Imágenes de páginas
PDF
EPUB

á esta ciudad, como lo ejecutaré en todas las ocasiones que convenga, por lo que aprecio el beneficio común de estas provincias y de sus particularidades é individuos.»>

Hecha esta proposición ó discurso que, por lo que luego se vió, no fué del agrado general, diéronse por abiertas las Cortes, y mientras éstas se ocupaban en sus trabajos, el rey salió en dirección á Figueras para recibir á su esposa María Luisa Gabriela de Saboya, enlazada con él por poderes. Felipe llegó el día 1.o de Noviembre á Gerona, y el 2 á Figueras, en donde entraba también aquel mismo día por la tarde la reina, ratificándose la boda ante el patriarca de las Indias. Catorce años, aún no bien cumplidos, tenía la reina, y se dice que era agraciada y amable. Venía acompañándola desde Niza la célebre princesa de Orsini, que tanto debía figurar en las crónicas de palacio 1, la cual fué nombrada camarera mayor de la reina de España, por encargo orden del monarca francés Luis XIV. Obedeciendo á las instrucciones que recibiera de la corte francesa, no bien entró la princesa al servicio de la reina de España, que era una niña, cuando supo hacerse absolutamente necesaria, adquiriendo sobre su ánimo un poder sin límites y dominando asimismo al rey su esposo 2.

y

El 8 de Noviembre llegaron á Barcelona los regios consortes 3, siendo recibidos con ostentación y celebran

1 Dunham, Coxe y muchos otros historiadores llaman á esta princesa de Orsini. Los historiadores españoles la conocen generalmente por la princesa de Ursini. Los franceses la llaman de los Ursinos.

2 Puede verse mi escrito Las bodas de Felipe V, que se publicará en uno de los tomos que seguirán á los de esta HISTORIA.

3 Según cuenta la relación que con el título de Festivas demostraciones se publicó en Barcelona y se cita en una nota anterior, el rey desde Figueras había salido á recibir á la reina, deseando conocerla, sin ser él conocido. Al efecto, se acercó á su coche en traje de caballero de la corte, y fué escoltando el coche á caballo, departiendo con la reina y con la princesa de Orsini hasta llegar cerca de Figueras, en el cual punto

1

do la ciudad solemnes fiestas por su llegada. El día 9 pasaron á palacio á darles el parabién y besarles la mano los comunes y tribunales, con los presidentes de los tres Brazos de las Cortes, D. Fr. José Llinás, arzobispo de Tarragona; Dr. D. José Company, conceller en cap de Barcelona, y el conde de Peralada. Siguiéronse luego las fiestas.

La universidad obsequió á los reyes con la representación de una loa escrita en verso castellano, que fué ejecutada por alumnos de aquella en un teatro que á propósito se levantó en la plaza de palacio, frente á los balcones de la regia morada.

Con motivo de la traslación del prodigioso cuerpo de San Olaguer, que se había reservado para cuando llegase la reina, tuvieron lugar grandes solemnidades, asistiendo los reyes á las funciones religiosas que por esta causa se celebraron.

Por espacio de tres días consecutivos duraron las fiestas, luminarias, bailes y músicas, sobresaliendo entre los festejos, por su esplendor, un torneo á pie y una danza llamada de la momería, que á costa de la diputación se celebraron en la sala de los pleitos de su palacio 1.

El regocijo de las fiestas no impidió que las Cortes continuasen su elevada misión. Tenían lugar en su seno calurosos debates, disentimientos y protestas, porque, no sin fundado motivo, desconfiaban del gobierno los celosos diputados catalanes, pues le veían con poco respeto á la constitución política, ya que hallaba siempre medio de entorpecer, dilatar y desechar al cabo los acuerdos y leyes sometidos á la sanción real. La mayoría de las Cortes estaba en favor del gobierno; pero tenía éste

se separó de ellas, altamente prendado de la que venía para ser su esposa.

1 Festivas demostraciones, etc.

en frente una minoría tenaz, osada, independiente, á la cual daba gran fuerza la justicia en que se apoyaba. En vano fué que el gobierno tratara de atraerse á algunos con halagos, ofertas y mercedes. D. Pedro Torrellas y Senmanat y D. Juan Buenaventura de Gualbes organizaron una oposición que representaba verdaderamente la opinión pública, y manifestando que el rey quebrantaba las leyes juradas, pidieron con empeño la aprobación de las nuevas constituciones votadas en Cortes 1.

Por fin la oposición vino á triunfar. El duque de Medinasidonia presentó al Congreso la aprobación de todas las constituciones que habían hecho las Cortes, que fueron las más favorables que había conseguido la provincia, y «pidió, dice el analista Feliu, un corte á la sola constitución de desinsacular, que el rey tenía empeño en modificar. Discurriéronle los abogados de orden de los presidentes, y fué que S. A. decretase que mandaría insacular los desinsaculados y quitar los abusos y excesos en adelante, con que no quitó ni dió derecho, quedando en su fuerza las antiguas leyes y derecho de las reservas, en fuerza de las cuales, cuando sucediese desinsacular á alguno sin causa, deben los comunes instar la contrafacción y solicitar la declaración para que se asegure si esto es de justicia.»

Arreglado esto, diéronse por terminadas las Cortes el 14 de Enero de 1702, en el cual día asistió Felipe acompañado de la reina al acto de cerrarse las Cortes, y allí renovó su juramento á la constitución política de Cataluña, volviendo á recibir el de fidelidad de sus súbditos. En este acto hizo gracia de naturalización en la provincia al conde de Peralada, al secretario del despacho universal D. Antonio de Ubilla, al protonotario D. Antonio de Villanueva y á D. Bernardo Oliva y Nadal. Dió

1 Feliu de la Peña, lib. XXII, cap. VI.

también título de marqués á D. Pedro Torrellas, Don Bernardo Aymerich, D. José Agulló, D. José Meca, D. José de Pinos, D. Pedro Cartellá y Desbach, Don Jerónimo de Rocabertí y D. Juan y D. Carlos de Llupiá. No quiso admitir D. Pedro Torrellas el marquesado, y dióle el rey á D. Pedro Ribas. Á más de estas gracias, hubo muchas de nobles, caballeros y ciudadanos; pero, al decir de Feliu, no quisieron ser nobles todos los electos.

Lo sucedido en las Cortes de Barcelona da pretexto al marqués de San Felipe para, en sus Comentarios, descargar sus iras contra los catalanes, de quienes dice que juraron guardar fidelidad y obediencia al rey, pero no con intención de cumplirlo, pues los de ánimo natural infiel con facilidad se absuelven del juramento, porque no lo creen acto de religión, sino política ceremonia que pueden violar cuando se les antoja. Estas palabras del cortesano y adulador marqués, son rechazadas en su Historia de España por el moderno historiador inglés Dr. Dunham, quien se empeña mucho en justificar la conducta de los catalanes, cuya sublevación afirma que fué hija de ver quebrantadas sus leyes. Desgraciadamente, la imparcialidad y justicia del historiador inglés en este punto, no son seguidas por su anotador y reformador el Sr. Alcalá Galiano, quien, inclinándose un tanto al marqués de San Felipe, culpa á Dunham de exceso á favor de los catalanes. En el juicio del marqués de San Felipe y de Alcalá Galiano, hay, sin embargo, pasión, pues no es verdad lo que dice el último de que los catalanes, en medio de sus excelentes cualidades, son desafectos á Castilla y pecan de inquietos y de propensos á sublevarse con poco ó ningún motivo; mientras que, por el contrario, hay mucha razón y verdad en lo que afirma Dunham respecto á que no debe creerse lo que de los catalanes dicen los historiadores castellanos, porque el noble pueblo catalán fué y

siempre ha sido fiel mientras se le respetaron sus derechos. Así lo confirma la verdad histórica. Nunca los catalanes se han sublevado por motivo escaso ó de poco valer. Hojéese la historia de los levantamientos de Cataluña, y se verá por ella que Cataluña no se ha movido nunca sino impulsada por el amor á la patria y á la libertad, los dos grandes móviles de los pueblos que tienen dignidad de ser. Ya en otros puntos de esta obra queda suficientemente explicado, que lo que se llama rebelión en los catalanes significa lealtad.

FIN DEL TOMO OCTAVO.

1

1

« AnteriorContinuar »