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sando en los inconvenientes que aquel paso traería, rectificaron su parecer, resueltos á no mudar de sitio; á lo que se agregaba que el capitán general estaba proporcionando toda clase de auxilios para las nuevas fábricas. Estaba ya reparada la mayoría de los templos, habiéndolo sido también las Casas Consistoriales, la cárcel, el matadero y las carnicerías públicas, con recursos suplidos por el mayordomo; en mérito de lo cual se rogaba al monarca el despacho favorable de lo que antes se le había pedido. (*)

Preciado timbre de honor es para el Cabildo la conducta que en tan triste emergencia supo observar y que estaba en armonía con sus tradiciones y con el espíritu que á esos cuerpos llevaba á moverse en la amplia esfera de diversos y trascendentales intereses. Armándose los concejales de ánimo y energía, doliéndose de las desgracias de la ciudad, cuyos lastimeros ayes les habían hecho derramar amargas lágrimas, volvieron la vista al rey, para pedirle el auxilio que los vecinos necesitaban á fin de restituir á Guatemala los monumentos que la embellecían y le daban crédito en el interior y en el exterior; pero al agitarse en tal sentido, recomendaban providencias que habían de ceder en beneficio de todo el reino.

(*) Colección de documentos antiguos del archivo del Ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, formada por su secretario don Rafael Arévalo.

CAPÍTULO IX

SUMARIO

Dificultades que encontraba el bienestar de Honduras por causa de los piratas y por el mal manejo de muchos de los funcionarios.- Vigilancia de la Audiencia, sistema represivo y otros detalles.- Presencia del oidor don José Rodesno en Comayagua.- Peripecias con motivo del encarcelamiento de algún gobernador.- Rasgos descriptivos del territorio de Honduras.- Escaso movimiento que allí predominaba.- La vida pública en aquella provincia.- Consideraciones sobre el particular.— Indiferentismo de los habitantes en orden al bien común.-Sus derechos y deberes. Concentración del gobierno.-El régimen municipal.— Ayuntamientos establecidos.- Causas de supresión y de restablecimiento de municipios.-Tutela administrativa.- Sosiego público.- Tenientes de los partidos.-Organización del gobierno de los puertos.- La alcaldía mayor de Tegucigalpa.- La justicia en primera Instancia.- Los asesores.-Abogados residentes en la provincia.- Responsabilidades de los jueces legos, que no se asesoraban.- Caso práctico para comprobarlas.-Leyes penales vigentes en el reino de Guatemala.- Indicaciones sobre la materia.- Espíritu de la legislación penal en Europa.- Detalles sobre ese punto.- Fallos de los tribunales de estas provincias por diferentes delitos.-Sueldo del gobernador de Comayagua.- Privaciones que en esa ciudad se padecían-Confirmación de tales inconvenientes en una carta del coronel Ibáñez Cuevas.-Condiciones en que estaban los gobernadores de Nicaragua y de Costa Rica y los alcaldes mayores de San Salvador y Chiapa.-Clase social de los españoles que venían á desempeñar cargos públicos.— Existencia que en lo general llevaban en España. Solicitud de Miguel de Cervantes Saavedra para obtener un empleo en el reino de Guatemala.- Frecuentes inquietudes en el litoral del Norte de Honduras.- Fomento del adelanto.- Las industrias.- El trabajo de la familia.- Agricultura.- Inconvenientes que encontraba el progreso. La riqueza pública.- Los diezmos de Olancho.- La catedral de Comayagua y otros edificios. La vida intelectual en sus varios aspectos. La medicina y la cirugía.- Los curanderos.-Lo ocurrido en San Salvador respecto de uno de éstos.-El protomédico. Las boticas.-- Otros detalles.- Situación de Costa Rica en materia de medicina, farmacia y otros ramos.- Las escuelas en Honduras, cátedras y Colegio Seminario. Escasez de sacerdotes.-- Curatos, conventos de regulares, feligreses. Sínodos y otras obligaciones que pesaban sobre el fisco.Ciertos estudios.-Colegios en las demás provincias.- Universidades.—

Minerales y ganado vacuno en Honduras.- La agricultura en las varias provincias.- La inseguridad.- Las alcabalas.- El tributo de los aborígenes.- Un dato estadístico sobre la capitación en el partido de Gracias.-El tráfico con España y los derechos de entradas y salidas.- El contrabando.- La libertad política como organismo de adelanto en general. Los reglamentos restrictivos.- La exclusión de extranjeros.Las cofradías como causa de empobrecimiento de los aborigenes.

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Si Nicaragua y Costa Rica experimentaban el desasosiego producido por las algaradas de los corsarios, Honduras sufría más aún en tal concepto: puede sostenerse que el litoral del Norte de esa provincia era el teatro de las principales operaciones de aquellas gentes desalmadas. Ninguna sección del país ocupaba tanto la atención de la Audiencia, y en ninguna otra hubo cambios tan frecuentes de autoridades, porque los abusos que los gobernadores y otros funcionarios cometían, señaladamente por fraudes contra las reales cajas, determinaban su encausamiento y relevo. El poder central, residente en la ciudad de Guatemala, ejercía la vigilancia posible en aquel territorio, aplicando sin contemplación el sistema represivo: preocupábase de las transgresiones de la ley, para castigarlas, pero no era dado que encontrara adecuados medios para prevenirlas. Tras un buen gobernador venían cuatro malos: el buen ejemplo de uno no servía de estímulo á otros; y la ciudad de Comayagua era espectadora pasiva de los excesos á que se entregaban los agentes del gobierno. Aguardábales, es verdad, el juicio de residencia al terminar su período; pero la perspectiva de ese juicio no siempre tenía virtud bastante para contenerlos. El ansia del lucro los aguijoneaba, y la esperanza de eludir responsabilidades al favor del sigilo en sus manejos como defraudadores del real erario al comerciar ilegalmente, era para ellos una prenda de impunidad, que los adormecía, acallando la voz del deber.

Impotente la Audiencia para dominar la enfermedad, enviaba á veces a Comayagua, como recurso extremo, ya espontáneamente, ya por regio mandato, á uno de sus mi

nistros, concediéndole amplias facultades para poner el remedio allí donde apareciera el mal. En 1719 fué allá el oidor don José Rodesno, y su presencia sirvió para restablecer la moral administrativa. Llegó después como gobernador el distinguido coronel don Diego Gutiérrez de Argüelles; pero el mal tenía hondas raíces, y habría sido fantástico el pensar en aniquilarlo. Los malos gobernadores volvían á presentarse en el campo, con su séquito de funestos auxiliares, y la historia los ve desfilar como se suceden en el lienzo de linterna mágica las figuras que hieren la imaginación del curioso que se entretiene contemplándolas.

Las batallas que contra la ley y el derecho se libraban ofrecían curiosas peripecias en el encarcelamiento de algún gobernador delincuente, en el refugio que algún funcionario buscaba en la catedral de Comayagua para evadirse del castigo, ó en el envío que con fuerte escolta hacíase de un oficial real á Guatemala, para que expiara en esa ciudad sus extravíos ruidosos.

La soledad augusta de país tan vasto y desierto no era turbada más que por el susurro del viento en los pinares, ó por el rayo que descargaba su furor en las espesas selvas vírgenes no holladas por planta humana. Leguas y leguas recorríanse, como se recorren aún, sin encontrar una vivienda, sin que halagase el oído el canto del gallo, que anuncia la habitación del hombre. Grupos de viandantes en perezosa marcha, yendo del campo á su alquería y deteniéndose junto á un riachuelo para apagar la sed y comer sus mal sazonadas provisiones; ganados encaminándose á la feria de San Miguel, ó á la ciudad de Guatemala, al cuidado de sencillos olanchanos; tribus de indios bárbaros allá por el Norte, vegetando medio desnudos entre una naturaleza bravía; harapientas mujeres recogiendo en el Guayape las codiciadas arenas de oro; toscas piraguas henchidas de maíz ó de bananas, surcando el Ulúa ó el Aguán, y algún rico hacendado, que, caballero en mula trotona, iba á visitar su heredad: hé allí lo que se hubiera presentado á las miradas de quien hubiese podido abarcar

con la vista, como en ancho panorama, la tierra hondureña, la que, en su aspecto natural, habríasele ofrecido exuberante y majestuosa, con sus corpulentos cedros y sus encinas elevadas, sus cocoteros y plátanos, sus aromáticas flores y sabrosas frutas, sus pintadas aves, sus colinas cubiertas de vegetación brillante, alternando con cañadas pintorescas y barrancos profundos, con el gran valle en que está la ciudad de Comayagua, caldeada por ardiente sol, y con otros centros populosos, en diferentes rumbos y á largas distancias, como Tegucigalpa y Choluteca, Santa Rosa y Gracias, Juticalpa, Sonaguera, San Pedro Sula, Yoro, Trujillo, Puerto Caballos, y con el archipiélago de la Bahía en el mar del Norte, y en el del Sur las islas del golfo de Fonseca, objeto de la codicia del rapaz pirata.

La vida pública no existía, ni era dado que la hubiese bajo un régimen que no autorizaba la intervención de los asociados en los negocios de interés general, y que no consentía el examen de los actos oficiales, porque encontraba su fuente en el gobierno del derecho divino, que daba leyes en los varios ramos. ¿Quién hubiera soñado con el goce de la libertad política en tiempos en que el absolutismo imperante en Europa, otorgaba á los reyes el poder supremo, sin dejar á los pueblos ni una pequeña parte en el ejercicio de la soberanía? No data de muy atrás, en la práctica al menos, la división de los poderes, que ha venido á enriquecer el patrimonio de la razón universal al garantir con tanta amplitud á los ciudadanos en el presente siglo. Además, ¿qué sistema era dado establecer en una colonia compuesta de razas distintas por el origen, la lengua y los antecedentes históricos? Gentes sumidas en la ignorancia, no hubieran podido ejercer provechosamente ciertos derechos, ni aceptar los sacrificios que su mejora de condición reclamaba. La autoridad tenía que hacerlo todo, supliendo la ausencia de fuerzas sociales, y reduciendo la coacción á la menor medida posible. Allá en los apartados caseríos de Yoro y Sulaco, por ejemplo, ninguna idea se alimentaba respecto á los intereses de la colectividad, y desconocíanse los estrechos. lazos que entre esos intereses y los individuales subsisten.

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