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siempre de los viages, que la necesidad, el interes ó la curiosidad excitaron en los hombres para alejarse mas ó menos de su nativo suelo. Asi que las primeras emigraciones debieron ser por tierra, y sus progresos lentos y limitados las orillas por los confines de los mares Las y tentativas ó ensayos primitivos de la navegacion, solo pudieron dar idea de la configuracion de las costas, de sus puertos, abras, playas y cabos principales; método tambien muy insuficiente para adelantar un estudio tan provechoso. En tiempos posteriores se combinaron ambos modos de viajar, ejecutándolo por tierra, y atravesando con barcas ó canoas los rios, las grandes bahías, los lagos ó mares de corta extension para abreviar asi las expediciones. Por estos medios las naciones antiguas acrecentaron su poder y su cultura y protegieron su marina, no solo para defender sus estados litorales ó marítimos de las invasiones extrangeras, sino para llevar su dominacion y su tráfico á paises mas remotos; como lo hicieron los egipcios, los fenicios, los judíos, los cartagineses, los griegos y los romanos. Las conquistas del Gran Alejandro dieron á conocer el oriente, como las de Roma el occidente y las de Mitridates el norte : de manera que la ambicion ó la fortuna de estos conquistadores abrió el conocimiento de nuevos paises, y estableció la comunicacion y la civilidad, que por lo comun es efecto y consecuencia del trato y relaciones de los pueblos entre sí.

3. Apoderados los romanos de la Macedonia y la Grecia, de la Siria y del Egipto, enriquecidos con los despojos y tributos de todo el mundo conocido, se entregaron no solo á las comodidades regulares de la vida, sino á los placeres facticios que produce el capricho y la extravagancia con la posesion de las riquezas. La seda y las exquisitas manufacturas, los aromas y las especerías, las perlas y las piedras preciosas, que un pueblo sencillo y laborioso mira con indiferencia y aun con

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tedio, fueron para los romanos objetos de codicia y ansiedad, y de un consumo muy general y dispendioso. Este interes animó y dió actividad al comercio de la India que hicieron por dos caminos; el uno por Alejandría, embarcando en el Nilo sus cargamentos y conduciéndolos á Berenice, atravesando desde alli el golfo arábigo hasta Ocelis ó hasta Canna en la costa de la Arabia feliz, de donde los trasportaban á Musiris, primero y principal depósito de la India. El otro por los puertos de Siria á donde bajaban las mercaderías atravesando los arenales desde Palmira, entonces opulenta y magnífica, y cuyas veces sustituyó Alepo, despues de arruinado y destruido aquel emporio. Los pilotos griegos y egipcios, de quienes se valian los romanos, notaron en estos viages las mudanzas regulares de los vientos periódicos ó monzones, y aprovechándose de esta observacion abandonaron el método lento y peligroso de navegar á vista de las costas, lanzándose desde la entrada del golfo arábigo en medio del océano para ser llevados por la monzon del oeste hasta Musiris, puerto situado en la costa conocida hoy con el nombre de Malabar . Asi se frecuentaron los paises de oriente y se fueron conociendo mas y mas, como se nota en las descripciones que de ellos hicieron sucesivamente Estrabon, Plinio y Tolomeo. Reducido el comercio á tan cortos límites, no debe parecer extraño que por largo tiempo fuese mirado por los romanos el Estrecho de Gibraltar como el término mas remoto de su navegacion, y que calificasen á esta de larga, esteril y penosa cuando su situacion no les proporcionaba las ventajas que sacaban de sus expediciones á la India. No se hubiera intentado el viage hecho por Hannon de orden de la república de Cartago para descubrir en el océano atlántico las costas occidentales del Africa, y para formar en ellas colonias de libio-fenices ó cartagineses, si la vecindad de aquella ciudad al Estrecho y sus establecimientos en diferentes provincias de España,

1 Robertson, Recherches historiques sur l'Inde, Sect. II, p.70.

no les hubiera proporcionado los auxilios que necesitaban para empresa tan atrevida y temeraria. Los romanos con el ejemplo de los españoles tentaron mucho despues navegar á las Sorlingas para hacer el comercio del estaño. Era ya el año 94, antes de la era cristiana, cuando emprendieron el primer viage al océano atlántico, que luego frecuentaron en naves gaditanas. Los comerciantes españoles que llevaban á Roma en las suyas propias los esquisitos frutos de su pais, traian en retorno los géneros de ultramar. El lujo y ostentacion de los gobernadores, ministros imperiales y caudillos de los ejércitos romanos que residieron en España, dejaron en ella con otras costumbres el gusto y aficion á las producciones del oriente 2.

4. Con la decadencia del imperio romano fueron desapareciendo las artes y ciencias que se habian cultivado, las invenciones y descubrimientos que se habian hecho. Que la tierra fuese esférica y habitable en toda su redondez ó superficie, y que por consiguiente hubiese antipodas, fue opinion recibida por Pitágoras, Platon, Aristóteles y casi todos los filósofos antiguos de Grecia, y aun era general entre los romanos, que, como Ciceron y Estrabon, la adoptaron igualmente. Esta materia fue objeto de contienda entre los literatos é ignorantes; y creciendo el partido de estos á proporcion que menguaba el esplendor del imperio y de la literatura, llegaron á burlarse de los que seguian el sistema opuesto, mirándole como falso y erróneo, y aun como irreligioso: lo cual apoyaban con la autoridad respetable de Lactancio y de S. Agustin. ¡Qué de caprichos y extravagancias no se inventaron entonces sobre la figura de la tierra! Unos la creian llana como una tabla, otros algo cóncava como una barca 3; y asi ni podian creer habitables las regiones

I

3

Campomanes, Ilustrac. al Periplo de Hannon, pag. 26, 28, 29 y otras. Robertson, Rech. sur l'Inde, tom. 1, not. 53.

2

Masdeu, Hist. crit. de España, tom. vIII, lib. 3.0, art. 97. 3 Bailly, Hist. de l'Astron. anc. lib. v, § 8, pág. 137.-Eclairciss. lib. iv, viii, xvi, pág. 366.—Lib. 11, § 2, y en una adicion á este lugar, pag. 520.

opuestas á las nuestras, ni comprender el fenómeno de la sucesion de los dias y las noches. Aun entre los que la suponian esférica habia quienes opinaban ser inhabitables la zona tórrida situada entre los trópicos, y las dos frias ó polares. Las razones físicas de algunos filósofos, y las noticias ciertas de algunos antiguos navegadores, hubieran podido persuadir la existencia de vivientes aun debajo de la equinocial; no siendo tan facil la persuasion ó el convencimiento, respecto á las tierras polares, porque los antiguos no conocieron sino las que estaban situadas por los 58° de latitud, y desde allí entraban los paises fabulosos é imaginarios conocidos con el nombre general de hiperbóreos. La isla Tule, último confin de las regiones setentrionales, descrita por Píteas y citada por Séneca y Virgilio, está generalmente reconocida por la Islandia entre la mayor parte de los geógrafos modernos. De todos modos es claro que los viages hubieran sido un testimonio positivo apoyado por la experiencia, como lo han sido despues, para disipar tales ilusiones sobre la figura de la tierra, sobre sus zonas y partes habitables, y sobre los antípodas, apartando á los hombres del error y del espíritu de partido.

5. Mucho contribuyeron los árabes á conseguirlo en los tiempos inmediatos, cuando no solo escribieron varios tratados de geografía astronómica y descriptiva, sino que para hacerlo con exactitud visitaron por sí mismos las regiones mas recónditas del Asia y del Africa, y dando á conocer sus producciones establecieron los fundamentos del tráfico que podia serles mas ventajoso. El docto anticuario D. Josef Antonio Conde nos ha conservado en su Historia de los Arabes de España noticia de varios que en los siglos VIII, IX y x pasaron al Egipto, á la Persia, á la India, y á otros paises del oriente á instruirse ó perfeccionarse en sus estudios. Son notables entre otros que cita dos insignes eruditos de Guadalajara,

I Robertson, L'Hist. de l'Amérique, lib. 1. Andres, Hist. de la Literatura, tom. vi, lib. 3, cap. 2. b

TOMO I.

Ahmed ben Chalaf ben Muhamad ben Fortun el Madyuni, y Ahmed ben Muza ben Yangui, que despues de haber estudiado en su patria y en Toledo con doctos profesores, pasaron á oriente y volvieron á Córdoba, donde fueron muy celebrados; y el granadino Aben Isá el Gasaní, que habiendo viajado al oriente por orden del rey Alhaken, le presentó de vuelta su geografía, y una elegante descripcion de las comarcas de Elvira . Consérvase la relacion de un viage que escribió é hizo un traficante árabe desde el golfo Pérsico á los continentes de la India, el año 851 de la era cristiana, comentado y explicado por otro árabe que tambien habia visitado las partes orientales del Asia. En estas relaciones se ve que todavía continuaba el método de descubrir y navegar á la vista de las costas, y que era desconocida la aguja de marear no solo de los árabes, sino tambien de los chinos; y sin embargo, aquellos se extendieron por la parte del oriente mucho mas allá del golfo de Siam, término de la navegacion europea: tuvieron relaciones con Sumatra y las otras islas del gran archipiélago de la India, y avanzaron hasta la China, con la cual y con los paises intermedios, hacian un comercio regular desde el golfo Pérsico, adonde venian con frecuencia navíos chinos, y de otros parages de la India, para permutar, cambiar o vender sus géneros y mercaderías *.

6. Por otra parte desde que los soldanes de Egipto restablecieron el comercio de la India por el golfo Arábigo ó mar Rojo, y desde que los mercaderes italianos empezaron á frecuentar el antiguo puerto de Alejandría, el Egipto, dueño de las producciones del Asia, atrajo á su seno la riqueza de los demas paises; porque dueños los árabes del Africa, de la Siria, Arabia, España, é islas principales del Mediterráneo, tuvieron ex

I Conde, Hist, de la dominacion de los Arabes en España, tom. 1, páginas 231, 268, 286, 287, 303, 350, 362, 427, 431, 480, 520, 521, y en otros lugares.

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2 Robertson, Recherches historiques sur l'Inde, sect. 11. Capmany, Ant. Com. de Barcel. tom. 1, pág. 8.

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