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pleitos y sentenciarlos, y en algunas cosas que yo les cometo tocantes á la gobernacion. Por la informacion que yo hice de lo que me pidieron, que vino á su noticia, se tuvieron por embarcados, y creo que aun no les ha salido el miedo del cuerpo: yo los honro y autorizo, porque conviene así, y con papel y tinta son las armas que me parece que conviene hacer la guerra en este reino, porque lo demás seria lo pasado, y así ninguna palabra ni cosa hay que no va por su órden de informacion. Para esto me aprovecho del Dr. Cuenca y de un Alcalde de Córte que yo truxe, que se llama Chirinos, que aunque no es letrado, entiende de negocios, y es de buen ánimo. Y esto y saneado, que en el Cuzco, y los Charcas, y Quito, que son las partes importantes, tengo personas que darán buena cuenta de sí, y está bien proveido, porque el Audiencia que habian informado á V. M. que era menester en el pueblo nuevo ó villa de la Plata, no es necesaria, porque acá hay pocos pleitos de hacienda sustanciales, porque no hay mayorazgos, ni las antigüedades que en España, y el Audiencia que aquí hay sobra, y dentro de un año no tendrán que hacer. Todo pende de gobernacion, y esta crea V. M. que la hace mejor uno, por ruinmente que lo haga, que tres ni cuatro juntos, porque todo es pasiones y hacer por sus amigos, y un tizon para la tierra. Y ansí la verdadera provision es hombre escogido, de cordura y letras en los Charcas y Quito y Cuzco; que hay dende los Charcas á Quito seiscientas leguas; y estos que tengan buen partido, para que puedan estar con compañía y con abtoridad, y aunque se le dé bueno, es menos costa que Audiencia. Y ansí, si vienen Oidores para alguna parte, los tendré aquí hasta tanto que V. M. sea informado desto y provea lo que sea servido; y si en

alguna parte mandare V. M. que se ponga, seria en Chile, por ser seiscientas leguas de aquí y en reino por sí, que espero en N. S. que si se acierta á asentarse y ponello cristianamente y que entiendan los indios que no ha de ser la tiranía pasada, que ha de ser mejor queste.

Toda la gente dañada que sale desta tierra, va á repararse á Pasto, ques en el distrito y jurisdicion del nuevo reino de Bogotá, que me dicen questá casi docientas leguas de á donde reside el Audiencia, por lo cual acuden tambien allí los de aqueste jaez. Pasto está de la ciudad de Quito cuarenta leguas, y está sesenta y cinco de la parte donde reside el Gobernador de Popayan, por lo cual los delincuentes no se pueden prender ni castigar. Paresce questo se remediaria con que V. M. mandase que Pasto entre en la gobernacion deste reino, porque el gobernador que ha de residir en Quito está más cerca y lo tiene más á la mano para deshacer aquella ladronera que siempre está allí armada. Los ministros que V. M. ha tenido en estas partes, cumplen mal las cartas de justicia que se invian para prender delincuentes que se van de unas partes á otras; V. M. les mande escrebir que tengan cuidado de que se executen las tales cartas, y que se castiguen los delincuentes, porque en este reino se tendrá de lo uno y de lo otro.

Con esta van unas cartas, que me han escrito el licenciado Muñoz dende el Cuzco y el licenciado Altamirano dende Chocuito; V. M. mande que se vean en el Consejo, que son acerca de lo que van ordenando conforme á lo que les dixe y á la instrucion que les dí.-N. S. la S. C. C. Real persona de V. M. guarde, con aumento de más reinos y señoríos, como los verdaderos criados y vasallos de V. M. deseamos.-De los Reyes, 3 de noviembre

de 1556.-De V. S. C. C. M. criado y vasallo, que sus Reales piés y manos besa.-El Marqués de Cañete.

RELACION HECHA POR D. GARCÍA DE MENDOZA, GOBERNADOR DE CHILE, AL Virey eel Perú, DESDE LA CIUDAD DE CAÑETE de la Frontera, NUEVAMENTE POBLADA EN ARAUCO. (1)

Yo salí á 1.o de Noviembre de la Concibicion (2), llevando comigo seiscientos hombres, muy escogidos soldados, y mill caballos, y tres ó cuatro mill amigos de servicio, y con una docena de religiosos con su Cruz delante, inviando todos los indios amigos y caciques, haciendo amonestaciones á estos indios y prometiéndoles el perdon y la paz y el buen tratamiento; y no obstante esto, inviaron muchas veces á decir por otros caciques y los capitanes dellos, que era un Capulican y Cancomangue, unos indios muy belicosos, desasosegados y crueles con sus indios, que me diese prisa á ir á donde ellos estaban, porque me querian comer á mi y á toda la gente que llevaba y tomarme todo lo que llevaba; y que si me tardaba, que ellos me vernian á buscar. Y la informacion que todos los indios me daban, era que habia más indios que yerbas en el campo; y así como la más gente que traia era chapetona y los baquianos (3) estaban tan ame

(1) Coleccion de Muñoz, tomo LXXXVIII.

(2) Concibicion, por Concepcion.

(3) Gente chapetona, es lo mismo que visoña; baquianos, suponemos que tiene análogo significado..

drentados de las burlas pasadas, sentí que andaba grand miedo en el campo, y por darles á entender lo poco en que los habíamos de tener á estos pobres indios, hice echar una barca en un rio muy grande, que tiene dos leguas de ancho, y metí veinte arcabuceros de mi compañía y cinco caballos, y dexé los arcabuceros en defensa del paso del rio, é yo entré con cinco de á caballo dos leguas la tierra adentro, y la corrí toda y me volví á mi gente. Y con esto parece que tomó la gente ánimo, y los indios fue cosa que sintieron mucho, por verlo hacer con tanta brevedad, y fueles arma á que pasábamos ya el rio y empezaron á enviar mensajeros y hacer sus juntas generales; juntáronse todas las provincias de la redonda, la mayor cantidad de gente que pudo, y quisieron ir á estorbarme el paso del rio; é yo por desmentirles, volvime con mi compañía á la Concibicion, que tenia allí mi campo: hice salir la barca del rio y dexélos deshacer. Desque me pareció que estaban vueltos á sosegar, apercebí una noche todo el campo, y otro dia hice ir todos los barcos de los navios y barca grande por la mar, y gente que venia de la Imperial, que nos traia ganado, inviéles diez de á caballo que fuesen al rio, y por mar y tierra allegamos todos á un tiempo al rio y empezamos á pasar. Y por grand prisa que me dí, habia tantos caballos y ganado, que me detuve en pasar seis dias; y luego aquella mesma tarde que acabaron de pasar los porqueros, ordené mi gente en esta manera: á media legua del campo una compañía de cuarenta caballos, repartidos unos delante de otros y por todos lados, y otros diez de á caballo á vista dellos y del campo, para que en dando ellos arma, nos la diesen á nosotros; y delante de mí doce religiosos con la Cruz y luego yo; y trás de mí, mi compañía en la

vanguardia, y trás la mia, tres compañías de infantería, de arcabuceros, y piqueros, y espadas, y rodelas; luego siguia cinco capitanes de á caballo en una hilera, y trás dellos el estandarte Real, y de un lado llevaban á D. Pedro de Portugal, alférez general, y del otro lado al licenciado Santillan, y en la misma hilera los alférez de los capitanes que iban delante con sus estandartes, y trás dellos, en sus hileras de cinco en cinco, todas las compañías y el fardaje y las piezas; llevábamoslo todo por un lado una compañía de á caballo y otra de infantería de retaguardia. Y con esta órden anduvimos este dia dos leguas, á donde en un buen llano, aunque habia algun poco de monte, nos alojó el maestre de campo; y por tener nueva que nos querian venir á estorbar el paso los indios, me subí en un cerro alto de una barranca á reconocer si se parescia alguna gente, y volvíme al campo y envié quince ó veinte corredores con el capitan Reinoso, á que corriese el campo. Y en pasando una legua de adonde estaba alojado el campo, se vió cercado de indios, y fuele forzado venirse ritirando, y porque no le matasen, haciendo rostro en algunos pasos á los enemigos; y envió á dar arma, y envié á reconoscer lo que era, con treinta de á caballo, al maestre de campo Joan Remon, y fuele forzado no poder salir sin pelear de entre los indios, y así envióme á pedir socorro y que no podian salir por unos pasos malos que habia de ciénaga, sinó le enviaba socorro; y quise yo ir allá, y todos los soldados y frailes y clérigos me asieron de las riendas del caballo, que no los dexase. Llevé la infantería á pié, y les parescia que los desmamparaba, y estúveme así junto al Real con mi campo, y de allí invié al capitan Rodrigo de Quiroga con cincuenta lanzas, y á mi alférez con mi compañía de ar

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