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mente. A la verdad ocurre freqüentemente, que quando un Creollo ha jurado odio a otro, le conserva toda la vida; y segun la importancia de la causa que ha excitado su venganza, le transmite con mas ó menos violencia á las generaciones que le siguen.

Aunque esta disposicion vengativa no les impele á ninguna medida sanguinaria, les tiene ocupados en procesos ruinosos, por los que son la presa de las harpías de una profesion, que, por sus embustes y sutilezas perplexan los procesos los mas simples, y prolongan las decisiones de la justicia, para poder mejor multiplicar los procesos, y envolver á los litigantes en mas gastos. "Asi es que," segun Depons asegura, "no hay pais en el mundo que abunde mas en procesos que el America Española."

Lavaysse de acuerdo con esta opinion dice, "No es que la naturaleza haya rehusado á los Creollos de las colonias Españolas los dones del seso y del corazon; tienen por lo general mucha agudeza y penetracion, y los extrangeros reconocen su integridad en los negocios comerciales; pero entre ellos reyna un espiritu de sospecha, zelos, y etiqueta, que (debia haber dicho casualmente) destierra la cordialidad de sus sociedades. Apenas hablan mas que de procesos; y en efecto las colonias hormiguean de abogados, y de procuradores. Estas dos profesiones son casi las unicas que estan abiertas á la ambicion de la juventud Creolla, que muestra demasiada propensidad á las sutilezas de las trampas legales."

De este modo las disposiciones caracteristicas de los Creollos, de que hicimos mencion al principio, tienen buenos y malos resultados; y este es, á la verdad, el caso con respecto á su caracter nacional.

Uno de los mejores rasgos del caracter Creollo es su hospitalidad. En las colonias que eran de España esta es tan grande, que el Europeo, que llega sin recomendacion ó medios pecuniarios, está casi seguro de hallar asistencia, si desembarca en algún puerto á causa de enfermedad. Los Catalanes, los Gallegos, y los Bizcaínos, tienen un trato mas freqüente con la America, que el resto de España. Estos forman, por decirlo asi, tres distintas corporaciones, que exercen un influxo muy notable sobre

las costumbres, la industria, y el comercio de las colonias. Los habitantes mas pobres de Siges ó de Vigo estan seguros de ser recibidos en la casa de un pulpero Catalan ó Gallego, sea que llegue á Chili ó a las Islas Filipinas. Humboldt dice "He visto exemplos los mas tiernos de estas atenciones hácia personas desconocidas durante muchos años, y siempre sin murmurar. Se ha dicho, que es facil exercer la hospitalidad en un clima feliz, donde se halla el alimento en abundancia, donde las plantas naturales ofrecen remedios saludables, y en donde el enfermo, que descansa en su hamaca, halla baxo la sombra de un arbol quanto necesita para cubrirse. ¿Pero debemos acaso considerar, como si no fuese de ninguna importancia, el embarazo que la llegada de un estrangero causa en una familia, quando ni siquiera conocen su caracter? ¿Sera permitido olvidar aquellas señales de compasion tierna, aquellas atenciones afectuosas de la parte de las mugeres de la casa, aquella paciencia infatigable, que nunca se relaxa durante una convalecencia larga y penosa? Se ha observado, que, excepto alguna que otra ciudad muy poblada, la hospitalidad no ha disminuido aun perceptiblemente desde el primer establecimiento de los colonos Españoles en el Nuevo Mundo. ¡Es cosa triste el contemplar, que este cambio ocurrira, quando la poblacion y la industria colonial hayan hecho progresos mas rapidos!"

El mismo escritor, al hablar sobre las costumbres de los Negros en Colombia, dice "Quando, al descender el rio, nos acercamos de algunas plantaciones ó charas, vimos las hogueras que los Negros habian encendido; un humo ligero y undoso se levantaba sobre las cimas de las palmas, y daba un color roxo al disco de la luna. Era un Domingo por la noche; y los Negros baylaban al son de una guitarra ruidosa y monotona. Los Africanos, de la raza de Negros, tienen una superabundancia de actividad y de alegria en su caracter. Despues de haber desempeñado las penosas tareas de la semana, los Negros, en los dias festivos, prefieren el sonido de la musica, y la danza, á un sueño sin cuidado. ¡No reprobemos esta mezcla de negligencia y de ligereza, que suaviza lo amargo de una vida llena de penas y tristeza!"-Sin embargo, un gobierno liberal las acaba de desva

necer.

En las observaciones precedentes, como en muchas de las que siguen, Depons nos ha servido de guia, aunque hemos tratado de suavizar sus asperidades en muchas ocasiones.

SECCION VIII.

DE LAS COSTUMBRES DE CARACAS EN PARTICULAR.

La poblacion de Caracas esta dividida entre Blancos, Negros, y algunos quantos Indios. Los primeros forman cerca de la quarta parte del todo; los Negros, una tercera parte; los Indios, una vigentisima parte; y las personas emancipadas el resto.

Los BLANCOS son agriculturistas, ó comerciantes, ó militares, ó curas, ó frailes, ó empleados en las administraciones de justicia y de hacienda. Un Español ó un Creollo, por pobre que sea, se cree deshonrado muy amenudo, por deber su subsistencia al sudor de su frente, ó á los callos de su mano.

De los Europeos que habitan en esta ciudad, la mayor parte son Catalanes y Bizcainos. Casi los dos tienen un grado igual de industria; pero el Bizcaino sabe, sin fatigarse mucho, dirigir mejor sus negocios. En el comercio es mas emprendedor, en la agricultura mas asiduo que el Catalan, que quiza le gana en el trabaxo, aunque no forma planes tan vastos, ni ideas tan extensas. El primero no se atemoriza de la magnitud ó del peligro de una especulacion. Cuenta mucho sobre la fortuna, y sobre la reputacion del suceso. El segundo obra con mayor cautela. No emprende sino lo que es facil de executar, y lo que juzga proporcionado á su fuerza, y á sus medios. El cultivo entra rara vez en los proyectos para hacer caudal. Su espiritu es puramente mercantil. Los dos se distinguen de los demas ciudadanos por su buena fé en las transacciones, y por su puntualidad en el pago.

Los Españoles de las Islas Canarias, que la necesidad, antes que la ambicion, obliga á abandonar su suelo nativo para establecerse en Caracas, lleban consigo la misma industria que los Catalanes y Bizcainos. Su genio se asimila mas al de los ultimos que al de los primeros; y de consiguiente todos ellos son

ciudadanos utiles, como lo son todos los que buscan á ganar su vida por medios honrosos, y que hacen consistir su orgullo en probar, que el hombre nacio para el trabaxo,

Entre las MUGERES de Caracas hay muy pocas roxas; pero tienen, con unos cabellos negros como el azabache, una tez blanca como el alabastro. Sus ojos, grandes y bien rasgados, hablan de un modo expresivo, aquel lenguage que pertenece á todos los paises. La encarnacion de sus labios suavizada por la blancura de su piel, concurre á formar aquel conjunto al que damos el nombre de belleza. Su estatura no corresponde con su forma: se ven muy pocas sobre la estatura mediana, muchas mas pequeñas. Seria perder tiempo el buscar sus bonitos pies: como pasan la mayor parte de la vida al balcon, dirian que la naturaleza no habia adornado mas que aquella parte del cuerpo que exponen á la vista. Su porte es tambien defectuoso. Antes de la Revolucion, la ciudad de Caracas habia hecho muy poco para la educacion de los hombres, nada para la de las mugeres. No había ninguna escuela para niñas. De consiguiente no aprendian mas que lo que les enseñaban sus padres; que por lo general consistia en cierto numero de oraciones, á leer mal, y á deletrear peor. Ninguno, á no ser un joven que el amor inspiraba, podia descifrar sus garabatos. No tenian ningun maestro de baile, de dibuxo, ni siquiera de musica. Todo lo que aprendian era á tocar por rutina algunas quantas tocatas en la guitarra ó en el piano-forte. Apenas habia ninguna que tubiese los primeros elementos de musica. Apesar de este defecto de educacion, las mugeres de Caracas saben unir muy bien el agasajo en la sociedad con la decencia en la conducta, y el arte de ser coquetas con la modestia de su sexô.

"Esta pintura, dice Depons, no conviene mas que aquellas señoras cuyos maridos ó parientes gozan de una fortuna decente, ó que exercen empleos lucrativos; pues aquella porcion del bello sexô que el destino condena á buscar su vida, apenas saben otro medio de mantenerse que el de provocar las pasiones para ganar algo gratificandolas. Mas de doscientas de estas infelices pasan el dia cubiertas de andrajos, entre las ruinas, sin salir nunca de ellas á no ser por la noche, para ganar con el vicio el alimento del dia siguiente. Su vestido es un zagalejo y

una mantilla blanca, con un sombrero de carton cubierto de seda, sobre el que tienen unas quantas flores artificiales. El mismo vestido sirve á veces para dos ó tres de estas miserables, que el ocio retiene en esta vida viciosa. Este metodo de vida va, por lo general, acompañado, ó á lo menos va siempre seguido, por el de pedir limosna. Este ultimo recurso es el unico que las queda, asi que la vejez ó la enfermedad no las permite ganar mas su vida por la licencia.”

Por lo que toca al MODO DE VIVIR, el luxo de las capitales de Europa se halla en la ciudad de Caracas, y un exceso de refinamiento ó de exâgeracion en sus modales, que participa de la gravedad Española y de la voluptuosidad de los Creollos. Se puede decir que sus costumbres son una mezcla de las de Paris, y de las ciudades grandes de Italia; el mismo gusto en el vestirse, en muebles sumptuosos, en visitas de ceremonia, en bayles, espectaculos, musica, y aun por la pintura, que sin embargo está en su infancia. Los habitantes de Caracas, y de las otras ciudades, rara vez se juntan para comer, y por lo general son muy abstemios; pero dan freqüentemente refrescos y colaciones, en las que sirven chocolate, cafe, té, bizcochos, dulce, y vinos de España. Es en estas ocasiones en las que desplegan su porcelana, y vaxilla de cristal fino. Las mugeres, viejas ó jovenes, se presentan en sus vestidos de gala, y los hombres parecen rivalizar con las mugeres por lo brillante de sus vestidos, y por su galanteria. Esto es peculiar á la ciudad de Caracas.

La clase de ESCLAVOS DOMESTICOS en Caracas antes de la Revolucion era considerable. Un hombre no se creia rico mas que en proporcion del numero de esclavos que tenia en su casa. Era requisito que tubiese cerca de si quatro ó cinco veces mas el numero de domesticos que su trabaxo exîgia. Una señora blanca no muy rica, llebaba tras de si á misa los dias de fiesta dos Negras ó Mulatas, aunque en otra especie de propiedad no poseyese un capital equivalente. Las que eran notablemente ricas llebaban quatro ó cinco criadas; y aun quedaban otras tantas para cada una de las personas blancas de la misma casa, que fuesen á otra iglesia. Habia familias en Caracas con doce ó quince criadas, sin contar los criados en el servicio de los hombres. El metodo mas efectivo para disminuir el daño que esta especie

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