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contraido con el padre de la imprenta por conducto del padre del teatro.

En 1551, á 23 de Febrero, Diego López arrendó de Juan Diaz y de Juan Lopez, terciopeleros, «un palacio y una cámara encima con una cocina junto al dicho palacio que agora es corral con parte de pozo y trascorral, y asi mismo parte de un portal de cuatro arcos que está al frente dicho palacio para que el dicho Diego López tenga escuela y pueda mostrar mozos, que es todo lo susodicho en las casas que son de Juan Venegas, y agora al presente son cárcel perpétua en la collación de Santo Domingo.» El arrendamiento era por dos años que empezaban en San Juan venidero, y el precio <<siete ducados que cuentan mil quinientos veintisiete maravedís.» La escritura pasó ante Alonso de Toledo, y está en el tomo 27 del protocolo de este escribano.

¿Será este local el que sirvió de teatro á Lope de Rueda?

La sepultura de Rueda no la hemos encontrado. Con las variaciones que ha sufrido el pavimento de la gran mezquita, probablemente habrá desaparecido la lápida si es que la tuvo, y no hay ninguna que diga ni Lope ni Juana de Rueda. H ay una que bien pudiera haber sido la del gran actor. Está en la ampliación de Almanzor, detrás del altar de la Concepción, y en ella se lee que alli enterraron á un Diego López, jurado, acaso nieto del Diego López, maestro. Pudo ocurrir que la familia de López conservase el derecho al enterramiento, y en el siglo XVII á que pertenece la lápida se enterrase alli uno de esta familia, bien exhumando los restos que antes hubiera, bien arrojándolos á un osario sin consideración á la categoria y gloria que aquellos restos tuvieren. Sea esto ó no, lo evidente es que los restos mortales de Lope de Rueda se perdieron para siempre, siendo inútil toda investigación que para hallarlos se haga

RAFAEL RAMÍREZ DE ARELLANO.

VERSOS SATÍRICOS

contra D. Manuel Godoy

La loca fortuna de este hombre famoso, así como durante su grandeza inspiró la musa aduladora, determi-, nó en su caida la explosión de todos los rencores ocultos ó manifiestos acumulados día por día y que se tradujeron en infinidad de coplas y cantares que manuscritos se esparcieron por toda la península. Ejercitáronse en la poco noble tarea de atacar al derribado favorito toda clase de versificadores, cuyas obras si entonces sirvieron para satisfacer el odio y malignidad de la mitad de los españoles tienen hoy el valor de documentos històricos, por mostrarnos cuan grande era el aborrecimiento que se le profesaba.

Son de dos clases estos versos: unos enteramente populares, los que publicamos en el presente número de la REVISTA, destinados á satisfacer el paladar poco refinado del vulgo y otros de orden más elevado, en los que el poeta trata de remontarse á la altura de los satíricos

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NACIMIENTO DEL ALMIRANTE

Se encontraron las furias del Averno preñadas entre crueles convulsiones, y con sus alaridos, y visiones andaba horrorizado el mismo Infierno. Temió Plutón perder el sempitern imperio de sus lobregas mansiones; por que, desatendidas sus razones, no había orden, ni mo lo, ni gobierno. Llega el parto; abortan, no un Gigante, sino un bicho, que su pescuezo erguia, 10 vió Plutón y exclama en el instante:

«¡Llevadlo á España! ¡á España, repetía, conducidlo!» y nos manda al Almirante. ¡Bien sabia el Demonio lo que hacía!

DÉCIMAS

De España Nerón voraz, Herodes cruel y feroz, Caco sangriento y atroz, Mahoma indigno y falaz, Nabuco, bestia incapaz más que del infierno furia, ¿de qué sirve á tu lujuria haberte elevado á Alteza si hoy te ves en tal bajeza que hasta el más bajo te injuria?

Al mismo que te dió el ser cuando eras menos que nada trata tu alma condenada de exponerle á perecer. ¿Acaso se podrá ver

un monstruo tan inhumano
que aun al mismo Soberano
que le sacó de miseria,
intente poner en feria
por un medio tan tirano?

¿Qué te ha hecho esta nación que ha sufrido tantos años tan irresistibles daños como forjó tu ambición? Decretas su perdición; la vé su monarca amado y sucesor deseado,

cuya alma pura, inocente, tu alma baia y delincuente pensó haber sacrificado.

Quisiste vender á España

como el Conde D. Julián
y antes de efectuar el plan
se descubrió la maraña;
no se hizo acción tamaña
para tan corto talento,

¿y querrias, gran jumento,
que los ilustrès manchegos
que nada tienen de legos
no descubriesen tu intento?
Yace ya en un calabozo
maltratado y con prisiones,
el archivo de millones
y de tesoros el pozo;

el del puesto más honroso,
la admiración del ensalzo,
uno que nació descalzo,
de todos ayer temido,
hoy se halla reducido
á morir en un cadalso

EPITAFIO

Rápida fué tu subida, rápido fuc tu saber, rápido fué tu querer y rápida tu caida.

Las dichas en esta vida nunca fueron permanentes; los hombres más eminentes é inocentes, han caido; mas tú que traidor has sido, pagarás públicamente.

DÉCIMA

Pasó el tiempo de Nerón, ya nueva Aurora ilumina y España muestra que es fina en nobleza y opinión. ¡Viva tan grande Nación, que con tanta actividad

sin perder la lealtad

debida á su Soberano supo triunfar de un tirano y cobrar su libertad!

OCTAVA

Después de acomodar á tanto bolo, de socorrer á ninfas y ladrones, y de robar millones de millones dejando á muchos el pellejo solo, pincipió la tragedia de Manolo, sin arañas, orquestas, ni telones; perdiendo su altivez con amargura el chorizo mayor de Extremadura,

SONETO

Aquí yace aquel mónstruo, aquel caribe que abortó Extremadura en día aciago; ja ruina de la España, el cruel estrago, el horror de los sabios, ya no vive cuando menos pensaba vió el declibe de su soberbia y de su vanagloria: sin que le quede más que la memoria que su pena y dolor mueva y active. ¡Quien lo dijera, que en tan corto instante había de caer tan gran coloso!

Su Alteza Serenísima, Almirante, más bravo que el león, fiero que el oso, más duro que el coral y que el diamante,

está hoy mas preso que un facineroso.

PROCESOS POLÍTICOS FAMOSOS

EL DEL MARQUÉS DE AYAMONTE (1641-1648)

El inolvidable D. Antonio Cánovas del Castillo, en la última refundición de su Historia de la casa de Austria (Madrid, 1869, 4. p. 101) decía, hablando de las tres grandes causas políticas del siglo XVII: la del Marqués de Ayamonte, la de D. Carlos Padilla y la del Duque de Hijar y la del Marqués de Heliche, lo siguiente: «El examen de estos procesos hasta aquí no conocidos, merece mayor detención; pero eso es propio de un trabajo de otra índole. Aun se ha dilatado más aquí el autor de lo que debiera por la extraña oscuridad en que han es tado hasta ahora aquellos sucesos.» Sin embargo, tres páginas nada más consagra el insigne historiador á los tres, y en cuanto al del Marqués de Ayamonte sòlo breves renglones, sirviéndose, ante todo, de la carta del famoso cronista segoviano D. Diego de Colmenares, impresa en el Memorial histórico español (tomo xix, p. 218) en la que describe la ejecución capital de aquél mal aventu rado caballero.

La casualidad ha puesto en nuestras manos varios importantes documentos manuscritos relativos á este célebre crimen de alta traición, los cuales vamos á publicar en la REVISTA ESPAÑOLA; pero antes, utilizando otros manuscritos de no menor interés, existentes en nuestras Bibliotecas públicas, haremos, para mayor ilustración de los documentos, un breve resumen de los hechos.

El día 1.o de Diciembre de 1640, á las ocho y media de la mañana, comenzó en Lisboa el levantamiento contra el rey de España, que dió por resultado la separación de Portugal y entronizamiento del octavo Duque de Braganza con e! nombre de Juan IV. Estaba casado con D.a Luisa Francisca de Guzmán, dama española, hija del octavo duque de Medinasidonia, D. Juan Manuel Domingo de Guzmán el Bueno, y el parentesco que D. Luisa tenía en Castilla y la facilidad con que el Braganza se hizo rey, inspiró á algunos descontentos,

principalmente del Conde-Duque de Olivares, favorito de Felipe IV, la idea de alzar por rey de Andalucía al hermano mayor de la reina de Portugal, D. Gaspar Pérez de Guzmán, ya noveno Duque de Medinasidonia.

Llevó la dirección de este negocio D. Francisco Manuel Silvestre de Guzmán, sexto Marqués de Ayamonte, primo del Duque, contando desde luego con el apoyo del de Braganza y con el auxilio de las escuadras de Francia y Holanda. Ayudábales el portugués por cuanto en su interés estaba el suscitar nuevas y mayores dificultades al gobierno de Madrid, para salir con su empeño de hacer á Portugal independiente; aplaudiò Francia el pensamiento pues, á su vez, quería debilitar la acción del poder central en Cataluña, donde también hervía la insurrección y donde esperaba dominar ó por lo menos quedarse con algunas plazas, y Holanda, pronta siempre á perjudicarnos en nuestras colonias, ofreció coadyuvar en la negra empresa, á reserva de resarcirse de los gastos ya con desembarcos y saqueos en nuestras costas, ó bien apoderándose de algunas plazas en Ultramar. Facilitaban igualmente la ejecución del proyecto las circunstancias de gozar entonces el Duque el cargo de Capitán general de la armada del mar Océano y costas andaluzas, teniendo, por tanto, á sus órdenes nuestras escuadras y ser el Marqués capitán de la fron. tera portuguesa en su villa de Ayamonte, por donde desemboca el Guadiana.

Comunicóle su pensamiento el Marqués al Duque en la forma que expresan los documentos que siguen; vino en ello el Duque y pasó á Ayamonte á verse con su primo: empezaron las negociaciones en Portugal, por medio de emisarios que el de Ayamonte enviaba á Lisboa, aprovechándose de su cargo y de la proximidad á la provincia rebelde; se comprometió á las otras dos po. tencias, que dispusieron sus escuadras y aun tuvieron tiempo de maniobrar, aunque sin intentar nada decisivo, ante las costas andaluzas; pero no pudieron los conspiradores manejar la trama con tanto sigilo que no llegase á oidos del gobierno de Madrid.

Debemos advertir que el Marqués de Ayamonte no ayudaba á su iluso pariente sino á reserva, al parecer, de contradecirle luego, pues su verdadero pensamiento era hacer á Andalucía independiente, pero bajo la forma republicana, fundado en que los descontentos y grandes familias de esta región no tolerarían por rey al de Medinasidonia, cada y cuando que se libertasen del señorío de Felipe IV. Pero, por el momento y para conservar la ayuda del cuñado, pasaba por ello.

Por lo que se deduce de los documentos no hubo tiempo de intentar el levantamiento en Sevilla y Cádiz, donde primero había de hacerse; por que cuando aun seguían los tratos con Portugal, vino el complot á noti cia del Conde-Duque de Olivares del modo siguiente:

En 18 de Agosto de 1641, llegó á esta corte Francisco Sánchez Márquez, contador que era de la gente de guerra en Portugal al tiempo del levantamiento; y, ante D. Francisco Antonio de Alarcón, José González, don Antonio de Contreras y D. Alonso de la Carrera, consejeros del de Castilla, declaró que habiéndole preso el de

Braganza se hallaba encarcelado en Lisboa cuando llevaron junto á él á D. Jacinto Pacheco, criado del Duque de Medinasidonia. A poco llegó también del Algarve, en calidad de prisionero Fray Nicolás de Velasco, franciscano descalzo, á quien remitía el Conde de Obedos, frontero de Castilla en Castromarín. Por virtud de cartas que Pacheco envió á D. Juan de Marcareñas y por intercesión del Fraile logró Márquez la libertad y, pareciéndole extraña la facilidad con que se la habían dado, de paso que fué á dar las gracias á Fr. Nicolás que estaba en el convento de la Trinidad, procuró enterarse de su conducta inspirándole confianza y, efectivamente, averiguó la horrenda conspiración que contra la unidad de España se trataba. El P. Velasco le enterò del proyecto de alzar por rey de Andalucía al Duque de Medinasidonia, para lo cual, aparte del levantamiento del interior que dirigiría el Marqués de Ayamonte, estaban preparadas tres escuadras: una de 26 navios que presentaba Holanda, y dos á 20 cada una que disponían Francia y Portugal. Estas armadas habían de entrar parte en Cádiz, después de sublevada Andalucía, y el resto entraría por Sanlúcar y se distribuiría por Gibraltar, Málaga y Cartagena, se apoderarían de los galeones de Indias cuyo valor se distribuiría entre todos, etc.

Márquez exhibió cinco papeles escritos por Fr. Nicolás al Duque con sus respuestas al margen y una declara ción de Isabel Márquez, esposa del declarante, en que repite lo de su marido.

A este Márquez, según registra Pellicer, en sus Avisos (Sem. erud. t. 32, p. 100) se le dió en recompensa una encomienda de mil ducados de renta y la futura para su hijo; dos mil ducados de renta vitalicia; otros tantos por juro de heredad para su casa, se le nombró indivíduo del Tribunal de Cuentas y ofreció la primer plaza del Consejo de Hacienda que vacase. Y, sin duda aspirando á más, en cuanto fué separado el Conde-Duque de Olivares, quien, como pariente próximo del Duque de Medinasidonia, había procurado sacarlo á flote en su desavío, Márquez presentó nueva denuncia en un memorial que dió en su real mano á Felipe IV por Mayo de 1643 «por que el Conde-Duque (dice) no había bastantemente informado á S. M. por particulares respetos.>>

Márquez en esta segunda denuncia (que parece algo sospechosa) carga la mano en acumular detalles de la fracasada conjura, especialmente contra el Duque de Medinasidonia, á quien hace autor de una demesurada carta al Rey en que le decía: «que las cosas del CondeDuque tenían perdida la España, que él no quería perder sus estados, que se levantaba por defensor de la pátria y que no pararía hasta Madrid á hacer cuartos al Conde-Duque y que de esta carta se habían de imprimir muchas copias y con ellas está hecho un manifiesto diciendo que desde que V. M. reinaba había echado el Conde-Duque 63 tributos y donativos y que él los quitaba todos poniendo en paz y quietud á toda la cristiandad con Andalucía alta y baja por que tenía hechas paces con Holanda, Francia y Portugal, y que el francés ocuparía los cuatro reinos de Aragón, Cataluña, Valencia y Navarra y que no pararía hasta saquear á Madrid

y que de equidad dejarían á V. M. en Castilla la Vieja y que el portugués echaría otros manifiestos para que todos los castellanos que se quisiesen pasar á Portugal los haría naturales.>>

Añade que Fray Nicolás de Velasco le dijo que en proclamándose rey el de Medina, al fraile haría cardenal, y á Márquez, si se adhería al proyecto, título nobiliario y proveedor general de sus estados.

Al mismo tiempo que esto pasaba en Madrid, en Ayamonte recibió Antonio de Isasi, general de las galeraș del Océano y segundo del Duque, una delación anónima en el papel que copiamos á continuación de este preámbulo y que luego se supo era de una D.' Clara Gonzaga Valdés, amante ó querida de un D. Leonardo de Soria y Camargo, veedor general de las tropas en aquella villa.

Isasi envió á Madrid á D.a Clara, quien declaró lo mismo que decía en su papel y trajo dos cartas escritas con cifra por el Marqués de Ayamonte al Duque (que también publicamos) en 26 de Junio y 24 de Julio de 1641, año en que, como hemos dicho, pasaban estas cosas. A poco vino también el propio Camargo, inspirador de aquella denuncia, y amplió la declaración de D.a Clara, refiriendo la comunicación constante que el Marqués tenía con los portugueses.

Un aviso que desde Bruselas, con fecha 7 de Agosto del mismo año, recibió el Conde-Duque respecto de lo que los holandeses proyectaban contra Cádiz y otro que desde Badajoz le envió el 18 de Septiembre el Conde de Monterrey, general de la plaza, pusieron al de Olivares en el caso de obrar rápidamente. Comenzó por enviar á Ayamonte al Conde de Peñaranda, quien empezó sus indagaciones en 28 del mismo mes. Recibió multitud de declaraciones relativas à la comunicación que el Marqués tenía con los rebeldes por medio de emisarios de todas clases, soldados, clérigos, un negro, sus propios criados, enviando presos á dos de estos, llamados Garcerán y Montesinos, y mandó al de Ayamonte que se presentase en la Corte, para responder á los cargos que se le harían.

Entre tanto el Conde-Duque, aterrorizado ante el de lito de su pariente (pues ambos descendían del tercer duque de Medinasidonia) procuró templar el ánimo de Rey para que le perdonase, y, conseguido, mandó aj Duque venir ante Felipe y postrarse á sus plantas, como lo hizo entregándole á la vez el curiosísimo papel con la confesión de su falta, que también se publica más adelante. Con esto y con un cartel de desafío que envió al Duque de Braganza quedó el de Medinasidonia libre por entonces; pero luego fué preso y estuvo varios años en el Castillo de Cocay en Valladolid,sin que se le permitiera volver á Andalucía: perdió la villa de Sanlúcar que el Rey incorporó á la corona, y acabó oscuramente sus días en 4 de Noviembre de 1664.

Peor fué la suerte que corrió el de Ayamonte. Viniendo á la Corte fué detenido en Illescas por el consejero D. Alonso de la Carrera quien mediante, al parecer, promesa de perdón, en nombre de Olivares y un casamiento ventajoso, arrancó al Marqués una confesión

explícita (que insertaremos después) de su delito. No se, le dió libertad, sino que conducido primero al castillo de de Santorcaz, después al de Pinto y por último al Alcázar Segovia, siguiósele un proceso durante siete años y al fin en 12 de Diciembre de 1648 fué públicamente dellado en la plaza de aquella ciudad.

Las peripecias de este proceso, las diversas declaraciones del de Ayamonte y una desconocida relación de sus postrimeros instantes, son el asunto de los curiosos documentos que siguen á este ya largo prólogo, para el que nos hemos valido principalmente de los manuscritos de la Biblioteca Nacional, números 954, 722, 6043, 8180 y otros, omitiendo muchos documentos que, aunque inéditos, no ofrecen particular interés.

E. C.

«Copia del papel que dió la Señora Doña Clara á D. Antonio Isasi en Ayamonte, al saltr de misa para que le leyese y publicase en la junta en virtud del cual se alborotase y desvaneciese la interpresa y entrego de la plaza y el levanmiento del Duque de Medina que para el dia 16 de Agosto estaba dispuesto reniendo ya la referida hechas otras disposiciones con que se recuperó todo lo que antes desto se dice en la Confesión del Duque.

Persona muy celosa del servicio de S. M. le da á VS. este aviso para que luego, luego, luego, sin dilación ni tardanza de un punto le de VS. en la junta para que se remedie y prevenga la defensa de esta plaza la cual está en grandísimo riesgo, porque de de ayer jueves, 15 de Agosto hasta hoy 16 ha entrado en Castro Marín mucha infantería y caballería y está con disinio de entrar en esta villa para apoderarse de ella y del artillería, armas, municiones y pertrechos que S. M. tiene en e la imposibilitando con esto por no poder hacer facción ninguna por esta parte y sabese constantemente que tienen vein te barcos junto en el Estero de Castro-Marín que estos días han ido juntando y ayer se he hizo una armada en el Val Vante nuevo de S. Sebastián. Sería de mucha malicia y pacto con los portugueses de esta villa pues saben que hoy hay poca gente en ella y el enemigo obrará lo que quisiere sin riesgo ninguno y así lo que conviene y es menester luego meter gente de guarnición prevenir el artillería y ponerse todos en arma porque pèrsona muy celosa del servicio del Rey da este aviso porque lo sabe con toda verdad y vuelvo a decir que si luego, luego, no se pone eficaz remedio en esto metiendo gentes y guarnición la plaza ha de ser del enemigo; y no puede declarar más la persona que da este aviso si no que luego se trate del remedio y VS. como tan gran ministro y tan celoso del servicio del Rey y tiene tan buena sangre obre vivamente en la ejecución de lo referido pues tanto importa al servicio de S. M. y conservación de sus reinos. Guarde Dios á VS. muchos años Ayamonte y Agosto 16 de 1641.

Copia de las cartas originales que trujo D. Clara González Valdés, escritas del Marqués de Ayamonte para el Duque de Medinasidonia. (1)

Primo, amigo y señor mio: Aunque no he tenido novedad de consideración que dar cuenta é V. E.; con todas las que han llegado á mi noticia quiero sea sabidor anoche llegó un vasallo mio aquí y dijo como oyó de público en.... que con los recatos

(1) Estas cartas están en cifra: la clave la dió el Marqués en sus declaraciones, como se verá adelante.

pasados le querian enviar Leonida à Gileta solicita de Antandra pero que Lucinda con las muchas novedades y rigores de Prone, estaba tan alborotada y inquieta que temía le sucediera lo que á Lisarda, y es cierto lo uno y lo otro se puede esperar y así por lo que fuere V. E. esté advertido y procure solicitar á Jacinta y no olvidarse de Gileta que para todo serán importantes. De Galatea no he sabido más nuevas y estaré con cuidado hasta tenerlas; Tetis proveherá el clérigo vuelva á solicitar á Narcisa yo le he dilatado más el portador por cierto negocio suyo lo ha solicitado de modo que creo serán mañana en lo demás se ha caminado lo más apresuradamente que se puede y por mi parte no faltaré con el cuidado y con la atención que debo y en la mar y en la tierra hay el desvelo y vigilancia posible por ver si llega D. Martín Carlos Mencos como V.E. le ordenó por que luego pasen las armas à Cádiz y se reunan las demás. A Mancera y á D. Luis los echo mucho menos para todos estos cuidadados; pero el que asistan á V. E. en los suyos me hace tolerarlos. Guárdeme Dios á V. E.; amigo y señor mio los años que deseo, en compañia de mi Sra. la Duquesa y mi conde Niebla cuyas manos y las de V. E beso.-Ayamonte à 26 de Junio:de 1641 años: de V. E.Primo y amigo y mayor servidor.-Marqués de Ayamonte.

Otra. Primo, amigo y señor mio: Anoche escribí largo á V. E. con D. Fernando Altamirano y dije cuanto se ofrecía y agora digo estando esta noche disparando unos fuegos y cohetes por víspera de Santiago nuestro patrón llegó un hombre de Sambento y dice me traía carta de Lisarda por orden de Galatéa y que por si le miraban las dejó en campaña. Mañana por lograr el arfid le pienso enviar por ellas y con otro daré cuenta á V. E., que estaba por nieve por que morimos de calor: en lo demás me remito en lo que he dicho á V. E. que Dios guarde como deseo cuyas manos beso con las de mi señora la Duquesa y mi sobrino muchas veces.-Ayamonte y Julio 24 de 1641. De V. E. señor mio Primo, amigo y mayor servidor, Marqués de Ayamonte.—Mañana se hace muestra general de la gente de guerra de aquí por la fiesta que vino á pedir de boca también se verá la guarnición. El marqués de Poza está en Málaga: allí le escribo; digoselo á V. E. para que lo entienda.

Copia de carta de mi S. la Duquesa de Medinasidonia al Marqués de Priego, su padre.

Padre y señor mio: Milagro es tener vida y aliento para decir á V. E. la pena y trabajo en que me veo, pues cuando creí que los de mi primo (Dios le guarde) se acabarán parece que comienzan de nuevo con la demostración que conmigo se hace que por ser resolución de S. M. (Dios le guarde) no discurro más que con mi obediencia. Mándanme salir de Sanlúcar con mi casa y hijos presuponiendo que nues.ra asistencia ha de ser en Castilla y que entre tanto si le tengo por conveniencia espere la orden mas distinta y la de mi primo en la casa de V. E. y tárela D. Juan de Santelices, Regente de Sevilla, que con un oidor y alcalde legó á intimarla. Hállome sola, de poco tiempo convalecida de mi parto con dos niños de tierna edad, en caniculares, sin género de comodidades, por que mi primo tiene dos casas en Vizcaya y no ha dejado en esta nada de lo que fuere forzoso para el camino y también tiene consigo á los más de los criados y aunque todo esto lo atropella la gana que tengo de que no pongan nombre de rebeldía á los que fueran reparos y réplicas justificadas, lo que más me mortifica es la indecencia y soledad que por hija de V, E. y por señora de esta casa no debiera salir de ella sin persona de mi sangre que me acompañara y por que más que todo deseo hacer evidencia á S. M. y al mundo de que he tenido valor y puntualidad en

obedecer su Real voluntad por más que padezca la autoridad,, salud; y gusto y si V. E. le tuviere de que yo hiciese alto en la Puente me parece sitio acomodado para esperar lo que se ha de hacer de mí pues á la sombra y calor de V. E..podré pasar mis desdichas y esperar que obren majestades divina y humana y se apiaden de mí. V. E. me haga merced de mostrar esta carta á mi madre; por que no estoy para escribirla otra tan larga.-Guarde Dios á V. E., padre y señor mío, cuanto deseoy he menester. Sanlúcar y Agosto 4 de 1642.-La Duquesa de Medinasidonia

Copia de la respuesta que hizo el Conde-Duque al Marqués de Priego sobre el negocio del Duque de Medina-Sidonia. Señor mío: he recibido la carta de V. E. de 18 de Agosto con la estimación y veneración que se le debe por de V.1E. y por todo cuanto en ella me dice tan ajustado á su grandeza y obligaciones que puede ser de enseñanza á todos. Señor mío, nadie mejor que V. E. puede ser testigo de como he cumplido con mi obligación con el Sr. Duque de Medina-Sidonia habiendo sido tan importunador de V.LE. para que hon: ase al Duque y á su casa con la persona de mi Señora la Duquesa de donde infería V. E. el dolor y extremo sentimiento que me había causado ver padecer á V. E. y á sus hijos tan desconsolados trabajos, inocentes ellos y S. E. ejemplar admirable en todos tiempos de su sangre, obligaciones y modo de cumplir con ellas en todos lances y oja á señor para bien de todos hubiera en el principio de su desavío el Duque comunicado á V. E. sus locuras que, como en el postrero lance que llegó á las manos de mi Señora la Duquesa le enderezó con sus lágrimas, valor, santidad y fidelidad le hubie: a hecho en lo principal en que si no me he declarado suficientemente á V. E. con lo que he dicho lo haré con decir á V. E. solamente que diera un brazo para que me lo cortaran de muy buena gana y me tuviera por muy dichoso si se pudieran reducir los errores de el Duque à a guna duda por remota que fuera, pero no ha sido Nuestro Señor servido de darnos siquiera este pequeño descuento ó alivio: él sea bendito que se ha servido de enviar á este lina e un trabajo tan grande y tan expreso en aquello que por tantos siglos continuados mis abuelos observaron con tan inviolables ejemplos como V. E. sabe mejor que yo. Sean dadas gracias á Nuestro Señor por todo y guarde á V. E. como deseo y he menester. Zaragoza á 12 de Septiembre de 1642.-D. Caspar de Guzmán (Continuará)

Cancionero Inédito

de JUAN ÁLVAREZ GATO

POETA MADRILEÑO DEL SIGLO XV.

Comenzamos á publicar en este número el célebre Cancionero, todavia inédito en su casi totalidad, de JUAN ÁLVAREZ GATO. No obstante el aprecio que á todos los historiadores de nuestras letras han merecido las poesias de este ilustre hijo de Madrid no habían salido aún á la luz pública, si se exceptúan las pocas que se hallan en el Cancionero general de Castillo, en el de Gómez Manrique, dado modernamente á conocer por el ilustre literato D. Antonio Paz y Melia y las que imprimieron los continuadores de Gallardo en el Ensa

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