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de partido; á ese malestar, en fin, de la sociedad española, que camina con incierto rumbo desde entonces por el turbulento mar de la política, combatida por el oleaje de la duda y de la ambicion, espuesta á naufragar á cada paso, y sin descubrir en sus mortales angustias un puerto de salvacion donde curar sus heridas y donde asegurar para siempre un porvenir de paz, de prosperidad y de ventura.

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CAPÍTULO XI.

Córtes estraordinarias de la isla de Leon.

SUMARIO.

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Instabilidad de las revoluciones violentas.-Cuáles son las justas y necesarias. -Carácter de la inaugurada por las Córtes estraordinarias. Estado de la guerra.-Apertura de las Cortes. - Ceremonias de su instalacion. - Local donde celebraron sus sesiones.-Ardid de la regencia.-D. Diego Muñoz Torrero. Primer decreto de las Córtes estraordinarias. Carácter democrático de sus primeros acuerdos. - Pruébase la legitimidad de aquella asamblea.Inoportunidad de la proclamacion de su soberanía. — Fuð una usurpacion que el pais no comprendió y miró con indiferencia. La mayoría de los españoles era monárquica.- Conveniencia de proclamar la legitimidad de Fernando VII.-Semejanza de las Córtes estraordinarias con la asamblea constituyente francesa.-La conducta de esta última és mas digna que la seguida por la asamblea española.

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Cuando la revolucion invade bruscamente un Estado pacífico y desprevenido, rara vez se arraiga en él ni aun siquiera se organiza. Al recobrarse la sociedad de la sorpresa y asombro, que le causó el ataque, reune sus fuerzas, se defiende en masa y la arroja de su seno; porque la reaccion de aquella sociedad sorprendida es tan violenta, tan inesperada, tan brusca como lo fué la acometida de la revolucion.

Mas cuando esta, por el contrario, se anuncia paulatinamente y sin estrépito; cuando va minando el terreno poco a poco y sin que nadie se aperciba de ello; cuando acostumbra á la sociedad que trata de acometer á que vea su marcha con indiferencia ó con desprecio; cuando anuncia su presencia con ideas seductoras y misteriosas promesas, entonces la revolucion es mas temible. El opio de la confianza ó de la duda adormece á la crédula sociedad, y cuando quiere despertar ya es tarde.

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La revolucion se ha organizado ya; ha creado intereses; ha establecido principios; ha unido á su causa la de muchos que antes la detestaban ó perseguian, ligándolos á su carro con los fuertes lazos del interes y la ambicion; ha convertido en hechos injustos sus mas bellas teorías; y entronizada ya, es imposible arrojarla de la sociedad que ha trastornado, á no ser por uno de esos auxilios providenciales con que de tarde en tarde absuelve Dios á los pueblos desdichados y arrepentidos.

Ejemplo de estas verdades nos presenta la sociedad española en la época que vamos describiendo.

La revolucion francesa que, disfrazada de dictadura militar, invadio nuestro territorio en el año 1808, no pudo aclimatarse en España; pues recobrada la nacion de la brusca sorpresa del 2 de mayo, lanzó por fin de su suelo á la revolucion armada que lo invadia, si bien compró con su sangre y su fortuna los gloriosos laureles de la victoria.

Pues bien; esa misma nacion tan arrojada y valerosa que luchaba y vencia al ejército mas aguerrido de Europa, defendien– do su independencia y el trono de su rey, no pudo, no supo, ó no quiso vencer á la revolucion política que, sin necesidad, sin oportunidad, sin justicia, invadió su seno y desgarra desde entonces sus entrañas.

Y es que la revolucion, que desde aquella época desangra sus venas y consume su vida, se introdujo lentamente, y con la máscara de beneficiosas reformas ha ido arraigándose en España sin que esta se apercibiese.

Es que esa revolucion abusó de las circunstancias y de los tiempos; y engañando á los tiempos y á las circunstancias, sembró sus perniciosas semillas y afianzó insensiblemente su imperio. Por eso se ha entronizado entre nosotros; por eso será muy difícil, si no imposible, que quede destruida en muchos siglos sin un milagro de la Providencia..

Y no se crea por lo que dejamos espuesto que anatematizamos todas las revoluciones; no. Cuando un pueblo está sojuzgado por un tirano, abatido por su mal gobierno, postergado por sus desgracias, creemos justa, indispensable, necesaria una re

volucion sensata, que saque á aquel pueblo de su esclavitud, de su abatimiento, de su postergacion. Una revolucion hecha por todos y para todos; que una, y no separe; que iguale, y no nivele; que moralice, y no filosofe; que dé mas felicidad que ilustracion; que sea mas práctica que teórica.

Inútil creemos esplicar aquí el verdadero sentido de las anteriores apreciaciones. Sin embargo, para evitar toda interpretacion torcida de nuestras palabras, haremos ligeras aclaraciones.

Cuando sostenemos la necesidad, la justicia y la conveniencia del derecho de insurreccion de un pueblo, no aprobamos su ejercicio contra los gobiernos legítimos ó legalmente constituidos.

Nos referimos única y esclusivamente á los gobiernos intrusos, á las dictaduras estranjeras, á la tiranía de un hombre, llámese rey, presidente ó cónsul, reconocida y calificada de tal por la nacion en masa.

Por eso fué santo y legítimo el derecho de insurreccion de pueblo español en 1808, y lo seria mañana si un usurpador se apoderase del gobierno, menospreciando antiguos y legitimos derechos y pisoteando los fueros de la justicia y las leyes fundamentales.

Bajo ese punto de vista y solamente en esos casos sostenemos la revolucion, que seria una revolucion nacional y no de partido; el alzamiento en masa de un pueblo que se subleva por salvar sus leyes, sus derechos y su nacionalidad.

Pero ¿es de esa clase la revolucion á que dieron vida las Córtes estraordinarias? Claro es que no. La que aquellos legisladores' nos legaron es una revolucion que empezó por destruirlo todo, sin mas causa que ser antiguo.

Esa revolucion, que todavía se señorea del pais, ha desprestigiado el treno, sin engrandecer al pueblo; ha perjudicado á las altas clases, sin beneficiar á las bajas; ha otorgado derechos, y ha debilitado los deberes; ha dado libertad al pais, que solo disfrutan los que mandan, y le ha quitado la tranquilidad; ha propagado la ilustracion, y ha barrenado la moral; ha aumentado los recursos, y ha creado las necesidades; ha complicado la ad

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