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continuando su direccion, su derrota era inevitable, contramarchó hácia los Pedroches, atravesando sin comer ni descansar terrenos escabrosísimos, hasta que se colocó á vanguardia de los liberales, y entró en Siete Aguas el 4 de abril.

Un aguacero, que duró más de tres horas, impidió á los liberales salir de Requena, y las fogotas que en direcciones opuestas y en los sitios que abandonaba hizo Forcadell encendieran sus confidentes, y llegar dos horas más tarde el jefe á quien mandó Nogueras ocupar unas ventas en el camino de Siete Aguas, fueron las principales causas que contribuyeron á su salvacion.

La aproximacion del enemigo no le permitió descansar en Siete Aguas, y á poco de haber entrado emprendió su ruta, formando la vanguardia los reclutas con el botin. A las dos horas les estaba atacando y acuchillando la vanguardia de Nogueras que llevaba grande empeño en batirles. Hasta Chulilla fué disputando el terreno Forcadell, y retirandose por escalones de posicion en posicion. Estaban cortando un puente los carlistas, para detener á sus perseguidores; pero es ocupado por el arrojo del coronel Sanchez, penetra en Chulilla y salen precipitadamente los carlistas, pudiendo apenas salvar una gran parte del botin, aunque á costa de hombres y de acémilas que quedaron en poder de Nogueras, y porcion de reclutas.

Satisfecho el jefe liberal de su triunfo, esperó tres dias en Chulilla al capitan general, marchando al fin de ellos hácia Losa del Arzobispo.

Forcadell se unió en este punto con Cabrera, quien despues de dos dias de permanencia en Nules, habia contramarchado hácia Valencia, para proteger la retirada de los espedicionarios, á cuyo encuentro se dirigió, vista la inutilidad de atacar el fuerte de Liria, cuya guarnicion de unos trescientos hombres resistió tres dias. Cabrera se proponia llamar sobre sí la atencion de los liberales, para que dejaran á Forcadell.

Acamparon ambos jefes en Losa, y los liberales en Muela de Chulilla, á la vista. Aspeada la gente de Forcadell, y la de Cabrera con la grippe, se retiraron hácia Andilla, y desde allí á Rosell.

El resultado de la espedicion no habia sido infructuoso: todo lo contrario. Hombres, caballos, armas, dinero, efectos, cuanto podia serles útil, recogieron en ella. La invasion de Orihuela les dió prestigio: los nuevos presentados fuerza; el botin mejoró su estado y condicion, y aunque mucho se perdió en Chulilla, se salvó bastante. Los soldados deseaban estas correrías.

Miralles, por entonces, hostilizaba á San Mateo, Villafamés y otros pueblos desguarnecidos de la provincia de Castellon: sitió á Burriana, y lo hubiera pasado mal su guarnicion, sin la oportuna llegada de Buil, que atacó y dispersó á los carlistas entre aquel pueblo y Villarreal. Se

rehacen á poco los dispersos, ocupan á Burriana que habia sido abandonada con una mala pieza de á cuatro que habilitó Miralles, y la asestó el 9 contra Lucena. La salida de sus defensores y la aproximacion de Buil, hicieron retirarse á los carlistas hacia Alcora, con alguna pérdida. Pellicer se batió el 3 en Fornoles, con una columna liberal que siguió hácia la Coduñera, Mestre el 5, en Mazalem, con unos cien infantes del provincial de Burgos, que se retiraron á Maella, y Solanich el 10, con los nacionales de Gandesa, y el 17 con la guarnicion de Mora de Ebro, cambió algunos tiros, y otras fuerzas en el mismo dia en las cercanías de las Casas de Chera, donde fué más formal el encuentro.

DON MARCELINO ORÁA.

CXXXIX.

En el pequeño y pintoresco pueblo de Beriaim-Navarra-fué bautizado el 28 de abril de 1788 el recien nacido, Javier Antonio Marcelino de Oráa y Lecumberri. Comenzó su educacion al lado de sus padres, que le trasladaron á Pamplona á principios del siglo á estudiar jurisprudencia, cuya carrera abandonó por el mal estado de su salud, y volvió á vivir entre los veinticinco vecinos de su pueblo, ocupándose en las faenas del campo, hasta que la invasion francesa le condujo, como á casi toda la juventud española, á defender la independencia. Entró de cadete en el batallon de tiradores de Cuenca el 1.o de setiembre de 1810, y asistió á las acciones de Belmonte, Cuenca y Huete: le ascendió Mina á capitan, y peleó en Nagore, Leiza, Huesca y Sangüesa, en enero y febrero de 1812, derramando por primera vez su sangre en defensa de la patria. Peleó en las acciones de Acedo, Vitoria, Tiebas y Noain; desempeñó varias comisiones que le confirió Mina; ascendió á sargento mayor del 5.° de Voluntarios de Navarra, y á teniente coronel vivo, y comandante efectivo despues de las acciones de Ochovi y Muru.

Los campos de Mendivil, Tiebas, Sos, Bilbao, Arlaban, Muez, Salvatierra, y Echevarri, fueron teatro de sus hechos como jefe de cuerpo, ejecutando entre otras operaciones importantes, la de conducir un tren de artillería desde Deva á Navarra, por en medio de los franceses. En Maestu, en la memorable batalla de Vitoria, y en la accion de Tudela, tuvo ocasion de distinguirse, por lo que fué nombrado jefe de E. M. de la octava division, del cuarto ejército; hallándose como tal en el sitio de Zaragoza que se rindió el 2 de agosto, en el bloqueo de Jaca en noviembre, mandando los dos mil seiscientos hombres que en él se hallaban, y apoderándose por asalto de la plaza el 5 de diciembre, siendo herido por querer impedir el saqueo á que se entregaron algunos soldados. Contri

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buyó luego á la rendicion del castillo, y en abril de 1815 mandó las tropas que bloqueaban á San Juan de Pié de Puerto.

Regresó á España al terminar aquella lucha, y ya organizando batallones, ya al frente de los cuerpos á que se le destinó, ó en su pueblo curando sus heridas, permaneció obediente al poder que en agosto de 1822 le envió á la sierra de Búrgos con una columna á perseguir á Merino, Cuevillas y otros de Vizcaya, que se corrian á las Encartaciones y Merindades de Castilla. Combatió en la Peña de Haro, sobre Orduña, el 14 de setiembre, en Sierrabrava de Andagoya el 18, en Aranzo de Miel y Roa en noviembre, y en Reinosa, Mercadillo de Mena y Gayangos, en diciembre. En el año siguiente sostuvo una reñida accion desde Porquera á Conduela, al conducir una columna de prisioneros y un convoy; salvándolo todo á pesar de la tenacidad y cuadruplicadas fuerzas de Merino. Marchó desde Santander á socorrer la plaza de Santoña; sostuvo una accion desde Ramales á los Tornos; regresó á Búrgos; esperimentó las vicisitudes que eran consiguientes en aquellas circunstancias tan críticas, y de uno en otro destino, fué á Galicia, se batió contra el ejército invasor francés el 23 de junio de 1823, y el 10 de julio se le confirió en Betanzos la vanguardia del ejército de Galicia, que se replegó batiéndose hacia la Coruña. Peleó allí de nuevo siendo gravemente herido, ascendió á primer comandante, y permaneció en la Coruña hasta la capitulacion de esta plaza.

Retirado á su pueblo con licencia indefinida, vivió en él tranquilo hasta que se le confirieron algunas comisiones contra los insurrectos en Cataluña en 1827, por cuyo buen comportamiento volvió al servició, ascendiendo á teniente coronel mayor de Bailen, y á coronel graduado al casar Fernando VII con María Cristina.

Al cumplir su deber, defendiendo en 1831 al coronel Canaleta, á quien el conde de España tenia particular interés en sacrificar, se concitó la ira de este jefe, que le persiguió calificándole de liberal, estrellándose sus amaños en el ministerio de la Guerra y la Inspeccion. Se le dieron varios cargos de confianza, que desempeñó debidamente; se le premió su proceder con la efectividad del grado de coronel, y hallándose en Zaragoza con su regimiento, sucedió la muerte del rey y el comienzo de la guerra civil. Formó el capitan general de Aragon una columna que, situándose en la frontera de Navarra y Castilla la Vieja, protegiese el país y observase á los carlistas, impidiendo su reunion al pié del Moncayo. Conferido su mando á don Francisco de P. Figueras, le reemplazó Oráa. Se informó entonces de la naturaleza de la guerra, y de cuanto sobre ella podia interesar, y lo participó al general en jefe don Jerónimo Valdés, el 10 de diciembre desde Tudela. Se le mandó luego ponerse en comunicacion con Lorenzo y operar activamente contra los carlistas, y

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