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á las márgenes del Ebro, al pié de las murallas romanas de Zaragoza; la fecundizó con San Ildefonso en la imperial Toledo; la preservó de su ruina durante una tormenta de ocho siglos; y la proclamó vencedora en las almenas de Granada. ¿Y en Mallorca? El Sacerdote oraba en las naves de Pedro Martel; ponía el signo de la Cruz en el pecho de los aragoneses de D. Jaime; y al entrar en la Isla, cubría de instituciones civilizadoras el suelo redimido de la patria.

Durante seis siglos, el Sacerdote mallorquin ha derramado á manos llenas las bendiciones, la Fe, la pureza y la santificacion.

De las malhadadas injusticias que se hicieron en el siglo XVII, no quiero hablar más; no quiero recordarlas. Su recuerdo es punzante como una aguja.

¿Cuál es nuestro deber, oh Sacerdotes del Señor?

Lo dice San Pablo en la carta II á los Corintios, en el Capítulo 6:

«No ofendeR NI EXCLUIR Á NADIE.»- -«Nemini dantes ullam offensionem ut non vituperetur ministerium nostrum.»

Ése es el deber de todos, ésa es la caridad verdadera, ésa es la prudencia celestial y divina.

Si la lectura de este libro aplaca las iras y desvanece como un rayo de sol las prevenciones, ensalcemos la bon

dad de la Providencia, que se habrá valido de este medio para que entremos en la época de las reformas: si no; si continúan las malas costumbres.... ¡ay de nosotros! Oh Jesus de mi vida, líbranos de mal. En tus manos, Señor, pongo esta causa.

Marzo de 1877.

Fin de los Capítulos complementarios.

APENDICE.

EL BUEN PASTOR.

APÉNDICE.

EL BUEN PASTOR.

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Ex la Dominica segunda despues de Pascua, 15 de

Abril de 1877, en la iglesia parroquial de San Nicolas, de Palma, se celebró una fiesta votiva á Nuestra Señora de la Soledad.

El orador fué D. Ignacio Aguiló Blanch, Pro.

El pueblo escuchó religiosamente el sermon, y salió conmovido de la Iglesia.

Este hecho tan sencillo, tan ordinario y general, merece consignarse. Indica que ha caído una barrera, que se ha saltado una valla que hace siglos se interponía en el camino del deber. Cada vez que se rompe una cadena moral, la Historia debe consignarlo.

En aquel día la Iglesia cantaba el evangelio del Buen Pastor:

Capítulo X de San Juan:

«Dijo Jesus á los fariseos: Yo soy el Buen Pastor.

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