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LAS FUENTES

Una vez decidido á dar principio á mi labor y como preliminar á la tarea, es lógico que tratase de saber lo que sobre estas materias se había publicado anteriormente: en esta busca había de quedar decidida la cuestión que como finalidad inmediata trataba de resolver: de ella debía depender mi obra; es decir, de encontrar ó no tratados estos trabajos con anterioridad, había de decidirme á la publicación de los mismos ó desistir de mi empresa.

Empecé por examinar cuantas obras impresas tuve á mi alcance, con objeto de tener una idea del estado de los estudios referentes á Historia general del Reino de Aragón y especialmente de Zaragoza: y como punto de partida y ateniéndome á lo dicho por Zurita, ví la Crónica de San Juan de la Peña, como la historia de Aragón más antigua que entiendo existe, al menos yo es la más antigua que he encontrado, si bien debo consignar que no he leído ni visto siquiera la

crónica que cita Muñoz Romero en su Diccionario bibliográfico como existente en el Monasterio del Escorial y que atribuye al siglo XII. (1)

Después de la Crónica Pinatense, he visto la de Fray Gauberto Fabricio de Vagad y desde esta hasta la obra del incomparable Zurita nada he encontrado que aportase para mi labor el menor dato digno de mención.

Es verdad que en los Anales de Zurita no están transcriptas las ordinaciones objeto de mi estudio, pero encuentro sí, datos y detalles que me prueban y confirman la exactitud de fechas, que coinciden con la estancia de los distintos monarca en los lugares donde otorgaron sus disposiciones y privilegios, viendo además preciosas notas que consignaré en lugar oportuno como demostración del acuerdo en que están las noticias y datos por mí sacados de los distintos archivos, con los proporcionados por el primer cronista aragonés, coincidencia que forzoso es confesar produjo en mi ánimo inmensa alegría

(1) Esta famosa crónica, apesar de la cita de Muñoz Romero, no existe; según los datos por mí adquiridos, se trata de una lamentable confusión del autor: visitó aquel Monasterio el catedrático Sr. Ibarra, con objeto de tomar fotografías del documento y resultó, que sacado el manuscrito por el Bibliotecario no era tal crónica ni cosa parecida: se trata de un pliego suelto existente dentro del manuscrito en el que constan los nombres de los monarcas aragoneses, sin más detalle; carece de importancia: así me lo manifiesta el Sr. D. Eduardo Ibarra.

durante el transcurso de mi trabajo; digo esto, porque de haber encontrado á Zurita discrepando de las notas por mí tomadas hasta en los propios archivos, seguramente tras la indispensable duda y confusión del primer momento, me hubiera inclinado del lado del historiador arago. nés, dando por más cierto y comprobado aquello que consignara en los Anales, que cualquier otra nota de la procedencia que fuera, pues siempre achacaría á ésta la equivocación ó error encontrado, casi en la seguridad de no equivocarme: tal es mi opinión respecto á la veracidad é indiscutible valor de cuantas afirmaciones sienta en su libro.

Ver á Blancas después de Zurita es ver á éste maltrecho y desbaratado por completo, con la agravante de encontrar muchas novedades introducidas sin duda por la imaginación creadora de aquél; para nada en absoluto me he servido del sucesor de Zurita: lo que de él pudiera tomarse como dato, lo encuentro en el primer cronista detalladamente y á éste me atengo por completo.

De los cronistas continuadores de Zurita y Blancas he visto varios de los que pudiera citar entre otros, aparte de las noticias que se tienen de los dos cuadernos de Micer Juan Costa y los nueve de Jerónimo Martel y cuyos anales

comprendían desde 1598 á 1606, á los hermanos Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola, D. Francisco Ximénez de Urrea, Andrés de Ustarroz, el Arcediano Dormer, D. Francisco Diego de Sayas, D. Juan José Porter y Casanate y otros que no han hecho sino continuar la obra del primer cronista, historiando cada uno aquel periodo comprensivo entre el historiador próximo anterior y los días de quien escribe.

No veo á ninguno de ellos dedicarse al estudio del regimiento interior de Zaragoza, y para nada tratan de sus ordinaciones municipales ni conceden importancia á estos asuntos; marchando por otros derroteros, narran y describen, á la manera de Zurita los acontecimientos que creen de más relieve é importancia, sucesos particulares y palpitantes de la época, cuando no consagran sus escritos á la memoria del gran cronista.

Las cuestiones de actualidad referentes al nombramiento de Virrey extranjero, los resucitados temas de Antonio Pérez y la debatida cuestión de la catedralidad, son por lo que veo, los asuntos preferentes de estudio, entre los escritores que se dedican, á historia particular 6 local.

Fuera de esto, encuentro algunos autores que circunscribiendo sus trabajos tan sólo á Zaragoza, se limitan á estudiar los asuntos puramente eclesiásticos; como ejemplo de ello puedo

citar á Blasco de Lanuza y al Padre Murillo

entre otros.

Los sucesos políticos de principios del siglo XIX fueron la causa ú origen del cambio en la manera de tratar los historiadores los asuntos que estudiaban. Los partidarios del antiguo régimen y los del nuevo se esfuerzan en combatir á sus contrarios y en argumentar y ensalzar las excelencias y ventajas de la causa á que son efectos; así vemos á D. Vicente La Fuente y D. Manuel de Lasala cada uno siguiendo distinto derrotero, solamente fijarse en los hechos políticos como su punto principal de mira: las cosas referentes al regimiento municipal, no veo que aparezcan por parte alguna; es más, el desconocimiento de este asunto fué tal, que el mismo don Vicente de La Fuente en su discurso de recepción en la Academia de la Historia dice, aludiendo á su trabajo sobre los Municipios, que alguien creyó, que cuando hablaba de las Comunidades Aragonesas, se refería á cosa parecida ó idéntica á las Comunidades de Castilla y de ello se conduele.

Las historias locales que posteriormente aparecen, nada tienen que haga relación á mi asunto, ni que merezca citarse como bueno; sus autores no hacen uso de documentos, sin duda, encuentran más cómodo el limitarse á mal copiar

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