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das de Montbuy y otros. La pérdida de Martorell se achacó principalmente á D. Diego de Vergós, caballero catalán, de quien se dijo que, mandando una compañía de infantería, dió lugar á las tropas reales á que pasasen el Coll de Corbera sin haber intentado contrariarles 1.

Detúvose el marqués de los Vélez todo un día en Martorell para dar algunas horas de paz y descanso á su fatigada tropa, y en seguida ordenó que el ejército avanzase á ocupar los lugares de Molíns de Rey, San Feliu y Esplugas, acuartelándose en ellos, ínterin él reunía consejo de generales y oficiales superiores para poner á discusión si se atacaría la capital del Principado y en qué modo y forma.

Mientras tanto, Barcelona, al ver cerca al enemigo, se dispuso valerosa á la defensa. Mujeres, niños, ancianos, sacerdotes, todos se reunieron bajo el sagrado estandarte que tremolaba la patria en peligro; todos se dispusieron á vender caras sus vidas, á pelear hasta verter la última gota de sangre, á no ceder mientras quedara vivo un solo defensor y en pie una sola piedra. Reinaban en la ciudad una actividad y movimientos extraordinarios. Pablo Clarís y Francisco de Tamarit se multiplicaban acudiendo á todas partes; la vigilancia en las murallas y puertas era extraordinaria; cada uno ocupaba su puesto, y los concelleres mandaban, bajo pena

1 "A las 5 de la tarde del 21 de Janer arribaren dos correus ab la desditxada nova com lo enemich ab tot son exercit habia rompudas las trinxeras del nostre exercit de Martorell, y que aquell habia sigut tot derrotat, á causa que mossen Diego de Vergós cavaller de la ciutat, ab sa companyia de infantería doná lloch als castellans pasasen per lo coll de Corbera, sens haber volgut pelear ab ells sino retirase y desamparant son puesto, que lo senyor conceller III ab la bandera de la gloriosa Santa Eulalia, se era retirat ab 3.000 homens de guarnició, del millor modo que pogué en Mata de Mura, en lo Vallés; habense tambe retirat á unya de caball en la present ciutat lo senyor Francisco de Tamarit, diputat militar ab algunas tropas de caballería.„, (Dietario del archivo municipal.)

de la vida, que antes de tres horas acudiesen á tomar las armas todos los que hubiesen cumplido la edad de quin

ce años 1.

Otra resolución más enérgica, más decisiva, más terminante tomó aún en aquellos críticos momentos la ciudad de Barcelona, y fué la de reconocer por su conde al rey de Francia, bajo cuyo protectorado se había ya puesto. Podrá decirse de esta determinación lo que se quiera; pero habrá de confesarse que en aquellos momentos, á la vista del enemigo poderoso, ante las armas contrarias extendidas en el llano, fué una resolución heróica, un guante de desafío arrojado á la soberbia del contrario, un juramento solemne de perecer abrasada entre sus ruinas, antes que sucumbir á implorar clemencia y misericordia del conculcador de sus fueros y del despojador de sus libertades.

Conviene consignar, antes de todo, que á 16 de Enero había tenido lugar en Barcelona una solemne convocación de los tres Brazos, ante los cuales se presentó M. de Plesis Besanzon, plenipotenciario del monarca francés, ofreciendo en nombre de éste que Francia admitiría á Cataluña bajo su protección, con que redujese su gobierno al de república 2; resolviéndose el 18

1 “22 de Janer. Pena de la vida á tot hom de 15 anys en a munt dins tres horas se allisten.,, (Dietario.)

2 La comunicación que se pasó con motivo de esto al Consejo de Ciento, y que con el título de Proposició dels Brassos tinguts á 16 de Janer de 1641 obra en los acuerdos de este Consejo (archivo municipal), dice así:

"Lo senyor de Plesis Besanzon ha fet ostensió dels poders que lo rey cristianísim li ha donats en orde á la assistencia que desitja fer á esta provincia per sa conservació, en los cuals entre altres capitols li dona poder sa Magestad cristianíssima per admetrerla debaix sa protecció ab que deduesca son govern á forma de república ab los pactes y condicions que entre la provincia y sa Majestad cristianíssima se ajustaran, y ha demanat juntament que aquesta intenció de son rey se propose á

del mismo mes admitir solamente el protectorado, confiando aún poder conseguir la concordia con el rey 1.

Era inútil, sin embargo, pensar que esta concordia pudiese tener lugar ínterin estuviese al lado de Felipe IV aquella especie de ángel malo del monarca llamado conde-duque de Olivares.

El 23 de Enero, el día mismo que el marqués de los Vélez salía de Martorell dirigiéndose con todas sus fuerzas sobre Barcelona, convocábase de nuevo en ésta la junta de Brazos para tomar una resolución definitiva. Concurrida y solemne fué la junta, y á ella acudieron más de 200 personas representantes de todos los estamentos y clases. Varias voces se levantaron en aquella sesión memorable para hacer ver lo crítico de las circunstancias y lo conveniente de tomar un acuerdo que satisfaciese al país y pudiese ser garantía de las patrias libertades, por las cuales tantos y tan repetidos sacrificios de sangre y de oro se estaban haciendo. Hábiles y autorizados oradores se lamentaron con sentidas quejas de ver que no eran atendidas las razones y justicia de los catalanes, sino muy al contrario, despreciadas sus súplicas, burladas sus instancias, desoídas sus peticiones. Hubo quien dijo que el propósito del ejército real era sólo la destrucción universal del Principado, abrasando sus campos, arruinando sus pueblos, consumiendo sus tesoros, vituperando sus honores, y últimamente reduciendo la ilustre nación catalana á miserable esclavitud; otro puso en relieve la malicia del privado y la debilidad del rey, y no faltó quien manifestase que era llegado uno de los casos previstos por las leyes en que á la república pueda ser lícito excusarse del impe

V. S. com ho fem, perque V. S. sobre aquest fet nos aconselle lo que li aparesca mes convenient per nostra conservació y establiment del govern de aquestos principats y comtats.,

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rio del señor natural y elegir otro, según los mismos fueros de la naturaleza, añadiendo que las leyes eran en este país paccionadas, que la soberanía residía en el pueblo, que el rey Felipe había faltado á su juramento de guardar y hacer guardar las leyes y libertades, y que lícitamente podían apartarse los catalanes de su obediencia, nombrando á otro rey, como país libre y en uso de su soberanía 1.

Cada uno de los oradores había hablado en nombre de sus representados, y todos estaban acordes en el punto esencial de resistirse y de reconocer el derecho á elegir otro rey, por haber Felipe IV faltado al pacto de su reconocimiento. Decidióse, pues, por aclamación y voto unánime proclamar conde de Barcelona á Luis XIII de Francia, el Justo, siempre que aceptase los pactos y condiciones que luego se extendieron y podrán leerse, copiados de nuestros archivos, en el apéndice número (III) á este libro.

Aquel mismo día 23 hubo también Consejo de Ciento, y á él se presentó una embajada de los Brazos á manifestarle aquella determinación, decidiendo el Consejo secundar y aceptar el acuerdo tomado en las Cortes ó junta general de Brazos 2.

1 Archivo de la Corona de Aragón. (Dietario.)

2

"Dimecres á 23 de Janer. En aquest día se tingué Concell de cent en lo cual los senyors Francisco de Tamarit diputat del general de Catalunya, y lo M. I. S. Plesis de Besanzon procurador del cristianíssim Don Lluis, rey de Fransa; lo molt reverent Pau del Rosso, degá y canonge de la seu de esta ciutat, D. Ramon de Guimerá y mossen Jaume Llobregat y Amell ciutadá, vingueren am embaxada, á dit consell de part del dit cristianíssim rey de Fransa y generalitat de Catalunya en rahó dels pactes se habian de fer y firmar entre dit rey cristianissim y aquest principat sobre lo posarse aquesta ciutat y provincia á obediencia de dit rey cristianíssim en lo mateix modo y forma que se capitulá ab Carlo Magno y demes sereníssims reys d' Aragó. E tambe vingué en dit Consell de Cent lo illustrissim y excellentissim senyor D. Egidi Manriquez

Entonces los diputados, oidores y concelleres hicieron redactar un manifiesto para demostrar la justicia de su acuerdo, fundada en razones políticas y morales; escribieron juntos al rey aclamado, y participaron al pueblo lo que pasaba, el cual aceptó alegre el nuevo príncipe y gobierno.

Los motivos que alegaban los catalanes eran fundados en el paccionamiento de sus leyes; en el derecho de la soberanía nacional; en el quebrantamiento del juramento por parte del rey, que con este motivo dió por nulo el contrato y pacto bajo los cuales se le había reconocido por monarca. Y prescindiendo de esto, véase cómo se expresó públicamente un orador religioso en aquellas circunstancias:

«El amor grande que los catalanes han tenido á sus príncipes, dice, es público y notorio, y lo es muy par- » ticularmente el que han demostrado al católico Felipe IV de Castilla y III de Aragón. ¿Qué no han hecho para servirle á la medida del amor cordial que le han tenido siempre? Hanle mostrado este amor con voluntad, con obras, con consejo, con honra, con hacienda, con personas, con vidas y con defender extremadamenbisbe de Barcelona y assentat al costat del senyor conceller en cap tenint la precedencia se alssá, y estant de peus digué y esplicá al dit consell que sa Exelencia per causa de la indisposició pochs dies habia tinguda, no li era estat posible venir á representar á la present ciutat los inconvenients se consideraven en sustentar la guerra y lo cuánt be seria que las materias corrents se mirasen de quin millor modo se porien asentar ab benefici de esta ciutat y provincia, y que ell com á pare spiritual los aconsellaba que dels dos mals en ques trovaba posada esta ciutat, prenguesen lo menor, offerint que si sa Exellencia era bo en alguna cosa lo empleassen que ab molt grant gust y bona voluntat se dispondria á tot alló que li seria ordenat y manar fer. E lo dit consell oides las ditas embaxadas deliberá, que aquesta ciutat y provincia se posás baix la obediencia del dit cristianíssim D. Lluis ab los pactes contenguts en la deliberació de Brassos generals., (Dietario del archivo municipal.)

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