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CAPITULOI.

Visita el nuevo Comisario

los Conventos de su jurisdicción
y se traslada

de sitio el convento de Jaén 1625

F

AVORECIDO nuestro Rvmo. P. Fray

dio de Anda

Agustín de Granada con el nombramiento de Comisario General y Cus- Primer Custo todio de Andalucía, que se insertó á lucia. fines del libro anterior, partió de Roma para España, llegando felizmente á su destino, ya muy adelantado el verano de 1625. Lo restante del año lo empleó en visitar los Conventos de su jurisdicción, haciendo leer en cada uno de ellos su nombramiento de Comisario, que era acogido siempre con muestras de regocijo y con aplauso de todos.

Por Octubre de este año de 1625, llegó el P. Comisario al Convento de Jaén, donde el Sr. Obispo de Troya, y la Ciudad (inspirada por él) le pidieron que Llega á Jaén. dejara nuestro Convento á una Comunidad de Clarisas que se iba á fundar, y nos trasladáramos á la ermita de Nues

convento á otro sitio.

tra Señora de la Cabeza, Ya se dijo en Le piden que el Capítulo XXXII del libro primero, trasla de el página 204, que D. Bernardo de Vera, Obispo de Troya, hallándose con hacienda competente, quiso emplearla en el servicio de Dios, para lo cual intentó labrar un Convento de religiosas de Santa Clara en unas casas, que él tenía inmediatas á nuestro Convento, lo cual visto por los nuestros, se resolvieron á mudar de sitio.

Este sitio para la nueva fundación fué revelado al Cardenal Obispo de Jaén, según afirma el P. Alonso de Andrade, Jesuíta, en la vida que escribió del señor Cardenal Moscoso, parte 1.a Capítulo VIII, del cual dice así: «Había cerca de los muros, á la parte del Poniente, un sitio ameno, con un bosque pequeño, y unas cuevas cavadas en peñas á modo de grutas, vecinas á una ermita de Nuestra Señora de la Cabeza; y con pretesto de visitar su Imagen, era grande la afluencia del pueblo que concurría á aquel lugar; y más la relajación que la devoción; y más los pecados que los servicios de Dios. Habíanse tomado varios medios para atajar este daño, y todos sin fruto. Dolíale grandemente al celoso Prelado el daño de sus ovejas, y habiendo hecho fervorosa oración so bre ello, recibió luz del cielo, que le enseñó el remedio. Y fué fundar en aquel lugar el Convento á los santos mismo. Religiosos Capuchinos, y cercar todo el bosque para huerta, y darles la ermita

Revelación acerca del

S.

para Iglesia, para que fuese Dios servido de aquellos siervos suyos, y la Ima- causa de lá gen de la Santísima Virgen venerada mudanza. donde había sido ofendida.»

Sea de esto lo que fuere, es cierto que el Sr. Cardenal y más aun su auxiliar el Obispo de Troya, antes nombrado, y hasta el mismo municipio de Jaén debieron tener algún interés en la traslación de nuestro Convento á dicho lugar, según se colige de un acuerdo tomado por el Ayuntamiento, á instancias de nuestro P. Comisario, en la forma siguiente:

Acuerdo de la

<En la Ciudad de Jaén á veinte y dos días del mes de Octubre de mil seicien- Ciudad. tos y veinte y cinco años, estando la dicha Ciudad en su Cabildo y Ayuntamiento, como lo acostumbra, habiéndose presentado por parte del Rvmo. P. Comisario General de los Capuchinos, Fray Agustín de Granada, un memorial y proposición que es como sigue: El Comisario General de los Capuchinos de Andalucía, habiendo consultado al señor Cardenal de Jaén como Prelado, y particular bien hechor de su Religión, ha resuelto dar gusto á la Ciudad, y al Sr. Obispo de Troya, y por él mudarse de la casa é Iglesia de San Jerónimo, donde al presente viven sus religiosos, á la ermita de Ntra. Sra. de la Cabeza, que es el sitio que en primer lugar le propuso, V. S. que escogiese; por lo cual Represent asuplica á V. S. y al Sr. Obispo conside- ción del P. ren lo siguiente: Lo primero, y funda

Custodio.

mismo.

mento de todo lo demás, la comodidad Alegatos del del sitio para huerta, casa de habitación y morada para veinte religiosos, Iglesia y lo demás que dejan en la parte donde están; lo mucho que está gastado en todo ello, para ponerlo de la manera que está en provecho de los religiosos, sin contar la incomodidad con que se hizo, poniendo ellos el trabajo de sus mismas manos para la calzada que hicieron del Convento, hasta las casas del Sr. Obispo; la calle y plaza que allanaron á la parte del egido, en beneficio y adorno de dicho Convento, sin lo que costó en dinero. Todo lo cual se debe satisfacer en conciencia, antes de obligarlos á que lo dejen; principalmente habiendo en la misma ermita de San Jerónimo una Capellanía que tenían licencia de consumirla, en beneficio de su fábrica, y son hasta ochocientos ducados de principal, la cual se ha de quedar como antes; y en la misma ermita, han consumido varias limosnas indiferentes, que han hecho particulares bienhechores.

Defien de su derecho.

Lo segundo, que no es bastante satisfacción el oponerles á esta justicia su misma pobreza, y la incapacidad que tienen por su Regla de poseer bienes ni pedirlos por justicia, sino de limosna, razón que, si tuviera fuerza, nos obligara á dar las limosnas necesarias para nuestro sustento al primero que nos la pidiera, sin poder recibir satisfacción por ellas. Confesamos no ser señores de lo arriba dicho, y que lo hemos de dejar

dos.

siempre que quiera quien nos lo dió; pero negamos el tener obligación de de- Consider a njarlo á voluntad de cualquiera, que guste de echarnos, pues en el interín que nos permitiere estar quien es el dueño, lo gozamos justamente; y estándonos mejor el vivir en tal sitio que el mudarnos á otro, por gusto del que pretende lo dejemos, débesenos satisfacer con igual, y de lo que de esta igualdad se quitare es injusticia, si la parte que es dueña no lo remite.

Cosa

Lo tercero, que la satisfacción que por esto se pide es otro tanto sitio de huerta en la parte á donde se han de pasar, aunque ni puede ser tanto ni tan bueno, y si para la validez de lo que señalare, fuere necesario licencia de su Magestad ó su Real consejo, se ha de alcanzar sin que los religiosos intervengan en ello; porque si lo pasado que es de menos utilidad dicen que no es seguro, no parece que puede haber más seguridad en lo que se ofrece

Lo cuarto, que para la huerta se nos debe dar agua, la que V. S. viere que es necesario, que esto se deja á su liberalidad y á la del señor Obispo; y para beber también; para todo esto se ha ofrecido el remanente de la Alameda y un caño de la de Santa María, y el remanente del Convento del señor Obispo, que por la caridad que al nuestro desea hacer, tendrá esto por bien.

Lo quinto, por lo gastado en el Con vento, y para hacer en la ermita de

Peticiones.

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