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VIII

La sombra de la Picota.

La extraña ironía de las cosas dispuso un suceso impensado. Y fué que el pilar infame, en el cual se creyó vencer al delito, sirviera de centro al mundo criminal, desarrollado á su alrededor, como hongos en la umbría húmeda.

Se encuentra en La Picara Justina — la novela publicada en 1605 bajo la firma de Francisco López de Úbeda, pseudónimo quizá de Fr. Andrés Pérez este pasaje, de frialdad repulsiva: «... Fuí adelante y por mis pasos contados me fuí al rollo [el de Leon]; vi que en frente de él estaban asomadas unas mujercitas relamiditas, alegritas y raiditas, como pichones en saetera. Parecían cotorricas de á seis en libra, y no lo eran más que la Méndez; y por vida mía que para ser leoneses tan proveídos, no me pareció que las habían puesto en lugar decente y acomodado: lo uno, porque estando aquellas oficinas junto al rollo, ningún. leonés honrado puede decir á su mujer vete al

rollo (1), sin que en estas palabras vaya ingerida, como piojo en costura, la licencia para que la tal mujer se salga de sus cosillas y entre en aquellas casillas, ó se ahorque en buen día claro; porque mujer junto al rollo, ¿qué otra tela tiene que echar ni otro oficio que hacer sino es ahorcarse de una manera ó de otra, haciendo ocasión para todo?» (2).

Debió de ser éste un fenómeno repetido..

Aún en Madrid también. La calle del Rollo que, con marcado carácter arqueológico, se encuentra marchando de la plaza de la Villa á la

(1) Alude al modismo enviar ó hacer ir al rollo, que, según el Diccionario de la Academia, «es frase metafórica con que se despide á alguno, ó por desprecio, ó por no quererle atender en lo que dice ó pide».

(2) La Picara Justina, segunda parte, capitulo I, III, «De la entrada en León». Conócese hoy con el nombre de rollo de Santa Ana cierto paraje de León, situado al SE. de la ciudad, á orillas de una acequia, y en el punto por donde se sale para el cercano arrabal del Puente del Castro, antigua juderia, que en pasados tiempos tuvo bastante importancia. Este gran suburbio de Santa Ana, que limita con el casco de la ciudad por la muralla de Alfonso XI, en el sitio donde se abría la Puerta de Moros (hoy cabecera de la calle de Santa Cruz), conserva multitud de casas arcaicas, con algunos telares de lana y otras modestas industrias. En él suelen hospedarse los gitanos, y parece llevar un sello de ignominia.

calle de Segovia (1) — guarda recuerdos, siendo de aquéllas donde el Nocturno madrileño, de Machado, obsesiona:

De un cantar canalla

Tengo el alma llena,

De un cantar con notas monotonas, tristes,

De horror y vergüenza.......

De un cantar que dice

Mentiras perversas.....

De pálidas caras, de labios pintados

Y enormes ojeras...

(M. MACHADO: Caprichos.)

Análogamente se habian de formar después, alrededor de cárceles y presidios, las poblaciones que Salillas llama «peri-presidiales» (2).

(1) En ella debió alzarse el pilar del Concejo. Asi lo dice Fernández de los Rios, en su Guia. No se comprende cómo Cambronero y Peñasco, en su libro acerca de las calles de Madrid, pueden admitir, para explicar el nombre de esta calle, el suceso del hallazgo en ella de un niño entre un rollo de esteras. Vecina á la calle del Rollo está la calle del Cordón, que antes se llamó «calle de Azotados». Era, sin duda, el camino de la exhibición á la vergüenza.

(2) SALILLAS, La Vida penal en España (Madrid, 1888), parte primera, «El Presidio », § XI, «La Periferia».

IX

Formación de la sociedad delincuente.

Debió suceder de esta manera.

Primer momento.

Convertido en poste de eje

inspiró

cución penal, el lugar del Rollo - centro de sensaciones y asociaciones desagradables repugnancia y fué evitado en lo sucesivo, allí donde las condiciones topográficas lo permitieron.

Quizá pudiera señalarse, en algunos lugares, un movimiento de desviación del caserío, que no se ha rectificado desde entonces, á la manera del que señala De Maistre en torno á la casa del verdugo.

Segundo momento.- El abandono y la maldición cayeron, pues, sobre el solar infame, que sólo pudieron ocupar ó frecuentar aquellos que habían sido expuestos en la columna.

Eran éstos hombres y mujeres. Aquéllos, la

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