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ducto de la negociacion de este viage. Todavía se recelaba nuestra corte de la de Portugal en 1507 cuando se destinaron dos navíos al mando de la Cosa para guardar lą costa de España desde el cabo de S. Vicente á Cádiz, y esperar los navíos que venian de Indias, amparándolos en su recalada á estos lugares: y comprueba la desconfianza entre ámbos gobiernos el haber salido la Cosa en el mismo año de 1507 para las Indias con dos carabelas; la Huelva, de que era piloto Martin de los Reyes, y la Pinta, de que lo era Juan Correa. Estaban de vuelta en España el año 1508, pues consta que produjo esta expedicion doscientos noventa y un mil setecientos ocho maravedís, y que se dieron por merced á la Cosa y á Rodrigo de Bastidas cien mil maravedís á cada uno. Tal era el eficaz medio con que se alentaba á estos célebres navegantes. La Cosa obtuvo ademas en 17 de Junio de 1508 Real confirmacion del oficio de alguacil mayor de Urabá, de que se le habia hecho merced en 3 de Abril de 1503, y por Real cédula fecha en Valladolid á 15 de Junio de 1509 se le dió licencia para llevar dos esclavos á la isla Española, y en otra del 17 se mandaba al almirante D. Diego Colon le diese un cacique con sus indios, pues iba con su muger sin duda á establecerse.en aquella colonia. En efecto estaba nombrado para ir en el viage de Nicuesa que se aceleraba por la corte en Agosto de este mismo año.

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ILUSTRACION I.

Noticias biográficas del capitan Alonso Hojeda.

Nació en la ciudad de Cuenca hácia el año 1470, aunque era oriundo de la casa solariega de Hojeda, sita cerca de Ôña en la merindad de la Bureba. Fué primo hermano del V. P. Fr. Alonso de Hojeda, dominico, uno de los primeros inquisidores de España, y muy favorecido de los Reyes-católicos; y estuvo de criado ó familiar del duque de Medinaceli D. Luis de la Cerda. Entónces al parecer debió tratar á Cristóbal Colon, quien luego que llegó fugitivo de Portugal estuvo hospedado en casa del duque dos años, hasta que se avino con los Reyes para emprender el descubrimiento de las Indias. Como el duque residía algunas temporadas en Sevilla, debió suceder en este tiempo lo que refiere el historiador Fr. Bartolomé de das Casas, cuyas palabras copiamos por la descripcion que hace de las prendas y disposiciones de Hojeda.,,Vinieron asimismo » (en el segundo viage de Colon) un Alonso de Hojeda, mance"bo, cuyo esfuerzo y ligereza se creia entonces exceder á mu"chos hombres, por muy esforzados y ligeros que fuesen, de » aquellos tiempos. Era criado del duque de Medinaceli, é des»pues por sus hazañas fué muy querido del obispo D. Juan de » Fonseca, susodicho, y le favorecia mucho. Era pequeño de » cuerpo, pero muy bien proporcionado y muy bien dispues» to, hermoso de gesto, la cara hermosa y los ojos muy gran» des: de los mas sueltos hombres en correr y hacer vueltas, y » en todas las otras cosas de fuerzas, que venian en la flota y »que quedaban en España. Todas las perfecciones que un hom»bre podia tener corporales, parecia que se habian juntado en »él, sino ser pequeño. Deste se dijo, y tuvimos por cierto, y » pudiérame yo certificar dél por la conversacion que con él » tuve, si advirtiera y entonces pensara escribirlo, pero pasá» balo como cosa pública y muy cierta : que cuando la Reina » Doña Isabel subió á la torre de la iglesia mayor de Sevilla, » de donde mirando los hombres que estan abajo, por grandes » que sean, parecen enanos, se subió en el madero que sale »veinte pies fuera de la torre, y lo midió por sus pies apriesa » como si fuera por un ladrillado, y despues al cabo del ma» dero sacó el un pie en vago dando la vuelta, y con la misma

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Pizarro, Varones Ilustres del Nuevo Mundo, pág. 41. 2 Colecc. de los Viages Españ. tom. 1, pág. 20.

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» priesa se tornó á la torre, que parece ser imposible no caer y » hacerse mil pedazos. Esta fué una de las mas señaladas osadías que un hombre pudo hacer, porque quien la torre ha » visto y el madero que sale, y considera el acto, no puede sino » temblarle las carnes.

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» Díjose tambien dél, que puesto el pie izquierdo en el pie » de la torre, ó principio della que está junto al suelo, tiró una naranja que llegó hasta lo mas alto. No es chico argu»mento este de la fuerza grande que tenia en sus brazos. Era muy devoto de Nuestra Señora: y su juramento era de voto »á la Vírgen María. Excedió á todos cuantos hombres en Es"paña entonces habia en esto: que siendo de los mas esforzados, » y que así en Castilla, ántes que á estas tierras viniese, vién »dose en muchos ruidos y desafios, como despues de acá venido en guerras contra indios millares de veces, donde ganó an»te Dios poco, y que él siempre era el primero que habia de » hacer sangre donde quiera que oviese guerra ó rencilla; nunca »jamas en su vida fué herido ni le sacó hombre sangre hasta »obra de dos años ántes que muriese, que le aguardaron cuatro indios de los que él injustamente infestaba de Sancta Marta, »y con gran industria le hirieron como abajo se contará, por» que fue un señalado caso. Otra hazaña memorable hizo yen» do á Castilla en una nao, que tambien se contará, placiendo » á Dios, abajo "."

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El conocimiento y trato que tuvo Hojeda con Colon, y el favor de su primo, contribuyeron sin duda á proporcionarle el mando de una de las carabelas que fueron con el Almirante en el segundo viage, y que salieron de Cádiz á 25 de Setiembre de 1493. Cuando avistaron la isla de la Guadalupe buscaron un puerto donde surgir, y bajaron varias cuadrillas á descubrir la tierra. El veedor Diego Marquez con ocho compañeros se internó tanto que se perdió: cuidadoso el Almirante envió á Hcjeda con 40 hombres á buscarlo y á reconocer de paso el pais. Caminaron con muchos trabajos, y entre ellos contaban haber pasado en seis leguas de distancia 26 rios con el agua en muchos de ellos hasta la cintura. Pudo ser uno mismo y atravesarle muchas veces por las vueltas y revueltas de su curso. Tambien dijeron haber hallado muchas plantas y especias aromáticas y variedad de aves muy estrañas; pero no encontraron á Marquez ni á su gente, que al fin regresaron pocos dias despues".

Habiendo llegado á la Española, empezó el Almirante la

I Casas, Hist. gen. de Ind. lib. 1, cap. 82.
2 Segundo viage de Colon, tom. 1, pág. 203.

edificacion de la villa de la Isabela, y entretanto para explorar la tierra, en especial la provincia de Cibao, donde se suponia haber mucho oro, envió á Hojeda con 15 hombres en Enero de 1494. Caminó al principio con mucho trabajo por pais despoblado y altas sierras, hasta que bajando de una de ellas avistó la Vega Real, cultivada por todas partes, cruzada de multitud de arroyos, cuya mayor parte desaguaban en el rio Yuqui, y llena de poblaciones donde residian muchos caciques y señores, que le recibieron y regalaron con amor y fraternidad. Reconoció la provincia de Cibao y pasó el rio Yuqui, recogiendo algun oro en varios arroyos próximos. Con tan faustas noticias y preciosas muestras volvió á la Isabela, donde reanimó el espíritu de sus compañeros desalentados ya con los trabajos y enfermedades que padecian. El Almirante, lleno de satisfaccion y de esperanzas al ver el buen éxito de estos reconocimientos, escribia á los Reyes en 30 de Enero de 1494: "Pero porque allá va Gorbalan, que fué uno de los descubri"dores, él dirá lo que vió, aunque acá queda otro que llaman » Hojeda, criado del duque de Medinaceli, muy discreto mozo "y de muy gran recabdo, que sin duda, y aun sin compara»cion, descubrió mucho mas, segun el memorial de los rios que él trajo, diciendo que en cada uno de ellos hay cosa de "no creella." Así es que el Almirante resolvió entonces reconocer por sí lo interior de la isla, y lo ejecutó hasta Cibao, donde hizo fabricar la fortaleza que llamó de Santo Tomas. Nombró por capitan y alcaide de ella á un caballero aragones Hamado Pedro Margarite, y dejó con él 52 hombres, que despues aumentó hasta 300, previniendo lo conveniente al buen gobierno y á las remesas de bastimentos y auxilios que les proporcionaria. Con esto salió el 21 de Marzo para la Isabela, adonde llegó el 29; pero á poco tiempo le avisó Margarite que los indios desamparaban sus pueblos, y que Caonab, el señor mas poderoso de la isla, que residia en la cercana provincia de Ja Maguana, se apercibia para atacar la fortaleza y matar á los cristianos. Socorrióle el Almirante sin perder momento con toda la gente sana que tenia, enviando por su capitan á Alonso de Hojeda, que salió de la Isabela el 9 de Abril con mas de 400 hombres : dia en que el almirante firmó la instruccion para Margarite, que hemos publicado 3. Apenas llegó Hojeda prendió á un cacique y á un hermano y sobrino, y los envió à disposicion del Almirante, escarmentando al mismo tiempo á los

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1 Segundo viage de Colon, tom. 1, págs. 223 y 226.

I Casas, lib. 1, cap. 89, 91, 92 y 93.

2 Coles, diplom. tom. 11, pág. 110.

indios que habian engañado y robado á ciertos españoles. Las gentes de Caonabó tenian cercada la fortaleza 30 dias hacia, cuando la derrota que sufrieron en la Vega Real la multitud de indios reunidos, que fueron atacados por 200 infantes y 20 caballos mandados por el Almirante y su hermano D. Bartolomé, esparció el terror y la confusion, ya por el ruido y estragos de la artillería, ya por los que causaban los caballos con ayuda de los perros. Este próspero suceso obligó á levantar el sitio de Santo Tomas, y aprovechando el Almirante esta disposicion y coyuntura, siguiendo en sus intentos de prender mañosamente á Caonabó, que era quien le daba mayor cuidado, encargó á Hojeda el desempeño de tan árdua comision. Fué este desde luego á verse con el cacique llevando unos grillos y esposas de laton perfectamente labrados y bruñidos, porque de este metal hacian los indios gran aprecio, prefiriéndolo entre cuantos se llevaban de Castilla, y estaban admirados de la campana colocada en la Isabela, que les parecia que hablaba cuando á su sonido se reunian los cristianos para sus actos religiosos. Dirígese Hojeda con nueve compañeros á la Maguana, que distaba de la Isabela mas de 60 leguas, y apeándose de su caballo, hace que avisen de su llegada al feroz cacique, que le recibió ya mas tratable y manso; y al presentarle aquellas preseas ó joyas le dijo que los Reyes de Castilla se adornaban con ellas para sus bailes y fiestas; y que le suplicaba fuese al rio, que distaba algo mas de media legua, y que despues de holgarse y lavarse en él, volveria montado en el caballo á presentarse á sus vasallos con aquellos adornos, como lo hacian en Castilla tan poderosos Monarcas. Condescendió Caonabó y fué con corta comitiva, sin recelo de que tan pocos hombres intentasen hacerle daño; y despues de haberse lavado en el rio, quiso ver su presente y regalo, y experimentar su virtud. Hojeda se desvió de los indios que le acompañaron, y subiendo en su caballo colo ca á Caonabó en las ancas, pónele los grillos y las esposas, da algunas vueltas por disimulo, toma el camino de la Isabela como de paseo, hasta que perdiéndole de vista los indios atan los nuestros á Caonabó con Hojeda, y tomando caminos y veredas desusadas, entra con él en la Isabela y lo entrega á disposicion del Almirante. Bastó esta accion á reducir y pacificar toda la isla; y fué tal el concepto que formó el mismo Caonabó del esfuerzo, osadía y valor de Hojeda, que le manifestaba en pú

En la instruccion á Margarite proponia el Almirante otro ardid diferente del que usó Hojeda para prender á Caonabó. Véase la pág. 112 del tomo in de esta Coleccion.

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Casas, lib. 1, cap. 89.

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