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cortado por un batallon español que se acercaba en ademan de penetrar en el pueblo. Por fortuna del mariscal francés la escasa gente que le escoltaba se apercibió de ello, y dejándose ver de modo que aparecia estar ocupada con los franceses la poblacion, engañó á los nuestros que con aquella idea se alejaron.

Tan inesperados sucesos hicieron vacilar á Blake, que viendo no ser ya posible intentar una accion general, faltándole las tropas del 3.er ejército y la caballería, y no pudiendo concurrir oportunamente las que quedaron en Valencia, despues de algunas dudas creyó que lo más prudente y menos arriesgado era recogerse con las fuerzas de Mislata á Valencia, para deliberar allí lo que podria ser más conveniente al ejército y á la ciudad misma, y así lo verificó con las divisiones de Zayas, Lardizabal y Miranda, encerrándose en los atrincheramientos esteriores desde enfrente de Santa Catalina hasta Monte Olivet. Con lo cual, y con haber logrado el general francés Habert, aunque á costa de afanes y riesgos, y de sufrir el fuego de nuestra escuadrilla, ocupar la derecha del Guadalaviar casi á la boca del descargadero, y poniendo el mayor ahinco en darse la mano con los de su nacion que habian forzado nuestra izquierda, alcanzaror. el objeto que se proponian, que era el de acordonar la ciudad, mucho más hallándose en ella el general Blake, y siendo el afan y empeño de Suchet ver cómo se apoderaba de su persona.

TOMO XXV.

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Al mismo Suchet le habia sorprendido la rapidez de los sucesos, pues nunca creyó encontrar tan poca resistencia en los atrincheramientos españoles de la izquierda. En cuanto á Blake, que obró como quien ignoraba la reunion de las divisiones Reille y Severoli al ejército francés, como quien no tenia noticias de los tres puentes echados por el enemigo durante la noche sobre el Guadalaviar, y como quien esperaba que en todo evento Mahy sostendria mejor las posiciones de Manises, San Onofre y Cuarte, tan pronto como se retiró á Valencia congregó á todos los gefes y oficiales superiores para deliberar lo que convendria hacer en tan críticas circunstancias. Trazóles el cuadro que á sus ojos ofrecia la nueva situacion, atendida la calidad de los cuerpos que componian el ejército, y la de las tropas que guarnecian la ciudad, la naturaleza de las fcrtificaciones, los víveres con que se contaba, la ignorancia en que se hallaba del paradero de Mahy, y espuestas estas y otras consideraciones propuso á la junta las cuestiones siguientes: 1. Si Valencia podia ó nó defenderse: 2. Si convenia que el ejército permaneciese en las líneas, ó se abriese paso al través de los enemigos: 3, En este último caso, ¿cuándo convendria verificar la salida?-Respecto á la primera, convinieron todos en que las fortificaciones de Valencia no podian considerarse sino como un campo atrincherado de grande estension, incapaz de resistir un sitio en regla siu esperanza de pronto socorro.

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En cuanto á la segunda y tercera, opinaron todos, á escepcion del general Miranda, que era preciso salir de las líneas, y salir 1 más pronto posible, dejando lo en la ciudad algunas tropas, para resistirà un golpe de mano. Pero suspendióse la salida por aquella noche, ya por tener tiempo para racionar las tropas, ya por no conocerse bien las posiciones de los enemigos, y no esponerse á malograr la empresa.

Con esto, y con haber querido Blake retirar la artillería á lo interior de la ciudad sin alarmar á los enemigos, y tomar otras semejantes precauciones, fuése difiriendo la salida hasta la noche del 28, pero se dió lugar con esto á que los franceses situáran sus principales campamentos en el camino real de Madrid, y en los de la Albufera y Mislata, y á que hicieran cortaduras, no solo en las avenidas, sino hasta en las calles misinas de algunos arrabales, dificultando cada vez más la salida. Era sin embargo preciso acometerla. Pareció lo menos arriesgado ó más practicable verificarlo por la puerta y puente inmediato de San José, camino de Burjasot, en direccion à Cuenca, donde se hallaban los generales Freire y Bassecourt. Empleó Blake el dia 28 en introducir disimuladamente la artillería de línea en la ciudad, en racionar y municionar la tropa expedicionaria, en señalar á cada division el órden en que habia de marchar y el punto de reunion en todo evento, habiendo de llevar cada una su compañía de zapadores para los pasos difíciles, dando ins

trucciones á don Carlos O'Donnell, que con la reserva habia de quedarse en la ciudad, sobre el modo como habia de defenderla y de obtener una capitulacion honrosa en el caso de tener que evacuarla, y previniéndole tambien que convocára una junta general del ayuntamiento, prelados y prohombres de los gremios. Llegó en esto la noche: la hora señalada para romper la marcha eran las diez, mas por aquellos incidentes irremediables en casos de tal naturaleza se difirió hasta las doce. Movióse pues la division de vanguardia mandada por Lardizabal, y á la cabeza de ella el brigadier Michelena.

Resueltamente traspuso Michelena el puente sin que pareciera apercibirse el enemigo. Siguióle Lardizabal; pero más adelante tropezaron con el agua derramada de la acequia de Mestalla que les entorpecia el paso. Michelena sin einbargo arrostra por todo y avanza: encuentra un piquete enemigo, le habla en francés y prosigue: en Beniferri se halla con una patrulla francesa, la lleva consigo, y cuando apercibidos los soldados de la poblacion comienzan á hacer fuego, ya no le alcanzan los tiros y logra llegar salvo á Liria. Pero Lardizabal en esta ocasion se muestra menos resuelto y titubea: parte de sus tropas se detiene, y embaraza la cabeza de la 4. division, que llegando al puente se encuentra como obstruida en él; el fuego de los enemigos se aumenta; se oye tocar generala; la columna retrocede á pasar el puente, donde todos

se agolpan. Blake, que con su estado mayor presenciaba el desfile situado cerca del baluarte de Santa Catalina, comprende haberse malogrado su plan, calcula todas sus consecuencias, y dá órden para que las tropas ocupen de nuevo sus atrincheramientos, y hace salir otra vez la artillería de la ciudad, resuelto á defenderse sin renunciar á la esperanza ¡vana esperanza en verdad! de tentar la salida otro dia y en momento acaso más feliz. Solo el intrépido Michelena habia salvado todos los obstáculos con unos 400 hombres. Frustrada esta tentativa, Valencia y el ejército iban á verse en gravísimo compromiso.

Desde la mañana del 29 comenzaron á advertirse en la poblacion síntomas de inquietud; disgusto por la salida intentada, y oposicion á que se pensára en otra nueva: resolucion de los habitantes á defenderse, y al propio tiempo desconfianza del ejército, y principalmente del general en gefe: consecuencias todas muy coinunes, y casi naturales en los pueblos, cuando ven crecer para ellos el peligro por resultado de una batalla perdida ó de una operacion malograda; aparte de la buena ocasion que se les presenta á los aficionados á sembrar cizaña y á los interesados en promover disturbios. Con el doble objeto de aquietarlos y de mostrar serenidad y confianza, recorrió Blake la ciudad solo y á pié, pasando después á situarse en el arrabal de Ruzafa, centro de la línea. Más aquella noche se reunió la junta popular que él habia manda

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