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tamente bien merecida, si Ouvrard tenia la fortuna de traer del nuevo al antiguo mundo aquellos metales burlando la vigilancia de los cruceros ingleses; y España renunciaba de buen grado á la cuarta parte de su riqueza de América á trueque de realizar y asegurar las tres cuartas partes, y remediar al propio tiempo la miseria que padecia el reino (").

Este último objeto se consiguió cuanto era posible; pues tan pronto como se tuvo noticia del contrato, y antes que llegaran á nuestras costas los cargamentos hechos por cuenta de Mr. Ouvrard, ya comenzaron los mercados del interior á verse surtidos de grano, los almacenes se fueron abriendo á competencia, las paneras se franqueaban, y los precios fueron des

(1) La combinacion que el gran provisionista discurrió para hacer llegar á Europa los pesos de Méjico á pesar de las escuadras inglesas, era ciertamente ingeniosa y propia de su gran cabeza. Habiendo, como habia capitalistas holandeses que tenian al mismo tiempo casas de giro en Holanda y en Inglaterra, concibió la idea de interesarlas de modo que conviniera al ministro Pitt dejar venir cierta cantidad de plata, asegurando todavía á su compañía una ganancia de consideracion. Tambien contrató con los americanos libres, para que a favor de su neutralidad fueran ellos mismos á buscar pesos á las colonias españolas para traerlos á Europa. Mas a pesar de su actividad y de sus ingeniosas combinaciones, los apuros del tesoro francés, del español, y de la Reunion de comerciantes, á que tenia que

atender simultáneamente, eran tan apremiantes, que no consentian esperar el resultado de especulaciones tan lejanas. Los pesos no llegaron en tanta cantidad ni tan á tiempo como aquellas necesidades exigian, y de aquí los compromisos en que por largo tiempo se vieron, asi los gobiernos francés y español, como Ouvrard y su compañía. Y como Napoleon veia que continuaban los apuros del tesoro, y él acostumbraba entonces á liquidar more turquesco, despues de muy vivas contestaciones con Ouvrard y su compañía, acabó un dia por arrestarle en Vincennes, y mas tarde le llevó á Santa Pelagia, donde pasó cinco años como deudor del tesoro. Pero mas adelante tuvo que ponerle en libertad, y concluyó por valerse de él para que le proporcionara recursos.

cendiendo sucesivamente en dos terceras partes "). Se vió pues manifiestamente que la escasez habia sido menos real que facticia, y muchos especuladores, en vez de las enormes ganancias que se habian prometido, sufrieron grandes pérdidas, y algunos se arruinaron.

Mas éstos eran remedios parciales y momentáneos, y sobre los atrasos que de ántes venia padeciendo el tesoro, la guerra que de nuevo nos declaró la Gran Bretaña (2) vino á ponernos en mayores apuros y mas invencibles conflictos. Pues si bien cesó la obligacion del subsidio que nos habiamos comprometido á satisfacer á Francia durante la neutralidad, y de que aun estábamos en descubierto, en cambio hubo necesidad de mantener en pié de guerra fuerzas considerables marítimas y terrestres; fué menester armar y proveer hasta cuatro escuadras, y multitud de barcos ligeros y fuerzas sutiles, para atender à la guarda y defensa del litoral de la península y de las dilatadas é inmensas costas de ambas Indias. A estas atenciones hubo que destinar los fondos que habian de servir para seguir amortizando los vales reales, teniendo que sostener el crédito con aumento de hipotecas y con nuevos valores. Se obtuvo del papa la facultad de enagenar la séptima parte de las fincas de la Iglesia, con las mismas condiciones que la venta de los bienes

(1) Llegó á ponerse la fanega de trigo á sesenta reales, á cuarenta la de centeno, y la de maiz ȧ treinta.

(2) La brutal declaracion de guerra á España la llama no sin razon un historiador estrangero.

de memorias y obras pías, dando en equivalencia al clero inscripciones ó láminas con el interés de tres por ciento anual, que fué un gran paso en el sistema de desamortizacion eclesiástica iniciado en el reinado anterior y proseguido en éste. Pasados algunos meses se abrió un empréstito de 100.000,000 de reales (29 de junio, 1805), repartidos en cincuenta mil acciones con el interés anual de cinco y medio por ciento, reembolsable todo en ocho años. Se empleó el medio, entonces muy en uso, de las loterías estraordinarias. Se arbitró la subvencion temporal de uno y medio por ciento del valor de los géneros y frutos que se estrajesen ó se importasen de paises estrangeros, así en los puertos de España como en los de América. Se autorizó á la caja de consolidacion para admitir al rédito anual de tres por ciento las cantidades que libremente se quisieran imponer en ella, recibiendo por capital efectivo una tercera parte de su importe, y las otras dos en créditos liquidados y corrientes contra la tesorería mayor, prescribiendo reglas asi para el reembolso de los capitales como para la negociacion de los créditos. Y á pesar de la repugnancia de Cárlos IV. á establecer nuevas contribuciones, se impuso, 1. un tres y un tercio por ciento sobre los frutos que no pagaban diezmo: 2.° media anualidad de los productos de capellanías laicales en cada nuevo nombramiento que se hiciese: 3. un tres y un tercio por ciento sobre los productos de las donaciones de la corona á manos

muertas: 4.o un arbitrio de cuatro maravedís en cada cuartillo de vino que se consumiese en el reino (1).

Y á pesar de tan estraordinarios esfuerzos, ni el ejército podia estar vestido, pagado y alimentado como correspondia, ni las escuadras provistas de las dotaciones y de los víveres que habian menester, que la guerra hacía necesarios, y que el gobierno aliado de la Francia no recomendaba solamente, sino que porfiadamente exigia. Diarias eran sus quejas sobre la falta ó escasez de provisiones de nuestras naves, y sobre lo incompleto y tardío de sus aprestos para las combinaciones en que á ella le convenia emplearlas, y para los movimientos y operaciones que su gobierno ordenaba y disponía, sujetos nuestros marinos por el tratado de París á obedecer las órdenes del emperador ó del ministro de Marina del imperio. Verdad es que Francia solia anticipar y suministrar fondos para la provision, armamento y equipo de nuestras naves; pero esto mismo iba formando un crédito, que unido al de los cargamentos de trigo, y al del subsidio por la neutralidad aun no satisfecho, aumentaba enormemente la deuda de España, y dió lugar y pié á prolijas é incesantes reclamaciones de parte del emperador y del gobierno francés, á veces tan apremiantes que ponian en desesperados aprietos y apuros á los ministros es

(1) Afirma el principe de la Paz que él se opuso cuanto pudo á que se estableciera este último arbitrio, que ciertamente era tan

gravoso como odioso á los españoles, pero que se empeñó en ello el ministro Caballero.-Memorias, tom. IV., cap. 23.

pañoles, no encontrando ya medio cómo terminar la liquidacion de un modo que fuese por lo menos soportable.

Mas espléndido el gobierno de aquel tiempo, y mas dado á la largueza que lo que los empeños del tesoro consentian, al modo que habia desplegado una costosa magnificencia en las bodas de los príncipes, y que subvenia al proscrito pontífice Pio VI. con una liberalidad que habria sido muy laudable si no hubiera tenido tantas y tan urgentes necesidades interiores que satisfacer, asi tambien despues del lastimoso desastre de Trafalgar quiso ser tan pródigo en recompensas y premios con los valientes que habian sobrevivido y con las familias de los que perecieron en aquel glorioso y funesto combate, como si el erario se hallára en el mayor desahogo. El fin y la intencion eran dignos de alabanza, mas sobre recargarse el tesoro con ascensos y pensiones que no podia soportar, hubo que recurrir á suscriciones patrióticas, que ciertamente produjeron un resultado honroso al civismo de los pueblos y de las corporaciones, y de las mismas tropas que tambien escotaron de sus escasos haberes para el socorro de las familias de aquellos beneméritos marinos, pero que no disminuian las nuevas obligaciones que contraia el Estado. Con haber quedado tan reducida nuestra armada, al fin de aquel mismo año (1805) era deplorable su situacion respecto á administracion y asistencias; y es desconsolada la pintura que del es

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