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PARTE TERCERA.

¡JUSTICIA Y LIBERTAD!

Cuando el hombre pronuncia esas grandes palabras con el espíritu de Dios, la Tierra se estremece, huye Satanas y los corazones lloran.

DESPUES de salir de la parte polémica y personal, el

Sr. Maura trata de elevarse á la region serena en que estas cuestiones deben ventilarse. Y en esa region serena es en donde, á mi juicio y al juicio de las personas imparciales, más flojos son sus argumentos, más cojea su lógica, y más patente aparece la sinrazon con que intenta defender á todo trance su mala causa, la causa de la injusticia, de la preocupacion y del exclusivismo. Dos conclusiones sienta mi adversario, dos conclusiones que son su argumento Aquíles, con el cual pretende sostener el dolce far niente de las autoridades, atenuando su pecado, y el pecado de omision y descuido de las personas influyentes, poderosas ó ilustradas. Estas dos conclusiones son: 1.a «que existe en Mallorca una prevencion más ó ménos arraigada y profunda contra una clase determinada..., prevencion que el Sr. Maura no cree de su competencia examinar si fué en su principio justa ó inicua..., pero

que hoy día es una verdad que ven con toda evidencia las inteligencias privilegiadas y sienten los corazones generosos, que esta preocupacion no tiene razon de ser y perjudica notablemente á los sentimientos y A LOS DEBERES CRISTIANOS..., al paso que esa verdad no la ven sino muy obscura ni la sienten sino muy remisa las inteligencias cortas y los corazones débiles, porque no se sienten dotados de la energía que se requiere para hacerse superiores á las reminiscencias de la infancia y á las tradiciones de la familia»-es decir, que el pueblo está preocupado.— 2. «Que esta preocupacion infiltrada en toda la masa social... SÓLO PUEDE SER EFICAZMENTE COMBATIDA POR LA IGLESIA... que sólo la Iglesia... puede tomar á su cargo el desarraigo de esta preocupacion inveterada.»

Voy á contestar con algunos párrafos más, si es que con lo anteriormente escrito no basta, á las dos sobredichas conclusiones.

I.

El pueblo no está preocupado.

¡No! no está preocupado el noble pueblo mallorquin. Si lo ha estado en otras épocas yo no me meto en ello; lo cierto, lo evidentemente indudable es que hoy por hoy no lo está; pues en todo lo que directamente depende del pueblo hemos alcanzado, ha alcanzado nuestra clase desheredada, y no hace pocos años, la completa y absoluta igualdad, segun los méritos respectivos. En las instituciones políticas cuya direccion depende del pueblo, ved la igualdad, y la cordialidad de relaciones. Personas de mi clase, de todos los partidos, han merecido la confianza y los sufragios del elemento popular. Desde el sencillo al

calde de barrio hasta el concejal, desde el concejal hasta el teniente de alcalde, desde el teniente de alcalde hasta el diputado provincial y otros elevados cargos, no hay puesto en esa escala de libertad que no haya sido ocupado por personas dignísimas de mi clase. ¿Está preocupado el pueblo?

En las instituciones económicas é industriales, personas de la que vosotros llamáis clase más o menos aborreó cida, desempeñan principalísimos y delicados papeles, ocupan puestos honrosísimos, cuya direccion les ha cometido la prudencia de sus consocios. ¡Sí! ¡lo digo con noble orgullo! Hojéense las listas de socios de las compañías industriales, mercantiles, financieras y agrícolas; y notaránse nombres de no escaso valer pertenecientes á las personas mis defendidas. Casi me atrevería á asegurar que sin ellas, no hubiera entrado Mallorca tan pronto en las vías de la paz, del progreso económico, del crédito fiduciario en la vida moderna. Seguid con la vista esa multitud de naves de alto bordo que zarpan de nuestras bahías, trazando prolongadas estelas en donde se miran con amor los reflejos de la tarde. ¿A dónde van? Van á la tierra lejana, más allá de las columnas de Hércules, á cambiar los productos de nuestro suelo, con los algodones, la caña dulce, y los finos azúcares fabricados por los descendientes de los Incas. Seguid, seguid esas moles de tallada madera que cruzan las aguas, llevando en su interior el fuego y el hierro de los titanes; y unen nuestras costas y nuestra civilizacion con las costas y la civilizacion del Continente. ¿A dónde van? Van á traernos en alas del vapor las ideas y los productos; á ensanchar nuestro suelo, cubriendo con movible puente el brazo del Mediterráneo que nos separa de la madre España. Seguid, seguid á esos monstruos modernos de actividad y docilidad que hienden nuestras colinas y borran las dis

tancias de nuestros pueblos. ¿A dónde van? Van á renovar la faz de Mallorca; van á hacer de los mallorquines una familia de verdaderos hermanos.-Pues bien, Señores. No hay nave que parta, barco de vapor que llegue, ni locomotora que atraviese nuestros campos, que no cuente entre sus armadores, propietarios ó directores á alguna ó varias personas de la clase, de la clase que vosotros os atrevéis á llamar aborrecida.-Y los demas, nobles ó plebeyos, ricos ó pobres, les confían la agencia y desempeño de tales funciones. ¿Está preocupado el pueblo?

No quiero hablar de instituciones recreativas, filantrópicas, literarias, científicas ó artísticas. Es cosa clarísima, y todos Vds. lo ven con sus ojos y palpan con sus manos, que la igualdad se ha realizado y que no existe la llamada preocupacion.

¿Queréis que hablemos de instituciones civiles? Hablemos de la enseñanza. Ésta es primaria, secundaria, de facultad, normal, y eclesiástica. Pues bien. Diré lo que ha acontecido conmigo. En la enseñanza primaria hallé la igualdad; y la recompensa á mi aplicacion ó el castigo por mis faltas, bajo la direccion de un entendido profesor, del anciano D. Juan Bó, á quien tributo hoy mi homenaje de respeto y cariño. En el Instituto, en la enseñanza secundaria, hallé la igualdad; y aquellos dignos catedráticos se cuidaron de hacer brotar en mi mente las ideas del honor, de la fraternidad y de la esperanza. Dios se lo pagará. ¡Sí! ¡ilustres profesores del Instituto! ¡verdaderos amantes de la Religion y de la patria! ¡Vosotros cultivasteis asiduamente mi espíritu; vosotros le engrandecisteis con la palabra del bien y de la ciencia; vosotros le alegrasteis con las brisas de la recompensa debida, con los suaves sentimientos de los corazones libres!

En la escuela normal, y en las Universidades, tam

bien hemos hallado la igualdad. Hay infinitos testimonios que no me detengo en aducir.

¿Y en la enseñanza eclesiástica? ¿En el seminario? Yo he vivido algun tiempo en el seminario de Menorca, y en el gran seminario de Valencia. Hallé en esos nobles establecimientos la igualdad, la ciencia para todos, y el leal compañerismo. Me complazco en enviar á sus dignísimos directores y catedráticos la más profunda expresion de mi agradecimiento. ¿Pero en el seminario de Palma? ¿en el seminario de Palma? Respondan por mí los que contra toda razon, contra todo derecho, contra todo sentimiento de urbanidad y cortesía me excluyeron indignamente del colegio de internos, (cuando se había dado una disposicion general que prescribía á todo jóven aspirante al Sacerdocio el ingresar en dicho colegio); y excluyeron en 1866 á todos los jóvenes de la clase desheredada. ¿Es el pueblo el que está preocupado?

Mas yo quiero por un momento conceder que sí; que el pueblo esté prevenido contra nosotros, que el pueblo odie á sus hermanos ó los rechace, perjudicando notablemente, como dice V., amigo Maura, á los sentimientos y á los deberes cristianos. Vamos; ya tiene V. á la vista un pueblo anticristiano, incivil; y enemigos los ciudadanos unos de otros. ¿Qué hará V., como autoridad, y como sacerdote? Cuando vea las mil barbaridades y los pecados de ese pueblo, ¿qué pensará V.? ¿qué disposiciones tomará? ¿Dirá V. que la caridad non agit perperam (interpretando malísimamente á S. Pablo), ó les citará los versos de Rioja, dejando al mismo tiempo imperar la injusticia y el pecado, callando como un bendito, y permitiendo que la mayoría que es la fuerza, oprima á la minoría que es el derecho? ¡Qué virtud tan fácil la de usted! Eso, y perdóneseme la comparacion, es capaz de hacerlo un cualquiera, sin ser autoridad ni cosa que lo valga.

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