los árabes á la región meridional de Castilla la Nueva, sustituyendo el de Mancha ó tierra seca al que de campo Espartario le dieron los antiguos. Tan marcada en su fisonomía como en sus límites geográficos indeterminada, coge parte de las provincias de Cuenca y Toledo entre los montes de ésta y la serranía de aquella, al reino de Murcia toma entera la de Albacete, y se dilata por la de Ciudad Real como por su más propio distrito, teniendo por frontera al oeste la Extremadura, al sur las cordilleras formidables de Alcaraz y Sierra Morena. Los rasgos, no obstante, que su peculiar tipo constituyen son por la mayor parte negativos; ausencia de árboles que dén verdor y sombra á

su caldeado suelo, ausencia de aguas que lo rieguen y fertilicen, ausencia de peñas y quebradas que varíen sus perspectivas; nubes de polvo en vez de húmedas nieblas, en vez de frescas brisas el abrasado soplo del desierto. De población á población larga distancia y soledad completa, á cuya extremidad se divisa la torre parroquial como una blanca vela en la inmensidad de los mares; extensos y rústicos villorrios, como el aduar de una caravana en medio de los arenales, cuya riqueza é industria cifran trojes abundosos de trigo y vastos corrales de ganado; casas de tierra amasadas, en su color ceniciento ó pardo análogas al semblante y traje de sus moradores; lugares sin monumentos y sin historia casi, no poblados definitivamente sino después de asegurada por el triunfo de las Navas la frontera de Andalucía, y crecidos bajo el vasallaje de las órdenes militares. Y sin embargo ¿qué no vivifica y encanta con su varita de oro la fantasía? En aquella monótona y aletargada naturaleza descubrirá atractivos, en aquellas vulgares fábricas cierto carácter; hará brotar de aquellos gruesos torreones un vivo raudal de poesía; poblará sus páramos de descripciones las más lozanas y sus caminos de extrañas aventuras; inmortalizará sus molinos de viento y sus mesones á falta de castillos; y dando á sus imaginarias escenas la consistencia y bulto de históricos recuerdos, transformará en paladines sus hidalgos, sus labradores en escuderos. El prosaico país vive identificado con el caballeresco libro; y el nombre de la Mancha resuena en pos del fantástico de D. Quijote con más lustre que si un conquistador lo hubiera tomado por divisa de su blasón, por teatro de sus hazañas.

Á levante queda, metido adentro en la llanura, Alcázar de San Juan, erigido desde 1772 en cabeza del priorato (a); á cuya

(a) El gran priorato de la Orden de San Juan en Castilla, ya muy esquilmado, deteriorado, rebajado y no muy acreditado fué convertido en mayorazgo en 1785, á favor del infante D. Gabriel, especie de D. Ramiro el Monje en el siglo xvi, pues se casó habiendo sido arzobispo de Toledo y Sevilla y siendo gran Prior de la Orden de San Juan.

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