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INTRODUCCION.

En esta parte de la Obra, el Editor se propone considerar en sucesion tres grandes é importantes materias:-el Reconocimiento de Colombia por los Estados de Europa, y particularmente por Inglaterra;-el emprestito que se hizo ultimamente en Londres para aquel pays;-y las inmensas ventajas que presenta á los Colonos que salgan de Inglaterra para él.

SECCION I.

DEL RECONOCIMIENTO DE COLOMBIA.

Aquí podemos observar preliminarmente, que es imposible formarse una idea bastante grande las riquezas minerales y agriculturales que estan sepultadas en estas inmensas regiones; y que á causa de la obscuridad que un gobierno despotico ha difundido sobre sus habitantes, no se conocen mas que generalmente. Sin embargo, la diversidad de climas, los numerosos rios que intersectan el pays, la excelencia de sus producciones, la grande extension de costa, que abunda en puertos, su situacion geografica que tanto les aproxîma á la Europa,-todo conspira á convencernos de las grandes ventajas que sacarian aquellos individuos, que poseen caudal, ideas liberales, y actividad comercial, en su trato con ellos.

El clima de la mayor parte de estos extensos payses es salubre y agradable: el suelo es fertil en casi todos los parages, y en algunos tan variado, que alimenta toda especie de plantas, desde el ananas y el añil de la zona torrida, hasta el cesped y el lichen de los mas remotos payses septentrionales; las minas son tan ricas que pasan en proverbio; y las facilidades para comerciar (ya sea por razon de estar bañadas sus costas por el Atlantico y el Pacifico, y de este modo tener acceso para las artes del Oriente y del Occidente, ó ya sea por los rios caudalosos que lleban sus corrientes por un curso de miles de millas) son mayores que de las que gozan regiones de igual extension.

Con razon podia el Abate de Pradt, al que se le debe dar gracias por sus esfuerzos en favor del Sud de America, exclamar, "No disputemos el hecho, pero confesemos francamente, que, hasta ahora, no se ha descubierto de America mas que el nombre y su geografia. Los tesoros que contiene son aun riquezas enterradas, que solo, la libertad puede descubrir al Antiguo Mundo. ¡ Quando nos damos á la contemplacion de aquellos beneficios que la independencia de este inmenso continente derramara sobre el universo, la imaginacion es demasiado esteril para concebir, y el lenguaje demasiado debil para hacer su descripcion!"

Su independencia una vez establecida, los Colombianos no tardaran en abrir una comunicacion con el Japan, la China, y la India. Sus costas, del lado del Pacifico, les dan grandes ventajas en tal comercio sobre las naciones Europeas. Puerto Bello y Nicaragua seran, dentro de algunos años, el emporio donde toda la America del lado del Atlantico, y probablemente aun la Europa, ira á comprar mercancias Indianas. Este cambio en aquel gran trafico producira uno tan considerable en la riqueza y poder relativo de los estados, como el del descubrimiento del Cabo de Buena Esperanza. Los mismos Americanos llevaran al Bengal y á la China los metales que dan á la Europa para mantener este comercio. El día que el comercio tome esta nueva direccion, y ese dia no esta tan lejos como algunos suponen, será el de la independencia del Asia como lo es del América, sin contar aquellas ventajas innumerables que resultaran necesariamente de un comercio sin trabas. Los Americanos de

los Estados Unidos han hecho el comercio de las Indias Orientales, por mas de quince años ha, con alcances relativamente mayores que los Ingleses. Los de Colombia no tendran mas que una tercera parte de navegacion, y en terminos menos costosos.

Pero esto no es todo. El Atlantico se juntará al Mar del Sud por más de un canal. M. de Humboldt, en su ensayo politico sobre la Nueva España, hace ver que hay nueve puntos que pueden facilmente servir de comunicacion. Desde 1788, varias lanchas han navegado por la quebrada de la Raspadura á Choco, de este modo pasando del Mar Pacifico al Mar de las Antillas. Un canal que atravesase el Ismo de Panama, no seria una empresa muy dificil. Un ismo que no presenta mas que treinta millas entre los dos oceanos, no puede ser una barrera insuperable para el ingenio inventador, y para la perseverancia del hombre del siglo presente; y el terreno parece ser, segun las relaciones de los ultimos viageros, mas propio para una empresa de esta naturaleza, que segun ha sido representado por los Academicos.

A esta industria comercial se puede objetar la indolencia y dilacion del caracter Americano. Es precisamente por esto, que el pays ofrece mayor incentivo á la actividad y conocimientos Europeos.

Por desgracia la politica del gabinete y los intereses del comerciante se hallan freqüentemente separados; ni quiza lo han estado nunca mas que en la presente materia.

Exâminemos la politica sobre lo que esto se ha fundado, y consideremos las ventajas que el Reconocimiento de Colombia acarrearia, tanto á España como á las otras naciones Europeas.

I. Un estado que como España está tan remoto de sus colonias, no las puede gobernar bien. De todas las formas baxo las que el despotismo marchita las libertades, sume la riqueza, y de consiguiente paraliza la industria humana, la de vireyes es la más ofensiva. "El sol es claro y caliente, pero la sombra es fria y obscura," dice el viejo proverbio, por el que los Mu

sulmanes han declarado su opinion del gobierno directo del Califa, y del gobierno delegado de los Pashas; y lo que se hizo proverbio baxo el creciente, puede muy bien pasar en proverbio baxo la cruz. El verdadero monarca, si es hereditario, siente por su reyno lo que un propietario por su hacienda: el amor por su raza (un amor que hasta el mismo tigre siente) conspira con su sentimiento natural de justicia, y aun á veces toma el lugar de ese sentimiento, si llegase á fallar, en desear la continuación de la prosperidad de su pueblo. Del otro lado, un virey es un arrendador temporario: accepta su empleo por el amor del lucro; y, como todos los demas arrendadores temporarios, trata aprovecharse lo mas que puede de su tiempo. Estas proposiciones han tenido demostraciones demasiado amplias en la conducta de los Vireyes Españoles del Sud de America; y la demostracion se encuentra aun en el estado del pays.

Ademas de eso, quando unas colonias distantes doblan su población y se rebelan, tienen necesariamente que perderse para el estado paterno. Por lo general le vencen por tierra, y su bloqueo de mar no merece mas que desprecio. En el caso de España y sus antiguas colonias, abrase el mapa, y recorrase la costa desde el Colorado al Marañon, (aun omitiendo lo que pertenece á Inglaterra), y desde el puerto de Sn. Francisco al rededor del Estrecho de Maguellanes hasta el rio la Plata, y cuentese quantas leguas-quantos grados-hay en aquella linea de costa; notense las abras, las bahias, los golfos, y los rios navegables, que se hallan al rededor de ella; y despues cuentense los navios que se necesitarian para el bloqueo perfecto de tal costa. El hecho es, que el hablar de esto seria igualmente absurdo y peligroso peligroso a causa de los enemigos que España se atraeria con tal medida, y por el pequeño poder que posee para combatir con ellos. Si fuese bastante necia para adoptar tal medida, entonces se debe preparar a perder por tal politica no solo la soberania del Sud de America, pero tambien su comercio. Por un proceder semejante, no podria perjudicar mas que á si sola. Colombia, y los otros estados nuevos, no tienen nada que temer de ella; pues la han vencido ya por mar y por tierra; y si determina presentarse en mar, prevemos que seria lo mismo que no molestar a los navios de Jonathan. No hay duda que debe mortificar mucho el orgullo del monarca Español verse

obligado a acortar la arrogante adicion de "Y Rey de Indias;" pero debe consolarse con el recuerdo que nuestro difunto soberano borró tambien la añadidura igualmente absurda de "Y Rey de Francia," quando Francia se hizo republica. Opinamos que España debe del mismo modo resignarse á perder sus pretensiones sobre tierras que no la convienen ya; y, sobre todo, debe cuidar de no chocar con sus vecinos por motivos tan frivolos. No tiene delante de si mas que la certidumbre de perder mucho, y la probabilidad de no ganar nada.

Segun las opiniones de muchas personas versadas en los negocios de España y del Sud de America, parece que la verdadera politica de España seria abandonar hasta la sombra de procederes hostiles,-hacer buenamente y con franqueza aquellas concesiones, cuyo retardo no es ahora mas que una materia de pura forma (puesto que no existe fuerza para hacer adoptar un sistema contrario),-y de este modo asegurarse aquellas ventajas que sacaria de una similaridad de costumbres y trato, que han durado hace muchos siglos; y que parecen expuestas á perderse por una determinacion demasiado fixa, en rehusar un reconocimiento formal de su independencia.

Esta es la opinión decidida de los escritores Españoles de mas luces, de los que daremos algunos extractos.

Primero extractaremos algunos pasages de la "Representacion al Soberano Pueblo Español, sobre la Emancipacion de sus Colonias," por Don Valentin Llanos.

Sobre la imposibilidad de gobernar estos payses dice,-"La conseqüencia necesaria que resulta de la naturaleza de la libertad civil, baxo los principios arriba establecidos, y que son los únicos que nuestra constitucion justifica, es, que ninguna comunidad tiene derecho á gobernar ó a legislar para otra; ni aun quando las dos estubiesen unidas por una representacion, justa, igual, y adequada; á no ser que la naturaleza las hubiese tambien unido, de suerte que los fines para los que todo gobierno fue creado, se pudiesen llevar a efecto sin el menor perjuicio á la libertad. Esto se explicara mejor con un exemplo. El objeto de todo gobierno justo es el bien general. Gobernar bien, consiste en proveher á todas las necesidades de un pueblo, anticipar sus inclinaciones, administrar la justicia, con imparcialidad, y remediar á todos los accidentes civiles ó naturales que puedan occurrir en el estado; en una palabra, celar á su conservacion, á su seguridad, y a su dicha. En el caso de España con sus colonias esto es totalmente impracticable, aun admitiendo en nuestro congreso los representantes suyos; por

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