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les; pero en toda una provincia apenas se encuentran algunas pocas familias que tengan ideas exâctas de la historia de los Incas, y de los principes Mexicanos. Los naturales han conservado su lenguage, su vestidura, y su caracter nacional; pero el desaparecimiento de los quipos y de las pinturas simbolicas, la introduccion del Cristianismo, y otras circunstancias, han apagado gradualmente las tradiciones historicas y religiosas. Del otro lado, los colonos de la raza Europea desprecian todo quanto tiene relacion al pueblo conquistado. Situados entre los recuerdos del pays materno, y entre los del pays donde nacieron, consideran los dos con igual indiferencia; y en un clima donde la igualdad de las estaciones hace que la sucesion de los años sea casi imperceptible, se abandonan al gozo del momento presente, y apenas hechan su vista hácia los tiempos pasados.

¡Que diferencia tambien entre la historia monotona de las colonias modernas, y entre las pinturas variadas que presentan la legislacion, las costumbres, y las revoluciones politicas de las colonias antiguas! Su cultivo intelectual, modificado por las diferentes formas de gobierno, excitaba freqüentemente los zelos del pays materno; y por esta rivalidad, las artes y las letras obtubieron en Ionia, en la Magna Grecia, y en Sicilia, el mas alto esplendor. En nuestros dias, al contrario, las colonias no tienen ni historia, ni literatura nacional. Las del Nuevo Mundo no han tenido nunca ningun vecino poderoso; y en ellas el estado social no ha hecho apenas ningun progreso. Sin ninguna exîstencia politica, estos establecimientos, formados para el comercio, ó para la agricultura, no han tomado mas que una parte pasiva en las grandes agitaciones del mundo. La historia de las colonias modernas no presentan mas que dos acontecimientos memorables- su fundacion, y su separacion del pays materno. El primero de estos acontecimientos abunda en recuerdos, que pertenecen esencialmente á los payses ocupados por los colonos; pero, lexos de recordar los progresos pacificos de la industria, ó los adelantamientos de la legislacion colonial, no se ofrece á la vista mas que actos de violencia y de injusticia. ¿Que encanto puede uno hallar en aquellos tiempos extraordinarios, quando, en el reynado de Carlos V., los Castellanos desplegaron mas valor que virtud? ¿Y quando el honor caballeresco, lo mismo que la gloria de las armas, fue manchado por el fa

natismo, y la sed del oro? Los colonos, de un caracter suave, estan libres por su situacion de las preocupaciones nacionales, y aprecian segun su justo valor las hazañas de la conquista. Los hombres que representaron en aquella escena eran Europeos; eran los soldados del pays materno: parecia que eran extrangeros á los habitantes de las colonias, y tres siglos bastaron para disolver todos los vinculos de la sangre. No hay duda, que entre los conquistadores habia algunos hombres rectos y generosos; pero, mezclados con la masa, no han podido escapar á la proscripcion general.

Creo hayamos indicado las causas principales, que en las colonias modernas han borrado los recuerdos nacionales, sin que hayan sido remplazados por otros relativamente al pays nuevamente habitado. Esta circunstancia, que debe repetirse muchas veces, exerce una grande influencia sobre la situacion de los colonos.

Tambien hay varios otros modos comparativos, que ilustran la materia de la civilización general del Sud de America.

En Europa, nuestro trigo, cebada, y centeno, cubren espacios inmensos de tierra; y por lo general las tierras arables se tocan en todas aquellos parages, donde los habitantes se mantienen de trigo. En la zona torrida, donde el hombre se ha apropiado plantas que dan una cosecha mas temprana y abundante, no sucede lo mismo. En estos climas felices, la fertilidad del suelo es en proporcion al calor y á la humedad del atmosfera. Una poblacion inmensa halla alimento en abundancia en un corto espacio de terreno, cubierto de plantanos, de casava, de yans, y de maiz. La situacion isolada de las habitaciones dispersadas por los bosques, indican al viagero la fecundidad de la naturaleza, donde un poco de tierra cultivada basta para las necesidades de varias familias.

Estas consideraciones sobre la agricultura de la zona torrida, nos recuerdan involuntariamente la intima conexion que exîste entre la extension del pays labrado, y de los progresos de la sociedad. Aquella riqueza del suelo, aquel vigor de la vida organica, que multiplica los medios de subsistencia, retarda los progresos de las naciones hácia la civilizacion. Baxo un clima tan suave y uniforme, la unica necesidad urgente es la del

alimento. El sentimiento de esta necesidad es lo unico que le excita al trabaxo; y es facil concebir como en medio del abundancia, y baxo la sombra del plantano y del casava, las facultades intelectuales se desplegan menos rapidamente que baxo un cielo riguroso, en la region del trigo, donde nuestra raza está en una continua lucha con los elementos. Quando tomamos una vista general de los payses habitados por naciones agricolas, observamos, que las tierras cultivadas ó estan separadas por montes, ó se tocan las unas con las otras; no tan solo á causa de lo crecido de la poblacion, pero tambien á causa de lo propio del terreno para plantas alimentosas. En Europa, juzgamos del numero de los habitantes por la extension del cultivo: baxo los tropicos, al contrario, en las partes mas calientes y humedas del Sud de America, provincias muy pobladas parecen casi desiertas; porque el hombre, para hallar alimento, no cultiva mas que un pequeño numero de aranzadas. Estas circunstancias, muy dignas de atencion, modifican al mismo tiempo la apariencia fisica del pays, y el caracter de sus habitantes, dando una fisonomia peculiar á los dos-algo de inculto y silvestre, que pertenece á la naturaleza-un prototipo que el arte no ha alterado aun. Sin vecinos, sin casi ninguna conexîon con el resto del genero humano, cada familia de colonos forma una tribu diferente. El estado insulado detiene ó retarda los progresos de la civilizacion, que no adelanta sino en proporcion que la sociedad se hace mas numerosa, y sus relaciones mas intimas y multiplicadas: pero, del otro lado, la soledad es la que desenvuelve y fortifica en el hombre el sentimiento de la libertad y de la independencia; y da nacimiento á aquella nobleza de carácter, que ha distinguido siempre la raza Castellana.

Por razon de estas causas, la tierra, en las regiones mas pobladas del America equinoccial, retiene aun un aspecto silvestre, que en los climas templados desaparece con el cultivo del trigo. Entre los tropicos las naciones agricultoras ocupan menos terreno; el hombre ha extendido alli menos su imperio; se puede decir, que se parece á un huespez, que goza tranquilamente de los dones de la naturaleza, y no como un amo absoluto que cambia segun su gusto la faz del terreno. Alli, cerca de las ciudades las más pobladas, la tierra está cubierta de selvas, ó cubiertas de una tierra grasa que el arado nunca ha

versado. Las plantas espontaneas predominan aun por su cantidad sobre las plantas cultivadas, y son las que determinan la apariencia del paysage. Es probable, que este estado de cosas cambie lentamente. Si en nuestro clima templado el cultivo del trigo contribuye á dar una uniformidad monotona sobre la tierra cultivada, es indudable que la zona torrida, aun con una poblacion mayor, conservara aquella magestad de forma vegetal; aquellas señales de una naturaleza virgen é invencible que la hace tan atractiva, y pintoresca. Asi es, que, por un enlaze de causas fisicas y morales, la eleccion y produccion de plantas alimentosas tienen una influencia sobre tres objetos importantes al mismo tiempo-la asociacion ó el estado isolado de las familias, los progresos mas ó menos rapidos en la civilizacion, y el caracter individual del paysage.

SECCION III.

MATRIMONIOS, E HIJOS EN COLOMBIA.

La religion, la opinion publica, y aquel espiritu de galanteria que distingue la nacion, todo conspira á establecer entre los Españoles de los dos Mundos, una parcialidad por el matrimonio, que sin embargo tiene sus prerogativas. La indicacion mas pequeña, por exemplo, de una conducta irreglar, se admite como una prueba contra el soltero; mientras que pruebas las mas notables contra un casado se desechan por lo general, á menos que su legitima muger profiera la quexa.

En Colombia, antes de la Revolución, las jovenes llegaban á la edad que comunmente llaman de pubertad á los doce años, y los muchachos á los catorce. Esta era tambien la edad en que pensaban casarse. Se quejaban de un joven, al que no destinaban para la iglesia, que no se casaba á los veinte años, como si no pensase nunca casarse; y nada era mas comun que ver un par de casados, cuyas edades no excedian treinta, si se juntasen sus años. Asi que la naturaleza indicaba la necesidad, trataban de gratificar su deseo en los castos lazos del matrimonio. Creian

que el matrimonio ponia el sello á la virilidad. El estudio del carácter rara vez precedia á la union conyugal. Un lazo que debia durar toda la vida, se le hechaban con tan poca premeditacion como si no debiera durar mas que un dia. La simpatia del capricho la equivocaban por la del amor; un afecto momentáneo, por uno permanente. Esto debia imputarse á las leyes antiguas, las que en esta importante transaccion de la vida humana, sobre la que depende la dicha ó miseria de los dos individuos concernidos en ella durante el resto de sus dias, no daban suficiente poder á los padres sobre las inclinaciones de sus hijos.

En todas las naciones civilizadas, los padres poseen un poder absoluto sobre sus hijos hasta el tiempo fixado por la ley. En Inglaterra este periodo está fixado á los veinte y uno, para los dos sexôs. Mientras que los hijos son menores, estan enteramente baxo el poder de sus padres. Durante este tiempo, no les es permitido tener voluntad propia; los contratos que forman son nulos; todas las promesas nugatorias. La intencion de la legislatura, por esta sabia medida, era sugetar las costumbres de la juventud á un poder saludable, y ponerla baxo la proteccion de tutores sabios, capaces de descubrir las redes que podian ser tendidas á la inexperiencia de su edad. Ninguno parece tener mas derecho ni estar mejor qualificado para desempeñar estos delicados é importantes deberes, que aquellos á quienes la naturaleza parece haberselos confiado, sobre la seguridad de tales lazos que hace consistir la dicha del pupilo en la suya propia.

Las leyes viejas parecen suponer, que los padres son indiferentes á la prosperidad de sus hijos. En efecto es facil percibir, tanto por la letra como por el espiritu de estas leyes, que los hijos no llegaban á la edad mayor hasta veinte y uno, y hasta aquel periodo el consentimiento de los padres era indispensable para entrar en un matrimonio legitimo. Pero una jurisprudencia mal aplicada hizo abortar esta disposicion; pues una niña de doce años, ó un muchachillo de catorce, que hablaban de entrar en los sagrados lazos del matrimonio, pedian su consentimiento á sus padres como una materia de pura forma. Si creian que tal casamiento no convenia; si la conducta, las costumbres, la educacion del objeto querido no prometia una union dichosa, los padres rehusaban su consentimiento, como un de

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