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Los mancebos, despues de las luminarias, iban á los campos á cojer matas y flores, y volvian al pueblo, coronados de verbena, y tañendo gaitas zamoranas, guitarras, sonajas, y panderos. Al son de estos instrumentos entonaban canciones á sus amadas; y con ramos de laurel, de sauce, de fresno, de encina; con palmas, verbena, cañas verdes, blancos álamos, y guirnaldas entretejidas de alhelies, claveles y rosas, les adornaban las rejas y umbrales de sus casas, y les esparcian en sus calles multitud de frescas juncias. El mismo Cervantes en su citada comedia Pedro de Urdemalas hace que un galan diga á su dama:

Aqui verás la verbena

de raras virtudes llena,

y el rosal que alegra el alma,
y la victoriosa palma

en todos sucesos buena.
Verás del álamo erguido
pender la delgada oblea,
y del valle aqui traido
para que en tu puerta sea
sombra al sol, gusto al sentido.

y que diga tambien á su criado:

Ese laurel pon aqui:

ese sauce á esotra parte:
ese álamo blanco alli;
y entre todos tenga parte
el jazmin y el alhelí.
Haga el suelo de esmeraldas
la juncia, y la flor de gualdas
lo vuelva en ricos topacios;
y llénense estos espacios
de flores para guirnaldas.

No faltaban en tal ocasion tímidos amadores que enramasen las

ventanas á sus amadas silenciosamente, ni amadores que, en venganza de desdenes, vistiesen los umbrales á sus amadas de cuernos, ortigas, y jaramagos. Pedro de Vargas, poeta de aquella edad, decia:

Por gozar de la alborada
Petra salió de mañana,

y encontróse en la ventana

de cuernos una enramada.

No bien aparecia en el oriente la mañana de San Juan el verde iban al campo las doncellas. Allí al son de las guitarras y panderos, bailaban y entonaban alegres seguidillas; y luego que entraba el dia, tornábanse con el mismo alborozo al pueblo, coronadas de rosas y claveles. La celebracion de la mañana de San Juan fué tambien costumbre entre los moros, segun un antiguo romance (1) que empieza:

La mañana de San Juan

á tiempo que alboreaba,

grandes fiestas han los moros

en la vega de Granada.

En muchas casas componian en el siglo XVII grandes y costosos altares, y convidaban á damas y galanes, en la noche de San Juan para que tomasen duices, sorbetes y aguas de limon y de guindas, mientras que varios músicos tañian y cantaban detras de los altares. Este regocijo fenecia á las doce de la noche. En aquella hora ponianse á rezar las doncellas delante de los altares, hasta que al dar la una se asomaban á las rejas ó balcones á oir lo que llamaban un proverbio, despues de haber preguntado: Señor San Juan, ¿me casaré bien y muy presto?

Muchos mozos que andaban por las calles en tal noche cantando picarescas seguidillas con el son de las guitarras, de cuando en cuando decian en alta voz, por burlarse de las que escuchaban proverbios: Aun no es tiempo: mañana será otro dia; ó palabras semejantes.

Otras doncellas sacaban á media noche á los patios de sus (1) Gines Perez de Hita.--Guerras civiles de Granada.

casas calderos llenos de agua de pozo, persuadidas que las imágenes de sus futuros maridos se retrataban en el agua á tales horas, y otras echaban en un vaso, tambien lleno de agua, un fresco huevo de gallina negra, para conocer por ciertas señales si habian de casar presto, ó si habian de tener ventura en amores.

En la noche de San Juan tapadas y sin tapar iban á San Juan de Aznalfarache á coger ramos desde Sevilla. Lo mas florido de esta ciudad paseaba en las tardes de San Juan y San Pedro, por las riberas del Guadalquivir, mientras que los alegres hijos de Triana, con el son de las vihuelas, entonaban seguidillas en entoldadas barcas, que tenian por adornos guirnaldas de frescos ramos y olorosas flores.

Estas noticias del rey Felipe III, de sus privados, y de los españoles y costumbres españolas de aquellos tiempos necesitan ser sabidas; pues á los daños que ocasionaron intentó poner reparo y enmienda el conde duque de Olivares en los años que corrieron siendo valido de Felipe IV, y dispensando con larga mano mercedes, perdonando ó castigando delitos, concediendo honras, triunfando de enemigos, ennobleciendo familias, recibiendo adoraciones, y gobernando dos mundos.

LIBRO SEGUNDO.

DE don Enrique de Guzman, segundo conde de Olivares, conta

dor mayor de Castilla, y alcaide del alcázar de Sevilla, embajador de España en Roma, virey en las dos Sicilias y del consejo de Estado, y de doña Maria Pimentel de Fonseca, hija de don Gerónimo de Acevedo, conde de Monterey, fueron hijos don Gerónimo de Guzman, don Gaspar de Guzman, doña Francisca de Guzman, doña Ines de Guzman, y doña Leonor Maria de Guzman.

Nació don Gaspar en la ciudad de Roma, (1) siendo su pa

(1) «Don Gaspar nació en Roma en la casa que fué palacio de Neron, emperador romano, siendo embajador de España su padre don Enrique: quien con una carta envenenada mató al Papa Sixto V y muriò á las seis horas despues de haberla leido à 27 de agosto de 1590. Alegó esta muerte su padre al rey por un gran servicio, como sabe quien leyó sus memoriales.»--Čueva de Meliso.--M. S.

dre embajador de España en aquella corte el año de 1587. Volvió este caballero á Madrid en 1599, desde donde pasó su hijo á Salamanca á cursar en la facultad del derecho. Fué rector de su universidad, y habiendo recibido de Felipe III la merced de las encomiendas de Vívoras, hubo de volver con el hábito de Togado de las escuelas al militar de Calatrava; pero habiendo muerto el primojénito de la casa de Olivares don Gerónimo y luego el conde su padre, dejó la sotana, ciñó la espada y quedóse en la corte á pretender para él y sus sucesores el título de Grande de España. En el año de 1607 logró ser esposo de doña Inés de Zúñiga y Velasco, su prima hermana. Viendo que se iban alargando las esperanzas que tenia de conseguir la Grandeza, comenzó á solicitar la embajada de Roma, en razon de hallarse con 24 años de edad. El conde de la Roca refiere que deseando «en esta pretension que el tiempo se la trocase en mejor moneda, ofreció retirarse á Sevilla, y gastó algunos años, no tan dejado que faltase con gran lustre á ninguna de aquellas diligencias políticas que en la corte son gratas á los que pueden, y útiles á los que pretenden, ni tan ocupado que no fuese su casa y coche el paradero de sus amigos, y público certámen de los hombres de ingenio de la corte; porque la peregrinacion de fuera del reino, y los estudios de Salamanca le habian formado una grande inclinacion á todas las artes y buenas letras, y las suyas las cultivaba con la comunicacion de las Musas, como lo manifiestan ciertos versos que desde este tiempo existen en varios poderes: bien que los orijinales los quemò todos el año de 1626.»

En el de 1615 puso el rey Felipe III casa al principe su hijo, y en ella por uno de los Gentiles hombres de la Cámara al conde de Olivares. Odiaba el principe al conde, no sé con qué causa; pero debió no ser muy conocida, cuando este le dijo en cierta ocasion: «Señor, ninguna cosa mia parece que es grata á V.A., siendo asi que por solo interes de acertar á servirle, paso por el recelo de que no lo hago. Suplico á V. A me haga merced de decirme si recibiria algun pequeño disgusto de que me retire á Sevilla, que sin decir á nadie là causa lo haré, fundándola solo en otras, que creerán todos. El príncipe le dió entonces por respuesta estas pa

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