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8.

LETRAS NUMERALES.-Los numerales romanos se han usado en los documentos españoles con el valor que tenian en la antigüedad, ya en forma mayúscula ya minúscula. La X expresiva de 40, y la T con valor de mil no se usaron en más diplomas que los comprendidos entre los siglos IX al XIII. El calderon para indicar los millares comenzó á usarse en el siglo XV y se generalizó en el XVI. Respecto á la I, V, X, L, C, D y M nada hay que advertir, sino que adoptaron las formas que estas letras tuvieron en cada época y en cada género de escritura. Su aspecto paleográfico habrá de examinarse por tanto cuando se desee obtener datos crítico-diplomáticos del estudio de estos numerales.

Los numerales arábigos, conocidos en España desde el siglo XIII, comenzaron á usarse en los documentos desde el XV, pero no consiguieron general empleo hasta la última mitad del siglo XVII.

CAPÍTULO VI

SÉTIMO CARÁCTER EXTRINSECO DE LOS DIPLOMAS

SIGNA TURAS

1. Signaturas ó rúbricas.-2. Signo rodado.

Las rúbricas fue

1. SIGNATURAS Ó RÚBRICAS. ron conocidas desde la antigüedad con los nombres de signatura, subscriptio, chirographum, crux, signum, signaculum y roboratio, constituyendo parte integrante de la firma. Constituian el resto cláusulas consignando el nombre de la persona á quien correspondia la rúbrica (1).

Los documentos españoles más antiguos son abundantes en rúbricas ó signaturas. No sólo los suscribian los otorgantes, el notario y los testigos, sino una larga série de confirmantes.

Estas signaturas son de dos clases: autógrafas y aparentes. Las primeras son escasas en los siglos IX

(1) Trataremos de estas cláusulas ai hablar de los caractéres intrínsecos.

al XII, en que era comun la ignorancia en materia de escritura. Las segundas, más usuales, eran trazadas por el notario, y cuando más, la persona á quien se atribuian las añadia algun rasgo de su mano.

Áun las signaturas de muchas personas que sabian escribir eran aparentes, hecho de que dan testimonio la mayor parte de los documentos reales anteriores al siglo XIV, sin que obsten á su certeza las fórmulas manu mea signum feci, propria manu roboravi, y otras que acompañan al signo.

Las formas de las signaturas son muy diversas. Casi todas ellas tienen como base de su trazado la cruz, y muchas se componen de este solo símbolo. Otras la encierran en un rombo, en un cuadrado 6 en un círculo (1), con leyendas de que hablaremos más adelante. Las hay de mil caprichosas figuras, no faltan muchas compuestas de monogramas, ni algunas de los siglos X al XII conteniendo inscripciones en cifra.

Desde fines del siglo XIII cesó el uso de las signaturas aparentes, no conservándose otras que los signos rodados de Castilla y Leon, y áun éstos limitados á los documentos más solemnes; las demas cartas iban autorizadas con la firma autógrafa del rey desde el reinado de D. Sancho IV.

Contribuyeron á este hecho de una parte el renacimiento de la cultura clásica, desde cuyos albores se generalizó bastante el elemental conocimiento de la escritura, y de otra la secularizacion del notariado,

(1) La forma circular de las signaturas fué adoptada por la Santa Sede para las bulas solemnes desde Leon IX (siglo XI). Algunos prelados la imitaron en España en el siglo XII, entre ellos D. Diego Gelmirez y D. Martin de Compostela, D. Juan y D. Guido de Lugo, y D. Gilberto de Lisboa.

que trajo consigo la mayor autoridad de este cargo público y suprimió la larga lista de suscripciones, muchas de ellas casi del todo inútiles, por no ser autógrafas, que antes llevaban los documentos.

Desde esta época las firmas, lo mismo que las modernas, se compusieron del nombre y de la rúbrica, la cual en su figura admite tantas variedades como las actuales, apareciendo en muchos casos duplicada, esto es, antecediendo y siguiendo al nombre.

Los notarios, adoptando la firma, han conservado sin embargo, la signatura hasta la época moderna. Estas signaturas contienen, por lo general, la cruz como elemento principal de su trazado.

Ántes de terminar estas breves ideas generales sobre las rúbricas, debemos hacer constar que en algunos documentos reales, especialmente de Aragon, es frecuente ver signaturas de diferentes monarcas. Este hecho, que ha sumido en confusiones á más de un paleógrafo, tiene explicacion natural en la costumbre que tenian los monarcas de confirmar las cartas de sus antecesores con sólo poner en ellas su signo, de lo cual resulta que existen algunas autorizadas por cinco ó seis signaturas de diferentes épocas (1).

2. SIGNO RODADO (2).—Entre las signaturas aparentes más notables de los reyes de España figura

(1) En Castilla y Leon no prevaleció esta costumbre. Los monarcas de estos reinos confirmaban los documentos insertándolos íntegros ó en extracto en los privilegios confirmatorios.

(2) Quien desee datos más circunstanciados sobre el signo rodado, puede consultar los artículos que en 1872 publiqué en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos y los que poco tiempo despues escribió el Sr. Escudero de la Peña para el Museo español de Antigüedades.

este signo, de uso frecuente en Leon, Castilla y Portugal desde la segunda mitad del siglo XII. Fernando II, Alfonso VIII y Alfonso Enriquez fueron los primeros monarcas que usaron la rueda, que no era más que la signatura régia, á la cual se dió forma redonda á imitacion, sin duda alguna, de los círculos pontificios, que autorizaban las bulas solemnes.

En Leon, Fernando II y Alfonso IX adoptaron el leon como emblema en el campo de la rueda. Cerraban ésta dos círculos concéntricos y en su anillo las leyendas Signum Ferdinandi regis hispanorum 6 Signum Ferdinandi legionensis regis y Signum Adefonsi regis Legionis et Gallecie. Algunas veces la signatura no presenta más que el leon, toscamente dibujado, y sin círculos ni leyendas.

El signo rodado de Castilla bajo los reinados de D. Alfonso VIII, Enrique I y Fernando III, se componia de dos círculos concéntricos, en cuya área campeaba una cruz y en cuyo anillo se colocaba la leyenda, en la cual á continuacion de la palabra signum se consignaban en genitivo el nombre y títulos del rey, en esta forma: Signum N. regis Castellæ, ó regis Castellæ et Toleti (1).

Unidos Castilla y Leon no varió Fernando III de signo; siguió usando el de Castilla, si bien añadiendo en la leyenda los nombres de Leon y Galicia, sus nuevos Estados, así como más tarde sus conquistas le per

(1) En este período dos reinas hicieron uso de signos rodados. Doña Leonor, mujer de Alfonso VIII de Castilla, y Doña Berenguela, esposa de Alfonso IX de Leon. Ambas usaron la cruz como símbolo, en el área de la rueda. La leyenda correspondiente al signo de la primera decia: Signum Alienoris regina Castellæ et Toleti et Extrematura. La segunda usaba como leyenda las palabras Domine doce me facere voluntatem tuam.

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