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defensa,» según así dice el Epitome de los principios y progresos de las guerras de Cataluña.

Tal era aquel hombre, á quien acompañaron al sepulcro el llanto y la consternación de un pueblo entero; tal aquel repúblico eminente, una de las grandes figuras históricas de nuestro país; tal aquel independiente y celoso panegirista de las libertades patrias, á quien, sin embargo, no ha titubeado en rebajar el historiador Melo, presentándole como un ambicioso intransigente y como un hombre sin convicciones fijas 1.

1 Un historiador moderno, D. Luis Cutchet, ha tenido el noble valor de atacar á Melo por esta causa. "En medio de las incontestables bellezas del libro de Melo, ha dicho aquel escritor en su Introducción á la Revista de Cataluña, es muy de lamentar que éste 'no escribiera con toda la copia de datos que era menester, para no exponerse á describir con poca verdad al ilustre Pablo Clarís, á cuyo varonil y ejemplar repúblico pinta el escritor militar con grandes dotes sin duda, pero animado de anti-jerárquica y revolucionaria ambición; siendo así que la sencilla lectura de las actas originales de la diputación del general de Cataluña, en aquellos solemnes días, demuestran precisamente lo contrario con la más luminosa claridad. Pues bien; ¿no es triste cosa que un gran tipo de sabiduría política y de cívica entereza, como lo fué nuestro buen Clarís, haya de seguir así malamente ofendido hasta la consumación de los siglos en su reputación de hombre público, en su pura é indisputable gloria, que es gloria de los catalanes todos, sólo porque un hábil escritor, cuando menos mal informado, ha conseguido acreditar á los ojos de la mayor parte de los historiadores una opinión inexacta?,,

Y en efecto, los documentos todos vienen á probar la verdad respecto á Clarís, y á demostrar de una manera evidente que lo dicho por Melo es inexacto. El presidente de la diputación catalana de 1640 ha llegado hasta nosotros calumniado ante la historia, que ha ido reproduciendo la apreciación, falta de verdad, de D. Francisco Manuel Melo.

En todas las obras de aquella época, impresas ó manuscritas, y algunas de años posteriores á su muerte, se hace de Pablo Clarís una pintura diametralmente opuesta á la que se atrevió á hacer Melo.

En un sermón de aniversario y conmemoración de los difuntos ilustres, predicado por el padre carmelita Fr. José de Jesús María, se dice: "En estas santas ocupacions estaba empleat lo nostre senyor diputat Clarís cuant la mort cruel y atrevida probá en ell sa indiscreció, y nos

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La pérdida de Pablo Clarís fué irreparable. Sucedióle en el cargo de diputado su primo D. José Soler, como él canónigo de Urgel; pero difícil empresa era la de reemplazar á un hombre, idea á un tiempo mismo y alma de la revolución, á un hombre que era á la vez la acción y el pensamiento. Quedábanle aún brazos á la causa: allí estaban Tamarit, enérgico y decidido defen

altres la paciencia en sufrir un colp en par tan sensible y en privarnos de un exemple que alentava á tots en general y caminavaab llum superior y celestial, instituint en tots un gran y singular desitj de morir per la patria al costat de un tant leal alentat y incansable capità, el cual arrimant á un costat totas las pretensions de pujar sino al cel, y olvidant las dignitats honoríficas que podia prometrer per la adoració de la estátua, mes se estimá viurer ó morir entre las tribulacions de sos germans los verdaders catalans, que ser honrat per medi de un crue IFaraó enemich del poble de Deu.,

Y otra obra, la Política del conde de Olivares, dice, hablando de Clarís, que "era persona á quien todos debian sus casas, honras, vidas, libertad y todo lo demás que al bienestar se debe.,,

El Dr. D. Francisco Fontanella consagró un discurso á la memoria del insigne varón con este título singular, fielmente traducido del catalán al castellano; título que podrá parecer ridículo á los poco versados en cierto género de literatura de aquel tiempo, pero que prueba para el caso lo vivamente impresionado que se hallaba el sentimiento público por la muerte del diputado. Dice así: Occidente, eclipse, oscuridad, funeral. Aurora, claridad, belleza gloriosa. Al sol, luna y estrella radiante de la esfera del epiciclo del firmamento de Cataluña. Panegírica alabanza en el último adiós á los manes vencedores del muy ilustre Dr. Pablo Clarís, dignísimo canónigo de la catedral de Urgel, diputado y presidente generoso del catalán consistorio, y gloriosamente aclamado libertador, tutelar y padre de la patria. Observada por el Dr. Francisco Fontanella,

barcelonés.

También, para tributar debidos honores á su memoria, se abrió un certamen de poesía, pudiendo concurrir al premio los poetas con composiciones catalanas, latinas ó francesas. La que entre las catalanas se llevó la palma, se copia en el apéndice núm. (IV) á este libro.

Y aquel hombre tan honrado, venerado y querido en muerte y en vida; aquel hombre que tan altos y tan grandes sacrificios hizo por su patria, ¿merecía ser tratado como lo hizo Melo?

sor de las libertades, otra de las nobles figuras de aquel período; Margarit, incansable luchador é intransigente patricio; Rosell, Fontanella, Quintana y muchos y muchos otros; pero faltaba ya la mente superior, elevada, organizadora, el hombre que podía imprimir la marcha al movimiento, la vida á la revolución, el sér al nuevo estado. Con la batalla de Montjuich obtuvieron los catalanes un gran triunfo: quedó vencida la fuerza. Mayor triunfo, sin embargo, obtuvo Felipe IV con la muerte de Clarís: quedó vencida la idea 1.

1 Dejo íntegros, y según los escribí en la primera edición de mi HISTORIA, los juicios que formé de Pablo Clarís, de quien bien puedo asegurar sin jactancia que fuí quizá el primero, y de seguro el más ardiente de sus panegiristas en estos tiempos; pero debo confesar honradamente, en esta segunda edición, que los muchos manuscritos, memo- › rias y noticias que he tenido ocasión de leer, han comenzado á introducir en mi ánimo la duda de si pudo tener alguna razón Melo al juzgarle con cierta severidad. Quizá fué Tamarit el verdadero impulsor y el alma de todo aquel movimiento, y supo valerse de Clarís como personaje más propio para atraer el favor popular á su causa. De todas maneras, no era Pablo Clarís un hombre vulgar, ni mucho menos. Es una figura superior que debe estudiarse, y de quien, aun con la duda, no retiro nada de cuanto dije.

TOMO XVI

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CAPÍTULO XXVII.

Serignan pasa á Montblanch.-Llegada de M. de Argenson.-El príncipe de Butera en Tarragona.-Carta de Felipe IV.-Regresa Lamotte. -Disposiciones tomadas por los catalanes.-Sitio de Tarragona.Llega la escuadra francesa.—Salou y Reus abren sus puertas.—Toma de Constantí.- Prosigue con rigor el sitio de Tarragona.-Combate naval.-Nuevos preparativos para socorrer á Tarragona.—Nuevo combate naval y socorro de la ciudad.-Los catalanes levantan el sitio. Muerte del príncipe de Butera.-Margarit es nombrado embajador y parte á Francia.—Instrucciones y juramentos del embajador. -Cartas reales y contestación.-Aprobación y firma de los pactos. -Canje de la duquesa de Cardona y sus hijos.—Calderón de la Barca en Tarragona con el ejército real.—Quevedo y Rioja escriben contra Cataluña. —Tumultos en Barcelona y elección de concelleres, añadiéndose uno por parte de los menestrales.-Elección de diputados.

(HASTA FIN DE 1641.)

Habiéndose decidido comenzar el sitio de Tarragona, salió el 7 de Marzo M. de Serignan para la villa de Montblanch, declarada plaza de armas de la provincia, á fin de atender á las operaciones previas é ir allegando fuerzas 1. En estos preparativos se ocupó todo el mes de Marzo.

A 25 del mismo llegó á Barcelona M. de Argenson, nombrado por el rey de Francia intendente de justicia, policía y administración de las tropas de mar y tierra destinadas á Cataluña. También traía el encargo de entenderse con los diputados y concelleres para la redacción de los pactos con que Luis XIII había de ser conde de Barcelona. El martes 26 fué á visitar á los dipu

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tados y á los concelleres, y recibido por estos últimos en la casa de la ciudad con las ceremonias de costumbre, explicó su embajada por medio de un discurso en latín, siendo contestado, también en latín, por el conceller en cap Juan Pedro Fontanella. Por la tarde hubo Consejo de Ciento, y en él se leyeron las cartas que el rey Luis había dado á Argenson, escritas en catalán, en las cuales el monarca daba á los catalanes el parabién por su victoria de Montjuich, y poderes á Argenson para entenderse con las personas que estaban al frente del gobierno de Cataluña 1.

El día 1.o de Abril, algunas horas después de haber salido en dirección á la plaza de armas de Montblanch el general Lamotte, á fin de dar calor á los aprestos para el sitio de Tarragona, llegó á la capital del Principado un trompeta del campo enemigo, que hizo su viaje por mar contra uso y costumbre de la guerra, portador de dos cartas, una del rey Felipe IV y otra del príncipe de Butera, recientemente nombrado virrey de Cataluña en reemplazo del marqués de los Vélez. El príncipe había ya llegado á Tarragona, y puesto al frente del ejército, escribió el rey, con fecha 30 de Marzo, á los diputados, enviándoles la siguiente carta real:

Diputados: por la justa confianza y gran satisfacción que tengo de la calidad, partes y servicios que concurren en el príncipe de Butera para servir los cargos de mi lugarteniente y capitán general en esa provincia, le he nombrado para dichos cargos; y pues ha de representar mi persona, no será menester significaros el respeto que se le ha de tener, sino encargar y mandaros que así en el juramento como en todo lo demás, os hayáis con él y hagáis la demostración que hasta aquí se

1 Archivo municipal: Dietario. Este mismo día 26, según nota del Dietario, murió el autor de la Rúbrica, tantas veces citada en esta obra, D. Esteban Gilabert Bruniquer.

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