Imágenes de páginas
PDF
EPUB

ta, despertó del letargo en que durante tanto tiempo la había sumido la tiranía clásica y empezò á reconocer la excelencia de nuestros poetas, novelistas, historiadores, moralistas, etc. de la grande época y al lado de los Lessing, Schlegel, Grimm, Humboldt, Clarus, Wolf, Schack, Grillparzer, Schmidt y otros muchos insignes alemanes, empezaron á salir criticos franceses que, inspirándose en la justicia y con criterio independiente estudiaron más ó menos detenidamente nuestra historia y nuestras letras. Bastará recordar los nombres de Mignet, Weiss, Viardot, Puibusque, Chasles, Puymaigre, Viel Castel, Viollet le Duc, Damas-Hinard, Merimée, etc., sin contar el nutrido grupo que actualmente mantiene con gloria esta clase de estudios. En Francia se publican actualmente dos ó tres revistas consagradas á España.

Hoy los estudios hispánicos constituyen una verdadera especialidad en gran número de sabios alemanes, ingleses, italianos, norteamericanos y hasta rusos y polacos; y claro es que estos trabajos no se refieren á literatura moderna sino á la de aquellos heróicos tiempos en que España, con sus malos reyes, malos generales, malos políticos, malos administradores daba la ley á toda Europa; para venir luego á los otros en que con grandes reyes, ilustres generales, sagaces políticos, hábiles hacendistas, pedía permiso á Francia para respirar, perdía una á una y veces dos á dos nuestras colonias y fracasasaba en diversas tentativas por recuperar á Gibraltar.

Este gran renacimiento empieza yaá dar sus resultados en nuestra pátria, gracias, sobre todo, al hombre portentoso que desde hace más de 20 años lo viene teòrica y prácticamente predicando y en quién parece haberse encarnado todo el saber de Arias Montano, el alma poética de Lope, el sentido crítico de Vives, la diccion cervantina y la fortaleza y vastedad del entendimiento de Quevedo.

Con el ejemplo, además de Menéndez y Pelayo, predican otros pocos insignes maestros como Valera, Echegaray, Galdòs, Pereda y demás mantenedores del lustre y esplendor de nuestras letras nacionales.

Dos artes españolas se han anticipado en formarse á la moderna con independencia de todo influjo extranjero: la pintura y la música, inspirándose ésta en la canción popular y en las costumbres nacionales y aquella en la realidad de la forma y en la luz y cielo de España. También para ambas Artes hubo su periodo de decadencia y también aquí tratò de extender sus raíces la marmorea y rígida escuela clásica pictórica y los artificios y equilibrios armónicos del contrapuntismo; pero el genio independiente de Goya y el empuje popular vinieron á restablecer el españolismo en estas dos artes tan en auge hoy entre nosotros y tan admiradas en el extranjero.

En literatura vendrá á suceder lo propio; pues nuestros novelistas, cuentistas, poetas líricos y dramáticos, crítitos, revisteros y periodistas se convencerán de que solo son grandes y estimadas las literaturas originales, (ejemplos las escandinava y rusa que tanto privan actualmente)

que la literatura de un pueblo es tanto más original

cuanto más se inspira en sus tradiciones, historia, costumbres y hasta defectos y extravagancias.

Para ello es necesario conocer todo este pasado; pero no superficialmente en un manual de historia trazada en grandes síntesis y en aforismos ó fòrmulas generales aplicables á todos los países, sino en sus pormenores y bajo aspectos muy diversos. Es preciso conocer y manejar bien el instrumento ó medio de expresión, leyendo los mejores autores, procurando imitarlos ó superarlos y nunca empobrecer el idioma con la introducción de palabras innecesarias ó que tienen dos ó más sentidos con lo cual llegan á olvidarse las voces propias y el escritor cae en una monotonía insufrible.

Á cooperar en modesta esfera á estos fines viene la REVISTA ESPAÑOLA DE LITERATURA, HISTORIA Y ARTE. No pediremos la vuelta á tiempos pasados; sería absurdo; ni el restablecimiento de instituciones y prácticas que han desaparecido; paz á los muertos. Pero así como una de estas antiguas estátuas que ornan nuestros museos es tan bella hoy como en los tiempos en que el artista griego la tallaba, así producen el deleite estético. en un espíritu cultivado y son excelentes modelos de estilo y lenguaje una infinidad de obras castellanas escritas hace dos ó tres siglos. Y así como nuestros pintores utilizan los medios materiales de ejecución que la industria moderna les presta y nuestros músicos se apropian y disponen de las combinaciones que la ciencia armónica contemporánea pone á su alcance para producir obras españolas, ante todo, en su esencia, así el literato debe descomponer y modificar el idioma de los autores pasados sin que pierda sus caracteres de indígena y castizo, aunque dándole forma moderna, y tratar con preferencia asuntos españoles.

Modelos literarios, trabajos históricos, ejemplos artísticos, reconstituciones parciales de nuestro pasado social, disquisiciones eruditas, crítica de cosas antiguas y modernas, de todo habrá en nuestro periódico; pero todo desde el punto de vista español y todo nuevo.

Reproduciremos textos; pero ninguno que haya sido reimpreso en los tiempos modernos, es decir, en el siglo que acaba de terminar; muchos serán inéditos como se ve por los del presente número.

Publicaremos estudios doctrinales, pero ceñidos á puntos y hechos concretos, instructivos ó curiosos, dejando las apreciaciones generales y las sintesis filosófi cas para los que todavía se entretienen con tales elucubraciones, producto casi siempre de la ignorancia, sistema muy socorrido para hablar de todo sin decir nada.

Trataremos asuntos de actualidad, circunscribiéndonos á lo que expresa el título de la REVISTA y no escasearemos las noticias de trabajos de extranjeros relativos á España.

Daremos ilustraciones gráficas cada vez en mayor número y más perfectas si, como esperamos, el favor del público nos acompaña.

Con esto cremos prestar un servicio á la pátria. El aumento de cultura literaria e signo de progreso en los demás órdenes de la vida. El moderno renacimiento alemán empez por la literatura. Italia debe en gran

parte á las exhortaciones de sus poetas el éxito en su empresa de reorganización y de unidad. Que nuestro voto modesto pero sincero contribuya á que España renazca grande y poderosa como lo fué en otros tiempos independientemente de sus colonias.

Crónica.

El fundador de esta REVISTA (Dios y el público le ayuden) aspira á contribuir al renacimiento de los buenos estudios españoles y á ensanchar el conocimiento de nuestra historia en general y de las letras y artes particularmente.

Pero además pretende reflejar el estado y movimiento actuales de unas y otras y que yo sea el encargado de ofrecer á los lectores el espejo en que se vean proyectados, diremos siguiendo la metáfora, los principales hechos de la expresada indole. Y como la voluntad suele torcerse cuando la solicitan á la par estimulos del amor propio y consejos ajenos, aunque la perfidia los inspire, héme aquí, casi contra mi deseo, convertido en una especie de relator que cada quincena hará un apuntamiento de nuevo género.

Mas antes de comenzar deberé exponer mi programa, siquiera para que alguien no eche de menos en estas reseñas cosas que el autor no ha querido poner. Me reservo ámplia libertad en la elección de sucesos: la omisión de algunos no argüirá desconocimiento, sino falta de importancia á mis ojos. Los asuntos literarios tendrán la preferencia. Hablaré de los autores; pero como no vengo dispuesto á pegar, como por ahi dicen, seré sosote en la apreciación de sus buenas ó malas cualidades, y, por supuesto, siguiendo el consejo de nuestro epigramático bilbilitano no hablaré de las personas, sino de las obras. La ignorancia es una enfermedad fácilmente curable y no merece burlas cuando no viene acompañada de la presunción, que entonces se la desprecia: la estolidez ingénita sólo es digna del olvido. misericordioso.

Tampoco estas crónicas acabarán en punta; es decir, que no tendrán chistes finales. Siempre he admirado y compadecido á esos revisteros que tienen que ser graciosos cada ocho días y á veces con mayor frecuencia. Es imposible que sea aquello expontáneo: sin embargo, no puede negarse que en general salen airosamente del paso. Y eso que a veces ¡vaya si es el paso dificil!

Poco antes de mediar el mes, y en un mismo día, obsequiaron en cordial banquete sus paisanos á dos escritores, dos novelistas: insigne uno de ellos en el género y ya más que distinguido el otro. Alguien ha querido ver en estas muestras de aprecio, carácter de regionalismo; y, en verdad, que si asì fuese, este regionalismo nos parece harto simpático y provechoso. El escritor que para enriquecer y variar los motivos de emoción estética de los que le han de leer, utiliza el conocimiento profundo de la naturaleza, del suelo, del cielo y las costumbres del pais en que nació, será regionalista pero

contribuye al esplendor de la literatura nacional acumulando notas y bellezas diferentes dentro de la unidad del gran cuadro de la poesia española. De otra suerte seria la literatura castellana árida y monótona, como lo son esos campos y llanuras de la comarca que lleva el mismo nombre.

Pero creemos que, por lo que al Sr. P. Galdós se refiere, ni aun en este sentido se le puede llamar regionalista: es, por el contrario, el escritor más nacional que hoy vive: díganlo sus Episodios, por los cuales justamente se le ofreció el banquete; y sus novelas, madrileñas la mayor parte. De Canarias, su pátria, no se acuerda como escritor, y en e! mismo sentido se expresó en el brindis notable que leyó ante sus amigos.

No ha sido escaso de libros el último periodo del año que acaba de espirar. El más notable entre todos, es, desde luego, el tomo undécimo de la colección de Obras de Lope de Vega que forma para la R. Academia Española D. M. Menéndez y Pelayo. Como esta obra es objeto de examen especial en otro lugar de esta REVISTA, nada tenemos que añadir sobre ella. Tampoco tenemos espacio para hablar hoy de las demás, algunas muy notables, cuya lista va también en este número: en el siguiente se dirá lo que parezca necesario.

Y no menos fecundos se mostraron los teatros. Pero aquí la calidad no está en la misma proporción. Si se exceptuan el drama Nerón del Sr. Cavestany y alguna otra piececita, notable por sus chistes, todo lo restante no sale de lo mediano y acusa una vez más el lamentable estado de nuestra escena, cuya salvación no se vislumbrará mientras los autores (hablo del teatro grande) no prescindan en absoluto de la imitación, venga de donde venga, y mientras el Ayuntamiento de Madrid, dueño del Teatro Español, no se resuelva de una vez á tomarlo bajo su dirección, como lo estuvo siempre que el drama nacional alcanzó su mayor brillo. Nos sería muy fácil probarlo con hechos históricos y se veria que ni aun el mismo Maiquez pudo, como empresario ó director del Teatro del Principe conseguir que el público le fuese favorable; pero de esto hablaremos con mayor extensión otro dia.

De las demás novedades literarias y artísticas se hace más adelante reseña especial, y, á fin de evitar repeticiones, debemos ya poner término á esta, redactada al correr de la pluma.

Don Juan Valera'

CRITÓN.

No vamos à escribir una biografía ni siquiera á trazar una semblanza: queremos solo rendir nuestro homenaje

I Comenzamos á publicar los retratos de los Sres. Académicos actuales de la Española. A estos personajes, menos uno, seguirán los Académicos de la Historia, los de S. Fernando, etc. El orden es el de la facilidad que hemos tenido en proporcionarnos retratos; pues teniendo que luchar con la resistencia de los interesados, hemos tenido que proporcionárnoslos con no pocas dificultades algunos.

de admiraciòn, respeto y cariño el más castizo y correcto de los escritores españoles que hoy viven. Una pluma autorizadísima lo ha dicho: Valera ha logrado en vida los fueros y privilegios de los clásicos. No se les discute; se les estudia y presenta como dechado y modelo á los principiantes y aún á los que aspiren á ser escritores dignos de estima.

Enumerar las cualidades eminentes de este insigne literato fuera tarea larga: tantas y tan singulares son las que le adornan, sobresaliendo desde luego las de entendimiento que le hacen ir derecho al fondo de las cosas, aunque a veces para expresar sus juicios emplee caminos no muy frecuentados y formas indirectas, en lo cual luce siempre la bizarría de su ingenio.

Valera, al revés de la mayor parte de los autores, es un sabio que quiere no parecerlo: ha estudiado directamente todos los sistemas y escuelas fifosòficos; conoce en su propio idioma la casi totalidad de las literaturas europeas y sin casi las siete principales, y las americanas; tiene una memoria prodigiosa que le permite cita siempre que llega el caso largos trozos de poetas ingleses, alemanes, italianos, portugueses, franceses, etc.: claro es que los nuestros no quedarán olvidados.

Con este enorme lastre literario no es de extrañar que, aún á su pesar, sus obras estén salpicadas de alusiones no vulgares, referencias, citas y recuerdos distribuidos con discreción y tal arte que hacen las delicias de los lectores de cierta cultura.

Valera pudo escribir obras científicas y no quiso hacerlo, acaso por pereza. Contentòse con ser poeta. Si se exceptuan algunos trabajos de crítica literaria, una traducción del alemán y otra del griego, todo ello notable como suyo, lo demás que su pluma nada premiosa produjo son novelas y versos.

Pero D. Juan Valera es un poeta al estilo de Goethe, de Leopardi ò de Quevedo, en quienes la sabiduría no estorbaba al númen; pero da á sus obras su peculiar carácter: es lo que en nuestro académico se ha llamado poesía sabia.

... De este carácter participan también sus novelas, lo -cual es un defecto ò un mérito según la facultad comprensiva del que lee.

Valera es el fundador de la novela española contemporánea, que hoy tiene tan excelentes cultivadores. La aparición de Pepita Jiménez señala una fecha de oro en la historia de nuestras letras. Desde entonces no ha cesado de escribir libros de entretenimiento, pero muy Sustanciosos, como Las ilusiones del doctor Faustino, Doña Luz, Pasarse de listo, Genio y figura, Juanita la Larga y otras que por hoy se cierran con la deliciosa de Morsamor; y cuentos com o Asclepigenia, El pájaro verde, Parsondes, La buena fama, El bermejino prehistórico, Gopa, etc., etc.

Balera, como todos los autores originales tiene no solo su estilo (siempre admirable) sino su tono ò aire ò teiiple de escribir que en él es peculiarísimo. Nos referimos á un cierto pesimismo dulce y tranquilo que Sobrenada en sus obras, y á su ya célebre ironía.

Como espíritu superior por naturaleza y adelgazado y

refinado cada vez más por sus enormes lecturas, sus viajes y el conocimiento y trato con las personas más notables del mundo, á causa de su ilustre nacimiento y de los elevados cargos diplomáticos que desempeñò, representando á España en todas las capitales de Europa y principales de América durante más de cuarenta años, Valera experimentò, desde luego, algún despego á las cosas que tanto preocupan é interesan al común de los mortales y aún hácia estos mismos mortales en general.

Y como forzosamente tiene que escribir sobre unas y unos, de ahí, ese mitigado desprecio y ese aire tan finamente burlón que, sin otra causa, ni intención de agraviar, ní de sobresalir se deslizan en sus escritos. Todo el mundo sabe que D. Juan Valera, es en realidad, el más cortés, benévolo y servicial caballero que hay en España.

Esta tendencia irónica de Valera se revela aùn al hablar de sí mismo. En uno de sus últimos y lozanisimos discursos académicos se lamentaba de que su afición á las letras le hubiese hecho abandonar otros menesteres en que hubiera podido ser más útil á su pátria. Creemos que en el fondo sea esto una broma más del autor; pero si tal cosa pensase, de seguro está equivocado. No es cosa baladí producir una docena ò más de obras admirables; captarse con ellas la simpatía y el aplauso de algunos miles de personas que en el momento presente -reciben de Valera el deleite espiritual y de los millones que sus obras le grangearán para lo futuro. Dejar en pos de sí un rastro de gloria y de amor, es una cosa cuya importancia no puede ocultarse á D. Juan Valera que tantas cosas sabe.

Solo con dos o tres de ellas no transije; para éstas no tiene ya ironía, sino aborrecimienio manifiesto: es con lo trivial, lo vulgar ó lo feo en literatura ò en cualquier acto de la vida. Perdona ò halla ingeniosa disculpa en sus labios lo extravagante y aún lo monstruoso; pero no se le haga perder el tiempo oyendo versos adocenados ò necias disertaciones prosáicas.

Este es el Valera público ú oficial; el íntimo es otra cosa todavía mejor. Ningún principiante llega á su lado que no salga encantado de su trato: siempre halla frases y conceptos lisonjeros para animar al que, á su juicio, merece se le aliente; en las conversaciones y discusiones es tolerante, sufrido para oir á todos y contestar á todos con dulzura, modestia jél que tan dispensado está de tenerla! y sumamente oportuno y entretenido cuentista.

En la intimidad es donde también sin recelos, manifiesta su grande, su sincero amor á la poesía. Es de ver el calor simpático y dulce conque recita con voz grave y acento propio versos suyos y ajenos que su inagotabla memoria le ofrece á cada instante, según lo pide el tema de que se trata.

Y claro es que quien tan hondamente siente la poesía y tan diestramente maneja su medio de expresión es gran poeta, sea sabio ò ignorante. Digase cuando en castellano se han esculpido versos como éstos, que elegimos para dar fin á este artículo que por nuestro gusto prolongaríamos en diez veces tanto:

¡Oh Amor divino! De tu puro rayo

nos enardece el fuego,

reanima nuestra mente en su desmayo y da la vista al ciego.

Tu voz, potente como nunca hoy,

á esperar nos convida;

en los sepulcros suena y dice: «Soy

resurrección y vida.»>

Tú das brio al que aspira, ama y trabaja,

y, como lengua ardiente,

tu espiritu creador del cielo baja

y se posa en su frente.

Por cuantos son los climas y regiones

tu resplandor asoma;

tú extiendes sobre todas las naciones

tus alas de paloma.

Tú eres fuente inexhausta de poesía

do la sed apagamos,

de las raudas esferas la armonía

que oyó el sabio de Samos.

La verdad eres con afán buscada

en balde por el mundo,

por que tienes tu asiento y tu morada del alma en lo profundo.

Alli logran los buenos conocerte ¡Oh excelsa ley de amor!

¡Oh torrente de vida en que la muerte se anega y el dolor!

Tú eres beldad antigua, siempre nueva; voz interna que clama;

y verbo de Platón y aura que lleva

de caridad la llama.

Aclara y rompe el tenebroso arcano; danos tu luz por guía;

vierte en la noche el fulgido oceano de tu perpétuo dia.

Penetra el corazón del que te niega; socorre al que te implora,

y más allá de la esperanza llega del justo que te adora.

Estos versos que forman parte de una composición imitada por Valera de otra escrita por un cuáquero, no son los únicos ni con mucho entre los excelentes suyos. A juicio de críticos muy competentes todavía les superan algunos, como la poesía titulada El fuego divino, que parece escrita por el propio Fray Luis de León, las Aventuras de Cide-Yaye, Sueños, Último adios, y algunas de las composiciones árabes incluídas en la traducción que Valera hizo de la Poesía y arte de los árabes en España y Sicilia, del conde de Schack.

Valera conserva en edad avanzada toda la frescura de su imaginación, toda la fuerza de su entendimiento y hasta la robustez física. Rara es la semana que en algún periòdico ó revista no aparece algún trabajo suyo de atildada crítica: escribe lo mismo que hace cuarenta años ó mejor: es decir no escribe porque su vista, no corresponde á la firmeza de sus demás sentidos y potencias; pero dicta con pasmosa facilidad. ¡Ojala lo siga haciendo muchos años!

MARIO COELLO Y MORET.

El Lazarillo de Manzanares

Comenzamos á publicar en este número la curiosa novela de principios del siglo XVII, no reimpresa des

de 1620, en que por primera vez salió â luz en casa de la Viuda de Alonso Marín y á costa de Alonso Pérez, mercader de libros y padre del insigne poeta dramático Dr. Juan Pérez de Montalbán. La causa de no haberse reestampado este interesante libro, más que á su falta de mérito debe atribuirse á su rareza. Las noticias bibliográficas y biográficas de su autor, Juan Cortés de Tolosa, irán á la conclusión de la obra que no es larga. Por ahora dejémosle hablar á él.

LAZARILLO DE MANZANARES,

COMPUESTO POR Juan Cortés de Tolosa, NATURAL DE LA VILLA DE MADRID.

Á DON JUAN IBAÑEZ DE SEGOVIA,

CAVALLLERO DEL ORDEN DE CALATRAVA, Y TESORERO GENERAL DE SU MAGESTAD.

Para salir á luz este trabajo ha necesitado de la protección de V. md. en quien, como á todos es notorio, concurren loables partes, por cuya causa, cuando no haya acertado en él, lo habré hecho en la dirección, particularmente mostrándome agradecido á los beneficios que de V. md. recibi con circunstancia tan noble como no serle pedidos, y en alguna manera queden pagados, y él también lo queda más que su sujeto merece, pues elegi para honralle á quien para mayores cosas eligió su Magestad Servidor de V. md. que sus manos besa,

AL LECTOR

JUAN CORTÉS DE TOLOSA.

Cristiano lector ó lo que eres, ¿quién me mete á mí en enfadarte con un prólogo que me tenga más costa que el mismo li bro, disculpándome en unas cosas, y dándote á entender otras, que si tú las quieres condenar, no importa gaste yo todo el papel de Génova en defenderlas?. No me pasa por el pensamiento si te pareciere bien págale y llévale, y si no de valde te puedes ir sin él. Vale.

CAPÍTULO PRIMERO DE LAZARILLO DE MANZANARES, EN QUE CUENTA DONDE NACIÓ, COMÓ FELIPE CALZADO Y INÉS DEL TAMAÑO SU MUJER LE PROHIJARON DE LA PIEDRA CON ALGUNAS DE SUS COSTUMBRES.

Así que sabrá V. merced que dicen haber nacido yo en Madrid, Corte del Rey don Felipe nuestro señor, tercero de este nombre, villa digna del título, no solo real, sino imperial, la más insigne del mundo, tanto por el respecto dicho, cuanto porque en ella nunca es de noche. En esta pyes Noruega de claridad me parece que Felipe Calzado y Inés del Tamaño, padres de aquellas mujeres, que aunque compran el manto entero no se sirven más que del medio; tuvieron devoción de de criar un niño de los expósitos, ó de la piedra y, como el día que en Madrid sale la procesión de las amas, se fuesen los dos á la calle Mayor, donde mi suerte quiso que yo les agradare más que los otros, tanto por ser varón y haberme soltado del andar, cuanto porque era blanco, y les agradó los buenos trozos de mis brazos y piernas, prometedores de no mala persona en los tiempos futuros, me llevaron consigo à la casa de los dos mayores ladrones que en España ha habido, á cuya mi ya putativa madre servía de guión en todas las más de sus acciones, una punta de hechicera, como vuesa merced adelante verá, no obstante que los dos tenían sus devociones, que es muy de la frutera haber asalariado el ciego para que la rece, y aún à

derramar lágrimas oyendo el paso de los azotes, y dar con el dedo para que el peso supla lo que en él no ha puesto.

En ésta, pues, fuí creciendo alegre y vinoso, porque aquellas hijas á cuya mayor parte por su edad cae mejor madres, me hicieron un cimiento en el estómago de sopas de vino, fuera de que aquellos rufos, ó como los dicen, me ahogaron en él: y digo bien, porque si el que algunas veces llevaba en el estomaguillo pudiera salir fuera, ocupara más que la misma personilla. Diéronse tan buena negociación mis putativos padres, que antes de once años me llevaron al estudio, donde no permanecí tanto por lo que vuesa merced sabrá, cuanto porque si veía hurtar á mi padre, ser hechicera mi madre, el mal trato de sus hijas, ¿como había de aprovechar en cosa virtuosa? En ser bueno entre buenos, no se hace poco, llevándose consigo cualquiera su natural, que el que mejor le tuviere por lo menos le vendrá de sus primeros padres, y hará harto en tenérselas tiesas á la mala inclinación: mire que será teniéndole malo, y desde esta edad. Haré à vuesa merced partícipe de mi vida y milagros,faltos y bajos, próspero y adverso dello, que si vuesa merced no lo tiene por enojo, es como sigue:

Si que no se le hará cuesta arriba decirle yo, que el señor mi padre tenía por costumbre no tenerlas buenas, hacía á aquéllas desventuradas mujeres tantas molestias, y tanto las hurtaba sus dineros, que después de haberle preso muchas veces por ello, viendo que no se enmendala le dió por su dinero un verdugo zurdo dozientos azotes derechos: digo por su dinero, porque después pagan la caridad, y si no hay con que, dejan, ó ropilla, ó calzón, o herreruelo en prenda. El nuevo modo conque mi padre salió á recibirlos, no lo he de pasar en silencio, y así digo señor que mi madre se levantó una mañana, no martes, que también dan azotes en viernes, muy melancólica, y me mandó fuese á saber que se hacía de mi padre, porque entre su co:azón y unas habas andaban, no se que sospechas, en cuya ejecución me detuve algo mas que debiera, por ser andador del seminario, de que no se me seguía poco interés. Halléle en un aposentillo, que debía ser calabozo, muy desfigurado, tanto que parecía estar en los umbrales de la muerte, y entre algunos que le consolaban, diciéndole, buen ánimo, buen ánimo, que para los hombres se hicieron los trabajos, y como por tener los ojos en el suelo y estar divertido, no me hubiese visto, alzándoles, dijo que me llegasen á él, y poniendo las manos, y clavándolos en el cielo me bendijo: yo que tal vi, creyendo que le querían ahorcar, partí de carrera para mi casa, donde llegué tan presto como aquél que llevaba malas nuevas, y diciéndole á mi madre, ayudado de acciones que significasen bien lo que la lengua decía mal, la di á entender como querían ahorcar á su marido: ella cayó luego en lo que era, porque el delito no amenazaba horca, sino afrenta ó azotes, por ha' er reincidido muchas veces. Ansi fué, porque yendo los dos camino de la cárcel, nos le traian ya azotándole por la causa dicha, el cual repetia el pregón, diciendo: Esta es la justicia que manda hacer el Rey nuestro señor á estos hombres por ladrones, mi madre se cubrió el rostro, y entró en una casa, y yo con ella, aunque no pude dejar de volver á la puerta á informarme si venía más que él, porque le oí decir á estos hombres, y es el caso como diré. Cuando yo fuí á la cárcel ya mi padre estaba borracho, porque como torreznos y vino sea general consuelo en semejantes trabajos, llegaba uno con un mollete, y un torrezno dentro, y un jarrro, y le decía: Ea hermano ánimo, que más pasó Cristo, y otro tras él, y luego otro. Tantos más pasó Cristo le dieron que le libraron de lo que había de pasar, y como el que está borracho, uno considera en la persona, y otro en la sombra, ansi él repetía el pregón volviendo la cabeza á la que al lado llevaba: Esta es la justicia, etc.

CAPÍTULO II. COMO CUANDO SU PADRE SALIÓ DE LA CÁRCEL SE HALLÓ SIN HACIENDA, POR HABÉRSELE QUEMADO LA CASA, COMO ADQUIRIÓ MÁS, Y COMO ÉL SE FUÉ Á ALALÁ. Pues no paró aquí la desventura, porque en el tiempo que estuvimos fuera se nos quemó la casa, y pasó desta manera. Nosotros habitábamos dos aposentos obscuros, por cuya causa teníamos de contínno luz en ellos, en uno de los cuales habíamos recogido nuestro ajuar, y cantidad de lino, para echar telas ó vendello hilado, y como un perro de caza viniese ya á los alcances al gato que traia un pedazo de carnero, y tanto por huir del, cuanto por comerle seguro, se entrase por la gatera, que la puerta de nuestro tesoro tenía, y se subiese sobre una alacena, de la cual estaba colgado el candil, le derribó sobre un tercio de lino, de manera que se quemó el aposento, y aquí entra cuan llana verdad sea que lo bien ganado se pierda, y lo mal ello y su dueño, porque como echasen la puerta en el suelo, subieron muchos gatos que acabaron lo que el de casa empezó, he aquí perdido lo uno, pues lo otro ya lo estaba, le azotaron como dije, quien duda sinó que habrá V. m. dicho. ¡Ah!, pobre hombre sin hacienda, y sin hoara, pues crea que no le fué de ninguna importancia, ansi la quema como la vergüenza, porque, ¿que deshonra le puede venir á quien fué padre de quien he dicho?: luego entonces no fué la pérdida della, que antes lo estaba, y si esta no fué perdida, por que razón no les habían de sobrar dineros á quién les faltaba honra, siendo verdad ser ella grillos del que la profesa, ó sino vea lo que pasa. Salido que fué de la cárcel, como no hallase hacienda, hizo que mi madre vendiese menudo, y no hubo día que no entrasen en casa treinta ó cuarenta reales de ganancia, y el compró unos cuantos pollinos con los cuales ganó muy largo de comer y de cenar: la compasión no se les debe á ellos, sino a unos pobres honrados, con respectos de caballeros, á estos si que viven mur.endo, compañeros siempre en la pena de Tantalo y Sísifo. Héme aquí V. merced hijo del azotado, y sin honra para con muchos, y el día breve para dar satisfacción á tantos, y mucho peor en lengua de muchachos, Dios nos defienda, porque en su mano está quitar el juicio, á quién ellos quisieren, y ansí dijo b ́en aquél loco en responder, preguntándole, en que tanto tiempo lo sería un hombre, que según le diesen la priesa ellos: gente cruel, porque saben la infamia, y no admiten la disculpa. Ya yo estaba enfadado de tanto daca los azotes, toma los azotes, mi padre'de que con tantas veras defendiese no ser su hijo, porque decía, muy bueno es serlo para comer y vestir, y no lo ser para ayudarme á llevar el infortunio, si el me lo dijera en estos tiempos respondiérale yo, que si por confesarle por tal se eximiera de la infamia, que entonces de buena voluntad lo hiciera, pues nos estaba bien á los dos, mas que no caer della, y quedar yo con la propia, que era acrisolada necedad. Tanto pues dieron en agotarme la paciencia, y á tal tiempo me dijo uno: «Daca los azotes» que se los envié con un mensagero, que desde que le despedí, hasta que se llegó al oido á darle el recado, no parece hubo medio entre mí y el, abrile la cabeza, y todos dijeron, muerto le ha», y como los demás huyesen tuve lugar de entrarme, en la Victoria, de donde por ser tan muchacho uno de aquellos religiosos me descolgó por una de las tapias de los corrales, en casa de un su amigo, el cual me tuvo en ella hasta que habló á mis padres, y les dijo el peligro que corría mi persona, si la justicia daba conmigo, porque el muchacho estaba herido de muerte, que me diese con que me ausentase hasta ver lo que Dios hacía dél. Replicó que de buena voluntad lo hiciera si por defenderle á él hubiera sido; mas que siendo por lo contrario que no le llamaba ninguna obligación, á lo cual el hombre le respondió lo que yo dije le respondiera ahora. Al fin vinieron los dos á la casa donde estaba, y me hicieron un vestido de paño verdoso, y me dieron diez ducados, y con muchas lágri

« AnteriorContinuar »