son los siguientes é decian así: Francisco de Anaya-Alonso Rodriguez de Fonseca Diego Bonal-Pero de Solís-Diego de Texeda-El Doctor de Sant Esidro-Francisco de Gri

sio-Diego Sanchez de la Rua. E yo Fernand Alvarez

de Villareal escribano de cámara de su Cesárea é Sacra Majestad é escribano de los hechos de la muy noble cibdad de Salamanca, presente fuí al hacer é otorgar de los dichos capítulos é instruccion, é de mandamiento de los maníficos señores concejo, regidores é los sesmeros de la dicha cibdad lo fice escrebir de un tenor como los que en mi poder en el libro de los hechos de la dicha cibdad quedan firmados de sus nombres, é por ende fice aquí este mi signo que es atal-Signo-En testimonio de verdad

Fernand Alvarez de Villareal con rúbrica.

CARTA

que escribió el Licenciado Alonso de Zuazo enviado con poderes amplios á la isla de Santo Domingo por el Cardenal Cisneros, al ministro flamenco Xevres en 22 de enero de 1518, sobre los excesos cometidos en aquella isla contra los indios, y su remedio.

Copióla del original que existe en Simancas D. Juan Bautista Muñoz. El sobrescrito que por estar ya algo roto, no pudo leerse íntegro, decia así: Al Muy il. é mui mag.co Sr. Mosior de Xevres del Consejo público é secreto mi Señor.

...

Ilustre é muy Magnífico Señor Porque hasta en estas partes tan remotas é apartadas es muy notorio el celo y fidelidad entrañable que V. S. tiene al servicio

de su Alteza é bien de estas islas y tierra infinita, quise escrebir á V. S. como á mi Señor, dándole principal parte de las cosas de acá, y tambien para que V. S. me conozca y sepa que tiene en estas partes un muy cierto. servidor en todo lo que me quisiere mandar, y para que V. S. informe á su Alteza, demas de lo que á S. M. escribo, en todo lo que concerniere al remedio destas partes que tienen harta necesidad, porque el bien de todos estos reinos tan anchos é espaciosos está en que estén poblados de indios, y faltando estos falta todo: faltan las rentas de su Alteza, que no habrá quien saque oro: falta la poblacion destas partes y grangerías dellas, y finalmente de tierras tan abundosas é fertilísimas convertírsehan en aposentos de animales brutos, é quedarán desamparadas é yermas sin ninguna utilidad ni fruto: que seria, demas del cargo grande de conciencia, otra lamentacion mas larga que la del profeta Jeremias sobre Hierusalen.

Y decir á vuestra Ilustre Señoría los principios é ocasiones por donde este mal tan grande ha venido, seria proceso infinito: : y baste que V. S. sepa en general dos cosas de que resultará otra que será tercera. La primera es los muchos Gobernadores que ha habido en estas partes en un mismo tiempo de gobernacion. Porque el primero que hobo fué el Almirante viejo (1) que descubrió estas partes, y este en la verdad tovo muy buen celo al buen tratamiento de los indios, y temia á Dios, porque era, segun la fama que acá hay, muy buen cristiano, y como á los que con él tenia no les daba tanta soltura como les parecia á sus hambrien

(1) Cristóbal Colon.

tos apetitos, amutináronse contra él algunos, y estos levantados escrebieron cartas á sus Altezas de gloriosa memoria para colorar su desatino y desconcierto. Que fué ocasion que sus Altezas enviasen acá el Comendador Bobadilla, el cual luego que llegó, envió preso al Almirante viejo á esos reinos, de que la Reina de gloriosa memoria Doña Isabel, sabida la verdad, hobo enojo; y luego que supo que era llegado á España de aquellas partes, envió por él é le mandó dar tantos dineros que bastasen para que él entrase muy acompañado en la córte, y muy vestido con todo lo necesario, é así fué muy bien recibido.

En este medio tiempo el dicho Comendador Bobadilla puso el oro que se sacase é hobiese sacado al tercio

y

á la mitad, con que acudiesen á sus Altezas como agora acuden, con el quinto, é tomó todo el oro que halló á los vecinos, conforme á estas partes, de la mitad é tercio, para enviar á sus Altezas: de que los vecinos se resabiaron mucho, é hobo grandes alteraciones, porque la ley habia de ser para lo futuro, y él púsola en lo pretérito é pasado. Aquí hobo mucha cisma, muchos bandos, parcialidades é despoblaciones de vecinos, muertes de indios, y ansi fué queste Comendador con todo este oro é piedras de mucha estima, con un grano de oro que pesaba tres ó cuatro mill ducados, se embarcó para se ir á los reinos Despaña, pensando con estas riquezas de ser de sus Altezas muy bien recebido; y Dios todo Poderoso que ninguna cosa deja sin castigo, permitió quel dicho Comendador con todos los navíos donde llevaba el dicho oro é piedras, se fundiesen en la mar y todo pereciere, y salváronse tres carabelas, fustas pequeñas, que llevaban mas oro para

personas particulares, que se hallaron en aquella conserva de los dichos navíos que perecieron é en aquella mesma tormenta; que es cosa de maravillar que los navíos grandes y poderosos se anegasen con las ondas bravas de la mar, é las fustas pequeñas se salvasen. Son juicios de Dios, y déjolos para que V. S. los juzgue é interpréte en el sentido que mejor le pareciere.

Despues de esto vino otro Comendador que llamaron de Lares, y este era hombre orgulloso, aunque por otra parte tenia algunos buenos respetos, y este envió gente á la provincia de Higuei, donde hizo matar por mano de un su criado, Juan Desquibel, natural de Sevilla, siete ó ocho mill indios, so color que aquella provincia diz que se queria levantar, que son gente desnuda, que solo un cristiano con una espada basta para doscientos indios. Hizo hacer otra grandísima matanza é crueldad en la provincia de Jaragua donde á la sazon presidia una gran señora entre los indios, que se llamaba Anacaona, con todos los principales caciques de aquellas partes: dió indios é quitólos á muchas personas, é diólos á sus criados é á otros, de cuya mudanza se murian infinitos dellos.

á

Despues deste vino el Almirante que hoy es, y este tovo mejor celo, porque tovo intento de dar los indios personas casadas que permaneciesen en la isla, aunque de la mudanza que hizo en muchos, quitándolos á quien el dicho Comendador de Lares los habia dado, tanibien murieron algunos indios. Y esto es cuanto á la primera cosa que dije, que de la gobernacion de muchos han sucedido muchos males como abajo diré.

La otra cosa fué que como á V. S. dije que este Comendador de Lares tenia algunos buenos respetos, tovo

este, que por todo el tiempo de su gobernacion que duraria casi seis años, nunca consintió que ningund privado de sus Altezas ni otra persona que estoviese en los reinos de Castilla, toviesen acá indios; é puesto que venian acá muchas cédulas é provisiones Reales para que allá en Castilla fuesen algunas personas proveidas de indios, de todas suplicaba; de que quedaron resabiados muchos privados de sus Altezas y luego que vieron muerto á este Comendador de Lares, intentaron los dichos privados con este Almirante que les diese indios, y el Almirante conociendo que esto era muy perjudicial á estas partes, llevó en este artículo las pisadas del dicho Comendador en no quererles dar indios; y conociendo los privados que por esta via no podian conseguir su propósito para tener indios en estas partes, acordaron con el Rey Católico de gloriosa memoria que viniesen á estas partes tres jueces de apelacion sobre el Almirante é sus justicias, é que luego viniese un tesorero aragonés, muy grande amigo del secretario Conchillos, para que con estos se negociasen nuevos repartimientos de indios; y ansi fué que luego vino tras estos Rodrigo de Alburquerque, repartidor nuevo de indios, primo del Licenciado Zapata, con cierta instruccion ordenada por el secretario Conchillos, la cual nunca el Rey Católico via mas de cuanto la firmaba, por la cual trujo un capítulo que decia que á todos los que habia dado el Almirante indios, se los quitasen; y con esto hízose una junta general de todos los indios de esta isla española y repartiéronse nuevamente dando al secretario Conchillos ochocientos con los él tenia, y al camarero cuatrocientos, y al Licenciado Zapata doscientos, é al Obispo de Burgos trescientos, é ansí á los otros á este respeto; y por conservar des

que

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