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AL LECTOR

VINNOJIVO

Este libro que formará el tomo I de los Apéndices de la Historia de Cuba, en publicación, se edita a reiteradas instancias del Comité Pro-Colón Español de la Habana, que recabó de algunas sociedades gallegas de instrucción y recreo, el necesario apoyo para imprimirlo, después de asignarse la contribución más crecida para cubrir los gastos de su publicación. Entusiastas particulares, de quienes también se hará la debida relación, contribuyeron igualmente a este propósito, y este ha sido el motivo de adelantarlo a la publicidad, toda vez que causas por cierto bien agcnas a mi voluntad, vienen retrasando considerablemente la publicación de mi obra HISTORIA DE CUBA, de la que solamente están impresos cinco fascículos de los quince tomos de que consta.

El éxito del extracto, publicado en la edición extraordinaria, correspondiente a los "Lunes" de "Diario Español" de la Habana que lleva fecha 7 de Agosto de 1922, ha sido otra de las razones que me impulsaron a la publicidad de este libro, fruto de una larga investigación y de no pequeños sacrificios, que doy por bien empleados, teniendo el convencimiento de que mi modesta labor, habrá de fijar de una manera definitiva el origen galiciano, tan discutido, del ilustre descubridor del Nuevo Mundo.

Contrarios en principio a la tesis, hemos rectificado noblemente, una vez que la persuasión nos llevó al convencimiento, no tan sólo de la injusta, sino que también de la antipatriótica causa que defendíamos, antes que la incesante búsqueda y el porfiado estudio, nos advirtiera del error, descorriendo el denso velo que ocultaba la verdad, arteramente encubierta por la crítica histórica y por el mismo Almirante, conturbado por los prejuicios de la época.

En esta vindicación, la más grande sin duda que se ha llevado a cabo, hemos puesto todo nuestro entusiasmo patriótico; el anhelo de justificarnos ante la opinión y el gozo, íntimo y profundo, de haber contribuído a encaramar en el pedestal de la gloria regional, al héroe de la más grande hazaña que se registra en los anales de la Historiu.

Galicia calumniada y despojada, víctima de la parcialidad de los historiadores nacionales; grande en su constitución política, cuna de ilustres marinos, de arrojados exploradores, de ilustres científicos, de notabilísimos escritores; Galicia que cuando España gemía en la barbarie, brillaba con propia luz, en la literatura y el arte; que a costa de los torrentes de sangre derramada por sus hijos, antes y después, luchó denodadamente por la independencia de la belicosa Iberia; Galicia, que sirvió de baluarte para contener todas las invasiones; que

impuso condiciones. a-Roma; que no fué sometida a Cartago; que si •sometida por César y.Bruto, supo recuperar muy pronto su libertad; que fue la primera región de España en aceptar la religión de Cristo yabatir la herejía de los priscilianos; que si logró caer bajo la dominación de los suevos fué para que los vencidos se impusieran prontamente sobre los vencedores; Galicia en que los muslimes apenas tuvieron tiempo para sentar su planta; Galicia cuna de Pelayo, héroe de la Reconquista; bien cuadra a la noble figura del inmortal vidente que dotó a España del inmenso poder que la hizo grande entre las grandes y dejó abierta a la fama, la senda de proezas por la que se lanzaron sus hijos; proezas tan insignes, que habían de ser únicas en los fastos de la Humanidad.

si

Pasarán todavía algunos años, antes que recobre Galicia su primitiva fama y sea por completo vindicada de la calumniosa e inicua desnaturalización, que la inquina nacional lanzó a los cuatro vientos para castigar la rebelión con que siempre se opuso al dominio.

Vivimos en el siglo de las rectificaciones históricas. La conquista de la libertad que ha sido la aspiración más grande de los hombres, se va desarrollando entre lágrimas y sangre; pero avanzando siempre en medio de clamores y rugidos de triunfo, y no hay que olvidar que cuando el vasallaje oprimía a España con vergonzosas cadenas, fué Galicia, la indómita Galicia, la que rompiéndolas en un supremo esfuerzo de desesperación y bravia inconformidad, alzó el pendón de esa libertad tan amada y perseguida por los hombres y fué en Galicia donde por primera vez se escuchó el grito de las justas aspiraciones.

Pasarán también algunos años antes de legitimarse la nacionalidad de Colón, pues no en vano han pasado algunas generaciones repitiendo y consagrando el falso genovismo del Almirante; pero los niños de hoy y los hombres de mañana, al leer con interés la Historia de Galicia, sabrán rendir un tributo de admiración a sus héroes y entre ellos, ya consagrado por la Justicia y la Historia, al humilde provinciano, que movido por una generosa exaltación, con incomparable audacia, ardiente fé y extraordinario genio, cambió la faz de la tierra, después de descubrir un mundo maravilloso, para gloria de su patria y orgullo de la región donde se meció su cuna.

ENRIQUE ZAS.

Mayo 15 de 1923.

VINNOJIVO

A MANERA DE PRÓLOGO

¿Cuáles son las razones que oponen los impugnadores para aceptar la tesis de Colón Español?

Son las siguientes:

1.a-Lo que ha dado en llamarse "dogma histórico petrificado", o lo que es lo mismo: el error sostenido por uno o más historiadores, que a fuerza de repetirlo y divulgarlo, llega a convertirse en artículo de fé. A esto llama Altamira PETRIFICACION DEL DOGMA.

2. Que el origen genovés del Almirante, lo citan como cierto todos los historiadores antiguos y modernos, nacionales y extranjeros. 3. Que el mismo Almirante lo ha consignado así en su institución mayorazga con esta expresión afirmativa: DE GENOVA SALI Y EN ELLA NACI.

4.a-Que los documentos italianos también lo atestiguan.

Estas son, condensadas, las razones en que se apoyan los impugnadores para rechazar la tesis de COLON ESPAÑOL.

A simple vista, parece que efectivamente encierran argumentos formidables y que sería vano empeño o locura demostrar lo contrario.

Y sin embargo, toda esa labor de siglos, toda esa montaña especulativa que parece asentarse en tradiciones incontestables, se desmorona y derrumba al contacto del primer rayo de luz que rompe las tinieblas. ¡Ya no existen las tereblátulas que parecían haber fosilizado el dogma!

El pasado, el error petrificado, se esfuma, se evapora... La historia abstracta, rectifica. La afirmación personal y paladina, no resiste la prueba del análisis cuando el escalpelo hurga en la conciencia y la prueba documental, falsa y tardía, halla una competidora en los caracteres de oro, en ese relicario de verdades, que la mano temblorosa del vindicador guiada por la Providencia, desentrañó de los polvorientos reinos del implacable anobio.

La Verdad como Dios es eterna. Nada escapa a su juicio. Podrá desviarse por derroteros falsos o engañosos y cauces desconocidos; pero al fin, la ley de la atracción moral, que es reflejo de la física, reclamará soberana la primicia de los derechos que en vano el hombre ha querido sustraer, por cálculo o ignorancia, de esa regla universal en que se fundan los principios de la metafísica.

La Verdad renace después de haber estado amordazada por es•pacio de cuatro siglos: Su fuerza avasalladora, destruirá los prejuicios con la misma facilidad que la luz disipa las tinieblas. Lenta, pero implacable como la Naturaleza, se irá abriendo camino y dejará para la rectificación, una estela luminosa que anulará dichosamente esa gran injusticia de la Historia.

La tesis, lanzada con valentía a la publicidad, ya no es cuestión de divulgarla y encarecerla con patrióticas declamaciones, porque la verdad podría convertirse en sofisma. La literatura huelga. La labor ya no es de entretenimiento. Es trabajo científico, meticuloso, de raciocinio, de investigación, de análisis, de prueba... Trabajo árduo y penoso y de dificultades sumas, porque no se trata solamente de demostrar una evidencia, sino que también y esto a nuestro juicio es más importante, destruir la leyenda que en alas de la fama cabalgó triunfante a través de cuatro centurias.

Hemos de advertir, sin embargo, que si en principio participamos del criterio sustentado por el ilustre pontevedrés don Celso García de la Riega, diferimos en los métodos y por lo tanto en las conclusiones. Creemos con José Rodríguez Martínez, Rafael Calzada y Prudencio Otero Sánchez, verdaderos apóstoles de esta cruzada vindicadora, en el origen pontevedrés del Almirante; pero sólo aceptamos determinados elementos de prueba, porque bueno es advertirlo: DECLARAMOS APOCRIFO el testamento que se supone fué otorgado el 22 de Febrero de 1498 y que el inolvidable La Riega ha tomado como pie, para localizar el apellido exclusivamente gallego del Almirante.

Por respeto y admiración al insigne pontevedrés que gloria tal ha reportado a España, aceptamos como un argumento moral de orden secundario, el apellido materno del Descubridor, sin que al estamparlo en nuestro trabajo, denote una convicción absoluta.

Hechas estas aclaraciones, ya podemos entrar en materia.

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