Poesias de veinte i dos autores españoles del siglo decimo sexto, Volumen2

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L. P. Salvioni, 1786
 

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Página 426 - ... que vuelta entre nosotros la porfía, degolléis vuestra patria con su fuerza, cortad pues, si ha de ser desa manera, esta vieja garganta la primera. Que esta flaca persona atormentada de golpes de fortuna, no procura sino el agudo filo de una espada, pues no la acaba tanta desventura: aquella vida es bien afortunada, que la temprana muerte la asegura; pero a nuestro bien público atendiendo, quiero decir en esto lo que entiendo.
Página 272 - Elisa, vida mía, cuando en aqueste valle al fresco viento andábamos cogiendo tiernas flores, que había de ver con largo apartamiento venir el triste y solitario día que diese amargo fin a mis amores? El cielo en mis dolores cargó la mano tanto, que a sempiterno llanto ya triste soledad me ha condenado; y lo que siento más es verme atado a la pesada vida y enojosa, solo, desamparado, ciego, sin lumbre en cárcel tenebrosa.
Página 426 - ¿Teniendo tan a golpe a los cristianos, volvéis contra vosotros el cuchillo? Si gana de morir os ha movido, no sea en tan bajo estado y abatido. Volved las armas y ánimo furioso a los pechos de aquellos que os han puesto en dura...
Página 498 - Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera que aunque no hubiera cielo, yo te amara y aunque no hubiera infierno, te temiera. No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara lo mismo que te quiero te quisiera.
Página 242 - El dulce lamentar de dos pastores, Salicio juntamente y Nemoroso, he de cantar, sus quejas imitando; cuyas ovejas al cantar sabroso estaban muy atentas, los amores, de pacer olvidadas, escuchando.
Página 284 - Cerca del Tajo en soledad amena, de verdes sauces hay una espesura, toda de hiedra revestida y llena, que por el tronco va hasta el altura, y así la teje arriba y encadena, que el sol no halla paso a la verdura; el agua baña el prado con sonido alegrando la vista y el oído.
Página 276 - ... de do viene el temor que nos espanta y la medrosa forma en que se ofrece aquello que la noche nos encubre, hasta que el sol descubre su luz pura y hermosa: tal es la tenebrosa noche de tu partir, en que he quedado de sombra y de temor atormentado, hasta que muerte el tiempo determine que a ver el deseado sol de tu clara vista me encamine.
Página 252 - Y tú, desta mi vida ya olvidada, sin mostrar un pequeño sentimiento de que por ti Salicio triste muera, dejas llevar, desconocida, al viento el amor y la fe que ser guardada eternamente sólo a mí debiera ? ¡ Oh Dios ! ¿ Por qué siquiera, pues ves desde tu altura esta falsa perjura...
Página 276 - Cual suele el ruiseñor con triste canto Quejarse, entre las hojas escondido, Del duro labrador, que cautamente Le despojó su caro y dulce nido De los tiernos hijuelos entre tanto Que del amado ramo estaba ausente...
Página 424 - Caciques, del Estado defensores, codicia de mandar no me convida a pesarme de veros pretensores de cosa que a mí tanto era debida; porque^ según mi edad, ya veis, señores, que estoy al otro mundo de partida; mas el amor que siempre os he mostrado, a bien aconsejaros me ha incitado. "¿Por qué cargos honrosos pretendemos, y ser en...

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