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verdad con las olas del error que la combaten, mas aun, con el Espíritu de tempestad que las encrespa.

«<Los allegados honrados de este liberalismo son sus primeras víctimas; porque en la práctica no les ofrece, ni aun para el bien, esa igualdad de ventajas que no tienen derecho de reconocer en el mal, y que él hace degenerar constantemente en favor y en licencia en beneficio de éste. De aquí la situacion falsa y contradictoria en que se encuentran á cada instante entre su honradez y su doctrina, invocando ésta con riesgo de aquella, y viendo á aquella sublevarse contra ésta. Pero no por eso se sostienen menos firmes á pesar de su apego revolucionario.

«De aquí tambien su sensibilidad con respecto á la Revolucion: sensibilidad que testifica su alianza, consciente ó no, con ella, no obstante defenderse de la misma, á la manera que esos matrimonios de la mano izquierda que se hacen fuera de ocasion, y que no se atreven á declarar sus contrayentes.

<<El espíritu revolucionario ha tomado los mas bellos nombres de nuestra lengua, y los ha pervertido al apropiárselos. ¡LIBERALIDAD, GENEROSIDAD! ¡qué palabras mas bellas! Sí; pero ser liberal y generoso á costa de la verdad y en beneficio del error, á costa del bien y en favor del mal, es serlo á la manera de un necio y en perjuicio público. Y en todo caso, es serlo falsamente, cualquiera que sea la buena intencion que haya: porque la libertad del mal es mortífera de la verdadera libertad; todo lo que se le concede, propende á opresion, y la liberalidad politica no tiene mas funesto enemigo que ese liberalismo dogmático que es su falsificacion. El liberalismo tiene un sonido falso como una moneda de mala ley; la Revolucion lo ha falsificado mezclando á él su liga y acuñándolo con su efigie.

Sépase pues, bien, que al desmonetizarlo, léjos de querer desfavorecer la revindicacion y la defensa de las libertades civiles y políticas, trato, por lo contrario, de librarlas de un funesto compromiso. Trato de realzar, en su bella solidaridad, para oponerla á toda tiranía, aquella hermosa divisa de todo corazon verdaderamente libre: ¡DIOS Y LIBERTAD!

«Creo haber esplicado bastante mi pensamiento......>>

CAPÍTULO VI.

Opinion de algunos escritores del presente siglo

sobre la materia objeto del debate.

Ex el siglo pasado hablaron á favor de las familias ma

llorquinas cuyos derechos sostengo, algunos escritores de reconocida reputacion literaria. El que más simpatías merece, por su erudicion y por la acabada defensa que hizo de esta causa, es el Licenciado D. José Lináres Montefrío, autor del Manifiesto entregado á los Señores del Real y Supremo Consejo, en defensa del Memorial · presentado al Rey D. Cárlos III en 1773. El Manifiesto se imprimió junto con el Memorial en 1777. Sigue á Lináres Montefrío, D. Miguel de Lardizábal y Uribe, autor de la Apologia por los Agotes de Navarra, etc., que vió la luz en Madrid, en casa de la Viuda de Ibarra, en 1786. Moratin habla tambien de esta cuestion mallorquina. Lardizabal apoya la apología que hace de los mallorquines de estirpe hebrea en pasajes muy recomendables de Los nombres de Cristo de Fray Luis de Leon, y de la Teoría de lo bello del abate Andres.

En nuestro siglo podemos citar, ademas de la Histoire des races maudites, de Francisque-Michel, y de la Vindicacion de los Mallorquines Cristianos de estirpe Hebrea, de D. Tomás Bertran Soler, algunos artículos

que han dado á luz distinguidos publicistas contemporáneos. Estos escritores pertenecen á partidos políticos distintos y áun totalmente contrarios, pero todos unánimes condenan la llamada preocupacion y la anatematizan como es debido. He de advertir que ninguno de los escritores que voy á citar pertenece á mi clase.

I.

D. JOSÉ MARÍA QUADRADO.

Al aparecer el prospecto de La Sinagoga Balear en 1856, el Sr. Quadrado, movido de santa indignacion contra los autores de ese opúsculo, contra los miserables que, por sórdida avaricia y malos sentimientos, reprodujeron en pleno siglo XIX el libelo del P. Garau, escribió en el Diario de Palma del 3 de Octubre de aquel año la siguiente invectiva, digna del orador romano:

<<Con alto desprecio y repugnancia hemos visto, y con nosotros todos los hombres sensatos sin diferencia de opiniones, el miserable prospecto que con el título de La Sinagoga Balear, desde Valencia donde suena impreso, se ha remitido y circulado profusamente en estos días. Si este prospecto es el anuncio de una obra real y verdadera, si es otra cosa que una amenaza en vagó, á guisa de carta anónima para sonsacar dinero ad terrorem como los caballeros de industria, compadecemos de todas véras al que así ha malgastado su tiempo y su trabajo, por más que sean de corto precio, en escribir, ó en compilar más bien, sus dos tomos de libelo. Cierto que sí que interesa mucho á la historia el arrojar la nota de la infamia sobre determinado número de inocentes familias, y

mantener viva con semejante encono la llaga que todos los sentimientos nobles conspiran á cicatrizar. Cierto que sí que interesan mucho á la literatura la perpetuacion de esos padrones inquisitoriales que sus mismos autores hoy retirarían sonrojados, la publicidad de esas ramplonas codolades antiguas y modernas, pasto grosero de la más vulgar curiosidad, el catálogo de esos apodos más ridículos para el que los escribe que para el que los lleva. Cierto que sí que es empresa muy digna de estos tiempos en que tanto se pregona la nada nueva máxima de que cada cual es hijo de sus obras, muy digna de los que más charlan acaso de igualdad y fraternidad, muy digna de los que no pueden ocupar la atencion sino con el escándalo ó especular con la ignominia.

«¿Qué entenderá por obra, por historia, por literatura, el menguado compilador de tamañas vaciedades? ¿Qué archivos públicos habrá consultado, qué recónditos datos habrá adquirido para su prodigiosa tarea de reimprimir? ¿Cómo entenderá el idioma de Cervantes el que maneja la pluma tan pícaramente como es de ver en el prospecto, y que á ser mallorquin llevaría ya en su misma ignorancia el sobreescrito? ¿Cuál será sobre todo de noble y pura la sangre del que escudado con el anónimo (ménos mal si es por vergüenza, peor si es por cobardía), acomete tan indigna fazaña, como si quisiera disimular con el envilecimiento del prójimo su propia villanía?

«No son las afecciones personales las que nos inspiran este lenguaje: los talentos eminentes, los caractéres elevados, hasta las virtudes oscuras que en contados individuos á quienes se pretende manchar de oprobio hemos tenido ocasion de apreciar, están harto arriba para que puedan llegarles esos procaces insultos ni deslustrarles un ápice en la opinion de la buena sociedad. Duélenos sí, no tanto por ellos, sino por nuestro país cuyas peque

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