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un ejemplo digno de los pueblos mas civilizados del mundo.

El acuerdo definitivo de la reunion fué el nombramiento de un jurado que diera su veredicto sobre la conducta de dichos concejales.

Dióse á la mesa un voto de confianza para que se constituyese en comision nominadora de los ciudadanos que habian de formar el jurado.

La mesa los indicó, y, aprobados por la reunion, se disolvió esta, terminando por un ejemplo elocuentísimo de civilizacion y sensatez, lo que se temia al principio que concluyera por un grave y lamentable desorden.

La importancia de este acto no puede en manera alguna ser por nadie desconocida.

El partido republicano dió el primer paso hácia una reforma urgente, cuya necesidad se toca mas de cada dia, como es la residencia de los representantes populares ya durante el desempeño de su cargo si su conducta lo exige, ya despues de terminado su mandato.

No importa tanto que el jurado dejara de llenar luego su mision como debia, dando un veredicto indefinido que dejó en pié la cuestion que le estaba sometida, censurando por una parte y acusando por otra la conducta de los concejales. El primer paso se dió, y no cabe duda que en tiempo mas o menos lejano será un derecho de los electores consignado en las leyes la residencia de sus mandatarios.

El 11 de Febrero se habia de reunir la Asamblea sobe

rana.

La primera cuestion que se ofreció fué la de la presidencia interina.

Tres candidatos habia para este alto puesto: Olózaga,

Rios Rosas y Rivero, aquel representaba al partido progresista, el segundo á la union liberal, el tercero al partido democrático: los tres la monarquía, y la Revolucion, segun estos partidos la entendian.

La fraccion mas numerosa era la progresista.

¿Quién habia de ser, pues, el candidato mas probable? Tambien los progresistas tenian la influencia mayor en el ministerio provisional.

No obstante que el presidente y otros cuatro ministros fueran unionistas, los progresistas tenian las carteras de Guerra y Gobernacion, y la influencia en los gobiernos de España ha estado siempre y estará todavía por algun tiempo en los ministros que rigen estos dos departa

mentos.

Comunicóse, pues, á D. Salustiano, que gozaba ya la embajada de Paris, el aviso de ponerse en camino inmediatamente para Madrid.

Ya el telégrafo anuncia la salida del grande hombre, ya dice que ha entrado en España, ya que llega á la ex-corte; cuando de repente la situacion sufre un cambio, y los amigos de D. Salustiano se apresuran á mandarle despachos que le alcanzan en el camino, diciéndole :—No venga V. Vuelvase por donde ha venido sino quiere recibir un desaire. La mayoría ha tenido hoy una sesion preparatoria y ha acordado nombrar presidente ȧ Ri

vero.

El flamante D. Salustiano torció de rumbo y se fué á su posesion de Vico, á devorar el desaire mas grande que puede recibir un hombre de su posicion y sobre todo de sus soberbias pretensiones.

Mas ¿á qué fué debido tan inesperado fenómeno ?
Fácilmente se explica.

Rivero, el antiguo jefe de la democracia, desde el mo

mento en que la Revolucion aceptaba estas ideas, era la fuerza viva de la misma.

Lo conveniente era, pues, tener á Rivero contento y propicio.

Todavía este hombre público no habia perdido su importancia; muy al contrario, la conservaba toda; todavía se creia que esta importancia nacia de su talento exclusivamente, que su influencia estaba en él mas que en las ideas que venia proclamando; sobre todo cuando no habia aun manifestado su pequeñez, puestas sus condiciones á prueba en la presidencia de una Constituyente ó en las esferas del gobierno.

Por esto Rivero, á pesar de su evolucion, fué elegido por once circunscripciones.

Era el jefe de la democracia y con monarquía ó sin ella la nacion creyó que Rivero salvaria honrosa y enérgicamente la Revolucion de Setiembre.

He aquí porque la actitud de este hombre fué tan decisiva en aquellas circunstancias; he aquí porque, segun ya en otro lugar hemos indicado, su responsabilidad es tan grande.

Su importancia, pues, en aquellos dias, explica su elevacion sobre Olózaga y Rios Rosas.

El gobierno, que ya debió conocer á Rivero, teniéndole á él tenia el mas poderoso freno de la Revolucion. El dia 11 de Febrero se verificó la apertura de las Córtes.

A la una del dia empezó en Madrid el movimiento de batallones de la Milicia ciudadana y del ejército, á fin de formar en la carrera que desde el palacio de la presidencia del gobierno provisional, debia seguir éste, para dirigirse á inaugurar solemnemente los trabajos parlamentarios de la Asamblea Constituyente.

Poco despues de las dos y media la comitiva se puso en

marcha con arreglo al ceremonial previsto de antemano, y que en nada se diferenció del que en los tiempos del monarquismo se usaba.

A las tres, minutos mas o menos, el capitan general Excmo. Sr. D. Francisco Serrano y Dominguez, seguido de todo el ministerio, descendia de su coche y era galantemente saludado en el pórtico del Congreso por la comision que la suerte habia designado anteriormente para llenar este deber de cortesía. S. E. vestia gran uniforme de capitan general, resaltando entre las condecoraciones que lucian en su pecho, la monarquísima del Toison y la gran cruz de la militar de San Fernando: los demás ministros vestian de alta etiqueta, y con sus respectivos uniformes los Sres. Prim y Topete.

Puesto en marcha el cortejo provisional, verificó su entrada por la puerta de la derecha del salon precedido de ugieres y maceros, tomando asiento todo el ministerio en el clásico banco azul, de cuyo respaldo se habia quitado la corona y escudo de armas borbónico que antes ostentaba. En el salon habia mas de 200 diputados que se pusieron en pié al entrar el ministerio.

La Montaña, al ver que los ministros se rodeaban de tanto monárquico atributo, no se dignó levantarse para saludar á los que, violentando la opinion, trataban de imponer á su país determinada forma de gobierno; y que se presentaban ante una Asamblea la mas democrática en su orígen que España ha tenido, con tan estudiado y realista ceremonial.

La mesa, formada por los mismos señores que componian la interina de edad en la sesion preparatoria, puso en el uso de la palabra al presidente del gobierno provisional que, subiendo á la tribuna, defendido por los indispensables maceros revestidos de dalmáticas con escuso

nes y coronas al pecho, y con mazas coronadas sobre el hombro, leyó con regular entonacion y en medio de un no completo silencio el discurso de apertura, documento de que haremos gracia al lector, porque en verdad dista mucho de elevarse á la altura de las circunstancias.

Verdad es que el gobierno desde su mezquino punto de vista, y aun desde el punto en que habia logrado parar, ó, mejor, á que habia conseguido hacer retroceder la revolucion, no podia aparecer elevado en sentido alguno.

Segun corresponde á la índole de tales discursos, el semi-regio de Serrano hizo á su manera la historia de la revolucion, justificando los actos del gobierno con la necesidad de hacer frente á tantos enemigos de la libertad, concluyendo con estas palabras que darán al lector una idea del tono del expresado documento:

«Todos estos hechos harán sentir á los émulos de nuestra prosperidad y nuestra gloria que la nacion se halla suficientemente preparada para fijar su suerte y disponer de sus destinos soberanos.

«Permitidnos ahora para concluir, no que los indivíduos del gobierno hagamos ostentacion de merecimientos que no existen ni de servicios que apenas tienen derecho á mencionarse, sino que nos felicitemos de que, por un caprichoso juego del destino, vayan unidos nuestros modestos nombres al principio de una nueva era, que debe ser de regeneracion y de ventura para este pueblo generoso. »

Como en boca del general Serrano que hablaba en nombre del gobierno no hubo mas que palabras y protestas de respeto á la soberanía de la nacion, á la ilustracion y sabiduría de la cámara soberana, y esperanzas seguras de que la ciencia, el patriotismo y el grande acierto de los diputados no podian menos de labrar la felicidad del país, el discurso fué oido con bastante agrado por todos y seguido

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