Imágenes de páginas
PDF
EPUB
[blocks in formation]

1629, á los 56 de su edad, consumido por la penitencia, y su cuerpo fué sepultado Incorrupción en el Cementerio, porque aún no se habían de su cada ver. acabado las bóvedas de la Iglesia. Acabáronse al año siguiente, y queriendo los Religiosos darle á Fray Martín más decente sepultura, determinaron trasladar sus huesos á las bóvedas ya acabadas. Para esto cavaron en la sepultura del cementerio, y cuando juzgaron hallar sólo descarnados huesos, hallaron el cuerpo entero, sin corrupción alguna. Pasmáronse todos de este prodigio, porque la tierra en que había estado sepultado era pantanosa, como es toda la que cine y cerca el Convento; y sin prodigio, parecía imposible el conservarse incorrupto un año entero; y así todos lo tuvieron por prodigio, y por él le dieron á Dios gracias repetidas.

Su traslación.

Fué Fray Martín el primer Capuchino, que murió en este Convento de Sevilla, y el primero que en él fué sepultado, disponiendo así Dios que este Convento tuviese por primera prenda el cuerpo de este varón santo, como indicio y primicia de los muchos que después lo habían de ilustrar con el ejemplo de sus virtudes y enriquecer con sus preciosas cenizas, como de hecho ha sido; pues este Convento ha dado á la Religión muchos varones virtuosos, al munmer Capuchi do ejemplos admirables, á la Seráfica vida norma muy segura, al demonio muchos descalabros, á la virtud gloriosísimos triunfos y muchas almas á la glo

Fué el pri

no que murió en Sevilla.

[blocks in formation]

ria; siendo el capitán de todos nuestro Fray Martín, que les previno en el Convento palestra y en el monumento tumba gloriosa.

Testigo de la virtud de Fray Martín Su panegírifué aquel varon memorable y ejempla- co. rísimo Prelado, Fray Agustín de Granada, fundador de esta provincia de Andalucía, el cual conoció y trató á Fray Martín casi desde que tomó el hábito hasta que murió, y dió el siguiente testimonio de las virtudes deste siervo de Dios. Fray Martín, desde que tomó el hábito hasta que murió, vivió siempre irreprensiblemente: nunca se le notó el menor defecto y corrió su carrera con toda perfección. »

En el convento de Sanlúcar hay un cuadro al óleo, representando á este santo religioso, en el tiempo que era ermitaño; está con las espaldas desnudas, una calavera en su mano izquierda, y en la derecha una disciplina, con la cual se azota cruelmente. En el apéndice final deeste libro pondremos, Dios mediante, otro grabado suyo, con las advertencias que para entonces reservamos.

Su retrato.

el

Perdióse manuscrito de ella.

CAPITULO XXII

Vida de Fray Pablo del Castillo de

Locubin

Ex el mismo año de 1624, y en el

N

mismo convento de Sevilla, murió pocos dias después de Fray Martín el hermano Fray Pablo del Castillo de Locubin, lego de singular virtud. La vida de este varón ilustre es una de las que perecieron en manos de la revolución, y solo sabemos de él, por apuntes de papeles antiguos, que era natural del Castillo, de familia muy distinguida y hombre entrado en edad, cuando los nuestros fundaron en aquel pueblo. Aficionose al trato de los religiosos, y al ver sus muchas virtudes, se encendió en su corazón un vivo deseo de imitarlas, deseo que se convirtió bien pronto en vocación decidida; y dando un eterno adios al mundo y a sus vanidades, ingresó en el noviciado, siendo el primer capuchino que hubo de dicho pueblo. Después de profeso salió del noviciado para la fundación del convento de Sevilla, donde fué un modelo de religiosidad seráfica. Se Noticias que propuso con licencia de los prelados ayude él quedan. nar las cuaresinas de nuestro Padre San Francisco, lo cual equivale á estar ayunando todo el año y toda la vida.

A imitación del seráfico Patriarca em

[ocr errors]

pezaba el día después de los Santos Re-
yes la cuaresma de la benedicta que sus
tanto recomienda la Regla en memoria mas.
de la que N. Sr. J. C. ayunó en el de-
sierto, cuaresma que Fr. Pablo prolon-
gaba hasta el carnaval: la segunda la
empezaba el miércoles de ceniza hasta la
Resurrección: la tercera desde la octava
de Resurrección hasta la fiesta de Pente-
costés; la cuarta desde el día después de
la Santísima Trinidad hasta el de San
Pedro; la quinta desde la Visitación de
la Virgen, el 2 de Julio, hasta la Asun-
ción; la sexta desde la Asunción á San
Miguel; la séptima de San Miguel á to-
dos los Santos y la octava desde todos
los Santos hasta la Natividad del Señor;
con lo cual se vé que su ayuno era per-
pétuo.

cuares

Con la austeridad de sus ayunos corría parejas la mortificación de su cuerpo. Su cama eran dos tablas desnudas y su cabecera un madero; y muchas veces ni en ella descansaba de los trabajos del día, sino acostado en el suelo, ó de rodillas con los brazos apoyados en las tablas de la cama, y la cabeza sobre ellos. En las disciplinas de comunidad era el siervo de Dios cruel consigo mismo, y no contento con ellas, atormentaba su cuerpo golpeándolo con manojos de ortigas, á cuyo contacto hinchadas y sangrientas sus penitenlas espaldas ó los sitios en que se pegaba, le producían dolor intenso que él sufría gustoso, acordándose de la dolo rosa flagelación del Hijo de Dios.

cias.

Su oración.

Para esta penitencia sacaba fortaleza de la oración en la que era contínuo. No se contentaba con las horas de oración señaladas de comunidad, sino que cuando los demás religiosos cansados de los trabajos del día buscaban en el sueño su descanso, él solía irse á la Iglesia donde descansaba en brazos de la comtemplación, recibiendo consuelos celestiales que le hacía derramar dulces lágrimas.

La materia de su meditación era la pasión y muerte de Jesucristo de la cual era devotísimo, y como la misa es una viva representación de ella, ayudaba cuantas podía, y luego se iba á su oficina, ó á trabajar en la huerta, donde gastaba las pocas fuerzas corporales que las demás austeridades le dejaban libre. á la Pasión. Tenía la devoción de pedir mucho por los bienhechores de la orden; y cuando los sacerdotes se revestian para decir misa, rogábales él con grande humildad que se acordase de ellos en los mementos, haciéndolo él al mismo tiempo y aplicando por ellos el santo sacrificio.

Su devoción

Tuvo también singular devcción á la Virgen Santísima en cuyo honor hacía todos los sábados alguna mortificación especial, lo mismo que las vísperas de obse- sus principales festividades. Rezábale el gen Santísi. rosario todos los días con singular piedad, y este era su consuelo, su refugio, su alegria y su amparo en todos los apuros de la vida.

Su s

quios à la Vír

ma.

« AnteriorContinuar »