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Extranjeros.

Attilio Focherini -Il diritto internazionale secondo un giurista rentino del secolo XVIII. Pavia, Premiata tipografia SuccessoriJuri. 1910.

Carlo Picchio. La navigacione internanel diritto pubblico e privato, 1909, Tipografía cooperativa. Alessandría.

Carlo Ricci des Ferres.-Faida di comune. Regia Universita de Torino, 1909.

Mario Risso.-L'enfiteusi nella nuova transizione. Disertazione di Laurrea Pinerolo. Tip. Gia Chiantore. Mascarelli, 1909.

C. Caristia. La Legge marziale al parlamento italiano. Milano, Societa editrice libraria, 1903.

Edoardo Blanco. Il principio solve et repete nel diritto publico italiano. Teri di Laurea nella Regia Universita di Torino. Chieri, Tipografía M. Ghirardi, 1909.

Emilio Brussa. --Tancredi Canonico. Torino, Stamperia Reale G. B. Paravia e Comp., 1909.

Francesco Ruffini.-Rivista di Diritto Ecclesiastico Milano, 1909. Genare Escobedo.-La prova della nostra mala fede (Biblioteca della «Giustizia penale, 1909.

La ultime ore del responsabile civile ossia l'abrogazione del titolo IV, libro II del Codice de procedura penale. Citta di Castillo, 1909.

Elogio della congiunzione carnale. Citta di Castillo, 1909. Jacques Cujas, Professeur a l'Universite de Turin. - Par Gian Carl Buraggi. Librairie de la société du recueil J. B. Sirey et du journal du palais, 1910.

Luigi Abello. Su alcune eccezioni d'inadmisibilità del ricorso in Cassazione Nota á sentenza). Roma, Sicietá editrice Laziale. Vía Tomacelli, núm. 15, 1903.

Mario Sarfatti. - Legislazione e Giurisprudenza commerciale straniera. Inglaterra, Casa editrice Dott. Francesco Vallardi. Milano, 1909.

Natura giuridica del contratto di abbonamento alle cassette di sicurenza munite di conchiusura. Cita di Castillo. Tip. S. Lapi, 1909.

M. M Dumars et G. Pailhues. De la Repression des Contraventions de simples Police en Tunisie Tunis, Imprimerie francaise B. Borrel, 1910.

Pietro Galeazzi.-Il diritto delle associazioni politiche in Italia. Disertazione di Laurea presentata alla Facoltà Giuridica della R. Università di Torino. Casale, Tip. cooperativa, 1909.

Saverio Petitti di Roreto. Il diritto al nome patronimico. Torino, Tip. Silvestrelli D. Cappelleto, 199.

Silvia Lorenzina Giaccone.

Sulla publicitá dei diritti inmobiliari e sulla nozione dei terzi. Dissertazione di laurea. Mondovi, Tip. Carlo Manfredi, 1909.

Vittorio Bertolotti.—Contributo alla teoria dell'acquisto del Tesoro (art. 714 del Codice civile. Dissertazione di laurea. Mondovi, Tip. editrice Vescoville, 1909.

ANALES DE DERECHO INTERNACIONAL

É IBERO-AMERICANO

ORGANIZACIÓN DE LA SOCIEDAD INTERNACIONAL

Problema es este, que aunque ya soñado por algunos filósofos de la antigüedad, no ha adquirido gran importancia hasta tiempos recientes. Esto no tiene nada de extraño, porque lo mismo que la humanidad va marchando paso a paso por el camino del progreso, los hombres de ciencia también en sus estudios no hacen más que señalar ese camino de la humanidad adelantándose á ella; pero no tanto, que ésta, al ver el largo trayecto que tiene que recorrer, se declare impotente y tome por delirios aquellas realidades lejanas.

Hasta el siglo XVIII, la formación de esta sociedad era tan sólo vislumbrada por muy pocos cerebros, hoy lo que en un tiempo fué sólo una ilusión, va acercándose à la realidad, hasta el día, no tan lejano como á primera vista parece, que se convierta en un hecho.

Hoy también hay individuos que incapaces de concebir ideas generales y abstractas, niegan la posibilidad de tal organización, y viendo las cosas de: figuradas, á causa de su miopía, aseguran que el último molde de organización socia! es la nación. Los nacionalistas consideran que todo lo que se haga para formar una sociedad superior à la llamada nación, es un tiempo perdido, que los Estados como Francia, Inglaterra ó Austria pueden entre sí establecer tratados de alianza, más nunca podrán federarse (1).

Todos ellos olvidan la ley del progreso, miran á la sociedad

(1) Proudhon, Del principio federativo.

actual sin fijar su vista en lo futuro, consideran que ha llegado ya su perfección y contentándose con lo presente ó con siderándolo mejor que esta gran sociedad, fundándose para ello en ideas mezquinas, limitadas y transitorias, exclaman que es imposible se lleve á cabo esta reforma, y que nunca se verá realizada esta organización mundial.

No hay más que mirar la historia para convencerse de este error; quién le iba à decir á la sociedad tribal que lle garía un día en que miles de tribus formarían una sola entidad. La humanidad ha pasado sucesivamente por las formas de agrupación familiar, de tribu y ciudad, despues constituyó la provincia y últimamente la nación. ¿Mas porqué ha de ser ésta la última forma de organización social? ¿qué razón hay para creer tal cosa?: ninguna, la misma que tuvieran nuestros antepasados para dudar de la existencia de una sociedad superior á la suya; la rivalidad de los pueblos, el temor de ser uno absorbido por otro y demás causas infundadas, son las que alegan los nacionalistas contra esta soiución, no fijándose en que para constituir la ciudad, la provincia y la nación se tropezaban con las mismas dificultades, y á pesar de ello, estas sociedades se formaron, y se vió que estas causas que dificultaban la asocia ción fueron ilusorias para impedir su permanencia.

El que hoy la consecución de esta idea sea más o menos difícil, no es mas que un obstáculo momentáneo, y el que algunos nieguen esta posibilidad tampoco es de gran importancia; Platón, Aristóteles y toda la antigüedad, consideró que unos hombres habían nacido para libres y otros para esclavos, y que ésta era una ley natural; hoy hasta el hombre de menos alcan ces, no concibe como puede justificarse dicha institución.

Hay quien cree, que la única ó más pronta manera de conseguir esta federación internacional, es por la preponderancia de un Estado sobre los demás, y empleando como medio la guerra. Esto es una antinomia, pues si lo que se trata de llevar á cabo es la supresión de la guerra, mala manera de lograrlo es el quererlo conseguir por medio de ella.

No es domirando un pueblo à los demás como se ha de llevar á cabo, pues en la antigüedad, á pesar de ser el mundo conocido mucho más limitado que el presente, no ha habido pue. blo por bélico que fuera que lo lograse conseguir. Egipto en tiempo de las dinastías XVIII y XIX, extendió su dominación por casi todo el mundo antiguo, mas el estado de ciudad que era el de su organización, no podía hacer sus conquistas muy duraderas, y no conformándose con otorgar cierta libertad á los pueblos sometidos, ni sabiendo gobernar como los romanos, no pudieron ni aun formar un imperio como el de éstos. Después heredaron la hegemonía de los pueblos orientales los Asirios, hasta que una sublevación se la da á los Persas, que á su vez sucumbieron por el pueblo griego. Ya se ve que la fuerza nunca puede formar un gran imperio, pues si bajo su presión pueden estar acallados más o menos tiempo los sentimientos de independencia de los pueblos sometidos, al fin llega el día que por ser vencida la metrópoli por otro pueblo extraño ó por una sublevación interior, el gran reino se di-grega y en este continuo tejer y destejer de la obra de Penélope, no se hace más que excitar los odios de un pueblo contra otro, dificultando con ello la formación de la gran federación universal.

La guerra no será nunca el medio de formación de la so ciedad mundial, porque los pueblos sometidos lejos de acos tumbrarse á esta sumisión, irán acentuando sus rencores contra el pueblo conquistador, y los grandes reinos así formados, no podrán tener nunca estabilidad. Alejandro no pudo fundar un imperio más duradero que su corta vida. Los romanos aunque mantuvieron por mucho más su supremacía, no se vieron libres de esta ley natural, que al igual que al organismo físico, rige à todo imperio. Agotadas sus fuerzas, llegada la decadencia y decrepitud de la ciudad de las siete colinas, no tuvo más remedio que morir al empuje del vigoroso y joven pueblo godo. Piensan después conquistar el mundo los hijos de Mahoma; pero si rápidas fueron sus conquistas, no dejó de serlo también su grandeza. En esta gran noche de la civilización, que se llama

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