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pedir la abolicion de los desafueros en nombre de la caridad; y yo creo que se ha de pedir, y me parece haberlo probado, en nombre de la justicia natural, en nombre de la Fe, en nombre de la civilizacion, en nombre de la Iglesia, en nombre de la caridad; y hasta en nombre de la justicia vindicativa y distributiva, como veremos más adelante. Y aprovecho esta ocasion para declarar que, «al tender mis miradas por los horizontes, que las palabras de la Escritura y de los padres mostraban á mi espíritu», no me sentí picado «por la venenosa mordedura de algun reptil.» Y al apostrofar, no «con extemporáneo furor», sino con indignacion sacrosanta y oportuna, al que aconseja ó dispone la continuacion de los malos usos en Mallorca, AL QUE QUIERE IMPEDIR EL REINADO DE DIOS Y DE LA EQUIDAD, al apostrofarle, llamándole Villano, y aplicándole, con la vehemencia de la amargura, otros calificativos que merece; no tenía mi mente ni mi corazon fijos en ninguna persona, EN NINGUNA PERSONA DETERMINADA. Si las hay que se han creído aludidas en aquel párrafo, y se han ofendido por ello; yo pública y solemnemente les pido perdon; y les suplico por la Cruz del Salvador, por las lágrimas de la Virgen de los Desamparados, que no crean que mi intencion fuera rebajar en lo más mínimo su personalidad y reconocidos méritos. Yo apostrofaba duramente Á LA PREOCUPACION Y Á LOS FAUTORES Y CÓMPLICES CONSCIENTES de ella. Y francamente, señores; no hallo palabras en el Diccionario bastante duras, ni bastante denigrativas, para calificar un capricho que se está burlando de los más caros sentimientos de la naturaleza.

Ése es el venenoso reptil; por cuya muerte he desenvainado la espada de la fe, poniéndome la coraza de la constancia. Mis antecesores y yo hemos sabido, Sr. Maura, rogar, exponer, representar, reconvenir; como lo atestiguan documentos que puedo enseñar á V. cuando guste;

nos hemos mostrado resignados con nuestra suerte; hemos sido modestos en nuestras aspiraciones, como V. aconseja....: y nunca han caído nuestras palabras como benéfica lluvia, pues nunca han fecundizado vuestros estériles. corazones. No he comprometido, pues, mi propia causa: porque con mi voz de protesta he despertado la voz de la opinion: ni hay en mi artículo inmotivados insultos contra nadie en particular, sino razones y sentimiento.

A todos y á ninguno
Mis advertencias tocan;
Quien haga aplicaciones
Con su pan se lo coma.

¡No! ¡á nadie ataco en particular! Eso sería descender al terreno de lo vedado. Escogí un ramillete de flores de caridad: su aroma me recreó el espíritu, y no me envenenó. ¿Cómo pudieran envenenarme, ellas, que sólo contienen esencias de vida? ¿Ellas, que refrigeran el espíritu con el aura de la inmortalidad? Puede ser que al tratar mi asunto lo hiciera, segun dice V., con poco tacto. Pero ¿qué importa? La opinion pública, los sentimientos de justicia y de caridad están excitados: y se levantará, no lo dude V., se levantará una poderosa cruzada, que ha de acorralar la preocupacion, y ha de sumergirla en los antros del Infierno, de donde no debiera haber salido.

PARTE SEGUNDA.

PROFESION DE fe católica.

Et unam, sanctam,

catholicam, et apostolicam Ecclesiam. (Símbolo de Constantinopla.)

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Hay alli (en mi artículo)—escribe Don Miguel

»Maura,—más ó ménos patente una amenaza, una rebelion »y una calumnia. Quizá el autor no lo intentara, quizá no »lo quisiese; pero contra su intencion, contra su voluntad »ahí están estas tres cosas.... Ahí está la amenaza protes»tante.... Ahí está la rebelion á la autoridad legitima........ »Ahí está por fin la calumnia, no contra un individuo »sino contra una clase entera, contra la clase más augusta »y venerable....»=

Respondo:-Niego rotundamente que en mi artículo Libros malos y cosas peores haya calumnia, rebelion ni amenaza. Niego rotundamente que haya sombra siquiera de tales cosas. No basta afirmar, Sr. Maura; es necesario probar lo que se afirma; y V. siempre se dispensa de ello. V. dice que mi acusacion contra el clero mallorquin «entraña una falsedad y calumnia tan notorias que nos «creemos dispensados de probarlas, puesto que nadie prueba

»que el Sol alumbre, caliente y fecundice.» Pues, sí, Señor Defensor; era necesario probar que ese sol de que usted trataba, alumbra, calienta y fecundiza. Y V. no podía probarlo; por la sencilla razon de que hasta ahora, en la cuestion de que nos ocupamos, ni ha alumbrado, ni ha calentado, ni ha fecundizado.

I.

Yo no he calumniado al clero.

a

Vamos por partes: 1. Ese sol no ha alumbrado.No, no ha iluminado las inteligencias; porque, ¿en dónde están los sermones referentes á esa cuestion? ¿en dónde las conferencias públicas ó privadas para exclarecerla? ¿en dónde las constituciones sinodales que tendiesen á abolir las diferencias y distinciones? ¿en dónde los concilios provinciales que estableciesen jurisprudencia canónica y proclamasen la fraternidad de los mallorquines? ¿En dónde están los libros, las meditaciones, las hojas impresas ó manuscritas, que los directores de las almas, los gobernantes del espíritu, hayan hecho circular entre los fieles? ¿En dónde están todos esos medios de iluminacion? Yo no los veo; al contrario; yo veo en manos de algunos sacerdotes y en manos de los que se apellidan protectores y amigos de la Iglesia, yo veo un libro infame, un inmundo libelo que ni Calvino mismo hubiera intentado escribir; yo veo el libro titulado La Fee Triunfante, reimpreso en Mallorca en la oficina de Ignacio Frau, en 1755, es decir, sesenta y cuatro años despues de los sucesos que narra; y en cuya obra el autor se complace en llenar de improperios, de calumnias viles, de nefandos insultos, á treinta y siete infelices, ajusticiados por la

Inquisicion. Nunca jamas, en la historia de los tiempos, se había visto, á no ser en la Crucifixion del Redentor, que los verdugos escarneciesen á las víctimas; nunca jamas se había oído decir que un pueblo cristiano acibarase con mofa impía los últimos momentos de un reo de muerte, y un religioso acibarase con propósito deliberado la vida de toda una descendencia. Ese religioso, ese autor, que nos regaló tal presente literario, fué el Padre Francisco Garau, de la Compañía de Jesus, Rector del colegio de Montesion. El necio se creyó que la Fe había obtenido un gran triunfo, porque la Inquisicion mandó castigar con horribles penas, (que él detalla á sangre fría), á treinta y siete desgraciados; cuyos bienes, que ascendían á muchos millones de libras, fueron confiscados totalmente. No me detengo en estos hechos: algun día sabrá Mallorca lo que se hizo en el siglo XVII contra la Religion y contra la humanidad; algun día será vindicada la memoria de aquellos infelices. ¡Ah! Ese libro de La Fee triunfante, fué reproducido casi á la letra en 1857 por el autor de La Sinagoga Balear: y fué una pluma seglar,la pluma del autor de Forenses y Ciudadanos, Don José María Quadrado, quien atajó briosamente la circulacion del librejo; y fué otra pluma seglar, la de Don Tomás Bertran Soler, quien en 1858 publicó en Valencia la Vindicacion de los mallorquines cristianos de estirpe hebrea, contra las aserciones y necedades de La Sinagoga Balear. ¿Qué ha hecho el clero mallorquin en esa cuestion? ¿Qué luz ha hecho irradiar sobre las almas?-Ahora mismo, (necesario es decirlo), ahora mismo, en estos últimos días, un sacerdote, un fraile muy conocido en Palma, al acabar yo de cantar la misa en el convento de San Francisco de Asis el día de San Juan Evangelista, me entregó un billete, escrito por él mismo el día de San Estéban; en cuyo billete anónimo me decía que en 1691 había habido,

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