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resultando nombrados Galcerán Nebot, ciudadano; Ra- . món Romeu, ciudadano; Alvaro Antonio Bosser, doncel; Onofre Palau, mercader; Juan Jerónimo Talavera, notario, y Andrés Saurina, pasamanero 1.

Ya en 22 de Julio se había procedido también á la elección de diputados, resultando nombrados Bernardo de Cardona, ardiaca mayor de Gerona, en representación del Brazo eclesiástico; Francisco Sala, de Arenys, en representación del Brazo militar; Jerónimo Pastor, de Lérida, en representación del real, y oidores el canónigo T. Girona, de la Seo de Urgel; Juan Amigant, de Manresa, y José Ferrer.

Antes de terminar el año hubo algunos encuentros que por su poca importancia se omiten, y que fueron favorables á los catalanes, particularmente una acción de guerra cerca de Tamarite de Litera, en la cual el conde de Lamotte ganó prez y gloria.

1 Estas y otras noticias, las recogí en el archivo que tiene en Fonz, cerca de Monzón, la casa de Monner. Tuve ocasión de visitar este archivo cuando ya había dado á luz la primera edición de esta HISTORIA, y en él encontré datos muy curiosos y muy interesantes sobre diversas épocas de la historia de Cataluña, singularmente en las relativas á los movimientos de 1640 y á la guerra de sucesión. Como en ambas épocas figuraron noblemente los antecesores del actual Sr. Monner, el archivo es rico en datos y documentos. Recuerdo, entre otras cosas, un manuscrito catalán muy interesante, titulado Successos de Catalunya en los anys 1640 y 1641, que parece escrito por Juan Francisco Ferrer, conceller cuarto que fué de Barcelona en tiempo de las turbaciones de Cataluña. Quien escriba sobre aquella época, debiera consultar este archivo.

CAPÍTULO XXVIII.

La campaña del Rosellón.-Hambre en Perpiñán.—Luis XIII se dispone á pasar al Rosellón.-Socorro de víveres enviado á Perpiñán.— Edicto de Felipe IV.-Reus y Constantí se entregan al ejército real. -La capitana de Doria cae en poder de los catalanes.-Fortificación de Barcelona.--Entrada de Brezé en Barcelona y juramento. — Viaje del rey de Francia.-Es nombrado virrey D. Pedro de Aragón.D. Pedro de Aragón es derrotado y hecho prisionero.-Noticia oficial de la victoria.

(HASTA 30 DE MARZO DE 1642.)

Conviene ahora decir algo de lo que pasaba en el Rosellón, donde con calor se combatía también y donde por parte de Francia se ponía mayor empeño, ya que la política del cardenal Richelieu estaba en asegurarse la posesión de aquel condado para pago de los gastos de guerra. Richelieu, cuya política consistía en prometer mucho, dar poco y recoger todo lo más posible, había ya previsto que, fuese cual fuese la solución de aquella guerra, el Rosellón podía pasar á ser del territorio francés. Al efecto, puso particular empeño en arrojar del condado á todo trance á los españoles, que, repelidos de Cataluña, se habían refugiado y hecho fuertes en Perpiñán, Elna, Colibre, Canet y otros puntos, reforzados luego por algunas divisiones que por mar se les enviaron.

Los verdaderos esfuerzos de Francia se dirigieron contra Perpiñán, de cuya plaza le importaba apoderarse más que de la de Tarragona. El 3 de Junio de 1641 8.000 hombres de infantería y 1.000 caballos, bajo el mando de D'Arpajon, habían ya entrado en el Rose

llón, apoderándose inmediatamente de Villalonga, Clairá, Canet y Elna. En seguida se comenzaron á cortar todas las comunicaciones con Perpiñán, y bien pronto hubo de sufrir esta plaza los rigores del hambre. El historiador Henry 1, con referencia á un manuscrito del notario Pascual, dice que por el mes de Diciembre, agotada ya la carne de asno y de caballo, los soldados daban caza á los perros por la calle. Pascual dice, con fecha del 22 de Enero de 1642: «Hoy me hallaba tomando el sol bajo el pórtico del glorioso San Jaime, cuando he visto entrar en el cementerio á dos soldados que se han puesto á comer las yerbas que allí crecen, como hubieran podido hacerlo los animales. Era cosa que espantaba verles comer aquellas yerbas con delicia: tal era el hambre que traían.»

Dirigida en aquel momento hacia el Rosellón toda la atención y solicitud del cardenal ministro, apremiaba éste al rey Luis XIII para que pasase en persona al sitio de Perpiñán, con el doble objeto de dar más importancia á esta guerra á los ojos de los catalanes y con el de aumentar el celo y energía de éstos yendo á jurarles sus constituciones y libertades. Diéronse, pues, las órdenes para reunir un grande ejército á fin de acompañar al rey, á quien precedió el mariscal de Brezé con el título de virrey de Cataluña.

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El mariscal llegó al Rosellón en el momento en que un tercer convoy para socorro de la guarnición de Perpiñán, más afortunado que los otros, desembarcaba en Colibre. Brezé, comprendiendo cuánto importaba que aquellas provisiones no llegasen á la plaza, tomó sus medidas; pero el marqués de Torrecusa, comandante de las fuerzas que protegían el convoy, y el marqués de Mortara, gobernador de Perpiñán, estaban de acuerdo,

1 Historia del Rosellón, lib. IV, cap. III.

y aunque con gran peligro, con empeñada lucha y con diestra habilidad, logró socorrerse á la plaza, en la cual fué posible introducir provisiones para seis meses 1.

1 Es curiosa la relación que á este propósito hace el historiador Henry. Hela aquí:

"El marqués de Torrecusa, comandante de las fuerzas de la escuadra, concertó con el de Mortara, gobernador de Perpiñán, que le indicaría cuándo debía salir de la plaza para irle al encuentro con la guarnición, por medio de tres cañonazos disparados en el fuerte de Santelmo. El 8 de Enero al anochecer partió el Torrecusa, y haciendo un rodeo pasó por el collado de Masana, entró en el valle de Soreda, cayó sobre los franceses, que no le aguardaban, y derrotólos. Dueño de la montaña, bajó al llano, donde estaba la línea francesa, que rompió después de una enérgica resistencia, y apoderóse del fuerte que la coronaba. Santelmo dió entonces la señal á Mortara, que salió de Perpiñán al amanecer con tres regimientos y en dirección á Argelés. A orillas ya del Masana, riachuelo que entra en el mar á poca distancia de aquella villa, dió Mortara con algunos destacamentos franceses, que él creyó españoles, y al saludo que les hizo según usanza de entonces, respondieron con una descarga de mosquetería que le quitó unos 100 hombres. Así que fué bien de día, viendo los franceses que había poco orden en aquella salida, quisieron impedir el encuentro de Torrecusa y Mortara, y empeñaron una fuerte escaramuza: Mortara perdió su caballo, y Torrecusa algunos de los caballeros que le acompañaban. Reuniéronse, sin embargo, ambos marqueses, y Brezé, conociendo lo imposible de cortar el paso, se retiró á Sallelas y á Elna. Ochocientos catalanes y franceses que habían dejado en Argelés tuvieron que rendirse al cabo de tres días, obligándoles á partir, á los primeros desarmados y con cabeza desnuda, como rebeldes á su rey, á Cataluña; y á los segundos á Elna, sin tocarles las armas. „Libre ya el camino de Perpiñán, Mortara hizo llevar á la ciudadela 700 sacos de trigo, que los soldados sisaron, sin que á los habitantes les quedase al fin ni un grano.

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Las tropas se llevaron á Perpiñán las primeras provisiones; volvieron á Colibre el 11 de Enero, y con dos cañonazos que disparó Santelmo por la noche, súpolo Mortara; pero como se dejaron las acémilas, Torrecusa, que debía volverse en seguida á Cataluña, quiso desembarcar y transportar los granos que le quedaban, y decidióse á hacerlo por medio de sus soldados. Para ello mandó hacer 5.000 saquitos, uno para cada infante, y 400 más grandes, uno para cada caballo, y marchó otra vez el 26 del mismo Enero.

TOMO XVI

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Viendo mientras tanto Felipe IV el alarmante giro que iban tomando los asuntos del Principado, expidió un edicto en que procuraba halagar á Cataluña, lamentando lo sucedido en Cambrils y Perpiñán, diciendo

„Ignoraba Torrecusa la posición de los franceses, y suponiéndoles apostados á la izquierda del Tech para impedirle el paso, había resuelto al principio pararse junto al río para proseguir su marcha de noche; pero mudando de parecer dirigióse á Sallelas, á fin de que descansasen sus soldados hasta la mañana siguiente, pues muertos de cansancio bajo la doble carga de las armas y del trigo, cuyo peso se había aumentado con la lluvia de todo el día, ya no podían caminar. En Sallelas supo Torrecusa que los franceses estaban en San Nazario, media legua lejos; vivaqueó por tanto toda la noche, y al amanecer vió á los franceses que maniobraban ya para circunvalarle; mandó atrincherar de seguida con los mismos sacos del trigo, y envió á un bosque cercano dos compañías de mosqueteros. La caballería francesa corrió tras de ellas para aislarlas; diólas una carga, y las causó alguna pérdida; pero Torrecusa envió socorro, y los franceses se hubieron de retirar. Dueño entonces del campo el general español, recogió los carros y bagajes abandonados por los franceses, y fuese á Elna, en donde estuvo dos días. El 29 tomó el camino de San Nazario, y cerca de un montecillo llamado Lo Munt de la Terra vió á los franceses que, alentados con un refuerzo de 500 cabaIlos recién llegados, le estaban esperando. Torrecusa quería ir á Canet para evitar un combate; pero alcanzado por la caballería contraria, hubo de pararse y defenderse. En aquella confusión, queriendo sus escuadrones evitar el choque de los franceses, se echaron sobre las compañías de Próspero Colona y de Roderigo, las cuales desordenaron, al mismo tiempo que cayendo la caballería francesa sobre las tropas menos aguerridas, metíanlas en un foso, donde las hacía fuego la artillería.

„El regimiento de caballería de Gassion acababa de coger los bagajes de los españoles, y á éstos queríales cercar la retaguardia, compuesta de italianos; pero eran veteranos, y sostenidos por el fuego de dos cañones de campaña, detuviéronle y se agregaron tranquilamente al convoy. Esta maniobra, ejecutada con intrepidez, admiró á los franceses, que no osaron atacarles más; y Torrecusa, que conoció su indecisión, se puso audazmente en marcha hacia Perpiñán, seguido por la caballería francesa que, volteando en torno suyo, ponía todo su tino en agujerear á tiros los saquitos de trigo que llevaban los soldados, destruyendo esta maniobra sobre 700, de los cuales se escapó el trigo por los agujeros abiertos por las balas., (Henry, lib. IV, cap. III.)

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