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manera de escollos envueltos en blanca espuma, y una torre del lado de la ciudad que ha sobrevivido al objeto que amparaba y defendía. Llaguno atribuye á los romanos la fábrica del puente, pero el torreón publica su arábiga procedencia; y si hemos de dar crédito á la interpretación que trae Mora de la inscripción hoy legible esculpida en su arco de entrada (1) aquel puente viniera á ser gemelo del segundo de Alcántara, erigido como

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éste en la última mitad del siglo Ix por el califa Muhamad. La torre fuertemente abovedada, abierta por sus cuatro lienzos á guisa de pabellón, presenta ya de un lado la gruesa ojiva, del

(1) «En el nombre de Dios misericordioso, etc., fué hecha esta puente por mandado del gran rey de Toledo Mahomad Suet Elmucha Yafet... en Toledo, guárdela Dios. Acabóse en la luna de Xamid (Jiomada) en cumplimiento del año de la egira de 204.» Esta versión forzosamente adolece de inexactitud, así por la notoria corruptela de los nombres que siguen al de Muhamad, como por la fecha que no corresponde al reinado de aquel califa, debiendo acaso corregirse 264 que sería el año 877 de J. C.

otro el airoso arco de herradura apoyado sobre columnitas; y el pueblo al verla tan solitaria, en sitio tan deleitoso, tan de cerca acariciada por el Tajo, le ha dado el nombre de Baños de la Cava, resumiendo en él todo un drama de amor, desde la primera mirada indiscreta lanzada por Rodrigo allá en la galería de su contiguo palacio, hasta la hora de criminal placer expiado con la pérdida de España. De esta suerte el instinto poético aproxima entre sí las épocas, atropellando su diferencia de arquitecturas; y como ramas el ave, como flores la mariposa, los recuerdos buscan ruinas sobre que posarse.

Ilustres y menos vagos son los que se anidan en torno de la pequeña iglesia de Santa Leocadia, decorada con el grandioso nombre de basilica, y plantada en medio de la vega como un monumento renovado al extremo de elegante paseo. Humilde capilla, consagrada desde el año de 309 por los restos de la insigne mártir, es fama que precedió á la regia construcción erigida tres siglos después por el piadoso Sisebuto, en cuyas bóvedas resonaron las augustas decisiones de los concilios IV, V, VI y XVII, y en cuyo suelo durmieron en paz excelsos príncipes y eminentes prelados. Pero un celestial portento debía hacer aún más venerable la santidad de aquel recinto: un día 9 de Diciembre por los años de 660, en presencia de Recesvinto y de sus magnates, levantóse del sepulcro la virgen Leocadia, y puesta de pié sobre la abierta losa, entre los cánticos del clero y los clamores del gentío, dirigió al grande Ildefonso, á la sazón arzobispo de Toledo, la felicitación más gloriosa que pudo bajar del empíreo, premiando su celo en defensa de la Reina de las vírgenes; y un pedazo del velo de la santa, cortado con la daga del rey, quedó en manos del hombre de Dios como testimonio de aparición verdadera y prenda de la inmortalidad (1). Según las

(1) La relación de este prodigio merece leerse en la vida de San Ildefonso es. crita un siglo después por Cixila, sucesor suyo en la dignidad arzobispal. « Sic enim egit, dice, ut adveniente in sede regia festivitate virginis Leocadiæ, et ante sepulchrum ejus genibus provolutus, tumulus in quo sanctum ejus corpusculum usque

manera de escollos envueltos en blanca espuma, y una torre del lado de la ciudad que ha sobrevivido al objeto que amparaba y defendía. Llaguno atribuye á los romanos la fábrica del puente, pero el torreón publica su arábiga procedencia; y si hemos de dar crédito á la interpretación que trae Mora de la inscripción hoy ilegible esculpida en su arco de entrada (1) aquel puente viniera á ser gemelo del segundo de Alcántara, erigido como

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éste en la última mitad del siglo Ix por el califa Muhamad. La torre fuertemente abovedada, abierta por sus cuatro lienzos á guisa de pabellón, presenta ya de un lado la gruesa ojiva, del

(1) «En el nombre de Dios misericordioso, etc., fué hecha esta puente por mandado del gran rey de Toledo Mahomad Suet Elmucha Yafet... en Toledo, guárdela Dios. Acabóse en la luna de Xamid (Jiomada) en cumplimiento del año de la egira de 204.» Esta versión forzosamente adolece de inexactitud, así por la notoria corruptela de los nombres que siguen al de Muhamad, como por la fecha que no corresponde al reinado de aquel califa, debiendo acaso corregirse 264 que sería el año 877 de J. C.

otro el airoso arco de herradura apoyado sobre columnitas; y el pueblo al verla tan solitaria, en sitio tan deleitoso, tan de cerca acariciada por el Tajo, le ha dado el nombre de Baños de la Cava, resumiendo en él todo un drama de amor, desde la primera mirada indiscreta lanzada por Rodrigo allá en la galería de su contiguo palacio, hasta la hora de criminal placer expiado con la pérdida de España. De esta suerte el instinto poético aproxima entre sí las épocas, atropellando su diferencia de arquitecturas; y como ramas el ave, como flores la mariposa, los recuerdos buscan ruinas sobre que posarse.

Ilustres y menos vagos son los que se anidan en torno de la pequeña iglesia de Santa Leocadia, decorada con el grandioso nombre de basilica, y plantada en medio de la vega como un monumento renovado al extremo de elegante paseo. Humilde capilla, consagrada desde el año de 309 por los restos de la insigne mártir, es fama que precedió á la regia construcción erigida tres siglos después por el piadoso Sisebuto, en cuyas bóvedas resonaron las augustas decisiones de los concilios IV, V, VI y XVII, y en cuyo suelo durmieron en paz excelsos príncipes y eminentes prelados. Pero un celestial portento debía hacer aún más venerable la santidad de aquel recinto: un día 9 de Diciembre por los años de 660, en presencia de Recesvinto y de sus magnates, levantóse del sepulcro la virgen Leocadia, y puesta de pié sobre la abierta losa, entre los cánticos del clero y los clamores del gentío, dirigió al grande Ildefonso, á la sazón arzobispo de Toledo, la felicitación más gloriosa que pudo bajar del empíreo, premiando su celo en defensa de la Reina de las vírgenes; y un pedazo del velo de la santa, cortado con la daga del rey, quedó en manos del hombre de Dios como testimonio de aparición verdadera y prenda de la inmortalidad (1). Según las

(1) La relación de este prodigio merece leerse en la vida de San Ildefonso es. crita un siglo después por Cixila, sucesor suyo en la dignidad arzobispal. «< Sic enim egit, dice, ut adveniente in sede regia festivitate virginis Leocadiæ, et ante sepulchrum ejus genibus provolutus, tumulus in quo sanctum ejus corpusculum usque

relaciones más poéticas si no las más seguras, la ruina de la corte goda anda enlazada al recuerdo de la basílica; y renueva en la fantasía aquella funesta procesión de las palmas á que acudió la población en masa, mientras quedamente se acercaban las formidables huestes del árabe invasor, y su confusión terrible al hallarlas apoderadas de los muros y puertas por la perfidia de los judíos, pereciendo cual indefensa grey al filo de la cimitarra. Sucumbió el famoso santuario bajo el yugo de los infieles, manteniendo vivas entre los escombros las tradiciones de su cristiana grandeza; mas no pasó un siglo, después de terminada la cautividad sarracena, sin que de nuevo se levantaran los sagrados muros, aunque ya no con el esplendor de los antiguos tiempos, instituyendo el arzobispo Juan en 1162 un cabildo de regu lares adictos al culto y servicio de Santa Leocadia (1). La estructura de su nave sostenida por arcos planos que se conti

hodie humatum est exiliret, et operculum quod vix triginta juvenes movere possunt, non humanis manibus sed angelicis elevatum, velum quod sanctæ virginis membra tegebat vivens foris submitteret, et veluti manibus hominum extensum, conspectui ejus virgo pulcherrima obsequens adventaret, clamantibus episcopis, principibus, presbyteris ac diaconibus, clero atque omni populo: Deo gratias in cœlo, Deo gratias in terra, nemine tacente. Ipsa vero manibus statim complexans et adstringens, talia fertur depromere vota vociferans cum omni populo et clamans: Deo gratias: vivit Domina mea per vitam Ildephonsi. Et ipsum repetens clerus vehementer psallebat alleluja... Clamabat (Ildephonsus) inter voces populi velut mugiens, ut aliquod incisorium deferrent unde quod manibus tenebat præcideret; et nemo illi occurrebat, quia populis vastis ictibus rictibusque frendebat. Nam et sancta virgo quod voluntate submiserat, ut desideria crescerent, violenta retrahebat. Sed princeps quondam Recesvinthus qui ejus tempore erat, gloria et ferocitate terrena deposita, qui eum ob iniquitates suas increpatas superbo oculo intuebatur, cultrum modicum quem in theca tenebat cum lacrymis offerebat, et collo submisso, supplicibus manibus à throno suo extentis, ut eum illi deferrent instantius deprecabatur, postulans ut indignum non judicaret sua cum lacrymis offerentem. Quem ille apprehendens, quod manu læva jam modicum tenebat, dextra præcidit, et cultrum ipsum una cum eisdem reliquiis in thecis argenteis collocavit.» La oscuridad del relato ha dado lugar á largas controversias entre los historiadores, y en especial acerca de la inteligencia de las palabras que se ponen en boca de Santa Leocadia: en el texto nos atenemos á la opinión más seguida.

(1) El privilegio es de 11 de Marzo, y en él se asignan en propiedad á dichos canónigos reglares la iglesia de San Audito con sus bienes, las de San Cosme y San Damián, de San Pedro y San Pablo y de Santa María de la Sisla en los alrededores de Toledo, la de Santa Eulalia en la villa de su nombre, la de Santa María de Almayán y la de Santa María de Atocha junto à Madrid. El abad de Santa Leocadia vino á ser dignidad de la iglesia catedral.

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