donde creyendo un italiano que los españoles eran vencidos, echó fuego á los carros de pólvora; y conturbado el ejército con tal accidente, le animó el Gran Capitan 10 diciendo: «Buen anuncio, amigos; estas son las luminarias de la vitoria; » y así sucedió: tanto importa la viveza de ingenio en un ministro y el saber usar de las ocasiones, aplicando los medios proporcionados á los fines y reduciendo los casos á su conveniencia. injustos ó costosos; en quien tambien se deben considerar cuatro tiempos, que concurren en todos los negocios, y principalmente en las enfermedades de todas, las repúblicas, no de otra suerte que en las de los cuerpos; estos son el principio, el aumento, el estado y la declinacion, con cuyo conocimiento, aplicados los medios á cada uno de los tiempos, se alcanza mas fácilmente el intento, ó se retarda si se truecan, come se retardaria el curso de una nave si se pasase á la proa el timon. La destreza consiste en saber eligir los medios proporcionados al fin que se pretende, usando á veces de unos y á veces de otros, en que no menos ayudan los que se dejan de obrar que los que se obran, como sucede en los conciertos de varias voces, que, levantadas todas, unas cesan y otras entonan, y aquellas y estas causan la armonía. No obran por sí solos los negocios, aunque los solicite su misma buena dis-juicio y valor; los cuales, oprimidos de los malos suce posicion y la justificacion ó la conveniencia comun, y si no se aplica á ellos el juicio, tendrán infelices sucesos 7. Pocos se errarian si se gobernasen con atencion; pero, ó se cansan los príncipes ó desprecian las sutilezas, y quieren, obstinados, conseguir sus intentos á fuerza del poder. Dél se vale siempre la ignorancia, y de los partidos la prudencia. Lo que no puede facilitar la violencia, facilite la maña consultada con el tiempo y la ocasion. Así lo hizo el legado Cecina cuando, pudiendo con la autoridad y los ruegos detener las legiones de Germania, que, concebido un vano temor, huian, se resolvió á echarse en los portales por donde habian de pasar; con que se detuvieron todos por no atropellarle 8. Lo mismo habia hecho antes Pompeyo en otro caso semejante. Una palabra á tiempo da una vitoria. Estaba el conde de Castilla Fernan Gonzalez 9 puesto en órden su ejército para dar la batalla á los africanos, y habiendo un caballero dado de espuelas al caballo para adelantarse, se abrió la tierra y le tragó. Alborotóse el ejército, y el Conde dijo: «Pues la tierra no nos puede sufrir, menos nos sufrirán los enemigos »; y acometiendo, los venció. No menos fué advertido lo que sucedió en la batalla de Chirinola, 7 Nam saepe honestas rerum causas, ni judicium adhibeas, perDiciosi exitus consequuntur. (Tac., lib. 4, Hist.) 8 Projectus in limine portae, miseratione demum, quia per corpus Legali eundem erat, clausit viam. (Tac., lib. 2, Ann.) 9 Mar., Hist. Hisp., 1. 8, c. 6.) Cuando, hecha buena eleccion de ministros para los negocios, y aplicados los medios que dictare la prudencia, no correspondiere el suceso que se deseaba, no se arrepienta el príncipe; pase por él con constancia; porque no es el acaso quien mide las resoluciones, sino la prudencia. Los accidentes que no se pudieron prevenir, no culpan el hecho; y acusar el haberse intentado, es imprudencia. Esto sucede á los príncipes de poco sos y fuera de sí, se rinden á la imaginacion, y gastan en el discurso de lo que ya pasó el tiempo y la atencion que se habia de emplear en el remedio, batallando consigo mismos por no haber seguido otro consejo, y culpando á quien le dió, sin considerar si fué fundado en razon ó no 11. De donde nace el acobardarse los consejeros en dar sus pareceres, dejando pasar las ocasiones sin advertillas al príncipe, por no exponer su gracia y la reputacion á la incertidumbre de los sucesos. Destos inconvenientes debe huir el príncipe, y estar constante en los casos adversos, excusando á sus ministros cuando no fueren notoriamente culpados en ellos, para que con mas aliento le asistan á vencellos. Aunque claramente haya errado en las resoluciones ya ejecutadas, es menester mostrarse sereno. Lo que fué, no puede dejar de haber sido. A los casos pasados se ha de volver los ojos para aprender, no para afligirnos. Tanto ánimo es menester para pasar por los errores como por los peligros. Ningun gobierno sin ellos. Quien los temiere demasiadamente, no sabrá resolverse, y muchas veces es peor la indeterminacion que el error. Considerado y resuelto ingenio han menester los negocios. Si cada uno hubiese de llevarse toda la atencion, padecerian los demás, con grave daño de los negociantes y del gobierno. 10 Mar., Hist. Hisp., 1. 27, c. 21. 14 Fili, sine consilio nihil facias, et post factum non poenitebis. (Eccl., 32, 24.) Usó la antigüedad de carros falcados en la guerra, los cuales á un tiempo se movian y ejecutaban, gobernadas de un mismo impulso las ruedas y las falcas. La resolucion en aquellas era herida en estas, igual á ambas la celeridad y el efecto; símbolo en esta empresa de las condiciones de la ejecucion, como lo fueron en Daniel las ruedas de fuego encendido del trono de Dios 1, significando por ellas la actividad de su poder y la presteza con que obra. Tome la prudencia el tiempo conveniente (como hemos dicho) para la consulta; pero el resolver y ejecutar tenga eutre sí tal correspondencia, que parezca es un mismo movimiento el que los gobierna, sin que se interponga la tardanza de la ejecucion; porque es menester que la consulta y la ejecucion se dén las manos, para que, asistida la una de la otra, obren buenos efectos 2. El emperador Carlos V solia decir que la tardanza era alma del consejo, y la celeridad de la ejecucion, y juntas ambas, la quinta esencia de un príncipe prudente. Grandes cosas acabó el rey don Fernando el Católico porque con maduro consejo prevenia las empresas y con gran celeridad las acometia. Cuando ambas virtudes se hallan en un príncipe, no se aparta de su lado la fortuna, la cual nace de la ocasion, y esta pasa presto, y nunca vuelve. En un instante llega lo que nos conviene ó pasa lo que nos daña. Por esto reprendia Demóstenes á los atenienses, diciéndoles que gastaban el tiempo en el aparato de las cosas, y que las ocasiones no esperaban á sus tardanzas. Si el consejo es conveniente, lo que se tardare en la ejecucion se perderá en la conveniencia; no ha de haber dilacion en aquellos consejos que no son laudables sino después de ejecutados 1. Embrion es el 1 Thronus ejus flammae ignis: rotae ejus ignis accensus. (Dan., 7, 9.) 2 Priusquam incipias, consulito, et ubi consulueris, maturè facto opus est: ita utrumque per se indigens, alterum alterius auxilio viget. (Sallust.) 3 Nullus cunctationi locus est in eo consilio, quod non potest laudari, nisi peractum. (Tac., lib. 1, Hist.) consejo; y mientras la ejecucion, que es su alma, no le anima y informa, está muerto. Operacion es del entendimiento y acto de la prudencia prática; y si se queda en la contemplacion, habrá sido una vana imaginacion y devaneo. « Presto, dijo Aristóteles, se ha de ejecutar lo deliberado, y tarde se ha de deliberar.» Jacobo, rey de Ingalaterra, aconsejó á su hijo que fuese advertido y alento en consultar, firme y constante en determinar, pronto y resuelto en ejecutar, pues para esto último habia dado la naturaleza piés y manos con fábrica de dedos y arterias tan dispuestas para la ejecucion de las resoluciones. A la tardanza tiene por servidumbre el pueblo. La celeridad es de príncipes, porque todo es fácil al poder 4. En sus acciones fueron los romanos considerados, y todo lo vencieron con la constancia y paciencia. En las grandes monarquías es ordinario el vicio de la tardanza en las ejecuciones, nacido de la confianza del poder, como sucedia al emperador Oton 5, y tambien por lo ponderoso de aquellas grandes raedas, sobre las cuales juega su grandeza, y por no aventurar lo adquirido, contento el príncipe con los confines de su imperio; lo que es flojedad se tiene por prudencia, como fué tenida la del emperador Galba 6. Así creyeron todos conservarse, y se perdieron. La juventud de los imperios se hace robusta con la celeridad, ardiendo en ella la sangre y los espíritus de mayor gloria y de mayor dominio y arbitrio sobre las demás naciones. Obrando y atreviéndose creció la república romana, no con aquellos consejos perezosos que llaman cautos los tímidos 7. Llega después la edad de consistencia, y el respeto y autoridad mantienen por largo espacio los imperios, aunque les falte el ardor de la fama y el 4 Barbaris cunctatio servilis statim exequi, regium videtur. (Tac., lib. 6, Ann.) 5 Quo plus virium ac roboris, è fiducia tarditas inerat. (Tac., lib. 2, Hist.) 6 Et metus temporum obtentui; ut quod segnities erat, sapientia vocaretur. (Tac., lib. 1, Hist.) 7 Agendo, audendoque res Romana crevit, non his segnibus consiliis, quae timidi canta vocant. (Tit. Liv.) apetito de adquirir mas; así como el mar conserva algun tiempo su movimiento aun después de calmados los vientos. Mientras pues durare esta edad de consistencia, se puede permitir lo espacioso en las resoluciones, porque se gana tiempo para gozar en quietud lo adquirido, y son peligrosos los consejos arrojados. En este caso se ha de entender aquella sentencia de Tácito, que se mantienen mas seguras las potencias con los consejos cautos que con los orgullosos 8; pero en declinando de aquella edad, cuando faltan las fuerzas, cuando les pierden el respeto y se les atreven, conviene mudar de estilo y apresurar los consejos y las resoluciones, y volver á recobrar los brios y calor perdido, y rejuvenecer, antes que con lo decrépito de la edad no se puedan sustentar, y caigan miserablemente desfallecidas sus fuerzas. En los estados menores no se pueden considerar estas edades, y es menester que siempre esté vigilante la atencion para desplegar todas las velas cuando soplare el céfiro de su fortuna, porque ya á unos y ya á otros favorece á tiempos, bien así como por la circunferencia del horizonte se levantan vientos, que alternativamente dominan sobre la tierra. Favorables tramontanas tuvieron los godos y otras naciones vecinas al polo, de los cuales supieron tan bien gozar, desplegando luego sus estandartes, que penetraron hasta las colunas de Hércules, términos entonces de la tierra. Pasó aquel temporal, y corrió otro eu favor de otros imperios. La constancia en la ejecucion de los consejos resueltos, ó sean propios ó ajenos, es muy importante. Por faltalle á Pecho, dejó de triunfar de los partos 9. Casi Potentiam cautis quam acrioribus consiliis tutius haberi. (Tac., lib. 1, Ann.) 9 Eludi Parthus tractu belli poterat, si Petho, aut in suis, aut in alienis consiliis constantia fuisset. (Tac., lib. 15, Ann.) todos los ingenios fogosos y apresurados se resuelven presto, y presto se arrepienten. Hierven en los principios y se hielan en los fines. Todo lo quieren intentar, y nada acaban, semejantes á aquel animal llamado calípedes, que se mueve muy aprisa; pero no adelanta un paso en mucho tiempo. En todos los negocios es menester la prudencia y la fortaleza, la una que disponga, y la otra que perficione. A una buena resolucion se allana todo, y contra quien entra dudoso se arman las dificultades y se desdeñan y huyen de él las ocasiones. Los grandes varones se detienen en deliberar y temen lo que puede suceder; pero en resolviéndose, obran con confianza 10. Si esta falta, se descaece el ánimo, y no aplicando los medios convenientes, desiste de la empresa. Pocos negocios hay que no los pueda vencer el ingenio, ó que después no los facilite la ocasion ó el tiempo; por esto no conviene admitir en ellos la exclusiva, sino dejallos vivos. Roto un cristal, no se puede unir; así los negocios. Por mayor que sea la tempestad de las dificultades, es mejor que corran con algun seno de vela para que respiren, que amainallas todas. Los mas de los negocios mueren á manos de la desesperacion. Es muy necesario que los que han de ejecutar las órdenes, las aprueben; porque quien las contradijo, 6 no las juzgó convenientes ó halló dificultad en ellas; ni se aplicará como conviene ni se le dará mucho que se yerren. El ministro que las aconsejó será mejor ejecutor, porque tiene empeñada su reputacion en el acierto. 10 Vir ea ratione fiet optimus: si in deliberando quidem cunctetur, et praetineat quidquid potest contingere, in agendo autem confidat. (Herod.) yendo remediar un error, da en otro; y así, se van multiplicando muchos, los cuales, cuanto mas distantes del primero, son mayores, como las olas mas apartadas del centro que las produce. La razon es porque el principio es la mitad del todo, y un pequeño error en él corresponde á las demás partes 1. Por esto se ha de mirar mucho en los errores primeros, porque es imposible que después no resulte dellos algun mal 2. Esto se experimentó en Masinisa; casase con Sofonista, repréndele Scipion, quiere remediar el yerro, y hace otro mayor, matándola con yerbas venenosas. Entrégase el rey Witiza á los vicios, borrando la gloria de los felices principios de su gobierno, y para que en él no se notase el número que tenia de concubinas, las permite á sus vasallos; y porque esta licencia se disimulase mas, promulga una ley dando licencia para que los eclesiásticos se pudiesen casar; y viendo que estos errores se oponian á la religion, niega la obediencia al Papa; de donde cayó en el odio de su reino, y para asegurarse dél, mandó derribar las fortalezas y murallas; con que España quedó expuesta á la invasion de los africanos. Todos estos errores, nacidos unos de otros y multiplicados, le apresuraron la muerte. En la persona del duque Valentin se vió tambien esta produccion de inconvenientes: pensó fabricar su fortuna con las ruinas de muchos; para ello no hubo tiranía que no intentase; las primeras le animaron á las demás 3, y lo precipitaron, perdiendo el estado y la vida: ó mal discípulo ó mal maestro de Macavelo. Los errores de los príncipes se remedian con dificultad, porque ordinariamente son muchos interesados en ellos; tambien la obstinacion ó la ignorancia suelen causar tales efectos. Los ingenios graudes, que casi siempre son ingenuos y dóciles, reconocen sus errores, y quedando enseñados con ellos, los corrigen, volviendo á deshacer piedra á piedra el edificio mal fundado, para afirmar mejor sus cimientos. Mote fué del emperador Filipe el Tercero : Quod malè coeptum est, ne pigeat mutasse. El que volvió atrás, reconociendo que no llevaba buen camino, mas fácilmente le recobra; vano fuera después el arrepentimiento. Nil juvat errores mersa jam puppe fateri. (Claud.) Es la razon de estado una cadena, que, roto un eslabon, queda inútil, si no se suelda. El príncipe que, reconocido el daño de sus resoluciones, las deja correr, mas ama su opinion que el bien público, mas una vana sombra de gloria que la verdad; quiere parecer constante, y da en pertinaz. Vicio suele ser de la soberanía, que hace reputacion de no retirar el paso. In principio enim peccatur. Principium autem dicitur esse dimidium totius, itaque parvum in principio erratum correspondens est ad alias partes. (Arist., lib. 2, Pol., c. 4.) 2 Cum fieri non possit, ut si in primo atque principio peccatum fuerit, non ad extremum malum aliquod evadat. (Arist., lib. 5, Pol., c. 1.) 3 Ferox scelerum, et quia prima provenerant, volutare secum, quonam modo Germanici liberos perverteret. (Tac., lib. 4, Ann.) Quamque regale hoc putet En esto fué tan sujeto á la razon el emperador Cárlos V, que, habiendo firmado un privilegio, le advirtieron que era contra justicia; y mandando que se le trujesen, le rasgó, diciendo: «Mas quiero rasgar `mi firma que mi alma.» Tirana obstinacion es conocer y no emendar los errores; el sustentallos por reputacion, es querer pecar muchas veces y complacerse de la ignorancia; el dorallos, es dorar el hierro, que presto se descubre y queda como antes. Un error emendado hace mas seguro el acierto, y á veces convino haber errado para no errar después mas gravemente; tan flaca es nuestra capacidad, que tenemos por maestros á nuestros mismos errores: dellos aprendimos á acertar. Primero dimos en los inconvenientes que en las buenas leyes y constituciones del gobierno 4. La mas sabia república padeció muchas imprudencias en su forma de gobierno antes que llegase á perficionarse. Solo Dios comprendió ab aeterno sin error la fábrica de este mundo, y aun después en cierto modo se vió arrepentido de haber criado al hombre 5. Mas debemos algunas veces á nuestros errores que á nuestros aciertos, porque aquellos nos enseñan, y estos nos desvanecen. No solamente nos dejan advertidos los patriarcas que enseñaron, sino tambien los que erraron 6. La sombra dió luz á la pintura, naciendo della un arte tan maravilloso. No siempre la imprudencia es culpa de los errores; el tiempo y los accidentes los causan. Lo que al principio fué conveniente, es dañoso después. La prudencia mayor no puede tomar resoluciones que en todos tiempos sean buenas; de donde nace la necesidad de mudar los consejos ó revocar las leyes y estatutos, principalmente cuando es evidente la utilidad 7, ó cuando se topa con los inconvenientes, ó se halla el príncipe engañado en la relacion que le hicieron. En esta razon fundó el rey Asuero la excusa de haber revocado lus órdenes que, mal informado de Aman, habia dado contra el pueblo de Dios 8. En estos y otros casos no es ligereza, sino prudencia, mudar de consejo y de resoluciones; y no se puede llamar inconstancia, antes constante valor en seguir la razon, como lo es en la veleta el volverse al viento, y en la aguja de marear no quietarse hasta haberse fijado á la vista del norte. El médico muda los remedios segun la variedad de los accidentes, porque su fin en ellos es la salud. Las enfermedades 4 Usu probatum est P. C. leges egregias, exempla honesta, apud bonos ex delictis aliorum gigni. (Tac., lib. 15, Ann.) 5 Poenituit eum, quòd hominem fecisset in terra. (Genes., 6, 6.) 6 Instruunt Patriarchae, non solum docentes, sed etiam errantes. (Amb., lib. 1, de Abr., c. 6.) 7 Non debet reprehensibile judicari, si secundum varietatem temporum statuta quandoque varientur humana, praesertim cum urgens necessitas, vel evidens utilitas id exposcit. (Cap. non debet. de cons. et affin.) 8 Nec putare debetis, si diversa jubeamus, ex animi nostri venire levitate; sed pro qualitate et necessitate temporum, ut Reipublicae poscit utilitas, ferre sententiam. (Esth., 16, 9.) que padecen las repúblicas son varias; y así, han de ser varios los modos de curallas. Tenga pues el príncipe por gloria el reconocer y corregir sus decretos y tambien sus errores sin avergonzarse. El cometellos pudo ser descuido, el emendallos es discreto valor, y la obstinacion siempre necia y culpable; pero sea oficio de la prudencia hacello con tales pretextos y en tal sazon, que no caiga en ello el vulgo; porque, como ignorante, culpa igualmente por inconsideracion el yerro y por liviandad la cmienda. Aunque aconsejamos la retractacion de los errores, no ha de ser de todos, porque algunos son tan pequeños, que pesa mas el inconveniente de la ligereza y descrédito en emendallos; y así, conviene dejallos pasar cuando en sí mismos se deshacen y no han de parar en mayores. Otros hay de tal naturaleza, que importa seguillos y aun esforzallos con ánimo y constancia, porque es mas considerable el peligro de retirarse dellos; lo cual sucede muchas veces en los empeños de la guerra. Negocios hay en que para acertar es menester exceder, aunque se toque en los errores, como quien tuerce mas una vara para enderezalla; y entonces no se debe reparar mucho en ellos ni en las causas pi en. los medios, como no sean inhonestos ni injustos, y se esperen grandes efectos; porque con ellos se califican, y mas se pueden llamar disposiciones del acierto que errores. Otros van mezclados en las grandes resoluciones, aunque sean muy acertadas, no de otra suerte. que están las rosas tan cercadas de las espinas, que sin ofensa no puede cogellas la mano. Esto sucede porque en pocas cosas que convienen á lo universal deja de intervenir algun error dañoso á lo particular. Constan los cuerpos de las repúblicas de partes diferentes y opuestas en las calidades y humores, y el remedio que mira á todo el cuerpo, ofende á alguna parte; y así, es menester la prudencia del que gobierna para pesar los daños con los bienes, y un gran corazon para la ejecucion, sin que por el temor de aquellos se pierdan estos. La renovacion da perpetuidad á las cosas caducas por naturaleza. Unos individuos se van eternizando en otros, conservadas así las especies. Por esto con gran prudencia el labrador hace planteles, para substituir nuevos árboles en lugar de los que mueren. No deja al acaso este cuidado, porque ó le faltarian plantas, ó no serian las que babria menester y en los lugares convenientes; ni nacerian por sí mismas derechas si el arte no las encaminase cuando están tiernas, porque después ninguna fuerza seria bastante á corregillas. No menor cuidado fia menester la juventud para que salga acertada, y principalmente en aquellas provincias donde la disposicion del clima cria grandes ingenios y corazones; los cuales son como los campos fértiles, que muy presto se convierten en selvas si el arte y la cultura no corrige con tiempo su fecundidad. Cuanto es mayor el espíritu, tanto mas dañoso á la república cuando no le modera la educacion. Asimismo no se puede sufrir un ánimo altivo y brioso. Desprecia el freno de las leyes y ama la libertad, y es menester que en él obre mucho el arte y la enseñanza, y tambien la ocupacion en ejercicios gloriosos. Cuando la juventud es adulta, suele ser gran lastre de su ligereza el ocupalla en manejos públicos. Parte tuvo (según creo) esta razon para que algunas repúblicas admitiesen los mancebos en sus senados; pero el medio mejor es el que hace el labrador, trasplantando los árboles cuando son tiernos, con que las raíces que viciosamente se habian esparcido se recogen, y se levan-.. tan derechamente los troncos. Ninguna juventud sale acertada en la misma patria. Los parientes y los amigos la hacen licenciosa y atrevida. No así en las tierras extrañas, donde la necesidad obliga á la consideracion en composer las acciones y en granjear voluntades. En la patria creemos tener licencia para cualquier exceso, y que os le perdonarán fácilmente; donde no somos. conocidos, tenemos el rigor de las leyes. Fuera de la patria se pierde aquella rudeza y encogimiento natural, aquella altivez necia y inhumana que ordinariamente nace y dura en los que no han praticado con diversas naciones. Entre ellas se aprenden las lenguas, se cono |