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das partes refuerzos considerables á Barcelona y contingentes al ejército catalán. Los diputados y los concelleres escribieron al rey Luis de Francia el buen éxito de la jornada del 26 y las esperanzas que cifraban en el porvenir, y el 31 de Enero partió á llevar estas cartas en persona M. de Plesis Besanzon. También se escribió al cardenal Richelieu 1.

Barcelona no se durmió sobre sus laureles. Sus diputados, concelleres y capitanes continuaron demostrando la misma actividad que antes de la victoria, formándose nuevos tercios, atendiéndose á la defensa, vigilándose los fuertes, y organizándose y montando el ejército para cambiarlo de ofendido en ofensor; pues desde el momento se abrigó la idea de ir á poner sitio á Tarragona, para lo cual no se esperaban sino los refuerzos de Francia que prometiera hacer enviar M. de Plesis.

Entre tanto, los restos del ejército real, sin dominar más terreno que el que pisaban, se hallaban ya casi sitiados en Tarragona, pues todo el campo se les había sublevado, á lo cual ayudó el diligente y activo D. José de Margarit, quien con su partida iba muchos días á escaramucear junto á los mismos muros de Tarragona. El marqués de los Vélez quiso hacer una tentativa para someter á la obediencia real los pueblos del campo, pero inútilmente. El cuerpo de caballería é infantería que mandó con este objeto hubo de retirarse vencido, después de haber intentado atacar el Coll de Cabra, bizarramente defendido por Margarit, quien desordenó y puso en fuga al contrario 2.

Por orden de los diputados y concelleres se hicieron públicos pregones en Barcelona y otros puntos del Prin

1 Estas cartas van continuadas por copia en los dietarios de nuestros archivos de la Corona de Aragón y municipal con referencia al 31 de Enero.

2 Jaime Tió: Continuación de la obra de Melo, lib. VI, 5.

cipado, dando por traidores y enemigos de la patria á los catalanes que iban con el ejército real y confiscándose sus bienes 1.

Estando ya decidida la aceptación del título de conde de Barcelona por Luis XIII, el cardenal ministro pareció poner más calor en el sostén de la causa de los catalanes, y á este efecto, después de haber conferenciado con M. de Plesis Besanzon y haberse recibido por conducto de éste las cartas de nuestros diputados y concelleres, se nombró virrey de Cataluña al conde de Lamotte Houdancourt, á quien nuestros documentos, dietarios y libros llaman M. de la Mota, como á Duplessis llaman M. de Plesis. Lamotte entró en Barcelona el 20 de Febrero, siendo recibido con grandes muestras de júbilo y satisfacción 2.

Cuando así se ofrecía nueva aurora de prósperos sucesos á la causa catalana, tuvo ésta la irreparable desgracia de perder al diputado Pablo Clarís, alma de la revolución, presidente del consistorio de diputados, cabeza de su gobierno, hombre de altas virtudes cívicas, de patriotismo acendrado, de superiores dotes, justa y gloriosamente apellidado libertador y padre de la patria. Murió el 27 de Febrero entre diez y once de la noche, después de una breve enfermedad de ocho días, durante la cual se hicieron rogativas públicas y vióse la casa del diputado invadida de gente que acudía presurosa á ofrecerse y á preguntar por su salud 3.

1 Dietarios: véase en ellos el mes de Febrero.

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3 El Dietario del archivo municipal consagra á la muerte de Clarís las siguientes líneas, que me creo en el deber de reproducir, pues son ellas la viva expresión de un gran sentimiento público:

"Dimecres á 27 de Febrer. En aquest dia entre las deu y onze horas de la nit fonch N. S. servit aportarsen en la sua santa gloria de paradis la ánima del molt illustre y reverent senyor Dr. Pau Clarís canonge de la santa iglesia de Urgell y diputat ecclesiástich del General de Catalu

Hubo en la ciudad, á la noticia de su muerte, una verdadera explosión de sentimiento, tanto que, al leer los dietarios y las obras de aquel tiempo, no parece sino

nya, natural desta present ciutat y fill llegitim y natural del Sr. Joan Claris y Sra. Patronilla Claris y de Casademunt, tots defunts, senyor de molt santa vida y costums y tan effecte y volgut de tots generalment, no sols desta present ciutat, pero de tot lo present Principat de Catalunya, en tant que si quiscu ab las venas de sanch de son cos lo hagués pogut Temediar y tornar la salut ho agueram fet de molt bonissima gana, perque no y ha hagut persona que en lo discurs de sa enfermetat, que li durá per espay de alguns vuyt dias, y tots cuant religiosos y religiosas hi hagut, no li hajen fet moltíssimas oracions pregarias y prometensas, ab molt gran sentiment y llágrimas, desitjánli tots summament la salut per tenirho tan merescut y esserli degut per lo que desde el principi fins al dia de sa mort, no perdonant a malas nits, cóleras y grans treballs y afliccions y deixan sos gustos y regalos, emprengué totas las cosas passadas de las guerras contra los enemichs castellans, ab tantas veras y amor per sa patria y Principat y pera salvarnos á tots de uns enemichs y sacrilegos tant cruels y per tornar per la santa fe católica y per la honra de tots, y per la conservació dels privilegis, constitucions, usos y consuetuts desta ciutat y Principat de Cataluña, que realment apres de Deu N. S., de la sua santa mare y de tots los sants y santas aixi patrons desta ciutat com altres, se li deu á dit senyor diputat Clarís y se li deurá sempre lo bon succés y victoria se obtingué los dias passats contra los enemichs en la montaña de Montjuich, de tal manera que no hi hagut persona alguna lo dia de avuy, al manco ben intencionada, y religiosos, y religiosas, no hajen plorat, fins los predicadors per ser en cuaresma, havent cada dia encomenat en lo púlpit al poble, com á tant bon cristiá y catalá, y tant valerós y afecte per las cosas de sa patria, que entenen que en tota ella se podie trobar de mes aventage ni ab mes finesa y amor per ella, restant esta perpetua memoria pera tots, aixis los que vuy son com per avant serán en pregar á Deu nostre senyor per sa ánima y de sos pares que santa gloria hajen qui engendraren un tant bon fill, que ni per espants, ni amenassas, ni promessas, ni ofertas de majors honras, deixá de mirar y fer mes del que pogué per sa patria y per salvarnos á tots de dits cruel y sacrilegos enemichs castellans, que aixo es lo pago y satisfacció li debem tots per lo que ha fet, tant per nosaltres y per tota la terra en pregar á Deu per sa ánima, que es cert que las cóleras, cansancios y treballs ha soportat pera defensa de sa patria li han causada la mort ans de hora.,

que Barcelona había perdido 'á su único defensor y su única esperanza. Prueba evidente es esta de lo grande que era aquel hombre y lo universalmente querido. Vistieron de luto muchos ciudadanos de Barcelona, tuvieron lugar expresivas demostraciones de duelo, público, y su cadáver fué expuesto en solemne capelardente para satisfacer al gentío que se agrupaba y quería, aun después de muerto, verle y tocar sus ropas como las de un santo. Después de la muerte del príncipe de Viana, la de ningún otro hombre público, sino la de Pablo Clarís, había hecho estallar en los barceloneses tan vivas demostraciones de duelo y aflicción.

Pablo Clarís, á quien acertadamente se aplicó el lema que pocos como él han merecido, Sibi nullus, omnibus omnis fuit, es decir, «nada para sí, todo para todos,» era, al decir de su panegirista D. Gaspar Sala y Berat, «hombre de buena estatura, el rostro algo tirado, el pelo entrecano, el color trigueño y quebrado, los ojos vivos, algo grandes y salidos; la nariz un poco aguileña, los labios gruesos, con que se manifestaba á los fisonómicos varón entero, firme, verdadero, discretamente severo y prudentemente arriscado. Era en el trato grave, pero alegre; en el hablar agradable, pero conceptuoso; en el andar fogoso, pero remirado. Era en el vestir modesto, pero aliñado; en su proceder honesto, en aconsejar acertado, en resolver maduro, en ejecutar prontísimo, en acariciar amoroso, en agasajar urbano, en reprender severo, en negociar astuto, en persuadir eficaz.»

Tuviéronle de cuerpo presenle hasta el día 1.o de Marzo, que fué su entierro, conforme se ve por nuestros dietarios; día que lo fué de luto en Barcelona. Lleváronle á enterrar con gran pompa y solemnidad, asistiendo las parroquias con cruz alta, las corporaciones populares, los diputados y concelleres con las gramallas de lu

to, los representantes de todas las clases de la sociedad, y un inmenso concurso de pueblo que, afligido y melancólico, seguía el fúnebre cortejo. El cadáver iba descubierto sobre un rico y ostentoso túmulo, y después de haberlo paseado por las principales calles de la ciudad, lo entraron en la iglesia de San Juan de Jerusalén para depositarlo en la sepultura que allí tenía su familia, celebrándose antes solemnes funerales por su alma y pronunciando el sermón ó panegírico del difunto el doctor D. Gaspar Sala y Berart, de la orden de San Agustín.

Hizo este religioso resaltar las virtudes de Clarís, los trabajos sufridos por la patria, su celo por las cosas públicas, su amor nunca desmentido por Cataluña, su independencia, su desinterés y su abnegación. Contó, entre otras cosas, el predicador haber llegado un día á noticia de Pablo Clarís cómo una persona constituída en alta dignidad dijera de él que «aún había de verle ajusticiar.» Clarís se contentó con callarse, y al poco tiempo, en ocasión en que el pueblo amotinado iba incendiando casas y buscando á traidores para degollarles, supo que una de las casas á que iba á prenderse fuego y una de las personas con más ahinco buscadas eran la de quien aquellas palabras profiriera. Voló en seguida el diputado á contener la ira de los turbulentos, y cuando los incendiarios y sediciosos llegaron á la casa señalada á su furia y rencor, hallaron en el umbral de ella á Pablo Clarís, quien, dirigiéndose al pueblo con reposado continente y grave actitud, exclamó: «Hermanos, respetad esta morada como mía.» Y la turba, furiosa y rugiente, se detuvo como domada ante aquel hombre, y la ira popular, contenida por la presencia del diputado, pasó de largo respetando aquella casa y á sus moradores. Esta fué la gran venganza de Clarís, «varón perfecto en la integridad, pureza y valor igual á todos los sucesos, á quien debió Cataluña la vanguardia de su

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