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4. FÓRMULAS DE NOTIFICACION. - Los documentos solian extenderse en la Edad Media, dirigiéndose en forma epistolar el otorgante á la persona á cuyo favor lo expedia, ó en forma impersonal. En ambos casos, pero especialmente en el segundo, solia usarse una fórmula haciendo notorio á todos el contenido del diploma.

Esta fórmula, que en las letras apostólicas iba encerrada en esta frase: Universis et singulis præsentes litteras lecturis, visuris et audituris, solia redactarse en los documentos españoles de estas diferentes maneras: «Notum sit tam præsentibus quam futuris.» «Noverint universi.» «Noveritis quod.»

«Sit notum cunctis.>>

«Pateat universis.»

«Manifestum sit omnibus.»>

«Conoscan tots.»

«Sapjan tots.>>

«Sepades.>>

«Manifiesta cosa sea tanto á los presentes como los que han por venir.»>

«Conocida cosa sea.»>

«Sepan cuantos esta carta vieren.»

«Sabed.>>

Comenzaron á usarse estas fórmulas á fines del siglo X; se generalizaron lentamente, primero en Aragon que en Castilla. Colocáronse en un principio tras la invocacion, y suprimida ésta, encabezaron los documentos. Su uso ha llegado hasta los tiempos modernos.

5.

SALUTACION.Usada esta fórmula por los romanos al principio y al fin de sus misivas, pasó á los

documentos pontificios (1), de los cuales se imitó en los civiles. Las frases Salutem et dilectionem; Salutem in Domino; Salutem eternam in Domino meo, amen; Salutem et gratiam, constituyen la salutacion de los documentos latinos. En los documentos en romance continuaron estas fórmulas, traducidas casi literalmente: Salud; salud y gracia; Salud en Nuestro Señor Ihesu Cristo; Salud e buena ventura; Salut et dileccio.

(1) Las bulas solemnes llevaban al final la palabra benevalete en monograma. Las comunes, despues de los nombres del Papa y de la persona á quien se dirigian, la cláusula Salutem et apostolicam benedictionem.

CAPITULO XI

TERCER CARÁCTER INTRÍNSECO DE LOS DIPLOMAS

a

CLÁUSULAS ESENCIALES

(Continuacion)

1. Cláusulas personales. - 2. Nombres y apellidos.-3. Títulos de reyes, príncipes y magnates.-4. Tratamientos.-5. Calificativos de humildad y honoríficos.

1. CLÁUSULAS PERSONALES.-La segunda especie de cláusulas diplomáticas comprende las que llamamos necesarias, íntimamente unidas al asunto del documento, el cual quedaria desnaturalizado y no daria idea exacta de su contenido si desapareciesen.

Pertenecen á esta especie las cláusulas personales, las referentes á la firmeza y á las condiciones del contrato, las fechas y las suscripciones.

Las más importantes de todas ellas, bajo el punto de vista histórico, son las personales, en las cuales comprendemos los nombres y apellidos, los títulos de dignidad, los tratamientos y los calificativos, ya de

humildad, ya honoríficos, con que aparecen las personas que intervienen en su otorgamiento.

2. NOMBRES Y APELLIDOS.-Los griegos se distinguian por el nombre personal seguido del nombre de su padre ó del lugar de su nacimiento. Los romanos por el prænomen, ó nombre individual; el nomen, que indicaba la familia; el cognomen, que expresaba la rama familiar, y el agnomen, ó apodo, que se referia á las cualidades ó á los hechos de cada persona. El carácter de los nombres visigodos era puramente personal: Teodorico (jefe), Leovigildo (guerrero), etc.

En los documentos españoles más antiguos se observan prenombres de origen romano y nombres visigodos. Desde el siglo IX comenzó á generalizarse la costumbre de poner á continuacion del nombre personal el del padre en genitivo, unas veces precedido de las palabras prolis 6 filius, y otras sin ellas, de donde resultó el apellido patronímico.

Contribuyeron á producirle de una parte, cierta costumbre que desde los últimos tiempos de la dominacion romana se habia adoptado para singularizar más los complicados nombres personales (1), y de otra la influencia de los árabes, los cuales se distinguian entre sí por el nombre personal y el del padre, precedido de la palabra ben (hijo).

El apellido patronímico fué perdiendo poco á poco la forma del genitivo latino y adoptando la z para su terminacion. El final en iz fué más usual en los primeros siglos de la Reconquista que los en az, ez, oz,

(1) En inscripciones de los siglos IV y V hemos hallado el nombre del padre, á usanza griega, á continuacion del prænomen, nomen y cognomen. Entre otras podemos citar una que dice; Marci Fusci Cavodi, Ambati filius, vadiniensis, etc.

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acaso por aproximarse más al genitivo en is de la tercera declinacion latina, y al en i de la segunda, á las cuales sujetaban las flexiones de los apellidos.

El uso de los apellidos patronímicos se hizo tan general, que aún los emplearon los soberanos á quienes no hacia falta alguna expresar el nombre de su padre para darse á conocer.

Los condes de Barcelona y los reyes de Navarra y Aragon, hasta principios del siglo XII, hicieron uso del apellido patronímico. Entre los de Astúrias, Leon y Castilla no se generalizó este uso. Sin embargo, algunos ejemplos demuestran que no lo desconocieron, pudiendo citarse entre otros á Alfonso VII, que aparece en muchos de sus documentos con el nombre de Alfonsus Raimundi.

Casi al mismo tiempo que los apellidos patronímicos aparecieron los sobrenombres, tomados ya de cualidades físicas, como calvus, pilosus, rubeus, ya de cualidades morales, como bonus, piger, ya de oficios y profesiones, como coquinarius, scriba, ya del lugar del nacimiento ó procedencia de la persona á quien se nombra, como Cristophorus de Fitero.

Los apellidos geográficos fueron más comunes en Cataluña que en el resto de España. En aquella region predominaron sobre los patronímicos desde los primeros tiempos del condado de Barcelona.

Los apellidos patronímicos y los sobrenombres carecian en la Edad Media de fijeza. La índole puramente personal de unos y otros no consentia su perpetuidad en la descendencia. Solamente á fines de la Edad Media y principios de la Moderna, merced á la tendencia general á fundar mayorazgos, se consiguió la sucesion de un apellido en cada familia; pero áun entón

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