po que parezca valer nada uno sin otro. Ya no osaré alabar á Epaminondas, capitan thebano, porque si él fué tan lleno de doctrina que diga Justino ser admirable y duro de creer de dónde haya venido tan señalada ciencia de guerra á un hombre nacido entre letras, no fué criado en regalos, ni en tiempo que los vicios valian más que las virtudes, y tenía competidores iguales, como Agesilao en Lacedemonia, y Perícles en Aténas, que lo forzaban á mucho más. Mas con vuestra señoría yllustríssima ¿quién competirá, naciendo para esperanza de tan gran señorio, en tiempo que las letras estaban trocadas por los vicios, de tal manera que se dude quién haya recibido más, ellas de favor, ó vuestra señoría yllustríssima de doctrina? Tanto me ocurre que decir, que fuera menester hacer un libro entero de tan justas alabanzas, que ninguna lengua que en ellas se mostrase elocuente podria ser tachada de lisonja, pues la materia es tan alta que sobrepuja á cuantas lenguas tienen facundia, y tambien mi voluntad está tan sujeta que no merece paga tan amargosa, Servidor y Capellan de V. S. Illustríssima. MONTERÍA ESPIRITUAL que los hombres deben en sí hacer; en que la razon caza á la voluntad; con una glosa para mayor declaracion. M MONTE va la razon Dos perros de gran noticia Un sabueso y un lebrel, Con quien sigue y con que alcanza ; Que hacen caza muy fïel. Un alano lleva fuerte Que puede más que la muerte. La caza que huye Su vida destruye. Entran por el monte humano; Con sutil órden y tiento La prudencia, buen ventor, Ya corre con grandes saltos De venir habeis á la mano El mal villano; De venir habeis á la mano. Ya justicia está azorada; Con grandes voces pregona: ¡Han! ¡han! ¡han! ¿Veis la leona En una breña emboscada? Ta, ta, ta, diz el montero; Que es leona zahareña; Sin salir de aquesta breña. ¡O qué breña tan extraña, El montero ya reparte Es tan fuerte voluntad, Que ningun poder la doma, Si por arte no se toma. La razon calla y consiente; Con jüicio muy sagaz Finge con la caza paz; Compone toda su gente. Con muy gran sagacidad Lebrel, sabueso y ventores Haciendo muestras de amores Cercan á la voluntad. El alano se apareja; Razon rodea y resecha; De amor le suelta una flecha; ¡Ah! ¡perros! ¡á oreja! ¡á oreja! La flecha llegó primero. ¿Veis la leona llagada De saeta enherbolada De la sangre del cordero? Grandes vuelcos y bramidos Comienza con el dolor. ¡Ea, monteros! arredor, Hasta que tornen gemidos. ¡Ea, vos, fe y esperanza! ¡Ea, prudencia y justicia! ¡Muera, muera la malicia! El montero echó una lanza. ¡Muera, muera la cautiva! ¡Muera! ¡muera! ¡Libertad! ¡vívame entera! Razon suena su corneta, La breña de los errores Haz resistencia cruel Al sabueso y al lebrel, Y á entrambos los ventores. Con el bravo resistir No se pueden dar á mano, Hasta que llegó el alano Á que no podeis huir. Luego le hizo la presa |