Obras completas de D. Ángel de Saavedra duque de Rivas ... Coleccionadas o D. Enrique R. de Saavedra, duque de Rivas ...

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Est. tip. "Sucesores de Rivadeneyra", 1895
 

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Pasajes populares

Página 73 - Cuando la vez primera deslumhraste mis afligidos ojos, ¡cuál mi pecho, destrozado y hundido en amargura, palpitó venturoso! Del Lacio moribundo las riberas huyendo inhospitables, contrastado del viento y mar entre ásperos bajíos vi tu lumbre divina: viéronla como yo los marineros, y, olvidando los votos y plegarias que en las sordas tinieblas se perdían, — ¡¡Malta!! ¡¡Malta!!
Página 72 - ... mis pesares busco dulce olvido del sueño entre los brazos, sin saludarte, y sin tornar los ojos a tu espléndida frente. ¡Cuántos, ay, desde el seno de los mares al par los tornarán!... Tras larga ausencia unos, que vuelven a su patria amada, a sus hijos y esposa.
Página 72 - Mas tú, cuyo esplendor todo lo ofusca, tú, cuya inmoble posición indica el trono de un monarca, eres su norte, les adviertes su engaño. Así de la razón arde la antorcha, en medio del furor de las pasiones o de aleves halagos de fortuna, a los ojos del alma. Desque refugio de la airada suerte en esta escasa tierra que presides, y grato albergue el cielo...
Página 169 - En el café ó en junta patriotera. Primero concejal , y diputado Procura luego ser, que se consigue Tocando con destreza un buen registro: No tengas fe ninguna, y ponte al lado Que esperanza mayor de éxito abrigue; Y pronto te verás primer ministro.
Página 72 - Así de la razón arde la antorcha en medio del furor de las pasiones o de aleves halagos de fortuna, a los ojos del alma. Desque refugio de la airada suerte en esta escasa tierra que presides, y grato albergue el cielo bondadoso...
Página 71 - ... y borrascosas nubes confunden, y tinieblas impalpables, el cielo, el mar, la tierra; y tú invisible te alzas, en tu frente ostentando de fuego una corona, cual rey del caos, que refleja y arde con luz de paz y vida. En vano ronco el mar alza sus montes y revienta a tus pies, do rebramante, creciendo en blanca espuma, esconde y borra el abrigo del puerto. Tú, con lengua de fuego, «Aquí está...
Página 466 - ¡Tanto el llamarse godo, y ser de España, Honra da en la ocasión, esfuerzo y saña! XV. De Abisinios y negros Etiopes Desbandadas escuadras, do campean Estaturas y esfuerzos de Ciclopes, Cercar el flanco gótico desean...
Página 163 - Ronco retumba el pavoroso ambiente Al hórrido bramido De un mar enfurecido, Que agita algún espíritu infernal. Mar hinchado, tremendo, altivo, hirviente De plebe amotinada, Que inunda desbocada Las calles de esta hermosa capital. Mar de demencia y de ignorante furia, De pálidos semblantes, De pechos anhelantes, De sed de sangre y bárbara embriaguez. Es de la humana sociedad injuria Y baldón que en su seno Rompa así todo freno Ignorante canalla tan soez. Los templos, los palacios, los talleres...
Página 71 - DE MALTA Envuelve al mundo extenso triste noche, Ronco huracán y borrascosas nubes Confunden y tinieblas impalpables El cielo, el mar, la tierra: Y tú invisible te alzas, en tu frente Ostentando de fuego una corona, Cual rey del caos, que refleja y arde Con luz de paz y vida. En vano ronco el mar alza sus montes Y revienta a tus pies, do rebramante Creciendo en blanca espuma, esconde y borra El abrigo del puerto: Tú, con lengua de fuego, aquí está...
Página 295 - He encontrado también hombres diversos De ciencia, erudición, buen gusto y fama, En esta grata sociedad dispersos. Un célebre escritor hay que se llama Blanch, y en ciencias políticas merece De la inmortalidad la noble rama. Y un tal Campagna, calabrés, parece El hijo predilecto del Parnaso, Según su claro ingenio resplandece.

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