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ésta los tuviese presentes para conferirles empleos de los de nombramiento reservado á ese alto cuerpo. Los caciques de Nicoya, defensores también de aquel partido, fueron objeto de una demostración honrosa: dióles el rey las gracias por conducto del capitán general de este país.

La conservación de las Indias en poder de España, era asunto que preocupaba á los reyes de Castilla, que veían con particular solicitud sus dominios del Nuevo Mundo, oponiéndose siempre á que alguno de estos territorios cayese en manos de extranjeros. A 17 de febrero se expidió en Madrid una real cédula, por cuyo medio se decía al capitán general de Guatemala que el Elector de Brandeburgo deseaba adquirir, y daba pasos en tal sentido, una porción de tierra en América, á poca distancia de San Thomas, para apropiársela por una suma de dinero, suponiendo que el rey de Dinamarca le cedería una de las dos islas ocupadas ya entonces en las Antillas por los dinamarqueses. Encaminábase el objeto del Elector á establecer en esa isla una colonia para inquietar más fácilmente los bajeles castellanos en sus viajes de Puerto Rico para España, y hacerse pagar los subsidios que pretendía le adeudaba esa nación. El gobernador de Flan

Mandaban aquella expedición, como general, Nicolás de Agramont, á quien otros llamaban Banoven; Lorenzo Jacomen, mulato fugitivo de la justicia, famoso con el nombre de Lorencillo, y un francés á quien sólo se da el nombre de Monsieur Ramon.

Los piratas acertaron á llegar á Veracruz cuando estaban depositados en la ciudad los caudales, las joyas, la plata labrada, las mercaderías y los regalos que debían embarcarse en la flota, y por eso el botín que hicieron fué extraordinario.

El hambre y la sed comenzaron á atormentar á los prisioneros en la iglesia, agravándose aquellos sufrimientos por el calor de la estación en tan ardiente clima y por la aglomeración de tan gran número de personas en sitio tan reducido. Pronto principiaron á morir sofocados los niños, y constantemente llegaban á la iglesia grupos de piratas, que escogían entre las mujeres de todas las clases de la sociedad que allí estaban presas las que mejor les agradaban para saciar sus brutales apetitos, y tanto había el terror ganado aquellos corazones, que no se registró el caso siquiera de un hombre que hubiera matado á su mujer, á su

des había participado á la Corte de Madrid que el rey de Dinamarca y el. Elector de Brandeburgo estaban negociando un tratado para comerciar con las Indias. Preveníase, pues, al capitán general de Guatemala que dictara sus providencias para que, en el caso de llegar á estos puertos buques de alguno de los soberanos dichos, no los admitiera, rechazando cualquier designio por ese medio. intentado contra los dominios y vasallos del rey de Castilla.

Sojuzgadas por las armas de España las naciones aborígenes, y establecido en ellas, cual organismo de vida, el régimen de la nueva administración, no podían las tribus del Petén y otros puntos permanecer ajenas al movimiento saludable del resto del país. La ley tiene que ser una misma para los individuos llamados á someterse á una autoridad común, y en el territorio del distrito gobernado por la Real Audiencia de Guatemala existían numerosos grupos de indios sustraídos al influjo del sistema colonial. El lazo político no puede sostenerse allí donde falta la fusión de todas las fracciones en un solo cuerpo, porque ese es el único modo de evitar lo que se llama particularismo: la uniformidad es necesaria en lo

hija ó á su novia, antes que verla profanada por las torpes caricias de aquella desenfrenada soldadesca.

Los gritos de las mujeres, los llantos de los niños y las quejas de los heridos animaron al cura para pedir socorro; después de grandes trabajos y de terribles ultrajes consiguió que le permitiesen salir de la prisión y hablar con el general, de quien alcanzó que llevasen á los prisioneros agua y pan, pero en tan cortas cantidades, que se trababan entre aquellos desgraciados terribles luchas por conseguir algo de aquel insignificante socorro.

Tres días y medio permanecieron los vecinos presos en aquella espantosa situación, procurando los piratas hacerla más terrible con el objeto de obligar á todos á que descubriesen dinero, joyas ó mercancías que tuviesen ocultas; valíanse para ello unas veces de poner cajones y barricas de pólvora dentro de la iglesia, amenazando con hacer saltar el templo; otras, rodeando con la artillería para hacer fuego hasta arrasar el edificio; amontonando otras en derredor inmensas cantidades de leña para que pereciesen entre las llamas todos los prisioneros. El espanto

SOS.

que depende del gobierno central, mientras que la variedad no tiene otra razón de ser, en los pueblos ya organizados, que la que se deduce de la existencia de los municipios que sea dado ir formando: al concentrar en un mismo punto muchos rayos de luz se extiende el campo de la actividad humana y se favorecen todos los progreLa mejora de condición del país en sus varias partes, reclamaba la unidad administrativa, para que los desheredados del Petén y Lacandón saboreasen los frutos del gobierno europeo, que traía, con sus reglas de justicia, los cimientos de un porvenir más venturoso que el que hubiera podido esperarse de la viciada civilización anterior á la conquista de estas tierras por Alvarado, Olid, Hernández de Córdoba y otros capitanes españoles.

Varios misioneros habían ya trabajado por la reducción de los choles y lacandones, consiguiendo algún fruto, aunque luego volvían aquellas tribus á sus costumbres nómadas y salvajes. En 1686 vinieron de España nuevas órdenes para que no se desistiese del intento: hízose lo posible por alcanzar ese beneficio; pero era empresa harto escabrosa dominar la índole rebelde de los indios y abrir

produjo allí escenas conmovedoras; hombres hubo que se arrojaron por las ventanas matándose del golpe; morían las mujeres de terror ó sofocadas por el calor y envenenadas por aquella atmósfera corrompida. Algunos ricos fueron sacados por los piratas de la iglesia, y se les dió tormento á ellos y á sus esclavos para arrancarles el secreto de riquezas que se suponían ocultas.

Los piratas hicieron cargar y embarcar el botín, valiéndose para ello de todos los hombres que habían aprehendido, y separaron las mujeres que les parecían más bellas, dejando el resto en las prisiones.

El viernes procedieron los piratas á embarcarse, llevándose á todos los prisioneros, de los que muchos murieron en el tránsito antes de llegar á los navíos. Hasta el sábado 2 á las diez de la mañana no terminó aquella operación, que precipitaron los piratas por haber comenzado ya á presentarse por los médanos algunas guerrillas de las gentes del campo, que no se atrevían á atacar resueltamente, pero que algunas veces penetraban en la ciudad, matando á los que podían de los enemigos.

Cargados de botín y de prisioneros los navíos franceses llegaron á la isla de Sacrificios, inmediata al puerto de Veracruz. Allí volvieron á

se paso al través de espesos bosques y profundos barrancos, bajo un sol abrasador y entre multitud de reptiles Hubo, pues, de aplazarse para más adelante

venenosos.

la sumisión de esos y otros indios.

La tasación que para el pago de tributos se hacía cada cinco años, había demostrado que los indios del pueblo de Escuintenango, de la provincia de Chiapa, se encontraban escasos de medios para satisfacer anualmente al cura párroco los ciento cincuenta pesos en dinero y las cuarenta y ocho fanegas de maíz que para su subsistencia le proporcionaban. Acudieron los indígenas al Superior Gobierno de Guatemala, manifestando no serles ya posible el pago de la cuota dicha, y pidiendo que se declarase en tal concepto lo que debieran dar al cura en lo sucesivo.

Movido por un sentimiento de justicia don Enrique Henríquez de Guzmán, presidente de la Audiencia, gobernador y capitán general de Guatemala, expidió un auto destinado á procurar que se formasen aranceles bien explícitos sobre lo que debieran satisfacer por los servicios de los curas doctrineros los indígenas de las respectivas parroquias.

desembarcar esperando el rescate de los vecinos de la ciudad que llevaban y por los que exigían una gruesa suma. La isla no presentaba abrigo ni comodidad alguna; faltaban los alimentos y el agua potable, y los desgraciados prisioneros expuestos al ardiente sol de los trópicos fueron abandonados allí por los piratas, que se retiraron después de haber recibido en Veracruz ciento cincuenta mil pesos á cuenta de rescates, y se llevaron tres mil personas entre negros y mulatos de ambos sexos y la mayor parte de los niños libres ó esclavos de ocho á nueve años de edad. Hasta el domingo 19 no pudieron volver á Veracruz los desgraciados que habían quedado en la isla de Sacrificios, pues ni se encontraba embarcación que por ellos fuese para llevarlos al puerto, ni pudieron ellos tampoco dar aviso de su situación.

En la isla de Sacrificios movióse una riña entre Lorencillo y Nicolás Agramont, de la que resultó que el mulato hiriera gravemente al jefe francés.

No se pudo calcular el monto del rico botín que hicieron los piratas; quizá no hay un ejemplo de asalto que les produjera tan pingüe resul

En la diócesis de Guatemala y en la de Chiapa existía, en los pueblos de indios, la costumbre de que éstos sustentaran á sus administradores eclesiásticos con el producto de los bienes de comunidad, y con tal motivo prevenía el arancel vigente que no se exigiesen derechos por bautismos, casamientos y demás servicios de los párrócos. La Audiencia, tomando en consideración lo expuesto, dispuso que se librara despacho para que los aborígenes del pueblo dicho no estuviesen obligados de modo alguno al contingente referido, y por ruego y encargo sè prohibió al cura pedirles la cuota, debiendo éste conformarse con el producto de lo que se denominaba sínodo y doctrina y que por reales cédulas le estaba asignado.

Los religiosos dominicanos de la provincia de Chiapa objetaron la providencia, pretendiendo que los indios estaban en el deber de sustentar á los curas doctrineros, y que, en el evento de no ser eso posible en Escuintenango, se discurriese otro arbitrio apropiado, pues así lo preceptuaban diferentes ordenanzas, autos acordados y reales cédulas.

tado. Las pérdidas sufridas en Veracruz se calcularon en más de cuatro millones de pesos; el número de muertos entre los vecinos de la ciudad pasó de trescientas personas. Los piratas desembarcaron más de novecientos hombres, en los que había de todas nacionalidades: franceses, ingleses, españoles, mulatos é indios.

La noticia del desembarco de los piratas llegó á México, y el virey, conde de Paredes, dispuso inmediatamente que se levantasen en armas todos los vecinos capaces de servir en la tropa; comisionóse á los oidores Delgado y Solís para mandar la expedición que salía á Veracruz; la infantería, en número de dos mil hombres, estaba al mando del conde de Santiago, y la caballería á las órdenes del mayorazgo de Urrutia de Vergara pero el auxilio era tardío. El virey en persona salió para Veracruz el 17 de julio, y sólo llegó para formar proceso y condenar á la pena capital al gobernador de la plaza, que apeló de la sentencia y fué remitido á España en la flota.

Cuando los piratas estaban aún en la isla de Sacrificios, se avistó la flota que llegaba de España á cargo de don Diego Zaldívar; pero logra ron retirarse tranquilamente, sin que ninguno de los navíos españoles pudiera darles alcance.

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