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DEDICATORIA

A la Gran Reina María Santísima bajo el título del Socorro.

Así como corren ya los rios al mar sin libertad, así no vaciló la mia en dedicaros, Señora, la historia de esta conquista, como que fuiste su primer conquistadora.

Si, Señora, esta conquista es enteramente vuestra. Tú veniste á ella desde Italia y entraste sobre el pecho de D. Pedro de Valdivia en el reino de Chile, y fuiste su primer conquistadora 3. Tú fuiste su primer pobladora, situándote en tu sagrada capilla en la Cañada 4 de la ciudad de Santiago de Chile, que á los pocos años pasó á ser la casa grande de la Religión Seráfica,5 en cuya sumptuosa iglesia ocupas, gran Señora, el trono del altar mayor. Tú fuiste su pacificadora y conservadora, manteniendo desde el principio de la conquista entre tus sagrados dedos, pulgar é indice, la invencible piedrecita, una de las con que venciste (en esta ciudad el primer año de su fundación) á los indios, y con la que conservándola, los amenazas á ellos para que no se vuelvan á rebelar, y nos consuelas á nosotros, manteniéndote armada para defendernos; honrando á Chile en querer ser conocida por esta señal aún antes que lo fueras en la ciudad de Palermo en tu soberana original imagen del Socorro, con aquel celestial cingulo con que te adornaste el año

1. Ad locum unde exeunt flumina, revertuntur.-Esclesiastes.

2. D. Antonio Garcia en su Historia manuscrita, lib. 1.°, cap. 3.

3. D. Antonio Garcia, ibidem. El P. Miguel de Olivares, lib. 2.°, cap. 25.

4.

Léase esta Historia, lib. 4.o, cap. 14, y lib. 6.°, cap. 14.

5. Lib. 4., cap. 14, y lib. 6.o, cap. 14 de esta Historia.

6. Que es tradición dicen el P. Alonso de Ovalle, lib. 5.", cap. 15, y el P. maes

tro Fr. Antonio de la Calancha, lib. 1.o, cap. 17, núm. 3.

1615 á 22 de julio, el cual trajiste à aquella feliz paralitica, y con el cual la sanaste 7. Ella, agradecida, os le puso en vuestra referida imagen, que con el renombre y advocación del Socorro (pero sin ninguna señal) se veneraba en la iglesia del señor San Agustín de la citada ciudad de Palermo 8 desde el año de 1306.

Depongo, pues, yo en buena hora à vuestros sacros pies, amable gran Scñora, el oro de esta empresa á tan sagrada imagen, que tanto se ve en ella, para que acudiendo à vos (joh! gran Reina!) los españoles y los indios, sean en adelante todas nuestras respiraciones para daros bendición, gloria, alabanza y honor en los siglos de los siglos. Amén.

A vuestros sacros pies, gran Señora, está.-José Pérez Garcia.

7. El Dr. D. Esteban Castellar, Año Virgineo, al 22 de junio. 8. Idem, ubi supra.

PRÓLOGO

No por la invariable costumbre de hablar al lector (haciendo con exagerar la empresa en las dificultades que pondera, defensas de lo que no alcanza ó panegiricos de lo que acierta) sinó por dar á luz en esta historia el libro becerro de la fundación de la ciudad de Santiago, que ningún autor ha visto, y con el que se deben refutar unos autores y conciliar otros, como se verá que lo hacemos.1

Crecido es el número de los autores que han escrito de mano y han impreso los principios de la historia del Reino de Chile, en prosa y en verso: fragmentos tan cortos como inútiles, que más confunden que aclaran la verdad.2

La historia que ha casi siglo y medio escribió en Roma el P. Alonso de Ovalle, confiesa él mismo3 fué sin documentos, y las dos que estaban para salir, á que se remite, 4 no las hemos visto.

La que escribimos 5 es no sólo alambicada de los muchos pa

1. Procuraremos huir los dos extremos que tocaron el P. Miguel de Olivares, como español, asentando en las facciones de Chile siempre los menos indios y los más españoles, y D. Garcilaso Inca, como indio, los más indios y menos españoles; y así no despreciaremos lo más cierto entre indios y españoles por el intento de excusar lo fingido, ó que nos repulsen por apasionado, pues esto fuera, por temor de la objeción, querer mal la verdad; ni me haré diminuto por no ser falso.

2. Como que nos vierten cosas que se han escrito de hablillas del vulgo, según D. Pedro de Figueroa, lib. 1.°, cap. 22, y Garcilaso Inca, part 2.", lib. 5.", cap. 39, y p. 2, lib. 7.°, cap. 1.°

3. El P. Alonso de Ovalle, lib. 5.°, cap. 1.°, y en los más de sus manuscritos. 4. El mismo Padre, lib. 5.o, cap. 1.°

5. Nos contentaremos con la aserción del Dr. D. Pedro Peralta, el que asienta en la Historia de España en el prólogo: que el alma de la historia es la verdad... «pues aunque conocemos, dice bien el chileno D. Pedro de Оña, cant. 7, octav. 3.o,

peles que tenemos á la vista, sinó que siguiendo á los dos manuscritos modernos de mucha autoridad, como son el sargento mayor D. Pedro Figueroa, que escribió su Historia de Chile en 1740, y el P. Miguel de Olivares la suya en 1764, podemos afirmar miramos todos los documentos de mucha entidad de que ellos confiesan las formaron.

Es cierto, echamos menos en éstos y los demás autores las citas de los escritores que siguieron, pues escribiendo cosas que no vieron, debían acreditar la verdad, exhibiendo al sugeto de que la tomaban, ó al autor que prefirieron. Asi lo haremos nosotros, ilustrando el margen con los condecorados autores que nos precedieron, y los categóricos documentos del citado Libro de la fundación de esta ciudad de Santiago, que dió principio en 12 de febrero de 1541 y se llenó el 9 de noviembre de 1554; y del segundo libro del Cabildo de la expresada ciudad, que empezó en 19 del referido noviembre y se concluyó en 7 de agosto de 1557. Papeles de toda fe que tenemos à la vista originales, y también la copia de ambos, que por estar maltratados hizo trasuntar en un cuerpo à un fiel y docto religioso seráfico el año de 1730 el corregidor de la ciudad D. Juan Luis de Arcaya. 6

En las citas que hicierémos de los manuscritos, debemos prevenir que, corriendo de ellos muchas copias y no teniendo á mano para corregirlas los originales, puede haber algunos yerros en la remisión á los capitulos y alguna sostitución de palabras en las cláusulas que se trasladan, como, aunque de poco momento, hemos notado algunas por yerro de los copiantes. Las citas se buscarán al margen por el número cerrado en el paréntesis. Cuando se trasladen à la letra las palabras de los autores, irán cerradas entre comas desde el número del paréntesis, en las que, con el gusto de la autoridad y de verlas más bien dichas que nosotros las podriamos decir, compensaremos la molestia de alguna inexcusable repetición.

Llamaremos Reino de Chile à este país, no sólo por sus exce

de que cualquiera historia sale fea, si con la variedad no se hermosea...; y en el cant. 4, oct. 1.', que sin adorno falta el aire y brio... y la materia en carnes tiene frio..., no tenemos talento para, cómo dice de algunos D. Antonio Solis, unir la verdad con la erudición.

6. Nos contentaremos con decir la verdad, pues no podemos imitar en la erudición, orden y claridad á Heródoto, Tucidides, Jenofonte, Polibio, Dionisio Halicarnaso, Plutarco, Salustio, Livio, Tácito, etc.

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