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Tal es el hospital de San Juan de afuera, y el orden y capacidad de sus bóvedas, salas y habitaciones sostienen la grata impresión que producen desde luego sus artísticas bellezas. De las tres fachadas restantes, la de oriente tan sólo presenta concluída su mitad, siguiendo el orden de la primera: las otras dos de irregular aspecto no han recibido, ni recibirán ya probablemente, la proyectada uniformidad. Sentado á orillas de la carretera, parece el edificio salir al encuentro del viajero ó convidar al peregrino, como en otro tiempo los hospitales de San Lázaro y de San Antón, cuyo ábside cubierto de arcos ojivos y dentellados aún asoma entre el caserío del arrabal. Á poniente los gloriosos restos del romano circo, á levante las humildes chozas ó Covachuelas que entre rojizas cuestas se extienden hacia el río, á uno y otro lado la hermosa vega; y enfrente al mediodía la noble ciudad separada únicamente del hospital de Tavera por ancho y desahogado paseo. Ora se solacen entre amenos verdores, ora hundan su pié en la sonorosa corriente, ora se enrisquen en las alturas, ora destaquen sobre el cielo azul ó sobre un fondo de pardas breñas, los monumentos de Toledo rara vez se divorcian de la naturaleza; y su posición artísticamente elegida duplica el valor de su intrínseca hermosura.

11.0

III

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NDUDABLEMENTE (*) sobráranle á Toledo sus antigüedades y monumentos civiles, que en rápido giro acabamos de describir, para brillar entre las más nobles é interesantes ciudades de la Península; falta aún contemplarla bajo el aspecto de su

constante y gloriosa primacía sobre todas ellas. Forman los templos el adorno principal de las otras poblaciones, pero de esta constituyen la vida especial y la característica grandeza; y las artes, atraídas privilegiadamente al sagrado recinto en la corte eclesiástica del católico reino, confirman con su espléndido homenaje el título augusto que la Iglesia le ha conferido.

Pero la institución ha trasmigrado de uno en otro edificio, y no mide su antigüedad por la de las piedras donde hoy asienta su riquísimo trono. El origen de la catedral se confunde en Toledo con el primer anuncio del cristianismo por boca de San Eugenio: y aunque la tradición supone fundado en el arrabal, al pié de la cuesta

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(*) La letra inicial está sacada de un misal romano de la Biblioteca de la Catedral de Toledo.

que baja al río (1), aquel primitivo templo, angosto y humilde sin duda mientras dominó el paganismo de los Césares ó la herejía de los monarcas godos, llamó desde luego el cuidado del piadoso Recaredo la consagración solemne de la iglesia de Santa María en el solar mismo que ocupa la presente, ora la construyese de nuevo, ora la purificase de la infección arriana (2). En ella pusieron su cátedra Heladio y los dos Eugenios, Ildefonso y Julián, en ella sus celestiales plantas la Reina de los ángeles para honrar al defensor de su pureza; y aunque brillaran por su pompa regia y por la más frecuente reunión de concilios las basílicas pretorienses de los Santos Pedro y Pablo y de Santa Leocadia, descollaba por su dignidad sobre entrambas la sede arzobispal de Santa María. Profanóla el musulmán trocándola en mezquita en el sangriento día de su victoria, y más tarde la reedificó desde los cimientos adaptándola á las tradiciones de su culto y á las formas de su arquitectura: un lindo brocal de algibe labrado en el postrer siglo de su dominación, y hoy subsistente en el patio de San Pedro Mártir, es cuanto resta de aquella fábrica probablemente suntuosa (3). Mudados

(1) Los que atribuyen la fundación de dicha iglesia al primer arzobispo San Eugenio, afirman por simples conjeturas que estuvo en el sitio que ocupó mucho después la ermita de San Leonardo junto á la alhóndiga nueva y al pié casi de la basílica de los Santos Pedro y Pablo.

(2) En 1591, practicando ciertas excavaciones dentro de la ciudad, descubrióse una columna de mármol, venerable resto del templo godo, que da testimonio de la fecha de su consagración, y respetuosamente se conserva en el claustro de la catedral. He aquí la inscripción, que en cuanto permite lo gastado de los carac teres escrupulosamente copiamos, á causa de las notables discrepancias con que se lee en diversos autores: In nomine Dni. consecrata eclesia Scle. Marie in catolico die pridie idus aprilis anno feliciter primo regni Dni. nostri gloriosissimi Fl. Reccaredi regis: era DCXXV. La era corresponde al año 587, que efectivamente fué el primero del reinado de Recaredo; bien que algunos engañados por la vírgula algo prolongada de la V, y creyéndola una X borrada en parte, han copiado DCXXX, fecha del todo inadmisible. En cuanto al día, no sabemos cómo todos, incluso el mismo Flórez, en vez de pridie que bien claramente se demuestra, han leído primo idus aprilis, redundancia jamás usada; aunque es verdad que si por catolico die se entendiera el domingo, debiera referirse al día 13, que fué domingo en aquel año, y no al 12.

(3) Da vuelta al brocal una inscripción en bellos caracteres cúficos, que traducida por el señor Gayangos, dice así: «En el nombre de Alá elemente, misericor

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CATEDRAL.-VISTA DE LA TORRE DESDE LA CALLE DE SANTA ISABEL

Pasco

que baja al río (1), aquel primitivo templo, angosto y humilde sin duda mientras dominó el paganismo de los Césares ó la herejía de los monarcas godos, llamó desde luego el cuidado del piadoso Recaredo la consagración solemne de la iglesia de Santa María en el solar mismo que ocupa la presente, ora la construyese de nuevo, ora la purificase de la infección arriana (2). En ella pusieron su cátedra Heladio y los dos Eugenios, Ildefonso y Julián, en ella sus celestiales plantas la Reina de los ángeles para honrar al defensor de su pureza; y aunque brillaran por su pompa regia y por la más frecuente reunión de concilios las basílicas pretorienses de los Santos Pedro y Pablo y de Santa Leocadia, descollaba por su dignidad sobre entrambas la sede arzobispal de Santa María. Profanóla el musulmán trocándola en mezquita en el sangriento día de su victoria, y más tarde la reedificó desde los cimientos adaptándola á las tradiciones de su culto y á las formas de su arquitectura: un lindo brocal de algibe labrado en el postrer siglo de su dominación, y hoy subsistente en el patio de San Pedro Mártir, es cuanto resta de aquella fábrica probablemente suntuosa (3). Mudados

(1) Los que atribuyen la fundación de dicha iglesia al primer arzobispo San Eugenio, afirman por simples conjeturas que estuvo en el sitio que ocupó mucho después la ermita de San Leonardo junto á la alhóndiga nueva y al pié casi de la basílica de los Santos Pedro y Pablo.

(2) En 1591, practicando ciertas excavaciones dentro de la ciudad, descubrióse una columna de mármol, venerable resto del templo godo, que da testimonio de la fecha de su consagración, y respetuosamente se conserva en el claustro de la catedral. He aquí la inscripción, que en cuanto permite lo gastado de los caracteres escrupulosamente copiamos, á causa de las notables discrepancias con que se lee en diversos autores: In nomine Dni, consecrata eclesia Scle. Marie in calolico die pridie idus aprilis anno feliciler primo regni Dni. nostri gloriosissimi Fl. Reccaredi regis: era DCXXV. La era corresponde al año 587, que efectivamente fué el primero del reinado de Recaredo; bien que algunos engañados por la vírgula algo prolongada de la V, y creyéndola una X borrada en parte, han copiado DCXXX, fecha del todo inadmisible. En cuanto al día, no sabemos cómo todos, incluso el mismo Flórez, en vez de pridie que bien claramente se demuestra, han leído primo idus aprilis, redundancia jamás usada; aunque es verdad que si por catolico die se entendiera el domingo, debiera referirse al día 13, que fué domingo en aquel año, y no al 12.

(3) Da vuelta al brocal una inscripción en bellos caracteres cúficos, que traducida por el señor Gayangos, dice así: «En el nombre de Alá clemente, misericor

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